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La noche, esa noche

Duxo miraba sin ganas la copa de whisky que hace poco le habían servido, por experiencia sabía que no debía descuidarla, detestaba que lo drogaran por andar distraído. Aunque más que cuidar su bebida se perdía en sus pensamientos, no estaba de ánimos; en realidad nunca podía estar de ánimos en ese lugar. Mientras observaba esa copa solo pasaban por su mente recuerdos terribles de esa barra, en general en todo ese asqueroso sitio que se hacía pasar por un simple cabaret.

El bartender trataba de entretenerlo un poco buscando sacarle conversación al muchacho, pero no podía importarle menos lo que le decía, la única razón por la que estaba en esa barra era para atraer clientes, no más, no menos. Aunque no tenía que hacer el mayor esfuerzo, con solo estar sentado con las piernas cruzadas llamaba la atención suficiente, él ya era hermoso, no solo por su figura esbelta sino también por sus rasgos delicados, ser un chico tan atractivo era perfecto para su profesión.

Y lo odiaba.

Siempre deseaba que nadie se acercara a él, que nadie le pidiera ningún tipo de favor, que pudiera irse a su casa y por una noche, aunque sea una noche, despertar en su cuarto en donde no haya un olor asqueroso, en una cama limpia, una cama que solo él usaba, sin tener que recoger un billete arrugado como remuneración de nada. Solo quería sentirse normal por una noche.

-Disculpa.

Pero para él, lo normal significaba otra cosa diferente.

Enderezó su espalda y cambió su expresión pensativa a una interesada rápidamente- ¿Sí?, ¿qué buscas, guapo? -Una de sus manos jugaba coqueta con el borde de su chaqueta de cuero, llamando la atención a su torso desnudo, mientras con su otra mano cubría con disimulo y elegancia el whisky.

En su vista se atravesaba un chico, de aspecto joven, seguro más joven que él, y un poco más alto, su expresión era avergonzada, con esa misma vergüenza lo vio tomar asiento a su lado mirando al suelo y jugando con sus dedos; pero Duxo no pensaba bajar la guardia, lo tenía claro, en ese sitio no se puede confiar en nadie.

-¿Por qué esa cara, cariño? -Pasó su mano por la mejilla del joven el cual se tensó al tacto, podía deducir que era su primera vez en ese tipo de lugares, se veía demasiado joven como para saber cómo funcionaba el pedir ese tipo de favores- No has estado antes en un sitio así, ¿verdad?

-¡No!, digo si, o sea... -suspiró- solo... tu eres Duxo, ¿Verdad? -,definitivamente debía ser su primera vez, ese chico era un manojo de nervios.

-El mismo -decidió tomar el control de la situación, quería acabar con esa noche lo antes posible, no quería perder su tiempo esperando a que el niño se dignara a pedirle lo que sea que quisiera pedirle-, vienes por mis servicios, ¿no es así, lindo? -,observó al extraño asentir aún con la mirada en el suelo- me encantaría dejarte los términos y condiciones claros, pero lo mejor sería hacerlo en un lugar más... privado, ¿te parece? -lo vio asentir nuevamente.

Tomó bruscamente la muñeca del chico y lo guió a la parte del fondo del lugar, dirigiéndolo a un pasillo que daba paso a múltiples habitaciones, la mayoría de ellas con un cartel de "ocupado" colgando de la perilla.

El matadero, lo llamaba Duxo, no había un mejor nombre para ese sitio, en las habitaciones de ese pasillo habían acribillado de múltiples maneras su humanidad, habían hecho sangrar no solo su cuerpo sino también su dignidad, había sido victima de los actos más inmorales y todo a cambio de dinero, eso para él era un matadero.

Al fondo del matadero había un cuarto que parecía libre, dejó pasar a su ahora cliente y, tras poner el respectivo cartel, entró también cerrando con seguro; en la habitación había una cama doble y un par de cómodas con cajones probablemente llenos de juguetes sexuales y condones, todo lo que necesitan los trabajadores de ese establecimiento.

-Bien, lindo, sabrás que el servicio formal se cobra por hora.

-S-si, entiendo, emmm... creo que tres horas, ¿estaría bien?... tal vez...

-¿Tal vez?, pero que modesto, no te preocupes por el precio -se acercó al oído del chico- si me haces tocar el cielo podría hacerte un descuento.

Si, era lo que le decía a todos sus clientes, y no, nunca ha hecho un descuento en su vida.

Duxo estaba por lanzárse al joven pero fue este mismo quien lo detuvo- M-me llamo Aquino, perdón, no pude decírtelo antes.

-Bien, Aquinito -lo empujó a la cama sentándolo contra la cabecera, se posicionó en su regazo moviendo sus caderas contra la entrepierna del chico-, te puedes ahorrar la timidez, guapo, yo haré lo que tú quieras, es mi trabajo.

Y en serio odiaba su trabajo.

Duxo vio a Aquino asentir tímidamente para luego pasar sus manos acariciando el pecho del joven por sobre la tela, acercando sus labios al cuello dejando el calor de su respiración chocara con la piel de la zona para calentar al joven; sus caricias inocentes ahora buscaban ser más atrevidas, subía sutilmente la camiseta de Aquino buscando mayor contacto con la piel, pero se detuvo en seco.

Las manos de Aquino habían empezado a acariciar su cintura con gentileza, rozando sus dedos entre la piel y el borde de las medias de red que sobresalían de su jean, dándole a Duxo una sensación cálida, esto mientras repartía besos leves a lo largo de su cuello y clavícula, retirando delicadamente la chaqueta de cuero.

Duxo no recordaba la última vez en la que él fue quien recibió las caricias de alguien, así mismo había olvidado la electricidad que recorría su cuerpo al sentir un contacto amable contra su piel, se había acostumbrado a los golpes, los escupitajos, las bofetadas, de eso vivía después de todo.

Trató de ignorar la manera en que Aquino desabrochaba sus jeans, le pagaban por complacer al cliente, no al revés. Como pudo retiró la camiseta con movimientos que buscaban ser igual de gentiles, para seguir la tónica que su cliente le estaba dando, pero Duxo terminó realizando caricias torpes debido a que no solía trabajar de esa manera. Se acercó al cuerpo del joven buscando mayor fricción entre ambos, acariciaba con cierta brusquedad el pecho de Aquino, seguía sin hallarse por completo en la situación.

Duxo intentó acercarse al cuello del chico para morderlo, definitivamente la delicadeza no era lo suyo, pero sus propios jadeos repentinos lo detuvieron, Aquino había empezado a acariciar su miembro por sobre la red de sus medias, rozando el hilo y la piel a la vez en un vaivén delicado y placentero.

-Mmmm... E-espera... -Trató de detenerlo, pero el chico fue más rápido y lo interrumpió con un beso.

Un beso, Duxo estaba recibiendo un beso de verdad, lo que otra gente solía hacerle con su boca no se le podía llamar beso; sin embargo eso que estaba haciendo, eso que ese niño le estaba dando era un verdadero beso. Había olvidado cómo se sentía ese tipo de contacto, incluso se le dificultó corresponder correctamente ante el roce, ese beso se acabó más pronto de lo que le hubiera gustado. Sin embargo, la sensación placentera no terminaba, su zona íntima seguía siendo estimulada, por lo que sus jadeos aún eran audibles.

-Tranquilo, me dijiste que este es tu trabajo, ¿verdad? -Aquino subió su mano libre acariciando lentamente el desastre que era el rostro de Duxo: levemente sudado, jadeando y gimiendo por lo bajo, un brillo de lujuria en sus profundos ojos oscuros y un tono carmesí adornando sus mejillas- No te preocupes, no haré nada raro, solo disfruta.

Duxo no entendía como ese niño, que al llegar era un manojo de nervios, ahora le estaba dando una de sus mejores noches en mucho tiempo, ¿Dónde había aprendido a hacer todo aquello? La estimulación que le brindaba Aquino ahora le hacía sentir un espasmo en el abdomen, pero no quería correrse.

-Mhmg, e-espera, guapo -Apartó con cierto pesar la mano de Aquino- Lo haces muy bien, te mereces un premio. -Se retiró del regazo del más joven, permitiéndole a sus manos abrirse paso a los jogers del contrario, bajándolos con facilidad junto al bóxer- Sabes hacer maravillas con tus manos, ¿no quieres ver las maravillas que yo se hacer? -acarició el miembro ya erecto de Aquino con sus dedos antes de dar una lamida lenta desde la base hasta el glande- Aunque yo suelo usar la boca.

Tras darle un guiño pícaro, Duxo acercó su boca nuevamente al falo dando lamidas y besos, en otra circunstancia seguro ya le habrían hecho atragantarse con la extensión completa de una vez, pero Aquino por otro lado, acariciaba sus cabellos azabaches, permitiéndole acostumbrarse al falo antes de introducirlo en su boca.

Duxo inclinaba su cabeza hacia las caricias aún con el miembro rozando sus labios, tomó con firmeza la base y poco a poco introdujo toda la extensión en su boca, iniciando un bombeo lento y fogoso, acariciando la piel con su lengua y succionando el glande al llegar a la punta. De vez en cuando alzaba la vista, apreciando el rostro de placer de Aquino, este también estaba sonrojado y sudoroso, soltando leves gemidos y gruñidos ante la sensación que le brindaba la boca del mayor.

Aquino pasó su caricia del pelo a nuevamente consentir el rostro de Duxo, el cual en medio del trabajo lo miró curioso- ¿Pasa algo? -preguntó asegurándose de rozar sus labios con el miembro, para luego volver a introducirlo en su boca esperando la respuesta.

-No, no es nada, solo que... eres muy bonito -Y así Duxo no pudo continuar con lo que hacía por que se había atragantado, empezando a toser y carraspear en busca de aire- ¿Te encuentras bien?

-Si, si, lo siento, me tomaste por sorpresa, es todo -trataba de formular entre la tos-. Eres todo un romántico, ¿esa es tu forma de decir que te gusta esto? -Apresó con fuerza el miembro en su mano, masturbándolo bruscamente mientras lamía y daba besos en el glande. El movimiento brusco y sorpresivo hizo a Aquino estremecerse, viniéndose repentinamente y sin poder avisarle, el rostro y lentes de Duxo quedaron manchados como evidencia del placer que le acababa de brindar.

-Ay no, lo siento mucho -Se disculpó Aquino tratando de ayudar a Duxo a limpiarse.

-No te preocupes, está bien -se retiró los lentes limpiándolos como pudo con los dedos-, estoy acostumbrado -dejó los lentes sobre la mesa junto a la cama-. ¿Sabes? no veo mucho sin mis lentes, pero sé que no tengo que ver para sentirme bien, ¿me harás sentir bien, Aquinito? -se acercó peligrosamente al rostro del más joven, casi haciendo sus narices rozar.

-S-si... -Aquino asintió tímidamente, tomó a Duxo de la cintura y con cuidado lo puso boca abajo sobre la cama, acariciando su espalda y cintura en el proceso, llegando a los bordes de sus jeans jugando un poco con ellos antes de bajarlos. Sin pantalones de por medio, llevó sus manos a los muslos del mayor, acariciándolos y apretándolos haciendo a Duxo temblar.

-S-siento que tus manos son mágicas -buscó torpemente las manos de Aquino para luego llevarlas a sus caderas, incitándolo a que acariciara la zona. Aquino en medio de las caricias intentó retirar las medias de red, pero Duxo no se lo permitió- Déjalas, me gusta usarlas cuando lo hago, sólo rásgalas si te incomodan.

Aquino bajó la cabeza un poco avergonzado, tomó un par de hilos cercanos a la entrada de Duxo y los rasgó- Me da lástima dañarlas, se te ven muy lindas -con sus manos acarició nuevamente las caderas del mayor-. ¿Hay lubricante aquí?

Con dificultad Duxo señaló un cajón en la misma cómoda donde había dejado sus lentes, de ahí Aquino sacó un lubricante y un condón, untó un par de dedos con el lubricante y los acercó a la entrada, con su mano limpia acarició nuevamente la cintura de Duxo, indicándole que lo prepararía.

Con cuidado había empezado a introducir sus dedos poco a poco, masajeando el interior lentamente haciendo a Duxo soltar fuertes gemidos, no solo disfrutando la penetración, sino también las caricias y masajes que Aquino le brindaba en su espalda y cintura tratando de reconfortar a Duxo, ya que pensaba que los gemidos podían ser incomodidad o dolor.

-T-tus manos, ¡agh!... de verdad s-son mágicas... -Duxo se sentía un adolescente nuevamente, como si fuera la primera vez que experimentaba ese tipo de placer, la sensibilidad extrema hacía que cada pequeño roce hiciera estremecer su cuerpo entero.

Aquino con una mano se las arregló para ponerse el condón y lubricarse a si mismo, retiró sus dedos del interior de Duxo para posicionar la punta de su miembro en la entrada- Te voy a penetrar, ¿Está bien?, dime si quieres que me detenga.

Duxo volteó su rostro hacia Aquino, sus ojos demostraban súplica, de la comisura de sus labios rodaba un hilo de saliva y su hermosa carita estaba es un tono carmesí intenso hasta las orejas- Por favor... Hazlo ahora -intentó mover sus caderas para acercar su entrada al miembro contrario, lo necesitaba, de verdad lo necesitaba, quería más de esas sensación placentera, sabía que no volvería a sentir algo así en mucho tiempo.

Una vez con el concentimiento, Aquino tomó las protuberantes caderas de Duxo y poco a poco introdujo su miembro por completo.

Y Duxo logró tocar el cielo esa noche.

Mordió las sábanas al sentir toda la extensión en su interior, sus uñas se clavaban en las cobijas disfrutando el placer que le causaba la intrusión en su entrada. El movimiento empezó, al igual que cada acto de esa noche: lento y delicado, Duxo sentía el miembro llenarlo y abandonarlo lentamente, la fricción hacía sus piernas temblar y sentía su columna arquearse con cada estocada.

Aquino ahora metía sus manos en el asunto, acariciariando y tocando cada centímetro de la piel blanquecina de el joven debajo suyo, estaba gruñendo y gimiendo por lo bajo, disfrutando como las paredes de Duxo apretaban gustosas su miembro, permitiéndole hacer las estocadas más profundas y certeras.

En ese momento el cuerpo entero de Duxo tembló acompañado de un grito ahogado, sacándole unas cuantas lágrimas.

-¿E-estas bien? -Aquino se detuvo al darse cuenta del ligero llanto del contrario, tal vez le hizo daño sin darse cuenta- P-puedo detenerme si eso quieres, tal vez me emocioné much...

-P-por favor... -Duxo lo interrumpió, buscando una de las manos de Aquino, apretándola con fuerza- No te detengas... Sigue moviéndote ahí -empezó a mover sus caderas buscando llegar al mismo punto que Aquino había tocado.

Su punto dulce.

Las manos de Aquino llegaron nuevamente a sus caderas, con un poco de inseguridad retomó las embestidas que llevaba hace un momento- ¡Agh! ¡Ahí! ¡Justo ahí! ¡Mmmgh! ¡No pares por favor! -Duxo tembló nuevamente sintiendo como su próstata era estimulada y embestida con una mezcla de firmeza y delicadeza.

Duxo odiaba suplicar, se sentía una presa sumisa y débil, es horrible sentirse de esa manera estando debajo del depredador, cada maldito cliente siempre era el depredador; pero esta vez no era así, está vez su cuerpo necesitaba más de esa sensación placentera y delicada, no se sentía una presa, con Aquino se sentía acompañado.

Sus ojos soltaban lágrimas de placer, de sus gruesos labios salían fuertes gemidos de verdadera satisfacción, estaba flotando entre las nubes no quería que ese paraíso se acabara.

Pero todo tiene que acabar.

Sintió a Aquino acercar fuertemente sus caderas a su pelvis, viniéndose finalmente en el condón. Duxo se quedó quieto, él no había podido alcanzar el orgasmo, no había llegado al límite de esas sensaciones tan maravillosas. Escondió su rostro entre las sábanas, sentía su corazón pequeño, quería llorar, llorar de tristeza, ¿Por qué se sentía tan vacío en ese momento?

Estaba por resignarse y retirar el miembro de su interior, hasta que los movimientos volvieron y la mano traviesa de Aquino volvió a colarse en su entrepierna, masturbando su miembro- Aún faltas tu, bonito.

Duxo tembló nuevamente, recibiendo la estimulación con un gemido sonoro, su punto dulce fue tocado una vez más, dando paso a los espasmos en su abdomen, finalmente corriendose en la mano de Aquino.

Duxo se aferró con fuerza a las cobijas, quedó inmóvil ante la intensidad del orgasmo, sus piernas aún temblaban y su cuerpo estaba al límite.

-¿E-estas bien? -Aquino se acercó susurrandole con ternura para luego depositar tiernos besos en la nuca del más bajo.

-C-claro... estoy... estoy bien... -con cierto cuidado Duxo se recostó bajo las sábanas, permitiéndole a su cuerpo relajarse poco a poco. Su expresión se apagó poco a poco, esperaba a que su cliente dejara el dinero y se fuera, dejándolo solo en la sucia cama después de haber recibido lo que quería, así era cada noche de trabajo; pero eso no pasó.

Sintió como los brazos robustos de su compañero rodearon su cintura por su espalda, acercándolo en un abrazo estrecho y acogedor. Sorprendido y sonrojado se volteó hacia Aquino con una expresión confusa.

-P-perdón, si te molesta puedo irme, yo...

-¡No!... digo... no me molesta para nada, t-tu... puedes quedarte

Duxo pasó su brazo por el cuello del más joven acariciando con sus dedos sus ondulados cabellos castaños, mientras su otra mano pasó a descansar en su pecho.

No habían muchos clientes que le pedían dormir después del acto, y no solía molestarle, era un favor muy pequeño, pero esta vez no sentía que era él quien hacía el favor, sino Aquino, por acompañarlo después de haberle dado toda esa montaña rusa de sensaciones.

Miró el reloj que colgaba de una de las paredes de la habitación, percatandose del tiempo que quedaba.

-Te queda un poco más de una hora, lindo -le susurro con suavidad- ¿Quieres hacer algo más? -por alguna razón algo en su interior esperaba un si como respuesta.

-Pues... la verdad si quisiera hacer algo... pero es algo tonto...

-Cariño, yo puedo hacer lo que sea que me pidas.

-Bien... no te molestaría... ¿hablar un rato?

Duxo no sabía si estaba escuchando bien.

-¿Quieres... que te hable sucio?

-¡No! no, no, quiero hablar... normal... lo sé, es un poco ridículo, no debes hacerlo si no quieres...

Una sonrisa de ilusión iluminó el rostro de Duxo

-Está bien, me encantaría hablar -Y no era mentira, le causaba intriga como una persona que mantenía relaciones sexuales de esa manera llegó a parar en un sitio así, pidiendo ese tipo de favores con trabajadores como él, tenía muchas preguntas- ¿Qué tal si empiezo yo? eres un cliente... curioso, hay muchas cosas que me gustaría saber, sobre todo la razón por la que terminaste aquí.

Aquino sonrió un poco avergonzado desviando la mirada, ahora acariciando la cintura a la que se aferraba- Si, bueno, ¿por dónde empezar?... creo que te diste cuenta que nunca he estado en un lugar así, bueno, no es común ver a alguien tan joven en estos sitios.

-¿Cuántos años tienes?

-Diecinueve -El mentón de Duxo cayó al suelo-. Si, lo sé, también es raro para mí, bueno, creo que debo aclarar que me gusta el sexo, cómo a cuialquier persona; pero me gusta disfrutarlo de una manera... diferente, me refiero a que no me gusta ser tan brusco, entiendo que hay gente que lo disfruta de manera ruda, tal vez agresiva, pero yo... no lo sé, siento que se pierde el chiste, no sé si me entiendas.

-Entonces dime, ¿Para ti cuál es el chiste? -Duxo procedió a recostar su cabeza en el pecho del contrario, escuchando atento todo lo que decía mientras Aquino acariciaba su lacio cabello negro.

-Pues... suena un poco tonto, tal vez es por lo que soy joven, pero siento que el sexo es... el placer mutuo. Hacer el amor con alguien para mí no es cualquier cosa, solo puedo pensar en que la otra persona me está confiando su cuerpo, y quiero cuidar esa confianza, y de paso hacer feliz a ese cuerpo...

La cara de Duxo relucía en admiración, no había conocido a nadie con una mentalidad tan linda- Aquino, eso es muy bonito...

-Gracias... aunque, no todos piensan así... -soltó un suspiro por lo bajo- muchas de mis parejas no disfrutaban la vida sexual que yo les daba, por lo que me dejaban, incluso a veces me engañaban, por eso en mi entorno hay... rumores, rumores que me han impedido tener pareja nuevamente. La verdad no recuerdo mucho la última vez que tuve sexo -, se rió un poco avergonzado, aunque la cara de Duxo reflejaba que no le daba ni una pizca de gracia lo que Aquino le narraba-, y bueno, luego de tanto tiempo... uno tiene sus necesidades ¿sabes?, Y por lo que te dije sabrás que solo masturbarme no llenaba del todo lo que quería; pero no podía pensar que cualquier persona de tu... "profesión" estuviera dispuesta a pasar la noche conmigo, me recomendaron buscarte a tí, me dijeron que aceptabas varios tipos de trabajos, así que... bueno... el resto ya te lo sabes.

-Escucha -Duxo tenía un tono decidido en su voz-. Tienes que saber que la gente a tu alrededor son unos imbéciles, no han sabido apreciar la mentalidad tan hermosa que tienes y les ha importado una mierda lastimarte -, se mordió el labio tratando de retener un sollozo -. Mira, en estás camas he hecho cosas que me han hecho llorar toda la noche, me he sometido a golpes, insultos y humillaciones, no sabes cuántas veces me han escondido afrodisíacos y drogas en las bebidas, ni siquiera puedo confiar en el bartender -, sus ojos empezaron a cristalizarse-. Si alguien como tú se me hubiese cruzado hace mucho tiempo yo nunca hubiese trabajado de esto, porque por primera vez en mucho tiempo, siento que lo que hice contigo si se le puede llamar sexo.

En medio del discurso pequeñas lágrimas rodaron por sus mejillas, Aquino con cuidado secó el rostro de Duxo con sus pulgares para luego depositar un beso delicado en su frente.- No me lo quiero imaginar, pero, ¿por qué llegaste a trabajar en este sitio?

-La misma razón que todos nosotros, dinero, necesitaba dinero para poder sobrevivir, y la verdad al inicio no fue tan malo, los clientes que me daban eran decentes, alguna vez llegue a pensar que era divertido; pero luego, con el tiempo y la experiencia los clientes exigen más, y solo me queda aceptar lo que me pidan. Muchas veces me pregunto si el dinero vale la pena por la salud de mi cuerpo... pero al final es así, yo necesito el dinero.

El silencio reinó en la habitación, no era incómodo, para nada, ambos se miraron a los ojos y se abrazaron, cómo compartiendo sus disgustos, sus frustraciones, como sus situaciones tan opuestas esa noche se habían complementado.

-Cuarenta minutos...- Duxo susurró estrechando más el abrazo, no quería que el tiempo acabará, quería quedarse ahí, en esa fantasía que nunca pensó necesitar, pero ahora que la tenía, no la quería abandonar.

-Bueno... Ahora que lo mencionas, quisiera hacer algo... -Retiró las sábanas y con delicadeza sentó a Duxo en la cabecera de la cama, empezando a acariciar nuevamente du miembro sobre las medias de red, devolviéndole esa sensación increíble y placentera- Si no te molesta... me gustaría hacerte un oral...

Duxo entre sus leves jadeos soltó una risita sutil- M-me han pedido orales de muchas maneras, ¡Agh! n-nunca me los han ofrecido -acarició con ternura el rostro del chico conectando sus miradas intensas-, por favor, s-sirvete.

Aquino sonrió tomando la mano de Duxo para darle un beso en el dorso, alcanzó a ver el sonrojo intenso del mayor antes de bajar la cabeza a su entrepierna. Rasgó nuevamente las medias, está vez liberando el miembro húmedo y con líquido preseminal, empezó rosando sus labios por la extensión sin meterlo todavía en su boca, incluso se atrevió a jugar rozando sus dientes contra la piel, poniendo nervioso a Duxo.

-N-ni se te ocurra, Aquino -Dijo alejando un poco la cabeza del moreno de su miembro, no tenía ganas de recibir una mordida ahí.

Aquino por su parte reía un poco por lo bajo, y volvió a su labor. Empezó a introducir el miembro en su boca, enrollando su lengua en la punta, iniciando el bombeo lento y caliente.

-M-mgh, A-Aquino... -Duxo separó sus piernas, dándole a Aquino todo el acceso que necesite, moviendo su pelvis acercando su miembro a los labios del más joven.

-Quería hacer esto desde el principio, Duxo -Aquino le susurro masturbando la base para luego introducir el glande en su boca nuevamente, succionando con cuidado la cabeza como si fuera una paleta.

Duxo se aferró al cabello de Aquino, disfrutando la sensación en la punta de su miembro, se arrepiente de lo que pensaba, Aquino no era solo un niño, o al menos no en el sexo, aparentaba una buena experiencia con su boca.

Y de hecho si, a Aquino le encantaba dar orales, le encantaba brindarle placer a las personas más que recibirlo, y en ese momento estaba disfrutando cada expresión y ruido que hacía Duxo.

Finalmente Duxo acercó la cabeza de Aquino a su miembro, viniéndose en su boca sin avisarle, Aquino se alejó y tosió un poco por haber tragado de forma tan repentina-A-Aquino, perdón...

-Tranquilo, tranquilo -soltó una pequeña risita-, estamos a mano, lindo.

Ambos se sonrieron mutuamente. Esa noche había sido increíble.

Aquino tuvo que ceder ante la insistencia de Duxo y permitir que este lo vistiera, el más bajo estaba terminando de subir la cremayera de su abrigo cuando tomó sus manos- Quién diría que un niño de diecinueve años fuera tan bueno chupando pollas -Duxo rio levemente por la pequeña broma, viendo a Aquino reír igualmente con un sonrojo en el rostro.

-Bueno, quién diría que un trabajador sexual necesita lentes para no caerse de la cama -Se burló del momento en que ambos se levantaron de la cama, efectivamente Duxo no traía sus lentes consigo, por lo que terminó cayendo por el borde de la cama recibiendo el impacto en su podre trasero.

-Ja, ja, eres súper divertido Aquino -rodó los ojos con una sonrisa burlesca- bueno, ya es muy tarde, vete a casa antes de que tu mamá te castigue.

Aquino llevó su mano al bolsillo de su pantalón, sacando un par de billetes de ahí- Duxo, de verdad gracias... Dios, que virgen sueno, pero gracias por la noche... y por escuchar, más allá del sexo... me alegra haberte conocido -extendió el dinero hacia Duxo, el cual parecía no querer aceptarlo.

-Escucha -tomó solo uno de los dos billetes-, te dije que te haría un descuento si me hacías tocar el cielo, ¿recuerdas lindo? -Aquino asintió, escuchando atento-, pero quiero algo más que esto, así que haremos lo siguiente -se dirigió a uno de los cajones sacando una libreta y un lápiz, arrancó un papel y anotó algo con rapidez- te doy un 50% de descuento solo si tú sales conmigo -entregó el papel con un número de teléfono.

-¿Estás seguro?, quiero decir, me encantaría salir contigo, de verdad, pero... ¿No te meterás en problemas?

-Oh, creeme, seguramente me meta en problemas, pero estoy seguro que valdrá la pena -sonrió viendo como Aquino recibía el papel-, no dejaré escapar tan fácilmente a una persona como tú Aquinito.

Aquino se sonrojó un poco antes de acercar su rostro al de Duxo- Último favor, ¿puedo besarte?

Duxo sonrió y deshizo la distancia entre sus labios con un beso suave, moviendo sus labios lentamente, al separarse unió sus frentes y lo miró a los ojos- espero poder recibir más de estos sin que me los pidas, guapo.

Aquino mostró una sonrisa tímida en medio de su sonrojo antes de despedirse del más bajo, saliendo torpemente por la puerta tropezando con una pareja que pasaba por ahí. Duxo rió en sus adentros para luego sentarse en la cama, recordando todo lo que había vivido esa noche.

Por primera vez se sentía feliz de ser como era, se sintió feliz de ser hermoso, feliz de ser él, esa noche después de mucho tiempo por fin se sintió nuevamente normal.

"Ay Aquinito, yo debería ser quien te pague por todo lo que hiciste hoy por mí"

~Fin~

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