New Romantics.
Holaaa. En este capítulo ya aparecerá el prota (Killiam Morgan), ejejejej. Espero les guste. A leer. Recuerden dejar su lindo voto y comentarios por aquí <3.
Cassandra...
No encontré a Natalia por ningún lugar del instituto, ni siquiera en el comedor y eso era demasiado raro. Necesitaba hablar con ella sobre ese chico, últimamente todos me ocultaban cosas. Eso me incomodaba jodidamente. A la hora de salida decidí pasarle un mensaje para preguntar dónde diablos estaba. Su respuesta fue directa y escasa:
Loca de mi vida♡:
Me sentía mal y volví a casa mucho antes, no te enfades mucho. Besos.
No me enfadé, solo me hizo dudar más de ella y estar más que segura de que me ocultaba algo. Esto de descubrir secretos de las personas más cercanas a mí por terceras, me decepciona. Creo que les hice saber que podrían confiar en mí; y más mí mejor amiga.
De camino a casa, elaboro una pequeña conversación en mi mente con mi madre. Le expondría mi opinión y dejaría claro que es lo que deseaba. Tendríamos que llegar a un acuerdo, aunque tengo en cuenta que será un poco complicado convencerla para que acepte mi decisión.
Al llegar a casa me topo con la realidad, ya no hay más excusas para evitar lo inevitable. Cojo las llaves y tomo aire antes de abrir la puerta y pisar la alfombra gris del recibidor. La casa está sumida en un silencio aterrador delatando sus solitarias habitaciones. Suspiro con alivio, aún mamá no ha vuelto del trabajo. Me pongo mis pantuflas de corazones...sí, un poco infantiles. ¡Pero son extra cómodas! y dejo las llaves sobre el estante donde permanecen los paraguas.
Subo las escaleras con mis botas en las manos hasta mi habitación, necesito cambiarme, ya. Me encuentro la misma imagen que en la mañana, aunque la camisa de Matteo doblada sobre la cama no encaja en estas cuatro paredes. Dejo caer los zapatos cerca de la puerta y tomo sin miramientos unos shorts de algodón minúsculos y una de mis camisetas holgadas que reza en letras enormes "I hate my life", destilando positivismo. Esta soy yo, con ropa simple, la otra que sale a la luz en el instituto y en las fiestas solo es...quizás una parte de mí que solo escapa en público. Raro ¿Eh?
De por sí, eres rara. Ya nada me sorprende.
¿Podrías dejar de insultarme? Deja de ser tan amargada.
Lo dice la reina de la alegría y la felicidad.
Idiota.
Me dispongo a escribirle a mi amigo para negociar con su camisa (me la quiero quedar ¿Ok?) vamos a ver como iba.
Yo:
Tengo tu ropa...me preguntaba si la querías. Si no...me la podría quedar :).✔✔
Está en línea pero tardo unos seis minutos en responder, lo extraño fue que aparece "escribiendo..." y luego nada. Hasta que llega su mensaje:
Mi salvavidas_02☆:
Puedes quedártela, no importa. De hecho le hablé de ti a Carol, quiere conocerte pronto ¿Podría ser el domingo?
Yo:
Me parece genial, ah y gracias por la ropa, je, je, je.✔✔
Mi salvavidas_02☆:
Bien, después te mando la ubicación y la hora. Nos veremos.
Yo:
Nos veremos. ✔✔
Genial, ya tendría un plan para el domingo. Odiaba quedarme en casa el fin de semana, era deprimente. Después de guardar mi camisa, sí, ya era mía, con una sonrisa de victoria salgo de la habitación dispuesta a buscar algo de comer en la cocina. La de casa era simple y moderna. Una encimera beige bordea una parte con miles de electrodomésticos sobre ella. Además de una pequeña isla en el centro con dos sillas de tamaño promedio alrededor y en la misma reposa una cesta con pequeñas magdalenas; y al final una despensa monstruosa de dos puertas.
Así se resume nuestra cocina. Me aproximo a la nevera y paseo mi mirada hambrienta por cada separador en busca de lo que quiero. Hasta que lo encuentro: el recipiente de Nutella
¡Ven aquí con mami, bebé!
Lo tomo en mis manos y cierro el refrigerador para dirigirme a buscar pan en uno de los estantes.
En poco tiempo me encuentro en el salón "devorando", literalmente, mis pequeñas porciones de pan con chocolate mientras veo...ni sé que demonios es lo que hay la pantalla. Quizás uno de esos canales donde anuncian porquerías. Aproximadamente a las siete de la tarde, escucho la puerta abrirse y en un rato aparece la silueta de una mujer en la sala.
Mi madre.
―Mamá...tenemos que hablar. ―le digo haciendo un hueco a mi lado en el sofá para que se siente y tengamos de una vez la maldita conversación.
Observo como sus hombros se tensan, pero ocupa asiento y deja su bolso en la mesita del centro.
―Cassandra, primero creo que me debes una explicación. ―me recuerda con una ceja enarcada.
―Pasé la noche en casa de Matt. ―asiente con la cabeza invitándome a seguir― Siento no avisarte. Pero quiero saber que hacías en casa de Paola trabajando en el servicio. ―Expongo mi duda y me retuerzo los dedos esperando su respuesta. Ella toma una gran bocanada de aire antes de responder:
―Ganando algo de dinero, te recuerdo que lo necesitamos para pagar...
―...mi universidad. ―Completo su frase con molestia―. Sí, lo sé. Pero yo también te recuerdo que no necesariamente tendrías que conseguirlo tú sola.
Ante mi represalia se pasa las manos por el cabello, haciendo notar su agotamiento con respecto al mismo tema que ella decidió dejar cerrado. Para mí todavía quedan algunas cosas por aclarar.
―Cassandra... ―Comienza con su típico discurso y la detengo con un gesto de mi mano. Ya estoy cansada de que siempre se niegue.
―Mamá, yo puedo trabajar, además quiero hacerlo. Ya tengo dieciocho, no soy una niña.
― ¡Pero es que no hace falta! ¡Yo solo te pido que estudies! Del dinero me encargo yo. ―escupe gesticulando desesperadamente con sus manos.
Pero no voy a dejar que nada me detenga. De esta conversación yo saldré con un sí con respecto a trabajar.
―Yo estoy bien en el instituto, hace falta dinero. Pues bien, yo puedo ayudar ¡No estoy incapacitada, por favor! ―le espeto levantándome del sofá. Esto me ponía de los nervios.
―Cassandra, ya hablamos sobre esto y no pienso cambiar de idea. No vamos a discutir más por esto. ―sentencia señalándome con un dedo y haciendo ademán de levantarse también.
Bien si no aprobaba mi decisión, yo no iba a renunciar a ella, ya era mayor de edad. Con el tiempo entendería que no era una niña y que mi trabajo sería una ayuda.
―Bien, pero voy a trabajar aunque no quieras. Mi decisión está tomada, mañana después de salir de instituto buscaré empleo. ―le dije con determinación y pasé por su lado para ir a mi cuarto haciendo oídos sordos a sus gritos:
― ¡CASSANDRA, NO SEAS TAN INFANTIL Y DEJA DE LLEVARME LA CONTRARIA!
Mientras subo los escalones le respondo:
― ¡De eso se trata esta jodida adolescencia! ―y cierro la puerta de mi refugio de un portazo.
¡JODER! ¿Por qué era tan difícil convencerla de que aceptara algo que nos beneficiaría a las dos? Me dejo caer sobre la cama y alcanzo mi celular y mis cascos que descansan sobre la mesita de noche, con torpeza. Me los coloco y busco con desesperación mi playlist para "momentos rebeldes". Sí, tengo una playlist para cada estado de ánimo. Al instante comienza a sonar la melodía irreconocible de Nirvana y cierro los ojos. Después solo recuerdo haberme quedado dormida.
***
Puede sonar a mentira, pero no me desperté hasta la mañana siguiente. Pues sí, y creo que si no hubiera sido por la alarma del móvil (insistente y malnacida) no estaría ahora aquí: caminando por los pasillos del instituto en busca de mi mejor amiga. Salí de casa más temprano de lo normal y gracias a dios, mi madre se había ido a trabajar, o eso creí. No hablamos desde nuestra «pequeña discusión» de ayer, y no me gustó que las cosas terminaran así. Pero lamentablemente no íbamos a cambiar de opinión ninguna de las dos. Me canso de deambular por los cubículos y decido ir a mi clase de una vez, seguramente aún no ha comenzado la clase.
Llego al aula después de un tiempo y tomo asiento en una de las mesas vacías del fondo. Solo hay dos o tres estudiantes como más, y ni siquiera me prestan atención al entrar.
<<Típico>>.
Después de sacar todos mis apuntes me decido a enviarle un mensaje a mi amiga...es raro no haberla encontrado.
Yo:
¿Dónde estás? Te busqué por medio instituto y nada. ✔
― ¡Buenos días a todos! ―En ese momento entra por el umbral de madera la profesora de Biología. Me percato de que la clase va a comenzar y ya todos los alumnos permanecen sentados en sus lugares. Genial, será un día muy largo.
(...)
Mala noticia: Natalia no había ido al colegio.
Razón: No quiso decirme.
Pero yo estaba segura de que tenía que ver con ese chico...Lucas. Joder, que raro todo esto. La mañana transcurrió siendo una autentica mierda. Y me da igual si ustedes piensan que soy una amargada, pero es que es imposible hablar con alguien aquí. Te podrías encontrar desde un hippie místico, hasta una sacada de "Gossip Girl" de los pies a la cabeza.
Tú vendrías siendo una grogui frustrada-amargada. ¿A qué sí?
Por favor, ¿No puedo cambiarme de conciencia?
No. Te jodes.
Ni siquiera hablaba contigo. Agh, esto es estúpido... ¡SÓLO CÁLLATE!
En fin, después tendría que hablar con ella urgentemente...pero eso tendría que esperar. Abro con vacilación la puerta de "Espresso's". Necesito hacer un trabajo de clases y ¿qué mejor que aquí? Suena la campanilla que anuncia la llegada de un cliente y al poner un pie dentro, el delicioso olor a caramelo invade mis fosas nasales. Mierda, amo este lugar. Mis ojos se cruzan con Vivian, la dependiente, quien me dedica una sonrisa que le llega hasta los ojos:
― ¡Cassandra! ―Expresa con euforia, lo que me hace sonreír igual―. ¿Lo mismo de siempre? ―moca con dos cucharadas de vainilla y extra de canela.
Asiento y ocupo una de las mesas a mi izquierda mientras Vivian continúa con su trabajo. Saco mi portátil de la mochila y comienzo a estudiar. Esto de usar plantillas de Pinterest para los apuntes es una gran ventaja. Transcurren alrededor de unos treinta minutos en los que termino mi café. Exquisito como siempre.
En la pantalla frente a mi pueden observarse cientos de párrafos complementados, sin embargo aún me falta más de la mitad. Anoto algo en mi libreta con sumo detalle, incluso utilizo marcadores y posits de diferentes tonalidades para cada asignatura. Sí, soy muy meticulosa con este tipo de cosas, no me gusta que mis notas estén desordenadas y aburridas. Al estar tan concentrada en mi tarea de embellecer mis apuntes no me percato de que la silla frente a mí fue ocupada. ¿Cómo lo noto? Por un maldito golpe en mi rodilla, joder. Con molestia bajo un poco la pantalla de mi portátil que me impide ver al maleducado/a que haya ocupado la mesa sin preguntar antes.
Al visualizar lo que tengo frente a mis ojos, mi ceño se frunce. Es un chico, y ciertamente...atractivo. Piel clara, cabello negro con algunos rizos cayendo por su frente, facciones detalladas, labios carnosos color cerezas y un piercing en su labio inferior. Paseo la mirada por su ropa y me fijo en que uno de sus brazos está tatuado, de arriba abajo. Vamos, que está bien.
Y vamos, que le haz dado un repaso descarado, acosadora.
Pero el chico se mantiene con sus ojos cerrados mientras escucha algo de sus auriculares. Es decir que no se molestó en disculparse por el golpe; y mucho menos se percató de que lo estaba observando detalladamente, y además medio embobada.
Malditas hormonas. Sin embargo, no puedo apartar mis ojos de él, y de mi boca no sale ni una sola palabra de reproche, mierda. Quizás por el asombro.
― ¿Quieres una foto? ―pregunta una voz gutural y me hace escapar de mi burbuja.
Rápidamente subo la mirada, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba descifrando sus tatuajes; y me encuentro de primera mano con unos iris extremadamente verdes que me observan con diversión. Pero que tiene este chico en los ojos ¿Una puta esmeralda enterrada? Se aclara la garganta y yo siento que enrojezco de pies a cabeza, he quedado como una estúpida:
― ¿Perdona? ―Al fin consigo formular una pregunta sin tartamudear. El solo amplia más su sonrisa y se quita los audífonos antes de hablar:
―Me estabas observando, demasiado diría yo . Pregunto si quieres una foto de recuerdo, o quizás algo...más que eso. ―dice cruzando las manos frente a él. Atrapando entre sus dientes el aro metálico sin aparta la mirada de mí... ¡Eso me pone nerviosa!
― ¿Disculpa?...―No puede ser, ¿Por qué solo haces preguntas estúpidas, Cass?
¡Concéntrate! Mi pregunta solo aumenta su diversión.
―Era broma, no eres mi tipo. ―dice y emite una pequeña carcajada, lo que me hace enfadar.
―A ver, imbécil. ¿No te enseñaron modales en tu casa o qué? Creo que eres bastante consciente de que la mesa está ocupada. ―le digo señalando mis cosas, quizás sea retrasado o algo así. Dicen que los capullos de por sí, tienen el cerebro hueco. Este sería uno nivel dios o aproximdamente, vaya mierda.
―Acabas de decirlo, la mesa está ocupada, no la silla. ―expresa con deleite de presenciar el agobio en mis facciones. Juro que se le forma un pequeño hoyuelo cerca de la comisura de su boca, sí, me distraje un poco mirándolo antes de contestar a sus palabras:
―Serás idiota, déjame en paz y vete de una vez. ―ya se está agotando mi poca paciencia.
No seas mentirosa, todos sabemos que no quieres que se vaya.
Ahora tú no, por favor, sigue como estabas. Bien calladita.
―Calma esa fiera que llevas dentro, nena. ―se toca el aro con su pulgar.
¿Nena? Pero ¿Quién demonios se cree que es? Últimamente me topo solo con imbéciles, no importa que sea jodidamente atractivo, o que sus labios lleven un piercing seductor y mucho menos que tenga un hoyuelo que le quita el aliento a cualquier chica, ¡Menos a mí, vale!
Ya, claro.
¿Cómo pudo tocarme una conciencia tan descarada, madre mía?
Será porque tú también lo eres, je.
Increíble, ya podrías callarte y no revelar
más estupideces a los lectores.
―Primero, no me llames nena porque no nos conocemos de nada y segundo...―hago una pausa antes de apoyar una mano en la mesa con autoridad―...márchate de una jodida vez.
―Sin palabrotas, pequeña. Eso está muy mal. ―se atreve a decir negando con la cabeza muy a gusto con la situación.
― ¿Pequeña? ¿A quién le dices eso, estúpido? ¿A tu poll...―soy interrumpida por una estruendosa carcajada, de él, además. ¿Ahora que le hace tanta gracia? Sin embargo, mentiría si dijera que ese simple sonido no causó estragos en mí...Basta, Cassandra Turner Foster, no vayas por ahí.
―Cuidado con lo que dices, nena. Si tanto quieres saberlo, no tengo ningún problema en mostrarte, pero estamos en público. Un poco más de vergüenza. ―comenta señalándome con un dedo y jugando con el piercing de su labio, nuevamente.
Instintivamente mis ojos viajan hacia allí y rápidamente los aparto percatándome del calor en mis mejillas debido a su comentario y por mi falta de control con respecto a este chico. ¡Por favor, Cassandra! Estoy en mi cafetería favorita, sigue el típico olor a caramelo, tienes un trabajo por terminar y ¿Estás dejando que un chico te joda la tarde?
Muéstrale tu carácter, chica.
¿Estás de mi parte? ¿Estoy soñando?
Es por una buena causa, ojo. Si no terminas el trabajo para mañana, tendrás problemas.
Gracias, conciencia. Nunca pensé que diría esto, ja.
Bueno, el idiota «sin nombre» se lo ganó, y no precisamente una canasta de dulces.. Plan: "Joder a dios–capullo", activado:
―Bien, ¿Cómo te llamas? ―manifiesto con mi mejor cara de inocente mientras guardo mis cosas.
Por su expresión, al parecer piensa que nos quedaremos a charlar como viejos amigos. Que equivocado está.
―Killiam ―remarca.
Bufo y respondo
―Pega contigo, nombre de caso perdido. ―expulsa una gran carcajada y...mierda ¡El jodido hoyuelo de nuevo! Olvido lo que causa esto en mi interior y retomo la conversación―. Por cierto, Killiam. ―recalco su nombre―. ¿Te apetece tomar algo de agua? ―informo con voz melosa.
Killiam enarca un ceja con desconfianza, se estira sobre la mesa y coloca sus manos peligrosamente cerca de las mías, joder. Calma, Cass, es un idiota:
― ¿Es un truco? ―su aliento me roza la nariz y siento un escalofrío, pero solo puedo contemplar las pequeñas pecas que bordean sus pómulos. ¡Ahora no! ¡El plan!
―Para nada ―me aclaro la garganta y me levanto rápidamente en busca de agua mineral.
No me importa si quiere o no, si sigo sentada a resumidos centímetros de él, juro que la silla acabaría en llamas. Vivian me entrega la botella con una sonrisita y un guiño antes de seguir limpiando. Al tener lo que necesito, giro mis talones y me dirijo hacia la mesa donde Killiam observa divertido cada uno de mis pasos. Al llegar a mi destino cojo entre mis manos unos de los vasos de cristales del centro y me dispongo a abrir la botella de agua con temor a que se me resbale entre los dedos por la constante mirada del chico que tengo en frente. Logro mi objetivo rápidamente y casi salto de alegría, vierto el agua sobre el vaso y dejo reposar la botella sobre la mesa antes de caminar minúsculos pasos hasta Killiam. Llego a su lado con una sonrisa radiante al igual que la suya. Me aproximo a su oído y le susurro:
―Vete a la mierda, Killiam. ―y le lanzo el agua en la cara.
Al instante se le borra la sonrisa y es reemplazada por su estúpida cara de estupefacción. Inmediatamente dejo el vaso sobre la mesa y recojo mis cosas antes de ir hacia la puerta del local y gritarle:
― ¡Cassandra, por cierto! ¡Ten un lindo día!
Y dicho esto me marcho de la cafetería, con una inmensa satisfacción.
Jajajaja, que les pareció???? Killiam es un poco imbécil. Y nuestra Cassie salió toda diva ;). Que pasará en el próximo capítulo? Se vienen cositas, uy. Me despido♡
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