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Mü siguió su camino hasta la entrada del bosque para ver a Aldebaran, le pareció lindo conocer a aquel rubio que lo ayudo con la recolecta de manzanas.
Llego a la entrada y estaba ahí de nuevo sentado, el mayor lo miro con una sonrisa y se levantó.
-Buenos días Mü.
-Buenos días Aldebaran– sonrió– traje más manazas y ¿Dónde está Milo?.
-Esta cazando insectos– le extendió el palo– ¿Nos vamos?.
Asintió con una sonrisa tomando el palo y se adentraron al bosque, mientras caminaban tranquilos, Alde hablo.
-Te quiero presentar a alguien, está por aqui, pero debes ser paciente– dijo calmado.
-Esta bien.
Siguieron caminando hasta una colina muy alta, Mü le parecía complicado subir hasta lo más alto de ahí que Alde lo cargo con una tela en sus brazos y subieron sin problema.
Mü se bajó del mayor y quedó impresionado, desde la montaña en donde subieron se veía todo hasta el pueblo también que se veía muy pequeño, Alde cerro los ojos sintiendo la brisa.
-Es hermoso.
-Me alegra que te guste, cuando era niño venía para acá cuando no estaba bien, mira ésto– dijo señalando un lugar.
Mü miro abajo y vio un hermoso bosque lleno de flores, Alde cargo a Mü de nuevo y bajaron de ahí para ir a ese otro campo.
Al llegar las flores eran como las anteriores, pero estas eran de diferentes tipos con cualquier color, Mü con una gran sonrisa habló.
-¿Esto es otro campo del señor Afrodita?– pregunto viendo los lirios de colores.
-Mucho más que eso, aquí vive un amigo, es como tú– respondió mirando hacia un árbol.
Mü levantó la vista para ver el árbol y vio algo que lo dejo sorprendido.
Un chico de tez blanca, cabello verde y ojos del mismo color, tenía puesto un traje de duque como el de Afrodita, en sus manos había un hada que estaba jugando con el.
-Hola Alde– saludo bajando del árbol y se acerco a ellos.
-Hola Shun– correspondió– ¿Pasó algo interesante?.
-Por ahora nada– negó y dejo al hada irse a jugar con las demás y miro al niño– ¿Es nuevo del bosque?.
-No Shun, solo es un amigo del pueblo.
-Entiendo, recuerda lo que no debes tocarlo– miró al niño con una sonrisa y extendió su mano– un placer pequeño, soy Shun, espíritu de las hadas.
-Soy Mü, mucho gusto señor Shun– correspondió al saludo.
-Es muy amigable, iré a ver a Afrodita, nos vemos luego– dijo volteando se e irse.
Se despidió de ellos y siguió explorando el bosque para ver a Afrodita.
Siguieron charlando en el camino hasta llegar a un campo para recoger flores y hacer coronas con ellas.
Por otra parte, Camus estaba subiendo a la entrada del bosque, quedó pensativo en ver si Milo estaba o no, llegó un poco cansado y lo vio ahí recargado en un árbol cerca de la entrada.
El alacrán lo miro, se dibujó una pequeña sonrisa y se paró frente a él.
-Hola Camus– saludo el mayor– ¿Estás bien?.
-Si señor Milo, por cierto– saco de su bolsa las manzanas– le agradezco mucho por su ayuda.
-Hmp garcias– río un poco y tomo la bolsa– ¿Como está tu madre?.
-Esta mucho mejor– toco su pecho y lo miro con una sonrisa– gracias a usted está con mi papá y conmigo que quise venir para darle esto y conocerlo un poco más.
-Me alegra por eso, recuerda que debes mantenerlo en secreto.
-Lo prometo señor Milo– junto sus manos en seña de rezo– no le dije mis padres de usted.
-¿Nos vamos?– pregunto volteando a verlo.
-¿He? Ha– levanto la vista y asintió– ¡Sí claro!.
Milo lo miro de reojo y emprendió un camino para ver qué harían, a su lado estaba el niño, no quería tomar su mano.
-¿El camino es muy largo?– pregunto tomando su mano haciendo que se sonrojara.
-No– nego con un pequeño sonrojo– te llevaré a un campo cerca de aquí.
Camus lo miro y sonrió, nunca había tenido amigos.
Y ese día tendrá uno demasiado interesante.
Llegaron a un campo de flores, el niño quedo sorprendido al ver tantos colores resplandecientes, brillos y dulces aromas que desprendían de ellas.
Milo se sentó en el pasto y habló.
-Y bien– lo miró– ¿Que harás hoy?.
-Bueno– se sentó a su lado y dejo su bolsa a un lado en donde saco su libro– traje este libros para leer un poco.
Milo asintió y Camus empezó a leer con confianza, el alacrán se recostó mientras lo escuchaba, la historia que estaba leyendo era una de Orfeo y Euridice, una bella historia de amor.
La historia trataba de que Euridice escapaba de un loco que la quería violar, la chica se escondió en los arbustos pero cuando pensó que lo había perdido, no se dio cuenta de que detrás de ella había una serpiente que la mordió provocándole la muerte.
Orfeo, hijo de Apolo y talentoso con la lira, la encontró muerta que tuvo una profunda tristeza y dolor por perderla decidió ir a los dominio de Hades y al llegar gracias a la melodía de su lira, el Dios del inframundo lo dejo irse con ella, pero sin voltear atrás, pero cuando estuvieron a punto de salir, volteó a verla y regreso de vuelta al inframundo provocándole su dolor.
Lo bueno de esta pareja fue que en el momento de la muerte de Orfeo por las ninfas de Dionisio, pudo juntarse con ella en los Campos Elíseos y que su lira que representaba Orfeo, Zeus lo llevo al cielo nocturno para ser esta la constelación de la lira.
Termino de relatar la historia y vio que Milo estaba mirando el cielo.
-¿Pasa algo señor Milo?– pregunto cerrando el libro.
-No nada– lo miró– me gustó la historia.
-Este libro es de mi mamá, me lo regaló cuando empecé a leer como él para ser alguien importante, debido a problemas de dinero...– miro el libro– no puedo estar en una escuela.
Milo miro que detonaba tristeza, pero acarició su cabello y habló.
-Eres muy listo niño, no debes ponerte así– acarició su cabello– tienes una vida por delante.
Lo miro con un sonrojo y agradeció, se recostaron para ver el cielo mientras hablaban un rato.
Continuará...
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