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Al siguiente día, el pequeño Mü se levantó feliz porque vería a ese grandote, solo si su madre se lo permite.
Se colocó una camisa blanca que le llegaban a sus muslos, una bufanda roja, un cinturón para la camisa, un pantalón verde oliva y zapatos de cuero.
Salió de su cuarto con una canasta para recolectar frutas, fue a la cocina en donde estaban sus padres haciendo el desayuno.
-Buenos día mamá- saludo el pelilia- buenos días papá.
-Buenos días hijo- saludo Shion.
-Buenos días campeón- dijo Dokho acercándose a su hijo para después cargarlo y sentarlo a su lado para comer- ¿Que vas a hacer con esa canasta?.
-Bueno... Iré a buscar frutas- dijo dejando la canasta a un lado.
-Eso es bueno hijo, pero recuerda no desaparecer te por ahí ¿Oíste?- dijo mirándolo serió.
-Si mami- dijo bajando la vista- prometo no hacerlo.
-Mas te vale.
Sirvió la comida y desayunaron, minutos después el pelilia termino de comerse todo, fue a tomar un vaso de agua, tomo de ahí y se despidió de sus padres para salir.
Llego a un árbol lleno de manzanas, con dificultad trato de bajarlas, pero alguien le bajó una, volteó para ver quien era y vio a dos sujetos con un parentesco, eran más bien gemelos, uno con cabello azul y otro de color violeta.
-Hola niño- saludo un peliazul- ¿Necesitas ayuda?.
El niño asintió con una sonrisa y los gemelos lo ayudaron a bajar las frutas hasta llenar la canasta, ellos también tenían dos para comprarlas.
-Con estas son suficientes Kanon- dijo su hermano de cabello violeta al otro lado del árbol.
-Esta bien Saga- miro al pequeño y sonrió- bueno niño espero verte de nuevo.
-Muchas gracias por ayudarme- agradeció y se fue de aquel árbol para irse al bosque.
Subió las escaleras en donde Aldebaran lo guío para llegar a su casa, espero verlo ahí y en efecto, estaba sentado mirando el cielo, sintiendo la brisa que movía su cabello.
-¡Buenos días Aldebaran!- saludo hasta quedar en frente.
El nombrado bajo la vista y lo miro sorprendido.
-No pensé que me verías hoy, aveces vengo por aquí para sentir el aire.
-Lo guarde en secreto, me ayudaste a volver a ver a mis padres y quise devolverte el favor.
El grandote se bajó de la estatua y miro la canasta que tenía en sus manos con manzanas.
-Gracias- lo miro con una sonrisa- ¿Quieres caminar para conocer el lugar?.
El pelilia lo miro con una sonrisa que corrió hacia el para abrazarlo, pero él todavía tenia aquel palo que le dio otra vez en su cabeza.
-Perdón... pero- se levanto- ¿Acaso te lo debo repetir?.
-Jeje tranquilo- río y lo miro- lo olvidé, lo siento.
Se levantó tomando el palo y se adentraron en aquel bosque, siguieron platicando, mientras caminaban tranquilos se sintió una extraña presencia, como si alguien los observará.
Mü miro a los lados para ver quien era, Aldebaran estaba tranquilo, ya sabía quién era el ser que los observaban.
-No te asustes- dijo calmado mirando a Mü- solo está jugando.
Una sombra se acerco a gran velocidad tomado una fruta de la canasta, asustando al pelilia, levantó la vista rápido y vio en un árbol a un hombre tipo alacrán.
El ser era de piel roja como los escorpiones, ojos azules, y cabello largo morado alborotado, tenía un agujon detrás y sus manos eran tenazas en su mano derecha tenía la fruta de la canasta.
-Hola Alde- saludó el alacrán comiendo de la fruta- está deliciosa está fruta ¿Cómo se llama que se me olvidó el nombre?.
Aldebaran lo miro con una sonrisa, aquel alacrán tenía esa diversión de asustar a los demás, lo conocía bien.
-Hola Milo- saludó mirándolo- me alegra de que te gusten, son manzanas.
El alacrán miro al pelilia extrañado por la cara que puso, estaba sorprendido por ver qué había otro ser con Aldebaran.
-Aldebaran- se bajó del árbol y tiro la manzana que ya se había terminado de comer- el es un humano, recuerda que no te puede tocar.
-No te preocupes, ya le dije.
-En ese caso- miro al pelilia- bienvenido humano y gracias por la manzana, si traes más de estas, me llamas.
El menor asintió con una sonrisa y el pelimorado se fue a gran velocidad dejándolo sorprendido.
-El es Milo Escorpio, es un demonio escorpión, le gusta estar escondido para asustar a los demás, solo come frutas y insectos.
-No sabía que había otro como tú- dijo sorprendido mirándolo- ¿Hay otros?.
-Si pero los verás luego, ellos me buscan para cosas importantes.
Siguieron su caminata hasta que llegaron a un lago con un enorme árbol con mariposas brillantes, aquellas no eran las que veía en su jardín, estás brillaban como las estrellas y desprendían un dulce aroma, eran de diferentes colores y eran muy hermosas.
El lago tenía peces de diferentes colores, ellas saltaban para jugar con los más grandes, aquel lago estaba limpio y brillante que desprendía un hermoso arcoiris con brillo.
Mü miro maravillado aquel jardín lleno de color y brillo, era más diferentes que los que visitaba con sus padres.
-Es hermoso- dijo en un susurro.
-Si, este es mi lugar especial, aquí vive un amigo.
-¿Enserio?- pregunto para pronto mirar a todos lados- ¿Dónde está?.
-Ya lo verás, a veces está escondido en el agua, debes esperar a que aparezca.
El joven asintió y se sentaron a comer las frutas, Aldebaran platicaba acerca de sus amigos del bosque y los espíritus que habitan ahí, mientras comían tranquilos, alguien con una aleta salió del lago.
Era un tritón de piel morena, un hermoso cabello lila, ojos rosados, tenía escamas en sus brazos y poco a poco estaba desapareciendo su aleta, este vestía de un duque muy elegante por su belleza.
Mü quedo embobado hasta que Aldebaran lo movió para que reaccionara y lo miró.
-Aqui está- dijo el mayor.
-Aldebaran qué bueno verte por aquí- mira al pequeño- ¿Quien es este niño?.
-El es Mü, un niño del pueblo que se perdió y lo ayude, ahora lo estoy conociendo.
-Recuerda que eres un espíritu Aldebaran, si tu mueres no se que haríamos sin tu poder- dijo mirándolo preocupado.
-No te preocupes Sorrento- mira al niño con una sonrisa- él ya sabe.
-Esta bien, tengan cuidado, iré a ayudar a Afrodita con sus rosas - dijo llendose al campo de flores y se volteó a ver al niño- bienvenido al mundo de los espíritus niño.
Se fue para ver a Afrodita y sus rosas y Mü quedo pensativo, ¿Porque no lo puede tocar?, ¿Porque a los demás espíritus espíritus si los puede tocar?, Muchas preguntas acumularon en su mente que miro al mayor.
-Aldebaran- el nombrado lo miró- ¿Porque puedo tocar a los otros espíritus y a ti no?.
-Bueno Mü... Es algo complicado, yo nací como un humano, era un bebé, me dejaron abandonado en este bosque, pensé que moriría ahí pero no fue así, aquellos espíritus que viste me cuidaron, aunque una chica hermosa que cuida del bosque se encargó de enseñarme a conectarme con la naturaleza, con mi poder de ser un espíritu puedo cuidar de este bosque para que no sufra un colapso.
-Eso es bueno Aldebaran, mis padres saben de espíritus y seres mitológicos que no se han visto por aquí, se dice que son leyendas, no son reales, pero- levanta la vista- no creo que sea así.
-Porque me viste, soy más bien un toro.
-En la mitología griega, la historia de la constelación de Tauro se dice que Zeus el Dios de los rayos se enamoró de una mujer llamada Europa, para que no sea descubierto, se transformó en un toro que parecía indefenso que la muchacha jugaba con el colocando flores.
-Entiendo.
-Tambien de aquello, una vez que Europa se montó en aquel animal, Zeus salto al agua para llevarla a una isla en donde tuvieron dos hijos y gracias a su plan de convertirse en ese animal, lo llevo al cielo nocturno, en donde lo convirtió en la constelación de Tauro.
Aldebaran se sorprendió por lo dicho de su constelación, no sabía que Mü aprendiera de eso, sus padres si sabían de historias.
-¿Cómo sabes de eso siendo un niño?.
-Lo aprendí de mis padres, aún tengo 6 años y en un mes iré a la escuela para aprender más cosas que me dijeron mis padres.
Siguieron caminando hasta un campo de flores en donde Sorrento dijo que estaría ahí, las flores eran de colores brillantes con dulces aromas, pequeñas mariposas con insectos saltando en ellas y jugando.
Mü veía las rosas rojas, eran radiantes con un hermoso brilló en ellas, rosas azules, rojas, de varios colores, cada una con un aroma diferente.
Sintió en jalón en su pelo corto que se volteó y vio que había un hada jugando con el, la pequeña reía por su travesura que se fue volando a seguir jugando con las monarcas.
-Estas son criaturas mágicas de este hermoso campo, son muy traviesas y juguetonas- dijo el mayor mirando las flores.
Los dos jugaron en aquel campo, jugaban a atrapar mariposas y otros más, ellos se divertían mucho, Aldebaran sentía.... Alegría por que un humano tuvo esa amistad como sus demás amigos.
Minutos después se sentaron a descansar, Mü estaba sentado haciendo una corona de flores, llamo al grandote, pero no recibió respuesta, lo miro dormido acostado en el pasto, lo miro de cerca, se veía tan pacifico y tranquilo.
-No creo que los espíritus sean malos- dijo en susurró- tú pareces alguien de un gran corazón.
-¿Eso creés?- dijo con una sonrisa sin abrir los ojos.
El pelilia se asustó que dio un salto, soltando aquella corona de flores, Alde las atrapó y lo miro.
-Son hermosas ¿Tú las hiciste?.
-Si son para ti- dijo con un sonrojo.
Alde sonrió por bello regalo, Mü la tomo y se la colocó en su cabeza, se recostaron en aquel campo mirando las nubes, jugaban imaginando que forman tenían, riéndose por ellas.
Ya era tarde y se ocultaba el sol para que la luna cubriera el cielo nocturno, Aldebaran acompañaba a Mü directo a la salida, el ya sabía el camino para ir a su casa.
-Muchas gracias por presentarme a Milo y a Sorrento- volteó mirando al mayor con una sonrisa- espero ver a tus otros amigos.
-Mañana nos vemos entonces, mis amigos se esconden en alguna parte, te mostraré más cosas.
El pelilia agradeció al mayor y bajo de vuelta al pueblo, mientras Alde lo veía hasta desaparecer se en el camino, camino de vuelta a su vieja cabaña, al llegar vio a Milo sentado en una piedra con los brazos cruzados.
-¿Pasa algo con ese niño?- pregunto el escorpión.
-¿Que cosa Milo?.
-Bueno- se levantó- le agradezco por la fruta, estaba deliciosa, espero que no te toque, porque podrías desaparecer.
-No lo hará, él sabe que no puede hacerlo.
-¿Pero lo mantendrá en secreto?- pregunto una tercera voz.
Los dos se voltearon a ver quien era y vieron que se trataba de Sorrento.
-El lo mantuvo en secreto, no creó...- miro el regalo del niño- que sea como los humanos que no creen en los espíritus.
Los tres se quedaron en silencio hasta que el alacrán habló.
-En ese caso, está bien por mi- se voltea para irse a su cueva- si me trae más frutas, le agradecería.
Se fue a su cueva para dormir, mientras Sorrento y Aldebaran entraron para platicar acerca de el.
Por otra parte Mü estaba muy feliz por volverlo a ver, mañana iría otra vez a saber de él y sus otros amigos.
Llego a la casa en donde Dohko lo recibió.
-Mü llegaste a tiempo para la cena y por lo visto fuiste a buscar manzanas.
-Si papá, creo que serán buenas para hacer un buen postre.
Shion con una sonrisa abrazo a su hijo por las frutas y empezó a pelarlas para después triturarlas para hacer un puré, ya terminado, se sentaron a comer, mientras lo hacían Shion le hablaba a su hijo de las criaturas de la mitología que leyó cuando se fue y el las escuchaba.
Ya terminada la comida, el pelilia se cambió a una ropa más cómoda y se acostó en su cama para dormir.
Ancioso sin dejar de pensar en verlo otra vez mañana.
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Estaba viendo como seguir con ésto y me di cuenta de que había usado mucho la palabra "hermoso" pero es verdad, es hermoso 😍.
Hasta la próxima.
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