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En un bosque de Japón, un niño de cabello corto de color lila con ramitas y hojas, lloraba por una herida en su rodilla, aquel pequeño estaba perdido por haber entrado a ese bosque en donde los pueblerinos de una pequeña aldea no entra ahí por el miedo a ver a seres espirituales malvados.
El niño estaba sentado en el pasto verde, abrazando sus piernas y cubriendo su rostro para ocultarse del miedo por haberse perdido y olvidarse del raspón en su rodilla por tropezarse con una pierna mientras corría por encontrar la salida.
-¡Hey niño!– exclamó una voz muy gruesa–¿Porque estás llorando?
Una voz lo saco de su llanto que asustado, levantó la vista para ver quien era, miro a los lados hasta encontrarse con un hombre grande de piel morena, cabello largo oscuro que le llegaba hasta su cintura y ojos oscuros.
Aquel ser que le habló, tenía unos cuernos largos, parecidos a los de un toro, el niño intento hablar pero su herida no lo dejaba que siguió llorando, volviendo a esconderse en sus piernas.
El hombre pudo ver lo que tenía en su rodilla que con duda se acerco al niño, se arrodilló frente a él y le hablo.
-¿Estás bien?.
El niño levantó la vista mirándolo con sus ojos turquesa que tenían lágrimas saliendo de ellas y asintió.
Con su mano derecha la colocó en su frente sin tocarlo y el pequeño lo miro extrañado hasta ver que el grandote emanaba un aura blanca en su mano, sintió que ya no tenía ese ardor en su rodilla hasta que esa mano morena la bajo de su herida y la vio sin una cicatriz ni nada.
Estaba curado.
El niño miro sorprendido que al levantar la vista pudo ver su rostro moreno y sus cejas pegadas, se levantó para tomar su mano en seña de agradecimiento, pero se alejó.
-No me toques niño– dijo con una voz sería.
-¿Porque? Solo quería darte la mano para agradecerle por la ayuda– dijo mirándolo.
-Lo sé pero no puedes tocarme, podría hacerte daño– volteo sin mirarlo dispuesto a irse.
-No creo que lo hagas– el grandote se detuvo– pareces alguien inocente.
El demonio del bosque se sorprendió por lo que dijo el niño que se preguntó, ¿Porque dice que es inocente?, ¿Como no puede tenerle miedo? Y ¿Porque se mostró gentil?.
Se volteó para mirar al pequeño y habló.
-No es momento para hablar aquí– dijo para tomar un palo y se lo extendió para tomar el otro extremo– te llevaré al pueblo, nadie debe saber que me viste.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del niño, qué se levantó sin sentir dolor en su rodilla curada y estuvo a punto de abrazarlo.
-¡Muchas gracias!– corrió para abrazarlo, pero un golpe en la cabeza de ese palo que tenía el grandote cayendo al suelo.
El niño quedo en el suelo sobándose la cabeza mientras que el mayor lo miro con una ceja alzada y habló.
-Te dije que no me tocarás.
-Auch– se levantó mirándolo molestó sobándose la cabeza– pero no tenías que pegarme.
-Vamos– extendió el palo– debes irte a casa, tus padres deben estar muy preocupados.
-¿Enserio?– pregunto quitando su mano de su cabeza.
-¿Acaso quiere quedarte aquí?– el niño negó– entonces vamos, yo se el camino para que llegues al pueblo.
-¡Gracias!.
Exclamó contentó, levantándose otra vez para abrazarlo, algo que asustó al grandote y otro golpe en su cabeza se hizo presente cayendo al suelo, mientras que el mayor reposaba sus manos en sus rodillas por repentino "ataqué".
-Cierto lo olvidé– dijo sobándose otra vez, mientras giraba en el pasto– lo siento mucho.
El niño sin más tomo el extremo y se pusieron a caminar, mientras bajaban unas escaleras de ese bosque el pelilia le saco platica, para no quedar en silencio.
-¿Quien eres?, ¿Eres alguien del pueblo?– pregunto el pelilia.
-No, no soy de ahí– respondió mirando al frente– con respecto a mi nombre, soy Aldebaran.
-Aldebaran– sonrió por escuchar su nombre– es muy bonito, yo me llamo Mü.
El moreno lo miro de reojo y dio una pequeña sonrisa que el menor no notó.
-Un gusto conocerte... Mü.
Llegaron a la entrada de ese bosque que tenía dos pilares antiguos, con marcas de idioma mandarín, más abajo habían mas escaleras, pero el mayor lo dejo para seguir, no podía ir a ese pueblo en donde vivía el niño.
-Bueno– se sentó en una estatua de un toro con unos grabados escritos en ese idioma– sigue adelante, ahí llegarás al pueblo.
-Muchas gracias señor, por curarme allá y por ayudarme a llegar a mi hogar– agradeció con una sonrisa.
Un silencio reino el lugar, el demonio que estaba sentado en la estatua lo miraba, el niño también lo hacía, le pareció curioso los cuernos en su cabeza, se quedo pensando en aquello hasta que el ser hablo, sacándolo de su mente.
-Ya se hace tarde– dijo levantándose para irse– debo volver, nadie debe saber que me viste.
-¿Que?– miró como se iba y le hablo– ah si, le agradezco otra vez, nos veremos luego.
El mayor se detuvo sin mirarlo, seguía de espaldas sorprendido que lo miro de reojo.
-Si lo guardas en secreto... ¿Lo harás?.
-Si – se volteó para bajar aquellas escaleras que llevaban al pueblo y se despidió– adiós.
El grandote miro al niño, quien bajaba para llegar al pueblo y volvió a una cabaña vieja, en donde el vivía, se acostó para dormir con una duda de verlo mañana.
El niño mientras bajaba estaba pensando en que darle por curarlo y ayudarlo a pasar aquel bosque, se quedó metido en sus pensamientos que una voz lo llamó, levantó la vista mirando que era su padre que gritaba su nombre.
Un hombre de baja estatura, de piel morena y cabello castaño cortó le estaba llamando preocupado por buscar a su hijo hasta que lo vio bajando.
El niño corrió hacia el para abrazarlo, pero un golpe en su cabezita lo hizo detenerse y sobándose mirándolo.
-¡Tonto no vuelvas a perderte en alguna parte!– lo regaño molesto pero aliviado por encontrarlo– tu mamá debe estar preocupado.
El pequeño soltó en llanto para abrazar a su padre por volver a verlos y el castaño correspondió, tomo su manita y caminaron directo a su casa en el pueblo.
Mientras caminaban, el niño miro a su papá y le pregunto.
-Papá– el castaño bajo la vista tranquilo–¿Que es un demonio?.
-Bueno hijo– pensó primero antes de responderle la pregunta– un demonio es alguien poseído, algo del diablo.
-Y.... ¿Que es un espíritu?– volvió a preguntar.
-Un ser invisible, es más bien como un fantasma, pero sin cuerpo, como los ángeles o dioses de alguna historia.
-Entiendo– bajo la vista– y... ¿Tú crees en ellos?.
-Los espíritus han sido como nuestros ángeles guardianes, nos cuidan para estar protegidos, pero no sé si creerlo o no.
Mü tenía pensado decirle, pero se acordó de la promesa con el ser de cuernos largos y no dijo nada.
Siguieron caminando hasta llegar a casa, en donde su "madre" los recibió aliviado.
Un hombre más alto que su padre era de cabello largo verde claro, ojos marrones y piel clara se acerco contento por ver a su niño.
-Dokho qué bueno que lo encontraste– dijo abrazando a su esposo– ¿Mü estás bien?, ¿No te pasó nada grave?.
-No mamá, no pasó nada malo.
-Que bueno– le dio un fuerte abrazo–me alegra que no te hayas visto a algún espíritu, no vuelvas a asustarnos de ese modo.
Mü los miro con una sonrisa, seguido de lágrimas en sus ojos, volvió a abrazarlo disculpándose, su papá se acerco también para darles un abrazo familiar.
Agradecía mucho a Aldebaran por llevarlo con su familia.
Se sentaron a comer mientras hablaban de los seres mitológicos que habitan en el bosque, nadie sabía de ellos, no les creía pero en ocasiones si verían a uno que solo busca sangre, lo matarían.
Mü quedó pensativo por lo que dijo su papá, espíritus que no se veían, demonios que eran obra del diablo, eso lo dejo pensativo en Aldebaran, no parecía un demonio, no mostraba deseos de asesinarlo y comérselo.
No mostraba nada más que amabilidad y gentileza por ayudar a un niño perdido.
Decidió ir mañana a verlo con algo especial.
*****
Shanelin: una cosa que no les dije fue que se mostrarán más personajes, más parejas que los demás les gustan, amistades con ellos y otras cosas más que se verán aquí, así que si quieren saberlo solo denle en 🌟 para más capítulos y espero que les haya gustado mucho ésto.
Veré cuáles son las que aparecerán y espero que les guste mi decisión, primero se verá el crecimiento del pequeño Mü y luego se pondrán aquellos, con el paso de esos capítulos se conocerán más seres que acompañan al toro.
Muchas gracias y como siempre les dejo un abrazo y un gran saludo hasta la próxima.
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