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Capítulo 32: Una oferta imposible de rechazar


El gran salón del instituto, creado con el fin de realizar en él grandes ceremonias, empezaba a acoger en su seno a los estudiantes y sus familiares, quienes se deleitaban con la decoración de aquel año. Las mesas ofrecían diversos platos de canapés, mientras algunos camareros ofrecían bebidas y otros canapés y entremeses. Estos habían sido contratados por el comité de baile, siempre con la aprobación previa del instituto.

La familia de Nora se encontraba allí, incluido su cuñado, hablando animadamente con las familias de Elías y Paloma.

―¿Y sabéis ya lo que va a ser, Gema? ―preguntó la madre de Elías con una sonrisa.

―Sí, será una niña.

―¿Ya tenéis pensado el nombre? ―quiso saber el padre de Paloma.

―Que va, pero aún tenemos tiempo de pensarlo ―respondió Roberto.

Por otro lado, se encontraba la familia de Germán, quienes se habían acercado a la tía y prima de Melisa.

―Cómo crecen los hijos, Azucena, ¡cómo crecen! Mi pequeño en unos años estará dirigiendo el bufet ―dijo orgulloso el padre del joven, dándole en la espalda a su hijo.

―Me parece una maravilla, Teodoro. Mantener el negocio familiar es lo mejor que se puede hacer, ¿a que sí, hija? ―fue la respuesta de la tía de Melisa, quien parecía tener con sus palabras más de un significado.

Su hija simplemente asintió, pero en su rostro se apreciaba su inconformidad.

Un camarero apareció con un plato de jamón. La mujer cogió un trozo, pero cuando la bandeja fue ofrecida a su hija, ella negó.

―Mi hija no toma jamón, está a dieta. O al menos debería... ―musitó esto último.

―¡Mamá! ―bufó la joven cruzándose de brazos.

La música sonaba y la mujer no evitó ocultar poner más de una cara de disgusto.

―¿Qué le pasa a este instituto? ¿A quién se le ocurre poner música tan desfasada? ¡Qué desfachatez!

―A Melisa y al resto de compis que han trabajado en el baile ―replicó su hija.

―No seas tonta, niña. Tu prima tiene mejor gusto y no haría algo tan bajo como trabajar en esto. Una cosa es que saliera como colaboradora, que le da cierto crédito, ya sabes cómo es tu prima con eso de querer ayudar al populacho, pero otra es ensuciarse las manos. Está claro que en ese grupito de baile ha debido de estar algún que otro becado con mal gusto para la música. ¿Tú que opinas, Teodoro?

―Es verdad que tu sobrina se mete en muchas cosas de esas para ayudar a los pobres, un poco rebelde para mi gusto, pero estoy de acuerdo, esta música no la ha podido elegir ella.

―¡Ay, mi vida! ―exclamó una mujer que se posó al lado de Germán―. ¿Cómo puedes estar con esa arrugilla en la camisa? ―la mujer le dio rápidamente con la mano―. ¡Menos mal que la he visto a tiempo! Si alguien te la ve... ¡Qué vergüenza!

La madre de Germán y la tía de Melisa se enfrascaron en una conversación animada que fue interrumpida por Gema, que se acercó a paso decidido hacia ellas.

―Mi hijo debería de ser el rey del curso, es el más guapo y si me apuras, diría que el único ―decía la madre del joven mientras se echaba delicadamente hacia atrás su melena rubia.

―Disculpe, señoras, quería comentarles algo ―interrumpió la hermana de Nora con una sonrisa.

Ambas mujeres la miraron de arriba a abajo sin disimulo alguno, poniendo caras de reproche al mirar el vientre abultado de la joven.

―Tú dirás ―respondió seriamente Azucena.

La madre de Germán dejó a ambas hablando y se acercó a un grupo que reconoció.

―Estoy vendiendo seguros y vengo a venderte un seguro de vida. Está en oferta, de esas que hay que aprovechar cuanto antes. Tiene tantas cosas geniales, que si te lo haces querrás morirte solo para poder estrenarlo.

―¿Perdona?

―Oh, es solo una manera de decirlo ―se disculpó Gema al ver la expresión de aquella mujer.

―Chica, menuda forma más nefasta de vender seguros, ¡qué patético! Además, ¿ofertas a mí? Eso es un insulto. No te preocupes cielo, yo ya lo tengo todo asegurado, hasta el esmalte de uñas.

La mirada penetrante y llena de superioridad que le dedicó la mujer, hizo a la joven asentir sin ofertar nada más.

―Sí, bien, me alegro, señora. Que tenga un buen día, digo noche...

Mientras se marchaba la mujer miró a su hija y no le importó que Gema la escuchara.

―No entiendo cómo este instituto admite a este tipo de gente tan vulgar.

―Mamá... ―intentó reprenderle su hija.

Gema regresó con su familia mientras se abanicaba con la mano.

―Qué bochorno he pasado. Joder, creía que podía aprovechar que esto estaría atestado para vender seguros y ganarme unos eurillos, pero como todo el mundo sea como esa tía...

―Es que has dado con un hueso duro de roer ―comentó Elías.

―¿Ah, sí? ―inquirió Nora.

―Oh, soy muy observador. La tía de Melisa ha asistido a otras graduaciones y eventos y siempre se le ha visto así de altiva.

―Yo no sabía que era su tía. ¿Tú lo sabías, Paloma?

―Descartes fue... ―la joven murmuraba mientras miraba su móvil.

―¡Estás repasando en mitad de la fiesta de fin de curso! ―Nora no pudo evitar exclamar impresionada.

―¿Eh? Solo fue un poquito. ¿Qué decías?

―Nada, nada. Solo preguntaba si sabías quién era la tía de Melisa.

―¿Melisa? ¿Qué Melisa? ―preguntó guardándose el móvil no sin antes echar un último vistazo.

―Da igual, olvídalo por ahora.

―¿Estáis nerviosos? ¡Me parece que quedan solo unos minutos para desvelar quiénes son el rey y a reina! ―Gema posó un brazo por el hombro de Elías y otro por el de Paloma, mientras miraba con una sonrisa a su hermana.

―Yo no estoy nerviosa, no es algo que vaya a ir conmigo, la verdad ―comentó Paloma encogiéndose de hombros.

―Oye, no estés tan segura, ¿y si tus compis te han votado? ―sugirió Gema.

―Oh, simple intuición ―dijo mirando a Nora―. Pero quizás nos llevemos una sorpresa.

Nora asintió y le dedicó una sonrisa a su amiga.

―Creo que nos vamos a llevar una sorpresa, una de las grandes ―afirmó la joven.

―Y tan grande ―confirmó Elías.

Gema escudriñó con la mirada al grupo pero no dijo nada. No sabía que estaba ocurriendo pero estaba segura de que no tardaría en descubrirlo. 

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¡Hola, hola! ¿Cómo estáis?

¡Ya estoy aquí con un nuevo capítulo! 

Gema vendiendo seguros, o al menos intentándolo. Parece que a la tía de Melisa no le ha hecho especial ilusión. ¿Cómo reaccionaría si supiera que lo de la música fue en parte de su sobrina?

¿Qué opináis de la familia de Germán?

Ya no queda nada para que todo salga a la luz.

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Espero vuestras opiniones!

¡Nos vemos en el próximo capítulo! (No sé aún si será este jueves o el martes).

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