Capítulo 25: El enfado de Nora
―No, no y no. Me niego, me niego ―repetía una y otra vez Nora dando vueltas en la calle ante la atenta mirada de Ezequiel, que se encontraba de brazos cruzados.
Un rato atrás, la menor de la familia había salido de la casa dando un portazo. Su compañero de clase, y ahora amigo, se disculpó con la excusa de que debía marcharse a casa y salió tras ella. Para la familia era obvia la mentira, pero no dijo nada, tenía la mente ocupada entre lo que había dicho Gema y la marcha repentina de su otra hija.
―Tranquila ―dijo el joven aun sabiendo que sus palabras eran en vano y poco reconfortantes, pues no sabía qué más decir.
―Uy, Eze, ya estoy mejor, gracias por tus sabias palabras ―dijo la joven utilizando el sarcasmo en sus palabras.
―Es que no sé qué decir en estos casos... Nunca me he topado con algo así ―se disculpó.
―Ya, tienes razón. No debe de ser fácil que el amor de tu vida ya salga con alguien y, a su cortísima edad, vaya a tener un bebé ―refunfuño.
―No, si no es por eso... ―el chico se llevó las manos a la cabeza intentado utilizar las palabras adecuadas―. Es que no sé cómo hacer para que no te alteres así. Has salido como una bala de tu casa, dejando a tu hermana con la palabra en la boca.
―Pues si tanto interés tienes en saber qué iba a decir, vuelve.
―No estoy diciendo eso, tía. Me preocupa que estés así ahora mismo.
―Oh, qué considerado. No lo eras tanto cuando hiciste una apuesta para conquistarme, ¿eh?
―Joder, Nora. Eso es caer muy bajo. No voy a tenerlo en cuenta ni devolvértela estando en esta situación...
―Pues eso es lo que yo necesito, que entres a trapo, ¿no lo pillas? ―dijo frustrada y con ganas de llorar.
―No necesitas desquitarte conmigo.
―Con quien sea. Hoy ha sido un día de mierda. Cuando le voy a contar a un amigo, al que estaba a punto de perder, la verdad, me entero de que en realidad mi mejor amigo y su mejor amiga se han aliado para hacernos una estúpida apuesta. Y no solo eso, están liados desde hace mucho y lo llevan ocultando todo este tiempo. Cuando llego a mi casa, mi hermana suelta dos bombazos: primero que tiene novio, algo que no me ha dicho en todo este tiempo cuando nos lo contamos todo. Y luego... ¡Que está embarazada! ¡Que este año cumple 19! No tiene trabajo y está estudiando... ¡Y van a tenerlo!
Ezequiel se acercó a ella, quien había estado hablando mientras andaba hacia un lado y hacia otro, y la abrazó con cariño. Justo en ese momento, la joven comenzó a llorar, no pudiéndolo evitar ni un instante más. Mientras la consolaba, le masajeaba el pelo y le daba algún que otro suave beso en este. Tardó bastante rato en relajarse, pero cuando lo hizo, se apartó lentamente de su amigo y le dedicó una triste sonrisa.
―Gracias. Perdona todo este bochorno de hoy ―se disculpó.
―No te tengo que perdonar nada. ¿Quieres que hablemos de forma más relajada? ―le propuso señalando un banco y esta asintió.
―Aunque hoy he tenido malas experiencias con sentarme a hablar ―dijo acomodándose en este―. Pero ya de perdidos al río...
―Antes de nada creo que deberías de avisar a tu familia para decirles que estás bien.
Ella asintió dándole la razón y le escribió un escueto mensaje a su madre, avisándole que iría en un rato y que había ido a acompañar a Ezequiel, aunque teniendo en cuenta el hecho de que él había salido después de esa casa, aquella excusa tenía alguna que otra laguna.
―Voy a ser tita... ―susurró quitándose las gafas para secarse los ojos antes de volvérselas a poner―. Y para cualquiera debería de ser una grata noticia, pero no puedo evitar pensar en todo lo que conlleva un bebé. Mi hermana no trabaja y su novio tampoco. ¿Cómo van a hacer frente a la situación? No paro de pensar en la discusión con mi tío en Navidad, donde ella defendía el aborto y él se indignaba... Y ahora Gema va a ser madre, sin pensar en otras posibilidades.
Ezequiel asintió sin decir nada, dejando así que su amiga se desahogara lo que considerase necesario.
―Y claro que no es mi decisión, ni sé lo que hubiera hecho en su lugar, pero me parece tal locura... No quiero que le falte de nada, ni a ella ni al hijo que viene en camino, pero siento que tampoco voy a poder ayudar económicamente. ¡Es todo tan frustrante! No me ha dado tiempo para asimilar que tiene novio y no me lo ha dicho. Ahora hubiera preferido que mi mayor preocupación fuera esa y pillarme un berrinche por ello para luego terminar abrazada a ella mientras nos contamos nuestros secretos. Pero en vez de eso, siento que saber esa noticia ya es lo de menos. ¡Lo del bebé es más importante! Y aun así, ¿sabes qué? Es algo reprochable lo que siento, pero no puedo evitar sentirme dolida y traicionada por Elías.
―Nada te impide estar molesta por más de una cosa al mismo tiempo ―intervino su acompañante―. No te sientas mal por eso.
Nora apoyó la cabeza en el hombro de su amiga y cerró los ojos.
―Menuda noche te estoy dando... ―murmuró―. Gracias por escucharme. Eres un buen amigo. Quiero que sepas que te he estado viendo todo este tiempo como tal, no miento en decir que me caes muy bien.
―Ya somos dos, entonces ―el chico le dio un tierno beso en la cabeza.
Se quedaron un rato así, en un silencio bastante cómodo, cada cual con su mente en otro lado.
Al día siguiente fue inevitable que Nora acudiera a clase con ojeras, aunque no sabía si dar alguna explicación. A Paloma quizás, pero no tenía ganas de decirle nada a Elías. Se reprendió por haber llegado temprano al instituto en vez de con la hora justa, pero no había dormido bien y no tenía ganas de estar más rato en casa. Si se encontraba con su amigo, fingiría que tenía que terminar algunos ejercicios y en el recreo hablaría con él seriamente, como ya había acordado con Ezequiel.
Alguien le rozó el brazo y se sobresaltó, dando un respingo. Miró hacia su derecha y sonrió brevemente ante la persona que se encontraba al lado.
―Ey, Eze...
―¿Cómo estás? ―preguntó el chico con las manos en los bolsillos.
―Si te dijera que mal sería mentir. Más bien estoy fatal ―la joven hizo un puchero sincero.
―¿Hablaste con tu hermana cuando llegaste?
―Sí. Cuando llegué a casa mi madre me pidió que fuera a hablar con ella, que se encontraba esperando en mi habitación.
―¿Eso quiere decir que has aclarado las cosas con ella?
―No, todo lo contrario. Me negué a hablar y quedamos en que hoy lo haríamos. Pero le tranquilicé y le expliqué que aunque estuviera molesta seguía siendo mi hermana favorita y la quería mucho. No quiero que encima por mi culpa le pase algo a ella o a su futuro hijo...
―Eso es muy bonito. Aunque ahora que lo pienso, Gema es tu única hermana.
―Sí, pero es algo que siempre nos hemos dicho desde pequeñas ―dijo con una sonrisa llena de nostalgia.
―Cambiando de tema... ¿Has visto a Elías? ―quiso saber él.
―No, y creo que lo mejor es irme rápidamente a mi clase para no toparme con él. ¿Tú te has encontrado con Melisa?
―No, lo mismo vienen juntos y fingen que se encuentran, a saber ―bufó.
―Bueno, entonces luego en el recreo nos vemos para ponerles las cosas claras, ¿vale?
―De eso quería hablarte antes de nada. Esta noche he estado consultándolo con la almohada y hemos llegado a una conclusión. Bueno, más bien yo, porque ella no aportaba mucho ―intentó bromear pero solo recibió una escueta sonrisa de parte de su amiga―. Olvida eso último. El caso es que he pensado una cosa pero antes quiero comentártelo y ver si estás de acuerdo, aunque espero que sí. ¿Y si no les decimos a Elías y Mel que lo sabemos?
___________________________________________________________________
Hoy es... ¡Jueves de capítulo!
Nora ha salido huyendo de casa, menos mal que Ezequiel le ha prestado un hombro donde llorar.
¿Se reconciliarán ambas hermanas?
¿Por qué Ezequiel ha cambiado de idea?
¡Quiero ver vuestras teorías!
¡Nos leemos el martes!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro