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Capítulo 18: La decisión de Ezequiel


Durante los días siguientes a Nora se le presentó una idea en la cabeza, una rumiativa y que no paraba de entrar y salir por su mente en cualquier momento del día. Lo hacía sin previo aviso, sin intenciones por su parte en pensar en ella. ¿Estaría Ezequiel, de forma inconsciente, utilizándola como un clavo que saca a otro clavo, para olvidar a Paulina? El detonante de dicho pensamiento había sido la despedida que tuvieron la última vez que salieron a dar un paseo juntos. Él se había marchado dándole un beso en la cara, haciendo que momentáneamente se quedara pillada.

La chica se volvió a reprochar mentalmente estar continuando con la contrapuesta, teniendo en cuenta también aquella nueva situación en la que su verdugo se encontraba. Calificarle con ese término le producía escalofríos. ¿Víctima, verdugo? Daba igual cuál utilizase, ninguna de ellas le gustaba cómo sonaba. ¿Cómo podían llevar décadas en su instituto haciendo aquellas cosas con tanta tranquilidad, sin ningún ápice de arrepentimiento? ¿Cómo podía su hermana apoyar aquella tradición? Pensando justo en ella estaba, cuando su móvil comenzó a sonar, mostrando la imagen de Gema en la pantalla: se trataba de una videollamada.

―Hola, monita ―fue lo primero que dijo su hermana cuando descolgó.

Nora solo podía ver la cara de su hermana y el fondo blanco de la habitación del piso en el que se encontraba viviendo de alquiler.

―Hola, fea ―respondió al saludo de forma cariñosa.

―Te noto apagada, ¿o es imaginación mía?

―Estoy bien, solo cansada por los exámenes ―mintió.

―No sé yo si creérmelo... Yo hace poco tuve también exámenes y no estaba así.

―¿Perdona? ¡Estabas peor! Ni si quiera has venido después de navidades. Y eso que ya has acabado tus exámenes.

―Sí, pero tengo muchos trabjados. Además, sabes que no acabé muy bien con el tío Agustín ―dijo poniendo cara asqueada.

―Pero si al tío Agustín lo vemos cada mil años, ¡qué tontería! Además, fue cosa tuya entrar a trapo.

―Es que el tío cuando se le mete algo entre ceja y ceja saca de quicio a cualquiera.

―Y sabiendo eso, entraste a trapo. Que también sabes que luego tarda otros mil años en entrar en razón en caso de no llevarla.

―Sí, pero no quería quedarme callada. ¿Por qué ponerse en contra del aborto sin venir a cuento? La conversación estuvo fuera de lugar desde el primer momento ―sentenció.

―Por eso... Déjale que diga lo que quiera.

―Sí, bueno... Mejor hablemos de otras cosas, ¿vale? Dime, dime, ¿alguna novedad de las apuestas? El año pasado especulábamos a quienes nos podría tocar ―dijo con emoción.

―No, Gema. Sabes que no me interesa eso ―dijo cortante.

―Pensé que se te pasaría esa chorrada. Con lo divertido que es especular... Y porque nadie hasta el día de hoy, aun descubriendo ser los apostados, se han mantenido en silencio y no lo han desvelado, pero.... ¡Te juro que me encantaría ver que algún año alguien de los nuestros expusiera que le ha tocado y se llevase el dinero de la apuesta. Dime que al menos eso sí lo ves interesante...

―Pues tampoco. Es que me parece una chorrada que encima la gente se calle.

―Por eso, porque sé que te parece una chorrada, seguro que lo otro te parece más interesante.

―No insistas, Gema, que no...

―Aburrida. Me tendrás que dar el número de Paloma y Elías que seguro que algo han indagado. Bueno, ahora que lo pienso, Paloma lo dudo, la pobre en Navidad estaba muy agobiada... ―dijo pensativa.

―Sí, y ya sabes que Elías eres tú en versión dos punto cero. En fin, cambiemos de tema, anda...

Y así hicieron. Ambas hermanas se pusieron al día aunque también conversaron de cosas banales. Una hora después, decidieron colgar para ponerse rumbo a realizar sus obligaciones como estudiantes.


El segundo trimestre, el cual aquel año era más corto, pasó rápidamente, aunque también tuvo la consecuencia de que el curso de Nora se viera con mayor agobio ante los exámenes. Había quienes les habían dicho en clase, como el padre de Alba o el director, que tomaran aquel trimestre como un reto y una preparación para el último, ya que el tercero terminaba antes que para cualquier otro curso para poder realizar los exámenes de la PAU.

A principios del tercero, Ezequiel quedó un día a solas con Paulina. El joven necesitaba hablar con alguien, y por alguna que otra conversación que había tenido con ella desde que su fingida relación había terminado, había concluido que la chica era la mejor opción para aquella conversación.

―¿Y cómo te fue el trimestre pasado? ―le preguntó el chico entablando una conversación previa antes de tratar el tema que tenía pensado.

―Bien, ¿y a ti? Ya nos queda nada para acabar, ¿eh?

―Y que lo digas, Pau, en nada estamos haciendo la PAU ―el joven dijo entre risas haciendo un juego de palabras.

―Mira, llevan haciéndome la bromita desde el primer día de clase. No, no, espera, el curso pasado ya la hacían, y créeme, me sigue sin hacer gracia ―dijo fingiendo un puchero mientras aguantaba la risa.

―¿Estás segura de ello?

La joven negó con la cabeza y se echó a reír.

―No, no, claro que no es en serio. Es más, la gente no entiende cómo me hace siempre gracia, pero no lo puedo evitar ―rió la chica.

Cuando ambos pararon de reír, se hizo el silencio por unos minutos.

―Oye, no es por nada, pero creo que no me has llamado para saber cómo me fue el trimestre pasado, ¿verdad? Es algo que podríamos haber hablado en cualquier otro momento y ambos lo sabemos.

Ezequiel asintió con la cabeza y se rascó la nuca mientras buscaba las palabras que utilizaría ante su compañera.

―Esto... Se trata de la apuesta ―dijo con un poco de timidez.

―Oye, Ezequiel, antes de que me digas nada, no voy a volver a participar. Si me llamas por eso, lo mejor es que te quites la idea de la cabeza ―sentenció la joven con rapidez.

―¿Eh? No, no, no tiene nada que ver. Más bien se podría decir que es al contrario.

―¿Cómo que al contrario? ―preguntó confusa.

―No quiero que esto que te voy a decir salga de aquí, pero no puedo aguantarlo más y necesito hablarlo con alguien, y la verdad es que creo que en ti puedo confiar.

―Ve al grano, Eze, porque no sé por dónde quieres ir. Y puede que quizás no sea la persona adecuada. No voy a intervenir tampoco con Nora. Me he desentendido de tema. Sinceramente, y no se lo digas a nadie, para mí fue un alivio fingir que rompíamos. No me parece bien lo de mentir y....

―Es eso lo que me pasa ―dijo finalmente, sorprendiendo, para bien, a la joven―. Lo de la apuesta me parece una locura y he tomado una drástica decisión. En unos días he quedado con Nora para dar un paseo y voy a decirle la verdad.

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¡Hola, hola! ¡Ya estoy de regreso!

Después de este pequeño parón veraniego, Nora y Ezequiel han vuelto.

Se nota que Gema quiere salseo.

¡Ezequiel está dispuesto a contarle a Nora la verdad! ¿Creéis que lo hará o se arrepentirá en el último momento? Y en caso de hacerlo... ¿Qué creéis que pasará? ¡Quiero ver esas teorías!

¡Nos vemos en el próximo capítulo (quizás sea el jueves)! Pero antes quería invitaros a nueva historia que mañana comienzo a subir. Será una historia "corta", ¡os espero por allí! Y el lunes, ¡estreno de una nueva novela! 

¡Nos leemos! ¡Espero con ganitas vuestros comentarios!

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