―¿Qué? ―Tras unos segundos de silencio, Nora lo rompió―. ¿Pero cómo te has enterado? ¿Estás seguro?

―Ya digo que no es al cien por cien pero casi. Tras mis intentos nefastos de interrogar a la chica de clase y al de la otra que están en lo del baile también, puedo concluirlo.

―Explícate mejor, anda ―le pidió Paloma.

―Es fácil. Estaban muy reticentes a responderme y parece que siempre ponen excusas cuando intento sonsacarles. La forma en la que me miran cuando lo hago... No dicen nada porque saben que es a mí. Además, soy el único becado en lo del baile, el resto debe de saberlo. Solo me falta sonsacarle a la amiga de Ezequiel, pero va a pasar igual, así que no hace falta ―sentenció con una sonrisa y frotándose las manos―. Estoy tan emocionado... ¿Qué creéis que me harán? ―Alzó repetidamente una ceja sin dejar de sonreír.

―A ver, no es por quitarte las ilusiones, querido Elías, pero eso no significa nada. Más bien diría que la posibilidad es la de cero como cero, cero, uno por ciento ―le dijo Paloma―. Que no te digan nada no significa que seas tú.

―Pero la forma en la que me miraban... ―el chico hizo un puchero y resopló antes de sentarse también en la cama en medio de ambas―. No me quites mis ilusiones... ¿Tú que dices, Nora?

La chica se encontraba pensativa.

―Pues la verdad es que creo que ninguno lleváis razón ―concluyó ante la extraña mirada de Elías y Paloma―. Puede que el porcentaje de Elías sea mayor al que dice Paloma, pero mucho más pequeño al que dices tú, Elías. Puede que te mirasen así porque conozcas a quién le harán la apuesta. ¿No habías pensado esa posibilidad? ―Miró a Elías.

―Qué poco me van a durar las ilusiones.

De pronto, Elías y Nora miraron a Paloma.

―¿Por qué me miráis así? ¿No estaréis pensando que...? ¡Ah, no! Me niego a ser yo a la que le hagan la apuesta ―negó con la cabeza dando énfasis a sus palabras.

―¿Por qué no? Hace un rato mismo nos preguntaron por ti ―afirmó el chico.

―¿Y si preguntasen por el conserje significaría que lo dicen porque le harán la apuesta a él? Elías, no tiene lógica. A mí que no me hagan nada que no estoy para mucho juego ese curso.

―O quizás ya formes parte de la apuesta y no te has enterado ―dijo Nora pensativa―. Quizás saben que estás concentrada en el estudio y no sea algo en lo que tú tengas que embarcarte mucho. Además, éste hoy mismo les ha confirmado que estás muy centrada en los exámenes, quizás preguntaron para cerciorase. Pues si es así, y sin que sirva de precedente ante las estúpidas apuestas, al menos me alegro de que sean considerados y tomen en cuenta que este año tengas como prioridad la PAU.

―O quizás no lo tengan en cuenta ―musitó Elías llevándose un codazo de su amiga pese a estar Paloma entre medias―. ¡Aux! Hoy estás muy agresiva.

―Tú investiga bien, si somos alguien de nuestro grupo tenemos que saberlo y prevenirnos. Si hace falta habla con Melisa, que no te va a comer.

―Supongo ―se encogió de hombros―. Pero no sé yo, eh...

Mientras tanto, Ezequiel se encontraba con su grupo en un banco de parque comiendo pipas y charlando animadamente.

―Y preguntó a Juana y Antonio con poco disimulo ―rió Melisa.

―¿En serio? ¿Y qué interés tiene ese chico en saber de qué será la apuesta este año? ―Preguntó Germán.

―Ni idea, me da igual. Si me pregunta con su poco disimulo, tampoco obtendrá respuesta de mi parte ―dijo encogiéndose de hombros.

―¿Habrá sospechado algo? Quizás estoy siendo muy cantoso... ―dijo un Ezequiel pensativo.

―¿Cantoso, tú? Por favor, Eze, ¡si sigues así cuando sea el baile no habrás avanzado ni medio paso! Vas lento en realidad ―afirmó ella.

―No creí que fuese así. ¿Entonces por qué querría saber Elías? Algo me falla...

―Bueno, no olvidemos que si la apuesta es descubierta por quién la recibe y lo hace saber, gana el dinero ―les recordó la chica―. Aunque nunca ha sucedido. La mayoría de las veces se han callado para seguir con el juego, o no lo han descubierto.

―Pues ten cuidado, no vaya a ser que ese chico rompa la tradición ―expresó Germán―. ¿Qué harás si te pregunta?

―Hacerme la tonta como Juana y Antonio, nada más ―la joven le quitó importancia y luego miró la hora en su móvil―. Me parece que me voy a ir yendo a casa a estudiar Historia. Que en mi clase tenemos el examen mañana ―suspiró―. Suerte tenéis de tener más días para estudiar.

―No te quejes, a mí me gustaría tenerlo mañana también y quitármelo de en medio ―repuso Germán―. Es un tostón y prefiero dedicarle más tiempo al de Física.

―Pero es lo que toca ―le dijo Ezequiel―. Yo también me voy a ir a casa, quiero pasar apuntes a limpio. ¡Ojalá llegue la Navidad pronto! Estoy ya agotado de tantos apuntes ―puso una mueca de disgusto―. No me explico cómo Paloma está tan centrada.

―Debe de ser una máquina de estudiar. Pero como de todas maneras tiene a la profe en casa...

Melisa miró a su amigo alzando una ceja ante aquellas palabras.

―¿A qué te refieres? ―Inquirió con curiosidad.

―Uhm, ehm... ―el joven no sabía qué decir, así que fue su amigo el que intervino dándole una solución rápida:

―Su cuñada es profesora en otro instituto ―fueron las palabras de Ezequiel.

Le habían prometido a las chicas que no dirían nada de que Aba era la cuñada de Paloma, y eso, aunque implicase mentir a su amiga, no lo desvelarían.

Cuando Ezequiel llegó a su casa, se tiró en plancha encima de su cama. No tenía ganas de pasar a limpio ningunos apuntes. Aquello tan solo había sido una excusa para dejar de hablar de la dichosa apuesta. Desde que le había dicho a Nora lo de su relación con Paulina, se sentía mal, con un extraño nudo en el estómago cada vez que la veía, y este se solía pronunciar más cuando además su falsa novia estaba presente al mismo tiempo. ¿Y si aquella chica acababa sintiendo algo fuerte por él y le hacía daño? Aunque tan solo fueran compañeros de clase durante varios años, siempre le había parecido buena chica, y quedando con ella con el tema de la apuesta, lo volvía a corroborar. Si quitaba el día en el que la chica se puso feliz porque él hubiera sabido algo tan lógico como su nombre, la joven era bastante simpática y buena gente. ¿De verdad estaba dispuesto a hacerle daño, así, por una mísera apuesta?

En ese momento se acordó de aquel grupo de recién llegados al instituto que hablaban sobre la apuesta con admiración. ¿No sería un mal ejemplo realizar una de tal calibre?

Las dudas le carcomían continuamente, era por ello que al menos había decidido que todo fuera lentamente, sin prisas, al menos así sentía que podría hacer el menor daño posible. 

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¡Hola! Ya estoy aquí de vuelta: nuevo martes, ¡nuevo capítulo!

El grupo de Nora ha empezado a especular y teorizar la posibilidad de que les pueda tocar la apuesta. ¿Se enterarán antes de fin de curso?

Por otro lado, Ezequiel teme hacer daño a Nora.

¿Qué creéis que pasará? ¡Espero vuestros comentarios y teorías! ¡Nos leemos en el próximo capítulo!