
Capítulo 12: El descubrimiento de Elías
Unos días después, el grupo de Nora se encontraba comiendo en la cafetería, ya que aquella mañana les había sorprendido la lluvia otoñal.
―Hoy tengo otra reunión para lo del baile ―comentó Elías mientras pinchaba un trozo de carne y se lo llevaba a la boca para degustarlo.
―Ah, bien, ya nos contarás, a ver qué podemos hacer ―respondió Nora sentada enfrente.
―¿Sigues pensando en lo de cambiar la apuesta? Pensaba que ya tenías claro que no pasaba nada y podíamos hacerlo bien y en condiciones ―el chico hizo un puchero.
―Ya, pero no sé... Si al menos hubieras averiguado algo de lo que trata...
―Que va, esta tarde veré a ver. Oye una cosa, Nora, ¿no has pensado en cambiarte la montura de las gafas?
―¿Yo? Si las cambié el año pasado ―dijo interrogándole con la mirada.
―Bueno, es que había pensado que te quedaría genial para la contrapuesta unas gafas de los noventa o los ochenta ―le comentó.
―¡Elías! No desvaríes por favor. ¿Qué voy a hacer yo con unas gafas antiguas? Y no le veo relación con lo que vamos a hacer.
―Porque eran otros tiempos y le darían otro toque a tu cara. Es que con las tuyas estás guapa.
―Si le acabas de decir que le quedarían genial ―intervino Paloma robándole a su amigo un trozo de carne y llevándoselo a la boca.
―Claro, pero no que estuviera guapa con ellas, sino para el juego. Y Paloma, tía, ¡ya es el tercer trozo que me quitas! ¿No te gusta tu arroz?
―Sí, pero tu plato también. ¿Quieres del mío? ―Le ofreció pero el joven negó con la cabeza.
―Bueno, entonces gafas descartadas... A no ser que el oculista te cambiase los cristales... ―dijo pensativo.
―No, cuando me las cambié fue por eso. Descarta eso totalmente. Mi visión no está en juego.
―Vale, vale. ¿Me puedes enseñar un momento tu boca?
―¿Para qué? ―Dijo tras terminar de masticar un trozo de salchicha.
―Es solo un momento, hazlo.
Ella suspiró e hizo caso a su amigo, abriendo un poco su boca quien comenzó a mirar sin disimulo.
―¿Has pensado en ponerte un aparato de dientes? ―Preguntó al fin.
―No, tengo mis dientes bien ―dijo encogiéndose de hombros.
―Ya, eso veo. Pero no tiene por qué ser de verdad. En las pelis y series muchas veces hacen como que un personaje tiene aparato y luego se lo quitan. Algo que dé el pego.
―Borra tus extrañas ideas de la cabeza, por favor ―le pidió su amiga―. Además, soy quien hará la contrapuesta y no voy a hacer ese tipo de cosas. Ya te dije que acepto las ideas que me digáis, pero no que las vaya a llevar a cabo. Yo encantada de que me propongáis mil cosas, pero razonables, ¿vale?
―Vale, está bien ―fue la respuesta que dijo su amigo antes de seguir comiendo.
A mediados de noviembre comenzó el curso de Marketing. Nora no había avanzado mucho en la contrapuesta, aunque a decir verdad tampoco era que le hubiese puesto un gran interés. Se conformaba con llevarse bien con Ezequiel y poco a poco llevarla a cabo. Sabía que aquel día tampoco serviría de mucho, ya que también coincidiría con la novia del joven.
Se sentó en una mesa que se encontraba contigua a otra, sin embargo, cuando Paulina y Ezequiel llegaron al aula donde se impartiría el curso, el chico acabó convenciéndola para que se sentase con la pareja.
Nora seguía temiendo que aquella pobre chica acabase saliendo lastimada de la contrapuesta, así que se sentía bastante incómoda al estar sentada al lado del chico, quien estaba en medio de ambas.
Una hora después, los tres salían del aula habiendo terminado. Al lado de la puerta se encontraron a sus amigos esperando. Germán y Melisa esperaban a Ezequiel y Paulina, mientras que Elías esperaba a su amiga.
―Nosotros vamos a tomar algo en la cafetería que hay cerca del insti antes de irnos a casa, ¿os apuntáis? ―Preguntó Ezequiel mirando a Nora y Elías.
El chico le dio un codazo mal disimulado a su amiga.
―Uhm, bueno, pero solo un rato ―respondió Nora sonriendo.
Cogieron una mesa para los cinco mientras que el tema de conversación versaba entre los exámenes que estaban teniendo y los cursos que estaban realizando.
―¿Y Paloma? ―Les preguntó Melisa tras dar un sorbo a su batido de chocolate con nata.
―Hoy se fue a casa antes, está un poco agobiada con los exámenes ―respondió Elías.
―Bueno, así estamos todos este año ―dijo Paulina―. Supongo que intenta entrar a alguna carrera de difícil acceso.
―Sí, bueno. El problema es que su carrera es muy demandada para los hombres y hay pocas mujeres, entonces quiere demostrar que vale igual ―dijo el chico con una sonrisa llena de orgullo por su amiga.
Sin embargo, mientras les explicaba había recibido un puntapié de parte de Nora, por lo que decidió no hablar más del tema.
Una vez fuera, Elías y Nora se fueron por otro lado. Las intenciones de ella eran las de regresar a su casa, pero las palabras de su amigo hicieron que su rombo cambiara en dirección a la casa de Paloma.
―¿No me puedes dar ni un mísero delante de lo que nos quieres contar? ―Le interrogó la joven por el camino.
―No, prefiero decíroslo directamente a ambas. Por cierto, ¿a qué ha venido esa patada antes? ―Quiso saber el chico.
―Porque no creo que sea del interés del resto por qué Paloma se ha ido a su casa a estudiar o la carrera que va a hacer.
―No creo que haya dicho algo malo, no creo que sea algo que ocultar ―dijo encogiéndose de hombros.
―Bueno, pero tampoco le gusta que se den explicaciones de su vida y lo sabes...
―Vale, mi error ―se señaló―.No lo hice con mala intención.
Nora le pasó el brazo por los hombros a su amigo mientras seguían caminando.
―De eso no tengo dudas ―le dio un beso en el pelo justo antes de llamar al portero del piso de su amiga.
Cuando pasaron a la habitación de Paloma, se encontraba refunfuñando al libro de Historia.
―¿Qué te pasa, chiquitina? ―Preguntó Elías abrazándola por detrás y dándole un beso en la cabeza.
La joven se encontraba sentada en su silla giratoria junto a su escritorio.
―Que estudiar Historia es infumable... ¿¡Para qué estudiar el pasado?
―Nunca te ha disgustado estudiar Historia ―objetó su amiga sentándose en la cama.
―Hasta este curso ―protestó ella―. ¿Qué hacéis aquí? ―Se giró para mirarles.
Elías se había sentado también en la cama y permanecía callado, sumido en sus pensamientos.
―Pues este, que me ha dicho que quería hablarnos de algo, pero no ha soltado prenda en todo el camino.
―Debe de ser importante, tenemos el examen de Historia en unos días ―la chica se cruzó de brazos.
―Supongo ―le respondió la otra encogiéndose de hombros―. ¿Sabes con quiénes hemos estado tomando algo?
―¿Con Ezequiel y alguien más? ―Interrogó Paloma.
―Sí, con él y toda su tropa. Hasta su novia.
―¿Y cómo ha ido la cosa? ―Se interesó la joven.
―Pues ni tan mal... La novia es maja.
―Bueno, ¿y tú qué, Elías? ¿Nos vas a decir el porqué de esta reunión tan improvisada?
―Sí ―asintió balanceando las piernas para ponerse en pié de pronto.
El chico dio varios pasos alrededor de la habitación para pararse en seco después. Tenía las manos guardadas en los bolsillos de los pantalones del uniforme mientras sus amigas le miraban con atención, esperando una respuesta.
―Ya sé a quién será la apuesta este curso ―sentenció ante la atenta mirada de sus amigas.
―¿A quién? ¡Dinos! ―Pidió Paloma.
―A ver, no es seguro al cien por cien, diría que a un noventa y nueve como nueve por ciento, y tampoco sé en qué consistirá aún...
Las chicas continuaban expectantes y gesticulaban con sus manos para apremiarle a que les desvelara lo que había descubierto.
―La persona a la que le harán la apuesta, soy yo ―dijo señalándose ante la mirada impresionada de sus amigas, que habían abierto la boca a causa de la inesperada revelación.
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¡Hola! ¡De vuelta, martes de capítulo!
Hemos tenido las disparatadas ideas de Elías, más acercamiento de Nora y Ezequiel, aunque en esta ocasión con Paulina de por medio y... ¡Según Elías la apuesta va a ser hacia él!
¿Qué pasará? ¡Espero vuestros comentarios! Nos leemos en el siguiente capítulo
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