CAPÍTULO 1
𝒞á𝓈𝒶𝓉𝑒 𝒸𝑜𝓃...
Maldije y solté varios zapatazos contra el piso del pasillo. Empuje a algunas personas que se interponían en mi caminata a la salida y casi grité de la frustración.
-Quítense ¡Maldita sea!
Un tipo que parecía jugar con otro, en el pasillo, terminó trastabillando hacia atrás por un empujón de su amigo y yo lo devolví a su lugar, inicial, ganándome otra mirada de fastidio a la que respondí con mi dedo de en medio.
"¡Maldita escuela y malditos humanos petulantes! No veía la hora de graduarme y largarme de allí. Es que ¿Cómo se le ocurría?"
¡Mierda!
¡¿Cómo se atrevía el profesor Kim a llamarme junto en ese momento?!
¡Maldición! Estaba llegando tarde, muy tarde.
-¡Por favor! solo espérame un poco más- susurre en ruego, antes de volver a alzar mi voz y espantar a estos animales.
Los murmullos a mi alrededor no se hicieron esperar, pero los ignoré, o lo intente en su mayoría. Aun así, algunas frases sobre mi apariencia fueron soltadas por ahí y llegaron a mis oídos, cosas como:
"¿Lo viste?" Un mocoso soltó mientras corría a encontrarse con un grupo de chicos.
"Otra vez herido" llegó a mis oídos en el momento en que empuje a otro par de chicos frente a mi.
"Dios, ese chico da miedo" Dijo una niña a mi lado y yo voltee a verla solo un momento, el suficiente para verla agacharse y esconderse entre sus amigos.
El pasillo no parecía terminar, frente a mí se extendía largo. Si no fuera porque me dolía el tobillo, habría corrido hasta la puta puerta y terminado con esto.
Solté un suspiro, sin acotar o desmentir lo que decían de todas formas, me importaba un bledo lo que pensaran de mí en esa escuelita, me importaba muy poco lo que pensara cualquiera de ellos, yo solo quería llegar con el.
"Notaste su herida en el rostro ¿Se habrá metido en alguna pelea?" Los susurros continuaron su camino a mis oídos libremente y negué ante su cobardía.
Esta gente estúpida que solo pensaba en las apariencias y en nada más, tan estúpida como para no "notar" que sus cuchicheos eran en voz alta.
"Escuche que se fue a golpes contra cinco chicos de otra escuela, esta loco." Afirmó un tipo unos centímetros más bajo que yo. Sus palabras muy seguras no llegaron a sus ojos que titubearon al chocar contra los míos, a su lado un pelirrojo solo negó mientras se colocaba sus audífonos y pasaba de mi.
A ese lo reconocía, su pelaje llamativo y esa extrañas figuras que solían colgar de su uniforme como parches. Era imposible pasarlo por alto. La primera vez que lo vi pensé que tal vez podríamos ser amigos, pero desistí casi de inmediato de la idea.
Estaba demasiado ocupado como para tener amigos.
"¡Dios! También tiene vendas en sus manos ¿viste?" Instintivamente metí mis manos en mis bolsillos, fue una reacción espontánea. No quería que notaran la piel rosácea que sobresalía por mi venda mal hecha.
Una chica chilló un "¡Shhh te va a escuchar!" cuando pase por su lado junto a la puerta, aguante una risa irónica y salí sin mirar atrás por el lateral de la escuela, al fin llegando al patio. Esta se suponía era la puerta más cercana a la salida, aunque tendría que hacer todo un rodeo hacia la puerta, pero eso era mejor que aguantar un rato más el sofocante murmullo de esos chimpancés.
Todo esto era culpa del Profesor.
"¡Mierda! Ese viejo debía relajarse."
Detuve mi caminata en un movimiento repentino. Una sustancia viscosa y pegajosa empezó a deslizarse por mi rostro, dándome escalofríos. Intenté procesar que había pasado pero mi cerebro iba lento, solo note como un pequeño envase terminó chocando contra el piso en un ruido sordo.
A unos centímetros de mis pies se encontraba, lo que parecía ser, una sustancia entre marrón y amarillo, derramada. Sin notar las miradas asustadas a mi alrededor y a las personas que se empezaron a alejar de mi camino, intenté limpiarme; el olor, al fin, llegó a mis fosas nasales.
Dulce, malditamente dulce y empalagoso.
Con mi curiosidad abierta de sopetón, me metí los dedos en la boca y mi paladar casi cantó un soneto. Era pudin, un rico pudin de banana y caramelo que ahora ya hacía arruinado a mis pies.
Un grito me hizo regresar al presente y mi vista se dirigió hacia arriba; el rostro serio y algo fruncido de un chico me devolvió la mirada. El chico se asomaba por el borde de la barandilla y a sus costados aparecieron otras dos chicas con caras preocupadas.
Las ignore.
-¡Oye tu!-Grite, aun sintiendo mi cara pegajosa. -¿Qué crees que haces? ¡Ven aquí, bajá!-Ordené sin descaro y solté una maldición al compás en que el resto de personas a mi alrededor resaltaba lo obvio.
Estaba todo manchado de pudin.
-Okay. Espera un minuto-. El tipo, con apariencia de emo, me gritó de vuelta y desapareció de la cornisa.
Me siento acalorado de repente. Mi cuerpo estremeciéndose al darme cuenta.
"De todas las cosas, justamente pudín. La causa de todo mi sufrimiento" Pero el olor no me abandonaba, y mi estómago empezó a rugir con el rastro de sus sabor aún atrapado en mi boca.
-Lo siento mucho, fue mi culpa-Las palabras de una voz grave fueron dichas a mi espalda. Me gire, topándome de frente con el tipo emo al que había gritado hacía un rato. Se veía algo agitado, suponía que por haber bajado corriendo, no le presté mucha más atención, mi cabeza empezó a correr muy rápido ante una idea que se vio interrumpida por la voz del chico. -Te traje un poco de pudín como muestra de mi arre..
Pero no lo deje continuar, lo que diría no era importante. -El pudin ¿Dónde lo conseguiste?
El moreno me miró confundido por un momento, aunque su rostro no parecía ser muy expresivo. -¿Uh?.. ¡AH! Yo lo hice.
Sus palabras me dejaron confundido.
¿Él? pero... ¿Cómo?
-¿Tu lo hiciste? pero tu eres.. - "Un chico". Terminé en mi mente mientras sentía que me sonrojaba por el pensamiento arcaico, pero no pienses mal, no soy alguien cerrado de mente ni mucho menos, es solo... tenía mis razones ¿bueno?
-Si, estoy en el club de cocina-. "¡¿En el club de cocina?!" replique en voz baja como idiota, mientras esos ojos felinos seguían observándome sin expresión pero con un extraño brillo. Intente concentrarme en ese hecho:
"Cocina. Él cocina y hace dulces."
Las chicas a su lado empezaron a cotillear sobre cosas como: que su madre era una chef experimentada, que él había heredado sus habilidades y no se que, sobre algo, de que se habían peleado por el pudin y por eso se había caído, pero no les di la suficiente atención.
"Lo había encontrado, finalmente lo había encontrado. Esto es lo que había estado buscando por tanto tiempo." Sentí que la emoción invadía mis venas y sin poder evitarlo, mi boca se encontró hablando por cuenta propia.
-Oye tu, cásate con...-Los ojos gatunos del chico me miraron con un deje de sorpresa por primera vez, su mirada demasiado cerca mientras yo buscaba las palabras para expresar lo que quería decirle, pero estaba muy emocionado. Para cuando la voz me surgió, con una oración entendible, mi mano lastimada se encontraban ancladas a su chaqueta y la otra lo tenía sujeto de la corbata, con eso me asegure de que el chico me prestara su total atención, aunque ignore el numerito, contrario, que estábamos montando para el resto, sobretodo por el hecho de que yo, no me encontraba susurrando precisamente.
-¡Con mi hermana! Cásate con mi hermana-.
El moreno no me respondió enseguida, pero no fui paciente en esperar una respuesta tampoco. Él iba a casarse con mi hermana, yo me aseguraría de eso.
Le mire aun sosteniendo su corbata notando como sus mejillas se pintaban en rosa, cosa contraria a su seño fruncido, pero el último timbre empezó a sonar en ese instante y me recordó mi problema inicial.
Lo solté de repente, provocando que se tambaleara a mi costado y revise mi reloj, debajo de mi manga, maldiciendo.
-¡Ahh, maldición! Estoy atrasado-. El quejido en respuesta del chico gatuno no se hizo esperar pero lo ignoré y me apresuré a caminar, regresando en mis pasos al segundo siguiente para tomarlo de la manga.
-¡Vamos! Tengo que llegar a un lugar y tu vienes conmigo-Le ordené. Empecé a caminar con él a rastras. -...¡Ah y trae el pudin!
-¿Eh? ¿A dónde vamos?
-Tenemos que ir a recoger a alguien.
Nos detuvimos frente a una instalación colorida. A nuestro alrededor pasaban adultos con pequeños en brazos y otros niños se despedían de sus amigos con extraños sobrenombres. El delincuente que me había raptado me soltó la manga por fin y contuve la tentación de intentar devolver a su lugar la manga estirada.
Lo observé en silencio y confundido. Park Jimin, el tipo más extraño con el que me había topado en mi vida, se encontraba mirando inquieto alrededor de la estancia llena de juegos infantiles.
Mi cabeza no paraba de repetir las palabras que me había soltado: "cásate con mi hermana"... ¿Con su hermana? Yo... ¿Por qué rayos iba a casarme con una desconocida? y menos con la hermana de este payaso.
-¡Mikiii-ah!-. Su voz chillona me hizo alejarme un paso, mi mirada se enfocó en un pequeño chico muy parecido a él que le respondió con una sonrisa de sorpresa, mientras soltaba una pequeña palita y se alejaba a trotes torpes del niño que ni siquiera le hizo gran caso.
-¡Iminie iungie!-. El niñito gritó de vuelta, mientras se abrazaba a la pierna del payaso gritón a mi lado.
-Perdón por llegar tarde-Park se disculpó. Tomó al mocoso gritón en brazos y tuve que contener una pequeña risa al notar como las mejillas regordetas de ambos parecían competir en rosa, y temí que se cayera alguno al notar como sus ojos desaparecían, por sus sonrisas extasiadas.
Tosi, intentando aclarar mi garganta y pregunte por fin. -Y bueno.. ¿Esta es tu pequeña hermana "mayor"?-Comenté con ironía, atrayendo la atención de ambos a mi por fin. Park me dio una mirada extraña, sus ojos parecían cuestionarme si era estúpido.
-¿De qué rayos hablas aho...
-Iminie iungie...¿Quen esh?-. El pequeñín le interrumpió, mientras me apuntaba con su manita, como si hubiera alguien más a nuestro alrededor y debiera asegurarse de ser específico, así su tío entendería de quien hablaba.
No dudaba que fuera así, este payaso tenia también cara de tonto.
-Es un compañero de mi escuela-Le contestó al niño con voz suave. Volviendo a tener esa sonrisa risueña pero desapareció al segundo siguiente, junto con su tono grave, al dirigirse a mi. -¿Quién eres?
Este idiota. Me trajo de la mano todo el camino hasta aquí y ni siquiera sabe quien soy.
No iba a negarlo, me dolió un poco.
-Min Yoongi-Respondí con indiferencia. -Soy tu Seonbae y he estado en muchas de tus clases.
-Iongi iung!.
-No te conozco.
Niño y payaso respondieron a la vez, y me vi obligado a contestar con orden de prioridades.
-Yoon-gi, Y-oo-n- gi, Yoongi-Le susurre al bebito. Inclinado a su altura, sin perder de vista como el niño más grande giraba su rostro sonrojado. Su labio se extendía en un puchero prominente.
-Park, en numerosas ocasiones te he visto llegar tarde al pase de lista.
-¡Cállate! ¿Tu cómo sabes eso? No se supone que eres mi Seonbae.
Negué por un momento, sin creerme lo que decía.
-Porque, como el asistente del profesor, es mi deber pasar lista.
Tanto niño como idiota, me miraron con enorme signo de interrogación plantado en sus caras. Suspiré volviendo a mi postura. Park Jimin, a pesar de haber ingresado apenas a la secundaria, ya se había ganado toda una reputación de niño problema.
-Tu extraño cabello rosa. Siempre llegas tarde a clases o te la pasas durmiendo en ella. Amas pelear y siempre tienes heridas en tu cuerpo, y aparentemente puedes matar a la gente con solo verla. Un gánster disfrazado de rosita fresita...
-Oye, no le enseñes esas palabras a Minki-. El pelirosa me interrumpió con un grito, sin dejarme terminar mi explicación.
-¿Qué? Yo solo digo los rumores que he...
-¡Oh Dios!- Volví a ser interrumpido y contuve un grito exasperado. -Jimin-ssi, has venido y con un chico muy guapo.
Una señora de rostro redondeado y con una apariencia que me recordaba a mi tia Yoonji apareció ante nosotros. La mujer empezó a alagarme de forma vergonzosa hasta que fue interrumpida por Park.
-¡Ah! Sra. Directora, gracias por cuidar siempre de mi sobrino.
La mujer sonrió tiernamente ante el chico rosita y luego me dio su atención, sus ojos saltones me dieron la advertencia suficiente para prepararme por el vómito de información que soltaría después.
-Él es un chico tan admirable-Dijo refiriéndose al payaso a su lado.- Viene todos los días a buscar y recoger a su sobrino en lugar de su hermana. Sabes, él es un buen hermano menor.
Su último comentario me desconecto de todo lo que dijo después, solo pude captar el momento en que le advirtió a Park de que era probable que su copia se quedará dormido en el camino, porque no había tomado su siesta, y luego de eso mi mente se enfocó en el hecho.
-En otras palabras, ¿este chiquillo es el hijo de tu "verdadera" hermana mayor?
-¿Verdadera hermana?-Me cuestiono de vuelta, pero descarto el permitirme explicar y continuó hablando. -Si, es mi sobrino. Mi hermana es una estudiante de medicina muy ocupada y por eso la ayudo a cuidar de él.
Pestañee varias veces y tomé de sus manos su mochila, permitiendo que enganchara a su sobrino en su espalda, llevándolo así, a caballito.
-¿Y por eso quieres que me case con ella? para que cuide de tu sobrino.
-¿Qué? ¡No! Mira, hace medio año mi hermana se divorcio y regresó a vivir con nosotros-Dijo con un suspiro, que la verdad, solo me dejó más confundido.
"¿Este chico era tonto?"
-Y... ¿ porque quieres... que me case con ella?
-Pues... Porque a Minki le gusta el pudín.
Su rostro se sonrojo de una forma tierna que me dejó en silencio. Se veía lindo avergonzado, era una faceta de él, de la que no estaba acostumbrado a ver. Pero eso no fue suficiente para desenfocarme...
"Ya, enserio. ¿Este payaso era tonto?"
-Pudín-. Insistí una vez más.
-El ex esposo de mi hermana era bueno en la cocina y pues.. cuando ellos estaban casados él, en ocasiones, le preparaba pudin a Minki. La cosa es que, intentamos hacerlo en casa, para que no sintiera tan drástica la lejanía de su padre y pues, sus costumbres de comer pudin pero... mi hermana tiene cero habilidad para los deberes de la casa, intentando acoplarse a una rutina de ama de casa terminó explotando nuestro microondas.
-Ya veo...- añadí, sintiéndome algo preocupado por la salud de ese chiquillo y entendiendo que esa mujer regresara a casa de sus padres.
El gruñido del chico a mi lado me obligó a detenerme; regresé en mis pasos notando que el chico se había quedado atrás, su rostro se frunció y miró al suelo. Parecía estar a punto de soltar un berrinche.
-He intentado hacerlo muchas veces pero... pero mi pudín no tiene sabor, ¡son malditamente terribles!-. Zapateo en el suelo y frunció su pequeña boquita pomposa, y volvió a acotar. -Cocino todos los días y mi comida no es mala... pero el pudín está en un nivel diferente.
-¿Todos los días?-. Resalte ese detalle en voz alta, sin poder evitarlo. Mi corazón se saltó un latido, al darme cuenta, y ante mi este chico pareció brillar diferente. -No me digas... Park, entonces ¿Tu solito te encargas de las cosas en casa? ¿Eres quien asea y prepara las comidas? ¿Qué hay de tu madre?
Le aborde con un montón de preguntas a la vez y desee morder mi lengua. Su mirada se volvió melancólica y se concentró en el suelo, nuevamente, por un momento.
-Ella murió... Murió hace un año.
Me detuve, sintiéndome mal al instante y incomodo. Todo este rato venia soltando incoherencia y haciendo suposiciones ofensivas sobre este chico, pero rosita fresita no me permitió sentirme mal. En un cambio repentino su mirada volvió a brillar y a mirarme, con una pequeña sonrisa, mientras acomodaba al pequeño monito en su espalda. Si no estuviera tan ensimismado me habría preocupado, esa pequeñita sanguijuela parecía casi muertecita en su espalda.
-No tienes que poner esa cara, no dijiste nada malo, así que, no sientas que debes disculparte-Me dijo, a modo de consuelo, antes de volver a mirar el camino. El sonrojo leve en sus mejillas fue algo que no pase por alto, aun cuando todo lo que podía ver era su perfil.
Lo vi soltar un suspiro y prepararse para hablar una vez más, y yo se lo permití en silencio.
-Sabes, al principio fue algo terrible. Mamá era tan brillante... Podías escuchar su risa llenar toda la casa; aun cuando papá estaba en el trabajo, y solo éramos ella y yo, aun con eso, se sentía tan lleno de vida. Pero luego todo cambió, así de la nada, nos la quitaron. Mi padre y yo no pudimos hacer nada, ninguno era bueno en las cosas de casa, porque mamá solía encargarse de todo. Estábamos deprimidos y por eso, la casa era un completo desastre-Bufo. Pareciendo contener una pequeña risa ante el recuerdo, aunque no pude detectar si era amarga.- Fue en ese tiempo que mi hermana regresó con este rayito de cielo en brazos y yo solo pensé que, de verdad, estábamos en serios problemas, pero-Negó y me miró con una sonrisa totalmente brillante ahora. -No fue así. Él, Minki, lleno de felicidad todo el lugar.
"Se aparecía frente a mí cuando sentía que ya no podía más y me lanzaba esa tonta pelotita, o gritaba mi nombre desde algún rincón de la casa y me sacaba una risa por que no lograba decirlo bien, o la vez que me llamó Oppa- Rio con voz débil. El recuerdo pareciendo absorberlo, y yo apreté mis manos a mis costados conteniendo el impulso de consolarlo de algún modo, y permitiéndole así, continuar, temiendo perder este pequeño momento, que dejará de abrirse a mi. -Cuando Minki sonríe, todo se vuelve brillante a su alrededor y me di cuenta que este pequeñito desconoce lo triste y desolador que puede ser este mundo, y fue allí donde me propuse hacerlo feliz. Me dije a mi mismo que aún podía existir felicidad en mi y eso era la sonrisa de mi pequeño sobrino.
"No quiero que Minki se sienta perdido y solo. Mi padre y mi hermana siempre están ocupados y no los culpo, ellos nos dan todo como pueden y lo intentan a su forma, y eso está bien. Así que, yo me propuse hacerlo de igual forma, dar lo mejor de mi. Ahora ya estoy bien, también puedo encargarme de los deberes de la casa.
-Eso es increíble-. No pude contener mi alabanza. Porque, realmente, me parecía admirable. Debido al trabajo de mamá también viví solo la mayor parte del tiempo, pero de los quehaceres se encargaba alguien más, podíamos costear por eso, y era por eso que ver a este chico tan joven haciendo estas cosas me asombraba. Yo, apenas, podía mantener limpia mi cocina.
-No es la gran cosa, la verdad- Añadió. -Sigo siendo un tipo torpe, me lastimo con una facilidad que resulta estúpida.
Su acotación final me dio curiosidad y le inste a explicarse con un pequeño gemido de confusión; el solo me miró riendo y extendió su muñeca.
-¿Te refieres a tu mano?- cuestione y asintió.
-Estaba cocinando pudin y me quemé.
-Y tu rostro, ¿también te lastimaste de esa forma?
El negó. -Eso fue culpa de Minki. Hay veces, cuando duerme, que se cree un pequeño gato y pues... me araño.
Su risa me contagió tantito. Le sonreí con los labios apretados pero mi curiosidad no cesó. ¿Quién eres Park Jimin?
-Entonces tus retrasos y siestas en clase, ¿se deben a todo el trabajo que tienes en casa?
Esa última pregunta pareció sorprenderlo y apartó su mirada de mi algo avergonzado. Con la voz pequeñita intento explicarme qué se debía a que su horario empezaba muy temprano en la mañana, debido a que también les preparaba de comer a su padre y hermana, y también mencionó los pequeños resfriados de su sobrino horas antes de ir a clase, cuando su hermana ya no estaba, o sus berrinches.
-Las mamás son increíbles ¿no crees? -Se cortó extasiado. Nos hizo detenernos mientras pensaba en voz alta. -Tienen que hacer un montón de cosas... Como madre, mi hermana ha tenido que trabajar muy duro, perdió a su esposo y no había terminado de estudiar, y aun así, busco un segundo trabajo para poder ayudarnos, y darle un buen hogar a Minki. Yo solo me vi en la necesidad de alivianar las cosas en casa y ayudar de alguna forma... Pero eso no significa que sea el padre de Minki, tampoco que me volveré en eso algún día. Soy su tío y estoy feliz con ese puesto, pero hay días donde no puedo evitar notar lo solo y abandonado que debe sentirse por no tener a su papá.
"Minki es un niño muy listo, siempre está feliz y mira a mi hermana con su sonrisa más grande, aún cuando minutos antes de que ella llegara estuviera llorando. Incluso aunque mi hermana falló con la creación del pudin, él solo se río de eso y nos hizo reír a nosotros. Nunca se negó a comer algo de su mami, porque le gusta ver a su mami feliz. Es como si supiera que para ella también es difícil. Por eso yo quiero que el coma todos los dulces que quiera y conseguirle un papa que lo consienta como él merece
-Park es por eso...
-Si, si te casas con mi hermana todo será mejor y además, sabes cocinar un pudin perfecto.
Me detuve en las afueras de un viejo edificio y lo vi pasar por mi lado. Su grito para que entrara siendo lo último que escuche de él por un rato.
Debía pensar, era mucha información en tan poco tiempo. Si bien, me encontraba en mi último año y era cierto que estaba dando mis últimos proyectos de voluntariado en su salón. Eso no significaba que podía ser el padre de un chico y vamos, este chico era ingenuo... hacía un momento creí que bromeaba pero, él de verdad esperaba que me casara con su hermana. Lo que me molesto un poco.
No, no solo un poco, mucho.
"¡Ese payaso idiota! de verdad. Decía todo eso, hacía latir mi corazón de esta forma y luego me lanzaba al suelo con tanta facilidad que me mareaba, y aun con todo eso, seguía haciéndome sentir en el cielo porque... Park Jimin sabía mi nombre"
Solté un suspiro y me adentre a su casa por fin. Park le retiraba los zapatos a la pequeña sanguijuela y con una promesa, de que pronto podría dormir, depositó al mocoso sobre mis brazos y me mandó a limpiarle las manos para que comiera.
"A esto se refiere mi nana cuando dice que -ayudar sin esperar algo a cambio te da frutos- porque, no se si estaba funcionando"
-Iongi huele muy lico-. La pequeña copia de Park se restregó contra mi chaqueta cuando la tomé en mis brazos y escondió su naricita entre los pliegues de mi chaqueta.
"¿Será el olor del pudín?"
-Aww ¿ya te llevas bien con él, Minki?-. Frente a mí apareció un ángel. No miento, de verdad, un angel envuelto en un delantal amarillo se paro frente a mi.
Park Jimin susurro algunas cosas al pequeñín que aún sostenía y me miró sonriente desde abajo, y mi mente me jugó una mala pasada ante la visión que dábamos los tres. Aprete a Minki en un abrazo mas firme, temiendo que, por mi estupor, se me resbalara y contemple a Park Jimin dándome esta imagen tan tierna y hogareña.
Hizo estragos en mi estomago.
-¿P-porque estas usando esa ropa?-Tuve que cuestionar. Sentí como mi voz salía más profunda de lo que esperaba.
Park ni me dirigió la mirada cuando respondió, tomando a la pequeña sanguijuela en brazos me explico que era para evitar que su uniforme se ensucia, cosa que yo mismo pude deducir, me di cuenta más tarde de lo obvio que era.
Tape mi rostro avergonzado por eso.
-¡Adivina, adivina Minki-ah! Yoongi hyung hizo algo delicioso para ti.
¿Hyung?
-¿Puin?
Min Yoongi dejó el pequeño recipiente en la mesa frente a Minki quien soltó un chillido emocionado y se removió contento en su pequeña silla de bebe.
-Minki-ah dale las gracias a hyungie, ¿si?-. Con una sonrisa, mi pequeño sobrino me observó esperando a que le diera indicaciones y me reí porque, en momentos como esos, él se volvía tan mimado.
-Yoongi hyung-Dije guiándolo, a lo que él no tardó en seguir con su vocecita de bebe.
-Iongi iun.
-Gracias
-gashas.
Los dos miramos fijamente al chico gatuno y este respondió con un tímido "Denada" devuelta que ignore por prestarle atención a mi pequeño, extasiado con una cuchara aun en su boca.
-Wow. Mira Seonbae-nin, él está impresionado.
Minki le dio un bocado más al pudín antes de dejar la cuchara sobre la mesa, lo que me confundió.
-¿Qué pasa bebe, no está bueno?- Minki me miró sonriente y negó.
-Es para mamá y iminie iungie, para pobal.
Tomándolo en sus manitas, me extendió el envase con el resto de pudin y no pude evitar sentir una presión en mi pecho.
Dios.
Yoongi Seonbae-nin llamó su atención, volviendo a colocar el pudin en la mesa, y con voz suave le dijo que este era suyo, que luego nos haría a mi hermana y a mi. Mi pequeño sobrino chilló emocionado y volvió a tomar la cuchara en sus manos agradeciéndole, con esa extraña forma en que lo llamaba, y yo no pude controlar mis emociones.
-¿Park?-. Dirigí mi mirada a Yoongi-ssi, sin poder contener mi agradecimiento, y fue allí cuando sentí las primeras lágrimas tocar mis mejillas.
-Tito Iminie, no ¿qué pasha?-con una vocecita a punto de quebrarse, mi sobrino atrapó mi atención nuevamente y antes de que me diera cuenta se lanzó a mis brazo llorando. Apenas pude alejar mis manos de mi rostro para atraparlo. - ¡NO QUEDO VED A IMINIE IODAR!
-Minki yo...-Intente consolarlo pero mis palabras quedan cortas al igual que mi visión. Frente a mí, con sus manos cubriendo mi frente y su nariz rozando la mía estaba Min yoongi.
-Si lloras de esa forma, Minki creerá que algo está mal-dijo serio, con su mano en mi frente, obligándome a no apartar la mirada. Contuve la respiración por su cercanía y pude jurar que por un momento escuche el latir rápido de mi corazón en mis oído.
Me aleje al momento, confundido por mi reacción y necesitando respirar; limpiando mis mejillas e intentando explicarme.
-No es así, no quería hacerlo llorar. Soy patético lo se, es solo que... Yo no puedo hacer un estúpido pudin que haga sonreír de esa forma a Minki, no puedo...
-Si es por el pudin, puedo hacerlo para ti todos los días. Te haré los dulces que quieras, si esto te hace llorar, yo me encargaré de cambiarlo. Te haré feliz-Min yoongi se acercó a mí, otra vez, soltando tantas cosas que solo lograron malograr, aún más, mi desbocado corazón. Y con una mirada decidida, soltó la cosa más extraña que nunca creí escucharía.
-Park... Casémonos.
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