Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5. Marta (Drama)

Canción: Tonight I Wanna Cry - Keith Urban

~~~


El final de su vida fue el comienzo de su plenitud, solo el día de su muerte conoció la paz.


¿Cuál es mi nombre? ¿Qué edad tengo? ¿Qué me gusta? ¿Dónde vivo? Como una mujer es lo mínimo que espero que me pregunte un hombre, pero con lo que hago no puedo esperar eso.

Desnudo mi silueta todas las noches y a veces también durante el día a hombres que quizás no volveré a ver, de todas las edades, culturas, nacionalidades... algunos, incluso no hablan mi idioma. Todos ellos quieren una sola cosa y no puedo negárselas: a mí.

Yo soy esa a quienes las esposas, novias y amigas odian, aquella a la que los hombres pagan por satisfacer sus deseos; con la que pueden cumplir sus fantasías, esas que sus parejas no aprobarían.

¿Por qué hago esto? La repuesta es fácil, el dinero. O eso creo, al menos, en un principio lo fue.

Tengo veintitrés años y trabajo en las calles desde los diecisiete. Si te pteguntas por qué no estudié, pues sí lo hice. Terminé el bachillerato, pero no pude estudiar en la universidad. Un accidente automovilístico dejó a mi madre cuadripléjica, un maldito borracho se había pasado un semáforo y la dejó postrada en una cama.

¿Mi padre? No lo conozco, y no espero hacerlo, era el patrón de mi mamá, ella era su empleada doméstica y como es obvio también fue su amante. El muy imbécil era casado y decidió engañarla con promesas de dejar a su esposa, promesas que acabaron cuando esta le contó del embarazo.

¿Qué hizo? Pues la echó con un cheque de muchos ceros para que me abortara. Sin embargo, contra todo pronóstico, aquí estoy. Con mucho esfuerzo, mi mamá me pagó estudios en la escuela y gracias a mis calificaciones gané una beca universitaria.

El día de mí grado, el que debió ser el más feliz de mi vida, mi mamá entró al hospital con múltiples lesiones, un auto la había arrollado. Después de tres meses en coma y con muchas deudas en la clínica, tuve que buscar un empleo para que no la desconectaran, toqué muchas puertas, pero nadie quería emplear a una menor de edad. No en empleos decentes. La beca no pude aceptarla, la aplacé con la esperanza de utilizarla más tarde.

Dos semanas después, la desesperación me llevó a vender mi cuerpo, un vecino me propuso pagar las deudas del hospital si le daba mi virginidad. No quería hacerlo, pero no tenía opción, me llevó a su casa y me tomó en un almacén, aparentemente una despensa. Mi primera vez fue horrible, lloré todo el tiempo y lo único que hice fue mirar al techo. Conté cada una de sus líneas; setenta y tres en total. Aún las recuerdo, pues simbolizan las marcas que llevo en el alma. Cuando terminó, se marchó y me entregó la factura médica. Lloré abrazándola. Había conseguido una esperanza para mamá, lo había hecho y eso era lo importante.

Hay un dicho que dice que después de la primera vez que haces algo, la siguiente será más fácil. Eso es falso y lo he comprobado, no disfruto siendo utilizada por los hombres, siendo un títere de sus depravaciones. Me hacen y tengo que hacer cosas que no podría, ni debería describir. Seguí haciéndolo porque necesitaba comer, continuar pagando los costosos tratamientos médicos, la renta y demás necesidades básicas.

Conseguí trabajo en un bar de mala muerte en el centro de la ciudad. La segunda vez fue menos traumática, el chico con el que estuve tenía dieciocho años y era virgen, estaba más nervioso que yo y me pidió disculpas cada que me hizo daño, al menos con el no sentí tanto asco y por eso creo que lo amé, él fue mi primer amor. Estaba tan mal que eso fue lo más cercano al amor que conocí, fue el único que me preguntó mi nombre completo, mi edad y me habló de él y de su familia. Me desahogué con él y puedo decir que es el único al que alguna vez le conté de mi madre y de sus problemas. Me había dicho que era su último día en la ciudad, ya que se iría a estudiar medicina. En mi inocencia, creí que él me amaba, sus besos producían una inexplicable corriente en mi pecho, pero no pude tener más de aquello, porque tan rápido como la esperanza me embargó, el tiempo se me agotó y nuestro efímero encuentro se fue al olvido. La mañana siguiente me había encontrado una gran cantidad de dinero en la mesa de noche, más de lo normal, pues le había preguntado a mis compañeras cuánto era el promedio que debía recibir, y una nota.

«Lo siento, de verdad lo hago. Espero que el dinero sea suficiente para un mes de tratamiento de tu madre. Deseo volver a verte, pero imagino que sería un imposible. Me gustaría decirte que no sigas haciendo lo que haces. Sin embargo, no me creo el más adecuado. Sonríe y sobrevive. Hazlo por favor.»

Sonreí, lo hice en medio de sollozos silenciosos, mientras los miedos se hacían murallas y otra parte de mí se quebraba en pedazos. Fue y ha sido el único que se ha disculpado por lo que hemos hecho y, aunque parezca infantil, en mis sueños, anhelo su regreso. Recuerdo que aquella vez había entendido por primera vez el "negocio" en que me había metido; mi jefe me había arrebatado el cincuenta por ciento del dinero, antes de que siquiera pudiera levantarme del suelo. Debía pagarle por el lugar y la protección, eso había dicho.

Mi madre despertó después de dos meses y una veintena de hombres desconocidos más. Había pasado medio año desde el fatídico accidente, pero nada había vuelto a ser igual, pues a raíz del grave daño en su espina dorsal, había quedado con parálisis de piernas y brazos. Medicamentos, cirugías, fisioterapia intensiva, asesoramiento profesional y una enfermera, era lo que necesitaba mi madre si queríamos que recuperara la movilidad de su cuerpo, pero eso no iba a ser fácil, ni mucho menos rápido. Dejar mi trabajo no era una opción. No en ese momento.

Cuatro años más tarde, los avances se habían visto. Mi madre había recuperado el movimiento en sus brazos y la sensibilidad en las piernas. Utilizaba una silla de ruedas para movilizarse y la felicidad era poca, para describir los sentimientos que me embargaron en aquella época.

Lo que pasó después acabó con lo poco que quedaba de mi corazón.

Sería la última intervención quirúrgica que recibiría mi madre para volver a caminar, después de la cantidad de veces que había sido llevada al quirófano, no se podían esperar esos resultados, sin embargo, y a pesar de todas las vacías promesas médicas, el corazón de mamá falló en medio de la operación y murió.

¿Qué si me arrepiento de lo que hice? No, a pesar de todo, fui feliz al verla ir recobrando sus capacidades motoras, la primera vez que movió el dedo índice, el primer apretón que recibí de ella, sus sonrisas cuando pudo volver a regar las plantas, los paseos al centro comercial y cuando pudo usar la silla de ruedas. Los abrazos y los te quiero fueron el mejor aliciente. Nunca le dije de que trabajaba, pero creo que ella lo sabía y siempre le agradeceré el que no me haya juzgado y me abrazara las mañanas que no tenía paciencia, en las que las ojeras marcaban mi rostroN, y todas las veces que gritaba injustificadamente, cuando no quería ver a nadie, cuando sentía que no merecía seguir viviendo y por todas y cada una de la veces que me escuchó sin hablar.

Han pasado dos años, el dinero ya no es un factor importante, la razón de que todavía continúe prostituyéndome es que no hay una. No tengo un motivo para hacer algo diferente, además del hecho de que en ningún lugar decente, aceptarían que una mujer como yo trabajara.

A mi corta edad, he conocido la vida, al menos, la parte más dura de ella. He probado de todo, desde el polvo hasta las pastillas. Las drogas son una consecuencia del mundo en que me muevo, pero no es como si pudiera evitarlo. Cada día es el consuelo de que he soportado otra noche, por lo menos eso es lo que me decía cada mañana.

He perdido la cuenta de la cantidad de hombres con los que he compartido la cama, o algún otro lugar funcional. No obstante, solo uno forma parta de mis recuerdos, pero a él no lo volveré a ver.

Cansada, esa es la palabra que mejor describe lo que siento. Mirarme en el espejo nunca ha sido tan doloroso, las ojeras por el insomnio son cada vez más visibles y ninguna cantidad suficiente de maquillaje puede ocultar la tristeza en mis ojos. La luz que veía en ellos se extinguió y verme, descubrirme frente a un espejo, es enfrentarme a los monstruos que me consumen, en lo que me he convertido y confirmar que ya no tengo boleto de regreso. Me siento como Grey viendo a su retrato y puedo entender las razones que lo llevaron a destruirlo. He tenido intenciones de terminar con esta vida miserable, pero hasta hoy no había sido lo suficientemente valiente para hacerlo.

Y esas son precisamente las razones que me llevaron a escribir esto. Esta es mi despedida, solo espero que quien quiera que seas, si estás leyendo, comprendas porque lo hice.

Andrés, mi gran amor, si en verdad existe la posibilidad de volver a nacer, espero conocerte en mejores circunstancias. Te amé en vida y lo haré después de ella.

Marta.

~~~

La carta se deslizó de las manos del chico, que con rapidez limpió su rostro. No podía creer que luego de tanto tiempo el destino cobrara su cobardía de esa manera, sin embargo, no gritó o lloró, como clamaba su corazón, y solo derramó silenciosas lágrimas, sosteniendo la pálida mano de la chica que jamás podría volver a ver el mundo. La sostuvo, mientras lo recuerdos lo abrazaban, hasta que consiguió fuerzas para, con manos temblorosas, llamar al número de emergencias.

Siempre había pensado que la vida era injusta. No obstante, solo aquella vez pudo comprobarlo. Marta, aquella chica con la que soñó cada uno de sus días de facultad, estaba muerta. Y lo peor es que no podía decir que no había continuado con su vida, porque lo había hecho, estaba comprometido.

Aunque de algo estaba seguro, nunca la olvidaría. Ella había sido su primer amor y su primera mujer. La amaba, de una manera diferente, pero lo hacía. Incluso comprendía las razones que la habían llevado a tomar la decisión de acabar con su vida y de lo único que se arrepentía era de no haber cumplido su promesa, al menos, no lo suficientemente pronto.

Solo esperaba que donde estuviera lo perdonara por llegar tarde y que aquella primera y última vez juntos no hubiera sido lo suficientemente valiente para llevarla consigo.

Quizás ahora no estuviera muerta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro