1.1. El silencio de la gente buena (Drama)
Canción: All You Never Say - Birdy
Nota: Escena extra de Una danza clandestina. La razón detrás del distanciamiento de Alex con Nadín, luego de que su padre los abandonara.
«Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena.»
Mahatma Gandhi.
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Sus manos permanecían en la madera de la puerta, mientras sus ojos estaban apretados, intentando contener el miedo y las incesantes ganas de gritar. Las voces en la habitación de sus padres eran demasiado altas y no pudo evitar acercarse y escuchar un poco de lo que decían, sin embargo, más tarde descubriría que aquello había sido el peor error de su vida.
Alex tenía diez años, pero estaba entendiendo perfectamente lo que su madre reclamaba al que hasta ese día había sido su héroe.
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—Vamos, Alex, vigila la puerta, mientras tu hermana y yo nos ocultamos de tu madre —El niño fruncía el ceño, inconforme con el rol que le tocaba—. La próxima vez tú te ocultarás con ella, lo prometo, pero ahora yo debo enseñarle a jugar.
Por supuesto, no hubo una próxima vez, pues todas las siguientes su padre seguía llevando a su pequeña hermana a su habitación y él custodiaba la puerta, curioso del motivo por el que ella solo lloraba.
Ahora lo entendía.
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—¡No quiero seguir escuchando! ¡Vete ahora mismo! ¡No quiero volver a verte! —sollozaba Ángeles, su madre.
—Te juro que fue un accidente, no volverá a ocurrir —balbuceaba su padre, en un fingido tono de súplica. Alex sabía que mentía, él le había enseñado a hacerlo igual.
—Es tu hija, nuestra... ¡¿Cómo pudiste?!
Se escuchó un cristal romperse y un cuerpo caer al suelo. El miedo se convirtió en fuerza y sin saber la razón, Alex giró el pomo, encontrándose con su madre con las manos sangrando y a su padre, sosteniendo su cabeza, de la que brotaba sin control, la misma sustancia escarlata que cubría a Ángeles.
Había cerámica en el suelo. Era el jarrón favorito de su madre y ahora estaba quebrado en miles de pedazos coloridos.
—Mamá...
—Lo siento, Alex, lo siento —decía su padre, arrastrándose hasta abrazar sus pies.
No pudo recordar nada más luego de aquello, las imágenes corrían demasiado rápido, o tal vez él no estaba procesando la situación. Lo único que sus pequeños orbes azules recordaban eran las lágrimas silenciosas de su hermana, al ver salir a su padre por la puerta principal.
No hubo explicaciones, Ángeles jamás le confirmó a Alex lo que él ya sabía, pero no lo necesitó, pudo comprobarlo al ver como su pequeña hermana se ocultaba debajo de la cama, cada que algo superior a ella se mostraba ante sus ojos.
Alex no pudo volver a verla, sin sentir la culpa carcomer sus entrañas, y Nadín nunca cuestionó por qué su hermano parecía odiarla.
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