I
El frío calaba hasta sus huesos. Estaba molesto por la elección de su chamarra tan desgastada, pero ya no podía hacer nada.
Suspiró.
Estaba agotado. Había estado corriendo alrededor del parque como siempre, pero esa mañana se levantó inusualmente cansado. Harto.
Se detuvo para sentarse en una banca enfrente de la pequeña laguna, y observaba como el agua se mantenía apacible. Eso lo hacía sentir inquieto porque él no podía conectar con ese sentimiento de paz ahora mismo. Se sentía insatisfecho, por decirlo de una linda manera.
Se cuestionaba porqué este día en particular se levantó con el pie izquierdo, sin ánimo y asqueado de la vida. Sí, él salió a correr como de costumbre. Casi nunca fallaba a su rutina, era hacerla o hacerla. Pero aunque estaba cumpliendo con su lista, todavía sentía esa molestia dentro de sí.
—Probablemente dormí mal… —Se dijo a sí mismo—. Quizás debo descansar un poco.
Una llamada entró a su teléfono, miró por un breve momento la pantalla hasta que contestó.
—Habla Kim Seok Jin —saludó como siempre lo hacía—. Buenos días.
Del otro lado, una voz masculina contestó, aparentemente había un problema en la oficina y estaban pidiendo referencias sobre cómo actuar. Era su día libre, por amor al cielo. Él usualmente iba a checar el asunto, pero particularmente hoy no se sentía con ánimos de arreglarlo. Se limitó a dar algunas instrucciones, se esforzó por mantener su voz amable, y ser muy minucioso con lo que decía para evitar más problemas. Sí, era cierto que si él iba, la empresa le pagaría horas extras. Era una buena empresa, pero eso le importaba poco en ese momento.
El colgó después que el empleado le dio las gracias con una voz muy alegre. Puaj. Demasiada alegría para su gusto.
Siguió mirando la laguna hasta que notó a un joven acercándose al barandal y arrojando algo al agua. Detrás de él, otro chico llegó y se arrodilló, y unos segundos más tarde otros chicos llegaron y rodearon al que estaba en el suelo.
Bullying. No era de su incumbencia. No. De todos modos, ya era hora de irse. Los chicos comenzaron a gritar sandeces, esto y lo otro, y el joven en el suelo comenzó a llorar.
Ah, de acuerdo. Fue suficiente. Quizás ganaría una entrada al cielo, él esperaba que sí. Sacó su celular y comenzó a grabar.
—¡Ustedes! —gritó cuando estaba a metros de ellos—. ¡Dejen al chico en paz!
Los chicos lo miraron y sonrieron con desdén. Eran esa clase de chicos que se creían rudos y mordaces, pero posiblemente nada sabían de la vida. Bien. Él entendía.
—¿Y si no queremos? —preguntó el que había arrojado el objeto al agua—. ¿Qué harás?
—No se meta en nuestros asuntos, viejo —dijo otro.
—Tan fácil como una llamada a la policía, de hecho tomé evidencia. —Sacó su celular mostrando el video que había tomado momento atrás—. O a la antigua, podemos pelear por el joven en el suelo.
En serio quería asegurar su lugar en el estúpido cielo ahora.
Todos rieron, menos él y el joven golpeado.
—No queremos pelear con un viejo —escupió el tirador de objetos—. Y arruinaste el puto ambiente aquí. Vámonos —dijo a sus amigos, y después se inclinó hacia el joven golpeado—, espero que tu amigo te ayude la próxima vez que nos veamos.
Dicho esto, se encaminaron por donde llegaron, dejando al chico en el suelo con algunos moretones. Bien, eso debió doler.
—¿Estás bien? —preguntó Jin cuando se acercó al chico—. ¿Cómo te llamas? —Le tendió la mano para ayudar a levantarse.
El chico lo miró, primero con desdén o lo que parecía ser furia, pero después pareció pensarlo mejor y tomó la mano de Jin para colocarse de pie.
—Ho Seok —respondió, sacudiendo sus ropas, y yendo directamente hacia el barandal.
—¡Detente! —gritó Jin un poco asustado—. ¿Qué estás haciendo?
Ho Seok no contestó.
—Vamos, te llevaré a tu casa.
Silencio otra vez.
—Oye, sé que estás estresado, pero vamos, hombre. Fingir que no te duele no hará que te sientas mejor.
Ho Seok siguió mirando a la laguna, en realidad ni le estaba prestando atención a Jin. Él estaba buscando con el corazón en su garganta lo que habían tirado al agua.
—Debo encontrarlo —susurró Ho Seok, tomando impulso para zambullirse a la laguna.
—¡Espera! ¡Oye! —gritó Jin exasperado cuando Ho Seok saltó—. ¿Qué crees que estás haciendo?
Observó a Ho Seok sumergirse varias veces y salir a tomar bocanadas de aire, su cara era un desastre de emociones contenidas. ¿Qué estaba buscando ese chico?
—Deberías salir, el agua debe estar fría. Podrías enfermarte —sugirió Jin con amabilidad. Realmente estaba preocupado ahora—. Te ayudaré a buscar después. Además, podrían multarnos. Está prohibido nadar en la laguna. —Ho Seok seguía ignorándolo—. ¡Y no tengo mucho dinero ahora para pagar! ¡Olvidé mi billetera en casa!
Jin no supo si algo de lo que había estado gritando hizo ruido en el chico, pero después de sumergirse una vez más y conectar miradas con él, salió de la laguna justo como había entrado. Se trepó sobre el barandal, cayendo al suelo todo empapado, golpeado y cansado.
—¿Estás bien? —Volvió a preguntar. Esta vez Ho Seok asintió desde su lugar en el suelo.
«Al menos, porque eso fue increíblemente estúpido», pensó Jin, sabía que decirlo no ayudaría en nada.
—¿Qué estabas buscando? —La duda era tan real y él quería saber.
Ho Seok negó con su cabeza.
—Nada —murmuró, y agregó unos segundos después—: No es importante.
—Pues para no ser importante expusiste tu vida de esa forma, no me imagino qué harías si lo fuera. —Jin sonrió ante la mirada molesta que el chico le dio—. ¿No es así?
—No importa —dijo Ho Seok, levantándose del suelo y sacando su sudadera para exprimirla.
Jin suspiró. Ah, en serio… Se quitó su chamarra y se la extendió.
—Aquí, toma.
—No es nece… —No pudo completar la oración, Jin le estaba colocando su chamarra alrededor de su espalda.
—Solo acéptala. ¿Qué tan difícil es? No me estoy muriendo de frío para que no lo hagas —rezongó.
Ho Seok sonrió tímidamente, aunque intentó ocultarlo.
—Gracias.
—Vamos, te llevo a casa —dijo Jin.
Ho Seok no se movió de su sitio.
—No puedo ir a casa —susurró—. Yo… Mi papá…
—¿Le tienes miedo a tu papá? —Jin cuestionó.
—No, no es eso. Es solo que… bueno… —titubeó—, él no sabe que… Él no sabe que me pasa… esto. —Extendió sus manos para dar más énfasis.
Jin lo miró interrogante.
—¿Qué te golpean? ¿A eso te refieres?
Ho Seok no dijo nada.
La cara de Jin se iluminó de entendimiento.
—Oh —dijo—, pues se va a enterar.
—¿Qué? ¡No!
—¿Por qué no?
—¡No tengo porqué darte explicaciones! Simplemente no quiero.
—¿Y a dónde se supone que irás? ¡¿Ya te viste?! —Jin exclamó incrédulo.
—No lo sé, ¡con un amigo! ¡A cualquier parte menos a casa!
—¡Entonces devuélveme la chamarra! —exigió Jin enfurecido, pero no tanto… Quería saber hasta dónde llegaría el muchachito.
Ho Seok refunfuñó.
—¡No! —exclamó enojado—. Tengo frío. ¡Dijiste que me ayudarías, así que hazlo!
Genial. Esto le pasaba por ser buena persona.
—¡Te ayudaré llevándote a casa! Eso es lo que un adulto responsable haría.
—No pareces ser un adulto responsable, para empezar —dijo Ho Seok molesto.
Jin se indignó.
—Vaya, parece ser que está bien juzgar a las personas por su apariencia. De ser así, yo te habría juzgado desde el primer instante en que te vi, ¡y no lo hice!
—Entonces, ¡¿por qué me ayudaste?! —gritó Ho Seok furioso.
—¿Cómo diablos se supone que te iba a dejar tirado ahí sin más? ¡Tengo corazón, chico idiota! Se llama empatía. —El rostro de Jin se coloreó de rojo por la indignación.
Ho Seok se mantuvo callado, estático, mientras observaba el rostro de Jin. Su labio inferior tembló, no sabía si por el frío o por temor, pero sus ojos se llenaron de lágrimas y aunque quiso aguantarlas, algunas se terminaron por escapar; se resbalaban por sus mejillas como si hicieran carreritas.
—Oye —llamó Jin asustado por el cambio drástico de emociones—. Está bien. Entiendo que no quieras ir con tu padre, pero no puedo no llevarte con él, ¿entiendes? —habló con la voz más calmada e intentó ser amable—. Si te sucede algo en casa de tu amigo y me entero, no podría vivir con la culpa. Se supone que debo ser buena persona. Tómalo como un acto egoísta de mi parte, me quiero ir al cielo cuando muera.
Ho Seok le dio una media sonrisa, aunque seguía llorando. Se aferró más a la chamarra porque estaba muriéndose de frío, y decidió aceptar la ayuda de Jin. De todas formas, su padre se acabaría por enterar cuando le pregunte acerca del collar de su abuela. Ho Seok no es bueno mintiendo, pero sí evadiendo situaciones y omitiendo información. Pero estaba harto, su padre se enteraría, eso era seguro. ¿Qué más da si es hoy o mañana? Además, la ayuda de ese señor podría ser útil. Quizás su padre lo pase a segundo plano, en lo que él lo atiende. Su padre era muy amable.
—De acuerdo —dijo Ho Seok—. Puedes llevarme a mi casa.
Seok Jin asintió con una sonrisa.
***
El camino a casa de Ho Seok fue silencioso, pero no incómodo. El chico estaba medio dormido, medio despierto, mirando por la ventana en el asiento del copiloto. El único intercambio de palabras fue cuando Jin preguntó acerca de la ubicación para colocarla en el GPS del auto, y fue todo. Estaba un poco retirado de donde
normalmente conducía, pero no lo mencionó.
Después de unos treinta minutos de conducción, Jin se estacionó frente a una casa bonita, de colores otoñales. Se sentía una vibra fresca, pero melancólica. Le gustó.
Llamó a Ho Seok levemente, y este se levantó enseguida, bajándose aún con su chamarra puesta.
Jin dudó en si dejársela al chico o ir tras ella, pero al notar que Ho Seok se quedó parado frente a su puerta. Suspiró.
«Espero que sea un pase VIP, al menos...», pensó con gracia.
Bajó del auto, y se colocó detrás de Ho Seok tocando el timbre al instante. Le lanzó una mirada al chico, y este solo sonrió a medias.
—¿Sí? —preguntó un hombre, de la misma edad que Jin, seguramente el padre—. ¿Hobie? —preguntó pasando su vista de su hijo a Jin varias veces—. ¿Ocurrió algo? ¿Estás bien? ¿Por qué…?
—Hola —dijo Jin con calma—. Conocí a Ho Seok en el parque central. —Sujetó uno de los hombros del mencionado en un gesto de apoyo—. Y como ve, está empapado, ¿puede ir a cambiarse? Se enfermará...
El hombre asintió, se hizo a un lado para que su hijo pasara. Jin creyó que le daría la chamarra, pero Ho Seok entró con ella rápidamente, sin siquiera ver a su papá o a él.
—¿Usted es…? —La voz del hombre denotaba mucha curiosidad.
—Oh —rio Jin—, soy Kim Seok Jin. Un gusto —extendió su mano que rápidamente fue atendida por la contraria.
—Kim Tae Hyung —contestó el contrario—. ¿Qué ha sucedido? ¿Ho Seok causó algún problema?
—Bueno… La verdad que no —dudó Jin. No sabía si contar o no lo ocurrido, en ese punto él solo quería irse. Sí, había dicho que hablaría con su padre, pero hacerlo era otra muy diferente. Pensándolo bien, mejor no.
—¿Por qué está empapado? ¿Puede decirme? —Taehyung seguía hablando con tranquilidad, pero su rostro reflejaba pura preocupación.
—Me caí en el lago del parque por accidente, y este sujeto de aquí. —Señaló a Jin—. Me… salvó —dijo no muy convencido.
—Mi nombre es Jin. —Se apresuró a corregir al chiquillo que todavía tenía su chamarra puesta, pero con un nuevo cambio de ropa debajo.
Tae Hyung sonrió en un gesto de disculpa, y pareció pensarlo un momento.
—¿Quieres pasar a tomar algo y hablamos bien? —preguntó haciéndose a un lado de la puerta para dejarle paso. Seok Jin suspiró internamente, ¿ahora tendría una charla con el padre del chico? ¿Qué más, Señor?
Miró su reloj; aún era temprano. ¿Qué podía perder? Después de todo, no tenía casi nada planificado en el día. Y podría ser una excusa para llegar tarde a casa de su madre. Le quería, por supuesto, pero últimamente ha estado de mal humor porque Jin sigue soltero, y no tenía ánimos de discutir eso… otra vez.
—Claro. Gracias —dijo Jin.
***
—Lamento ser yo quien le haya dado la noticia —repitió Jin mirando de Ho Seok a su padre y viceversa—. No debí inmiscuirme, pero tampoco podía dejarlo así.
Tae Hyung negó con la cabeza, pensativo—: No —dijo—, no se disculpe. Al contrario, gracias por explicarme. Jamás me hubiese enterado de no ser por usted. Hobie y yo tenemos mucho de qué hablar.
Seok Jin observó como el chico miraba a su padre con vergüenza y algo de tristeza. Ay. Pobre chico. Le entendía, había pasado algo similar en su juventud, pero habría dado cualquier cosa por alguien que lo ayudara como él lo hizo. Eso último lo calmó.
—Bueno, yo tengo que irme. Gracias por el café —dijo Jin.
El padre asintió. Ho Seok le dedicó una tímida sonrisa por primera vez desde que estaban sentados en la sala. Bien, el chico no estaba enojado con él.
—Te acompaño a la puerta —dijo Tae Hyung.
Cuando Seok Jin estaba conduciendo de nuevo a su departamento, aceptó que jamás iba a recuperar su chamarra. Al menos no era de sus favoritas.
—Ese chico punk —susurró con una media sonrisa.
***
Aquí, Lali-to. Muchas gracias por leer. Acepto sugerencias, comentarios bonitos y propuestas de matrimonio. 🥰🤙🏼
¿Lo terminaré? Lo averiguaremos.
Adiós.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro