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Capítulo 5: Te he lastimado


“Finalmente ya no tengo miedo de ti, porque ya no siento, ya no veo, mucho menos escucho… mis ojos han perdido su brillo y mi vida se extingue a cada segundo.” H.E


Con miedo observó la frágil silueta entre sus brazos, aprisionando contra su pecho el pequeño cuerpo mientras exclamaba que lo sentía entre alaridos incomprensibles. Lo cierto es que no podía quedarse llorando mientras la persona que amaba moría entre sus brazos por su maldita culpa. Cada segundo que pasaba, aquel angelical rostro palidecía y su cuerpo se enfriaba más y más, amenazando con desvanecerse frente a sus ojos, pidiéndole a Dios que Naruto  permaneciera a su lado.

Torpemente tomó el teléfono y con las manos temblorosas marcó el número de emergencia, rogando por ayuda para su esposo. En diez minutos una ambulancia estaba afuera de la mansión Uchiha mientras dos paramédicos auxiliaron a su doncel. Sasuke solo observaba cada movimiento de los hombres que colocaron a Naruto en una camilla subiéndose a la ambulancia, sin pensarlo él también subió sentándose a su lado, sosteniendo la fina y pequeña mano de Naruto entre las suyas, sollozando y pidiendo que no lo dejara porque lo amaba más que a su vida. En ese momento el paramédico no podía culpar a Sasuke del estado del rubio, nadie lo haría al verlo destrozado y aterrorizado con la idea de perder a un ser amado, implorando por que hicieran algo.  

Al llegar al hospital fue atendido de inmediato por la doctora Tsunade, mientras él esperaba con los nervios a flor de piel, comenzando a sentirse mareado. El suelo bajo sus pies tembló y las paredes se movieron de forma ondulante. Su respiración acelerada lo obligó a separar los labios en busca de aire, intentando oxigenar sus pulmones que sentía colapsar. Finalmente una fuerte opresión en el pecho lo dejo de rodillas, llevando una mano a la altura del corazón, al mismo tiempo un calor agobiante invadió su cuerpo, sofocándolo. Lo último que escuchó fueron las voces de las enfermeras, después nada.

—Naru… —susurró antes de cerrar sus ojos, sintiendo el frío suelo bajo su cuerpo.

●●●

Con dificultad abrió los ojos, intentando enfocar su alrededor, aunque tenía una vaga idea del sitio, todo era blanco con pequeños matices en grises, a lo lejos, más específicamente del lado derecho, una inmensa cantidad de luz entorpecían sus intentos por esclarecer su vista. Quiso levantar su brazo para cubrirse del sol, pero le fue imposible, intentó levantar el otro obteniendo el mismo resultado, entonces se concentró en el peculiar sonido del metal al chocar contra el pequeño barrote de la cama. Después de varios minutos su vista enfoco el cuarto de hospital, sus negras orbes escanearon su cuerpo viendo con desagrado el camisón verde que portaba. Con más detenimiento observó su brazo, apreciando el suero que tenia conectado… lo que nunca se espero es ver aquellas esposas en ambas muñecas, aprisionándolo como si fuera a escapar en cualquier segundo.

—¡¿Qué demonios?! —exclamó incrédulo y aún algo aturdido, intentando incorporarse cuando un nuevo mareo lo tumbó de nuevo en la cama.

—Yo ansiaba matarte… aunque solo te esposaron a la cama, Uchiha —escuchó una gélida voz, seguido de un chasquido. Sasuke giró su rostro y solo fue capaz de ver aquella larga cabellera rojiza con destellos naranjas alejarse de la habitación, resonando por el lugar el eco de sus firmes pisadas.

No hacía falta decir que se encontraba aturdido y confundido. Volvió a posar su mirada sobre la puerta, observando a una doctora de cabello negro y corto acompañada de un hombre, que por su vestimenta dedujo que era policía, extrañado por los lentes de sol que portaba dentro de aquel lugar. La mujer se aproximó hasta él haciéndole un chequeo rápido sin mediar palabra alguna, evitando a toda costa cruzar su vista con la del Uchiha. Desesperado que no le dijera nada la miró mal, pero en vez de preguntar por qué carajos estaba esposado, su semblante se torno nostálgico en cuestión de segundos.

—Naru… ¿cómo está mi esposo? —inquirió dubitativo y algo temeroso de la respuesta que le fueran a dar, pero la fémina evadió la pregunta, entonces cuestiono otra cosa—. Y ¿por qué estoy aquí?

La mujer suspiró antes de responder a su pregunta, se notaba cansada y a pesar de que sabía que no estaba actuando profesionalmente le era muy difícil ver a ese hombre, sin sentirse enfadada. Por más que deseaba evitar verlo con reproche no podía.

—Su esposo sigue en observación —respondió de forma osca, continuando con su labor de tomarle el pulso y checar sus signos vitales—. Y usted sufrió un ataque al corazón el mismo día que se internó a su esposo, de eso ya han pasado cuatro días.

Sasuke miraba con asombro e incredulidad a la mujer quien en cuanto termino de revisarlo asintió con la cabeza al extraño hombre de gafas, marchándose de la habitación dejándolos a solas. Un silencio sepulcral llenó el ambiente incomodando a ambos, más que nada a Sasuke que exigía respuestas con la mirada fija en aquel policía.

—Mi nombre es Shino Aburame, policía de Konoha perteneciente al departamento de victimas especiales —se presentó con cortesía aquel hombre que no aparentaba tener más de treinta años—. Señor Uchiha ¿sabe por qué estoy aquí? —inquirió con seriedad mientras notaba como Sasuke negaba lentamente con la cabeza, suspiró antes de volver a hablar—. Señor Uchiha, se le acusa de maltrato, intimidación, violación e intento de asesinato contra el doncel Namikaze Naruto… también presenta cargos por posesión y uso de narcóticos.

Los ojos de Sasuke se abrieron de la impresión ¿era en serio? ¿Intento de asesinato contra Naruto? Eso no podía ser otra cosa que una vil y cruel mentira. No quería creerlo, mejor dicho se negaba a hacerlo, pero algo muy dentro de él le decía que todo aquello que le decía Shino era verdad. Sin salir del asombro original intentó concentrarse en todas y cada una de las palabras que le decía, mientras que su cerebro hacía un esfuerzo por procesarlas, lo último que le dijo Aburame antes de salir de su habitación fue «En cuanto sea dado de alta del hospital será sometido a juicio»…

●●●

Un silencio abrumador llenó la sala de juicio mientras todos tomaban su lugar, algunos en silencio y otros entre murmullos incómodos que lograba escuchar a la perfección. Aquella mañana llovía, como si el agua fueran lágrimas no derramadas en una perfecta representación simbólica del dolor que invadía su alma, carcomiéndole la culpa y devorando su paz lentamente obligándole a desear su muerte, como castigo por su crimen por el cual hoy estaba ahí, en silencio con la mirada gacha en espera del veredicto.

No tenía derecho a piedad, porque él no la tuvo cuando golpeaba a Naruto, no tenía derecho a sentirse mal, a llorar ni a ser perdonado, ni por el hombre, ni por Dios, mucho menos por su amado Naru a quien tanto lastimó. Él, su amado ángel a quien destrozó fragmentándolo en mil pedazos, borrando la esencia de lo que un día fue y jamás volverá. Devastó lo que más amaba y juró proteger, todo con sus propias manos…

El juez encargado de su caso se decía ser el peor, un tal Tobirama Senju un hombre implacable y justo, quien ya estaba en su lugar, sentado en el estrado con ese porte atemorizante y gélida mirada que lograba erizar la piel de cualquiera, ese rostro tan serio y autoritario que de solo verlo te provocaba un escalofrío en todo el cuerpo. Sasuke giró levemente su rostro hacia la izquierda observando el abogado de Naruto, Kurama No Yõko, un hombre alto, cabello rojizo y gélida mirada, quién le veía como si le quisiera descuartizar lentamente y de manera sádica. Había sido el abogado de la familia Namikaze por varios años y si mal no recordaba estuvo viviendo en el extranjero desde hace poco más de un año.

Kurama era conocido por nunca perder un caso, alguien frío y sin sentimientos, a quien no se le conocía familia, muchos temían a su autoritario y desafiante carácter, afirmando que él no era capaz de apreciar a nadie y que nunca lo haría. ¡Para desgracia de Sasuke!, sabía que se equivocaban, aquel hombre llegó a apreciar a una sola persona, a quien considero su familia y su todo, albergando por él un sentimiento tan fraternal y tan puro que era difícil de creer para alguien considerado “demonio”. Debido a que ya conocía al abogado sentía cierto miedo, tuvo la desgracia o fortuna de conocerlo doce años atrás y saber de lo que era capaz, cuando fue llevado a la mansión por Minato.

En ese entonces era solo un muchacho de quince años con la mirada perdida y visibles golpes en un cuerpo cubiertos de vendas, a quien la familia Namikaze decidió cuidar y criar, ¿por qué? nunca lo supo, tampoco pregunto ya que no le interesó conocer el pasado de aquel chico, que solo se dignaba a hablar amablemente con Naruto quien en ese entonces tenía nueve años y pese a la mirada gélida, carácter de los mil demonios y sus escuetas respuestas del varón, el pequeño doncel le trataba con demasiada familiaridad. Le sonreía y platicaba con normalidad, haciéndole regalos que poco a poco ablandaron el carácter hostil de Kurama, claro que con los demás seguía siendo el mismo bastardo intimidante. Solo sabía que no le caía bien y nunca lo haría. Siempre discutían y se molestaban mutuamente. En muchas ocasiones sintió celos de Kurama, ya que se llevaba demasiado bien con su Naru, incluso le dejó ver su lado alegre demostrándole cada una de sus diversas facetas al rubio, a quien trataba como si de un todo se tratase.

«Si le haces llorar no vivirás para ver nuevamente la luz del día Uchiha» fue su amable consejo, dicho justamente el día que se casó con Naruto. Su voz era tan fría, seria e imponente que por un momento temió a sus palabras, en ese entonces se juraba que nunca lastimaría al ser que más amaba… dejando en el olvido aquella promesa a Kurama.

Regreso a su realidad, mientras giraba a ver a su hermano que lo veía con un gesto de tristeza y decepción plasmado en sus ojos, a su lado estaba Kakashi sosteniéndole la mano. No se extrañaría si alguno de los presentes le llegara a odiar, se lo merecía, pudo notar que también estaba Hinata, Ino, Sai, incluso Sakura acompañada del que creía era su esposo. Tampoco le extrañó la presencia de la doctora Tsunade…

—Ya es hora —susurró su abogada Karin, de la cual había escuchado hablar muy bien, constatando su eficacia él mismo, ya que trabajaba para la empresa desde hace más de tres años. En un principio la pelirroja le acosaba, pero todo eso cesó cuando le dejó muy en claro que él amaba a Naruto—. Todo estará bien.

Sasuke no dijo nada, solo asintió y se acomodo en su lugar, dispuesto a recibir su castigo, se encontraba algo ansioso e impaciente, no por él, sino por saber de Naruto, nadie de su familia le había querido decir algo, por muy mínimo que fuera, pero era lógico, si casi lo mata ¿Quién le creería que estaba preocupado?, la única que le mantuvo informado del estado de su rubio fue Karin…

—Caso 801-57, el estado contra Uchiha Sasuke. Acusado de intento de asesinato, violación y tortura contra Namikaze Naruto —anuncio un hombre que permanecía en una mesa al lado del juez.

—¿Cómo se declara el acusado? —inquirió el juez, a lo que Karin se levantó contestando «Inocente»

Lo sabían, no había nada que hacer, tenían testigos, pruebas, incluso el se declararía culpable… no tenía caso someterse a juicio, no cuando estaba consciente de que se había comportado peor que una bestia salvaje con su ser más preciado. Entonces lo recordó… recordó cómo fue que inicio todo, fue hace cuatro años, poco después de que cumplió veinticinco…

Era un día lluvioso, el fuerte viento azotaba las ventanas de la mansión Uchiha, dando un ambiente más tétrico en el estudio, lugar donde se encontraban sus padres y los de Naruto, todos con expresiones serias, rodeados de un ambiente tenso.

—¿A qué se debe esta “amigable” reunión? —inquirió Sasuke rompiendo el sepulcral silencio que comenzaba a tornarse sofocante.

—Sasuke, quiero que escuches antes de que se te ocurra decir algo —advirtió Fugaku observando a su hijo asentir —. Desde hoy tu compromiso con Naruto queda anulado, los Namikaze viajarán mañana a primera hora a Nueva York y no es probable que regresen —sentenció ante la atenta mirada de todos, mientras Kushina sollozaba entre los brazos de Minato.

Los ojos del moreno se abrieron ante lo dicho, ¿qué había pasado? No podía estar hablando en serio, él amaba más que a nada a Naruto, no podían decirle que de un día para otro su compromiso quedaba anulado, no cuando llevaba diez maravillosos años enamorado de ese encantador y alegre doncel rubio. No cuando estaban a poco más de un año de casarse, no podían separarlos cuando se juraron estar siempre juntos…

—¿Por qué? —mantuvo la compostura, quería saber el porqué, mejor dicho, era su derecho saber cuál era el motivo para semejante acto.

—Sasuke-kun, escúchame… —pidió Minato con seriedad—. Hace unos meses, once para ser exactos, mi padre recibió una amenaza en forma de carta, anunciando que él era el primero de la lista para la erradicación del legado Namikaze, en un principio no le tomó importancia hasta que comenzaron a llegar más cartas, se levantó la denuncia y se comenzó a investigar el caso, desgraciadamente mi padre fue encontrado muerto hace seis meses en su mansión…

Se hizo nuevamente un silencio, Sasuke escuchaba atentamente la historia sin poder creérselo del todo, aunque estaba bastante enterado de que la familia Namikaze era considerada una de las cinco más ricas del mundo debido a sus múltiples empresas de diversos giros, y no era ningún misterio que tenían varios enemigos, motivo por el cual se mantuvo en secreto a Naruto, ya que meses después de que nació intentaron matar a la familia —asegurando según ellos su bienestar—. Solo los socios más cercanos a la familia sabían de él.

—Un mes después de la muerte de mi padre, esas misma cartas comenzaron a llegar a mi nombre y al de Kushina, tal parece que aún no saben de Naruto, ya que la amenaza es clara —prosiguió Minato—, “Solo faltan ustedes, para completar mi venganza”, más que nuestras vidas, como padres nuestra prioridad es Naruto, no podemos dejar que sepa de su existencia así que lo mejor es alejarnos por un tiempo mientras siguen las investigaciones…

—Sasuke-kun, se cuanto amas a mi pequeño bebé y como madre esa es una de mis más grandes alegrías, saber que está con alguien que corresponde de igual medida su amor —susurró Kushina mientras lo abrazaba—. Pero es egoísta obligarte a esperar…

—No me importa —interrumpió separándose del abrazo de Kushina y mirándola a los ojos—. Amo a Naruto y no me importaría esperar diez años de ser necesario. Tampoco es conveniente mantenerlo en el anonimato por siempre.

Su voz era firme, mostrando su decisión. No hubo ni el más mínimo titubeo en sus acciones, él amaba a Naruto y haría cualquier cosa por él, y el tiempo no sería ningún impedimento, ni ahora ni nunca. Mikoto que se había mantenido en silencio todo ese tiempo comprendía a su hijo, y lo único que podía hacer era apoyarlo en su decisión, darle ánimos y junto con su esposo ayudar en la investigación de los Namikaze, no solo como los amigos que eran, sino como la familia que pronto serían.

Dos años era el tiempo límite que se impusieron para resolver todo ese asunto, no tenía caso huir a ningún lado, ellos no eran así, por lo que sobre todas las expectativas se quedaron en Japón, sin mencionarle nada de lo ocurrido a cierto rubio. En ese tiempo el trabajo en Uchiha Co. Incrementó considerablemente manteniendo a Sasuke más ocupado, el cual había asumido el mando de la misma tres años atrás.

Había pasado dos meses desde que se habló con ambas familias y tomaron la decisión, por lo que estaban a poco más de un mes de que Naruto cumpliera sus diecisiete años. Aquel día Minato y Kushina debían hacer un viaje a Francia por cuestiones de trabajo y regresarían un día antes del cumpleaños de Naru, por lo que Fugaku y Mikoto se ofrecieron a acompañarlos hasta el aeropuerto, donde uno de sus aviones privados les estaría esperando, en ese tiempo decidieron que Naru se quedaría en la mansión Uchiha para mayor seguridad.

Pero poco antes de llegar a su destino, la lujosa limusina de la familia Uchiha que transportaba ambas parejas fue embestida por un auto negro y acorralada por otros dos, los cuales obligaron al chofer a conducir por donde ellos les guiaban hasta parar en las afueras de Konoha, un lugar bastante solitario y poco transitado, los hombres que manejaban los tres carros se bajaron sosteniendo firmemente entre sus manos un arma, mientras que con toda tranquilidad se aproximaban a la limusina donde ambos varones abrazaban a sus esposas siendo presas del pánico y la impotencia, rogando por un mañana que jamás verían. Los cinco fueron asesinados de un disparo en la cabeza, incluyendo al chofer que manejaba…

●●●

Sasuke permanecía en su oficina firmando unos documentos cuando recibió la peor de las llamadas. No pensó antes de salir corriendo hacia la morgue donde permanecían los cuerpos de sus padres y la pareja Namikaze, los cuales tuvo que identificar, notando los signos de tortura que presentaban ambas parejas, quedando horrorizado por la escalofriante y tétrica imagen de ver a su amada madre con el rostro golpeado al igual que su padre. Sin embargo era algo que debía hacer él y solo él. No estaba dispuesto someter a su hermano, mucho menos a Naruto a ver en ese estado los cuerpos de sus padres.

Estaba destrozado, pero entonces recordó a Naruto, su Naruto, a quien le tenía que dar la noticia, sabía que no podía decirle que fueron asesinados y que probablemente ya sabían de su existencia. No, simplemente no debía, también tenía que decírselo a Itachi… y en su estado no era conveniente que le dijera la verdad tras la muerte de Mikoto y Fugaku, no cuando tenía seis meses de embarazo y estaba en una etapa bastante delicada, lamentando el hecho de no poder ser sutil, por lo que tras respirar varios minutos llamó a Naruto y a Itachi, indicando que los vería en la mansión Uchiha, intentando no sonar tan alarmado como estaba, regularizando su voz que amenazaba con quebrarse en cualquier segundo.

En un principio Itachi se negó, ya que cinco años atrás, cuando conoció y se enamoró de Kakashi, un simple trabajador, dejó la mansión para vivir con él, y les juró a sus padres que si no lo aprobaban se podían olvidar de que tenían otro hijo, para el orgulloso Fugaku Uchiha el hecho de que su hijo doncel se juntara con un cualquiera le desagrado, y que la última vez que se vieron, discutieron. Mikoto lo apoyó en secreto, pero nunca pudo convencer a su esposo para que aceptara la decisión de su hijo. Para Sasuke el ver a su hermano feliz le bastaba, por lo que se mantuvo en constante comunicación con ambos.

Así que cuando Itachi recibió la llamada quiso negarse, pero aquel tono suplicante y poco usual en Sasuke le preocupo, por lo que prefirió no indagar más hasta que lo viera, pretendía ir solo aun si eso significaba un encuentro más con su padre que probablemente acabaría en gritos, pero Kakashi terminó por acompañarlo. Grande fue su sorpresa cuando un alegre Naruto les recibió, anunciando que solo él estaba en casa.

Cuando Sasuke llegó vio a su doncel acariciando la notoria curvatura del vientre de Itachi, quien permanecía sentado en el mullido sillón, siendo abrazado por Kakashi, se veía tan tierno haciendo eso que logró calmarse lo suficiente para poder hablar con ellos. Observó en su mirada la ilusión de un bebé, de una familia, que por un momento se sintió impotente para hablar, de decir aquella devastadora noticia, pero debía hacerlo. No fue nada fácil armarse de valor y romper aquella encantadora escena para disfrazar la trágica verdad con una mentira igual de dolorosa. Su hermano lloro en silencio después de enterarse del supuesto «accidente automovilístico» de sus padres junto a los de Naruto, agradecía que ahí estaba Kakashi para apoyarlo y reconfortarlo. Pero todo fue diferente con Naru, su Naru, quien se levantó gritando que mentía, que no era posible, rogando que le negara la muerte de sus padres mientras las lágrimas empapaban su rostro, logrando que su corazón se fragmentara en miles de pedazos al observar la tristeza en esos orbes opacos y sin vida.

Él también anhelaba llorar, desahogarse y gritar, gritar que tenía miedo, que le dolía la pérdida de sus padres, ansiaba ser abrazado y reconfortado como un niño pequeño aprisionado en el pecho de ese alguien, pero no podía ni debía mostrarse débil o derrumbarse, mucho menos dar a conocer todo el dolor, la carga  y la preocupación que sentía en esos momentos. Él debía mostrarse siempre fuerte y ser el soporte de Naruto e Itachi, tenía la obligación y deber de encontrar aquel maldito que mató a su familia.

Ni siquiera pudo llorar en silencio, ni en la soledad de su alcoba… el funeral fue privado, dando a conocer que todo fue un accidente. Los siguientes días su preocupación fue cierto rubio que dejó de comer y dormir hundido en una profunda depresión, agradecía a Itachi que le hiciera compañía pese a su delicado estado, incluso él y Kakashi dejaron la comodidad de su humilde casa para pasar una temporada en la mansión Uchiha —a la cual juró no volver a vivir jamás—, y justamente comenzaba a mostrar mejoría cuando otro problema se presento.

Sanshouo no Hanzo, uno de los socios más importantes de las empresas Namikaze anuncio lo obvio y es que las diversas empresas no se podían quedar sin alguien al mando, y solo había dos posibles soluciones, la primera era vender todos los activos y dividirlos entre los socios liquidando a los empleados, prácticamente disolver una firme empresa con más de un siglo de historia. La segunda opción era que uno de los altos socios tomara el mando, ya que al no existir un Namikaze que asumiera el mando, el único que se propuso para tal papel fue Hanzo, quien rápidamente fue rechazado por los demás socios.

En ese momento Uchiha Co era considerado uno de los socios más importantes de Rasengan Inc. Por lo que nunca se espero que la decisión que quisieran tomar fuera disolver la empresa, era inconcebible si estaba en la cúspide, sobre todo si él mejor que nadie sabía que el legítimo dueño era Naruto.

—No pueden hacer eso —alegó Sasuke a los ancianos que estaban presentes—. Ya que el legítimo dueño es el hijo de Minato y Kushina Namikaze.

—¿Pero qué tonterías estás diciendo chiquillo? —farfulló Hanzo con seriedad—. El matrimonio Namikaze no tuvo descendientes.

—En eso se equivocan —contrarrestó otro de los presentes, Hiruzen Sarutobi, quien posó su mirada en Sasuke—. Pero tampoco espero que creas que dejaremos a un niño de diecisiete tomar el mando de esta empresa —suspiró con cansancio—. Si mal no recuerdo tu eres su prometido, podrías casarte con él y asumir el cargo de Rasengan Inc la cual se acabara de fusionar con las empresas Uchiha, es una mejor opción que disolver el trabajo de todos nosotros. No se ustedes —se dirigió a los socios—, pero esta empresa no puede ser disuelta si está en el apogeo, mucho menos si tiene a alguien tan capaz al mando como lo es el joven Uchiha, por otro lado nosotros como socios nos veríamos enormemente beneficiados de esto y nuestra fortuna seguiría en aumento, en cambio si se disuelve Rasengan Inc, lo único que conseguiremos sería disminuir nuestro capital y patrimonio.

Sasuke conocía muy bien al hombre, era uno de las pocas personas en las que confiaban Minato y Kushina, ahora entendía el porqué y tampoco le parecía una mala idea, pero creía que aún era muy pronto para Naruto, no podía pedirle que se casaran por dos razones, la primera es que no estaba en condiciones por la muerte de sus padres y la segunda porque faltaba un mes para que cumpliera los diecisiete, edad en la que se podrían casar legalmente. Suspiró, estaba a punto de hablar cuando un fuerte golpe sobre la mesa lo sacó de sus pensamientos, era Hanzo que mantenía una expresión asesina mientras bufaba con rabia, observando como todos sus planes se venían abajo, ya que sin los Namikaze el creía que tomaría el control de la empresa en un setenta por ciento, al cabo de dos años se haría con ella, por otra parte si se disolvía la gran mayoría de la fortuna generada por la misma pasaría a estar a su nombre, pero con esto él seguiría siendo un simple socio en la sombra de los Namikaze y ahora también los Uchiha.

—Así que todo esto ya lo tenían planeado… —apuntó con enfado, frunciendo el ceño y chasqueando la lengua—. Si ese matrimonio no se realiza en menos de dos meses esta empresa quedará disuelta y punto.

Los presentes asintieron, no estaban conformes con que Sasuke quedara al mando de todo, pero era mejor él que Hanzo. Por su parte el azabache estaba cansado, agobiado y triste por la muerte de sus padres, quería un respiro, un descanso de todo y poder desahogarse finalmente, pero nada era tan fácil, cada vez sus responsabilidades aumentaban y su estado emocional solo empeoraba las cosas.

●●●

Se encontraba sentado tras su escritorio firmando unos papeles, ese día hablaría con Naruto y le pediría matrimonio, las circunstancias no eran las idóneas, pero realmente amaba a su rubio y ansiaba casarse con él, pese a la incertidumbre que le generaba su reacción, lo bueno es que cada día mostraba una mejoría. Actualmente había pasado una semana desde la junta y cada vez estaba más presionado, pero no podìa apresurar la situación, ni llegar y decir «Naruto, hay que casarnos o la empresa que tu familia fundó con un arduo esfuerzo quedará disuelta o en manos de quien sabe que anciano avaricioso» Debía de encontrar las palabras indicadas para proponérselo dejando el asunto de la empresa en segundo plano. Frustrado dejo lo que hacía recargándose en el respaldo mientras cerraba los ojos masajeando su sienes con las yemas de los dedos.

El dolor de cabeza hacía que la luz de su oficina le pareciera insoportable, estaba a punto de levantarse para pedirle a su asistente Sai que le consiguiera algo cuando un leve golpeteo en la puerta provocó que aumentara su migraña.

—Adelante —resopló con fastidio, observando al chico de cabello plateado y grandes gafas, si mal no recordaba era el mensajero… ¿Kabuto?

—Perdone la intromisión y el atrevimiento, pero le llego este paquete con carácter de urgente y como vi que no se encontraba su asistente, quise entregárselo personalmente —en sus labios se dibujó una falsa sonrisa que desagrado a Sasuke, aun así le recibió el paquete abriéndolo al momento, sin importarle que ahí siguiera el chico curioseando.

Al abrir el “paquete” —que resultó ser una simple caja de cartón con el grabado de urgente en un extremo— se llevó una extraña sorpresa. Contenía una caja más pequeña de terciopelo rojo, adornado con un fino listón negro, resopló con fastidio, tal vez era otro de los regalos que le mandaban sus acosadoras, por lo que le apartó con fastidio observando a Kabuto que seguía mirándolo atentamente. Estuvo a punto de correrlo pero su molesta voz se adelantó.

—Si me disculpa… últimamente lo he visto muy estresado y preocupado —canturreó con total familiaridad, logrando una sorpresa momentánea en Sasuke cuya expresión sería, indicaba que era mejor que se largara, cosa que Kabuto ignoró olímpicamente—. Yo tengo la solución a su estrés.

Por breves segundos logró obtener la atención de Sasuke, que frunció el ceño al creer que el sujeto le diría una estupidez como «tómese unas vacaciones o descanse más» ya que eso fue lo que dijo el idiota de Sai. Para su sorpresa, le extendió un pequeño paquetito blanco, mientras sonreía diciendo “Es un regalo”. Ese tal Kabuto era idiota si creía que consumiría drogas para relajarse. Con molestia la tomó dispuesto a tirar esa basura, pero algo se lo impidió, tal vez su curiosidad, no lo sabía, simplemente la guardó en su saco, ya que realmente no importaba, al final no iba a consumir esa porqueria. Lo que sí haría era despedir al mensajero por consumir drogas dentro de las instalaciones de su empresa.

El tiempo transcurrió más lento de lo habitual, y aquel paquete “urgente” quedó en el olvido y de no ser por los documentos que Sasuke colocó sobre la caja hubiera ido a parar a la basura, así que con fastidio la abrió. Contenía dos pares de argollas de matrimonio cubiertos con sangre seca. Instintivamente llevó las manos a su boca reprimiendo las ganas de vomitar, conocía a la perfección a quien habían pertenecido. Su vista se volvió a posar en el contenido de la caja encontrando una hoja hecha royo, tenía una idea de lo que decía, pero decidió no tocar nada más.

Caminó con paso lento hacia el baño de su oficina mientras un leve temblor surcaba su cuerpo, y recargándose en el lavamanos observó su rostro pálido adornado con unas ojeras. Tras suspirar varias veces se lavó la cara ¡Necesitaba un respiro! un momento de calma para poder estar bien y seguir adelante con todo, fue entonces que se quitó el saco dejando que cayera al suelo y se aflojo la corbata hastiado.

Débilmente rodeó su cuerpo con ambos brazos en un intento por reconfortarse y darse apoyo; finalmente las lágrimas caían de sus ojos humedeciendo sus mejillas, sin que él pudiera hacer algo para detenerlas sucumbiendo ante el dolor, ante la desesperación y el miedo a perder lo que más amaba. El dolor en su pecho incrementó a tal grado que sollozo, quebrándose por completo en la desesperación, poco a poco su cuerpo se fue resbalando por la pared que le servía de apoyo hasta quedar sentado en el suelo, desahogándose, permitiéndose liberar aquel dolor punzante que guardaba desde hacía más de veinte días, sintiéndose débil, vulnerable e impotente…

Diez, tal vez quince minutos tuvieron que pasar para que se tranquilizara y su llanto volviera a convertirse sollozos plagados de frustración. Y como si el destino lo retara burlándose de su debilidad, frente a él cayó su maldición, la cual resbaló del saco al tomarlo entre sus manos, aquel paquetillo que le tentaba ofreciéndole una tranquilidad momentánea y un escape temporal a todos sus problemas, sumergiéndolo en un mar de salvación, de aparente paz que prometía ser inofensiva y muy gratificante.

Apretó con fuerza el paquete, incluso con rabia siendo consciente de su propia debilidad y la estupidez que estaba a punto de cometer, pudo detenerse, pudo pararse y arrojar esa “mierda” —como él la llamaba— a la basura, lugar donde pertenecía desde un principio. Sin embargo no lo hizo, «Solo será una vez» se dijo intentando auto convencerse de que por hacerlo una única vez no pasaría nada. «No pasara nada» dijo no una vez, sino cientos de veces antes de “probarla”…

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Continuará

Hola! Ojalá y les haya gustado, si es así no se olviden de votar y comentar 7u7r y pues yo avise que se venía la parte fantaseosa (? En fin, me despido y les deseo un lindo día 😉😁😀

Haruka Eastwood

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