Capítulo 4: Una vida sin ti
“Si me niego a ver cuánto me dañas, si finjo no escuchar tus insultos, si no le tomo importancia a tus palabras crueles, o tus miradas insensibles no significa que no estén ahí para lastimarme… estas solo seguirán hasta que yo lo permita enredándome en esta historia con tus falsos besos, jurandome que ya no más… ¿a esto llamamos amor?” - H.E
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Kakashi manejaba lo más rápido que podía en dirección al hospital de Konoha, mientras en el camino Itachi mantenía un semblante serio y su rostro palidecía a cada segundo con la idea de que su amado hermanito y su cuñado tuvieran un accidente. Era impensable… y en cuanto llegaron, el moreno salió corriendo directo a la recepción del lugar, donde una pelirroja con gafas atendía.
—¿Dónde están Uchiha Sasuke y Namikaze Naruto?... —tomó un poco de aire con el afán de tranquilizarse, mientras la chica tecleaba en el computador los nombres solicitados—. Me acaban de llamar diciendo que ambos habían tenido un accidente.
—Namikaze-san se encuentra en la sala de operaciones, al parecer llegó... con su esposo —hizo una pequeña pausa—. Pero Uchiha Sasuke…
—¿Qué pasa con él? ¡¿Cómo diablos es posible que no me pueda dar información sobre mi hermano?! —golpeó el escritorio mirando a la chica con furia. Él nunca perdía la calma, pero el hecho de que Sasuke estuviera grave lograba lo impensable, más aún con alguien tan “incompetente” para darle informes.
Kakashi lo abrazó para tranquilizarlo, miró a la chica que asintió para volver a checar si tenía algún dato sobre Sasuke Uchiha, pero el resultado fue el mismo, no encontró nada. Sus ojos vieron fijamente los orbes negros de Itachi, llenos de desesperación y miedo.
—No tenemos ningún registro del señor Uchiha Sasuke… lo siento —masculló intentando conservar la calma.
—¿Cómo que no tiene ninguno? —la fulminó con la mirada—. Él es esposo de Namikaze Naruto y usted me acaba de decir que lo ingresaron con su esposo.
—Espera, Itachi… —habló Kakashi intentando mantener la calma, silencio a su doncel y con tranquilidad habló con la recepcionista—. ¿Me puede decir el nombre de la persona que ingresaron junto a Uzumaki Naruto, debido al accidente?
—Claro, los registros indican que es Sabaku no Gaara.
Ninguno de los dos respondió, Itachi quedó pasmado intentando comprender lo que estaba ocurriendo y sin decir más se dirigieron a la sala de espera para obtener información de Naruto. Con la mirada perdida Itachi se sentó en una silla sacando su celular… dos tonos de marcado fueron suficientes para que la voz del otro lado se hiciera presente e inconscientemente soltó un suspiro de alivio. Su hermano estaba bien.
—“Itachi ¿qué diablos quieres?, estoy en medio de una reunión —soltó un suspiro de hastío—. Por ahora no tengo tiempo para tus sermones…”
—Sasuke, no es eso… escucha… estoy en el hospital…
—“Espera, ¿qué?”
—Es por Naruto… tuvo un accidente….
—“¿Por qué carajos no me lo dijiste antes? —bufó indignado y antes de que le contestara volvió a hablar—. Olvídalo, voy para allá —farfulló algo antes de colgar”.
●●●
En muchas y muy diversas ocasiones los hermanos Uchiha tuvieron fuertes altercados por el comportamiento hostil del menor de ellos. Itachi le reclamaba por su agresividad, incluso llegó a ver comportamientos violentos con Naruto, quien se mostraba renuente a hablar, alegando que “todo estaba bien”. Sospechaba que nada lo estaba, pero no podía inmiscuirse en sus asuntos si ellos no lo permitían.
Pero todo indicaba que el matrimonio de esos dos estaba tan mal, como para “obligar” u orillar a Naruto a buscar compañía con otro varón. Por algún motivo no culpaba a su cuñado, pero tampoco podía entenderlo ni juzgarlo, ya que probablemente la culpa de toda esa situación haya sido del moreno, al menos la mayor parte, pero eso no quitaba el hecho del engaño. Nadie les aseguro eso, pero era más que obvio o si no, ¿por qué confundirían al tal Gaara con el esposo de Naruto?
Él estaba en contra del engaño, pero quería que Sasuke no se enterara, al menos no por él, si no por Naruto con quien hablaría cuando se encontrara en condiciones de hacerlo. Muchas veces se preguntó si todo hubiera sido diferente de no ser por “ese” pequeño inconveniente. Muy sabiamente dicen que toda mentira por su propio peso cae, solo que esta vez literalmente fueron aplastados por ella, dando paso a una inminente verdad.
—¿Familiares de Namikaze Naruto…? —preguntó la doctora al salir del cuarto de operaciones. Una hermosa mujer rubia de ojos color miel y grandes atributos.
—Soy su esposo —se apresuró a contestar Sasuke mientras caminaba hacia ella con paso firme y un semblante de preocupación que marcó aún más sus enormes ojeras. Eran las tres de la madrugada y llevar tanto tiempo ahí le hacía recordar el accidente, donde todo cambió y también donde todo inicio—. ¿Cómo se encuentra?
Tenía ocho horas que había llegado al hospital de Konoha y todo lo que sabía es que su esposo tuvo un accidente automovilístico —fue lo único que le dijo Itachi, junto a una mínima información de su estado, ya que ni ellos sabían mucho— en ese momento solo preguntó por la salud del rubio y si tenían noticias después de que lo ingresaron, a lo que una negativa con la cabeza le fue suficiente. Nunca pregunto el lugar del accidente, ni si iba con el chofer… nada, todo lo que le importaba era que su adoración rubia estuviera bien. Reconocía que se había portado como un patán con él, por lo que no soportaría perderlo sin siquiera disculparse. Conocía a la perfección la bondad de su pareja, deseaba su perdón, aunque por otra parte se merecía ser odiado y lo entendería.
Nunca encontraría disculpa significativa ni suficiente por haber llegado a levantarle la mano, por ofenderlo como lo hizo, por su trato tan frío y sus desplantes. Se negaba a creer que gran parte de su cambio se debía a esa mierda, «solo es estrés, frustración… el trabajo» se decía día a día, queriendo creerse su propia mentira.
—Su esposo… —repitió la rubia en un susurro tan bajo que solo ella fue capaz de escuchar. Recompuso su semblante y miró al “esposo” y a sus dos acompañantes que permanecían tras él, comenzaba a entender la situación, por lo que debía hablar con prudencia—. Namikaze Naruto se encuentra muy delicado en estos momentos, lo tendremos en cuidados intensivos y las siguientes veinticuatro horas son cruciales… —hizo una leve pausa que apenas y fue notada por los presentes que se tensaron al oír aquello—. Hay algo más… me temo que no pudimos hacer nada por el bebé que estaba esperando…
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Naruto observaba la mirada perdida que mantenía Sasuke, sus pupilas dilatadas y fijas en lo que parecía ser el frente, mientras conducía a toda velocidad, pasándose los altos con descaro. Estaba más que asustado, mientras se aferraba como podía a su asiento hiperventilando, sintiendo como las lágrimas salían descontroladamente de sus ojos y su corazón golpeaba con desenfreno como si en cualquier momento fuera a salir de su pecho, sintiendo la adrenalina invadir su cuerpo. No quería morir, no ahora ni en mucho tiempo, no así… Lo único que podía hacer era rezar a un dios que parecía haberlo olvidado para que nada pasara, apretó fuertemente los ojos y cuando los abrió vio la luz del carro que venía hacia ellos… estaban a punto de chocar.
—¡Sasuke cuidado! —gritó con desespero sintiendo su alma abandonar su cuerpo. Recordó el accidente con Gaara, su miedo, el dolor y aquel sentimiento de perder a un ser querido... pero Sasuke era diferente, él amaba a Sasuke y este le amaba tanto como él, lo sabía, no quería que su historia terminara así.
En el último momento Sasuke evadió a aquel vehículo derrapando en el proceso. Nada le importaba, su sangre hervía de rabia, sentía que alguien más le estaba robando lo que era suyo, se lo estaba arrebatando de sus manos frente a sus ojos y ya no estaría más con él. Pero nada ni nadie tenía el derecho de apartar a Naruto de su lado, porque si él no lo tenía… nadie lo haría.
Una sonrisa sádica se formó en sus labios paralizando a Naruto, quien le observó por el rabillo del ojo, tembloroso y con la frente perlada en sudor debido al miedo. Noto esa determinación amenazante en los ojos del Uchiha, ese no era su esposo, esos ojos que lo observaban parecían tener sed de sangre, plagados con un odio inminente a punto de emerger con furia cegadora, pero ¿por qué?...
—Naruto… di que eres solo mío ¿por qué tú eres mío verdad? —preguntó con una actitud psicópata mientras llegaban a la mansión Uchiha. Los ojos ébano de Sasuke se posaron sobre los de Naruto, mirándolo con una intensidad abrumadora, perdiendo la poca paciencia que le quedaba al no recibir respuesta—. ¡Responde!
—S-Solo tuyo…
—¿Por qué lo dudas? ¿Eh? —colocó sus manos sobre los hombros del doncel, acercando su rostro, sintiendo el cálido aliento de Naruto junto a su agitada respiración—. ¡¿Por qué dudas, maldita sea?!
Naruto negó con la cabeza, queriendo decirle que no dudaba, nunca lo haría, pero era incapaz de articular palabra alguna, sintiendo como si en cualquier momento fuera a devolver la comida a causa del temor que sentía. Pese a que Sasuke mantenía su mirada sobre sus zafiros, los ojos antes negros, ahora de una tonalidad carmesí, no le estaban mirando realmente y eso le atemorizaba más.
Parpadeó un par de veces antes de ser sacudido por un furibundo Sasuke que gritaba una y otra vez «¡Tu eres solo mío!». Lo era, siempre lo había sido pero todo indicaba que la fortuna no estaba a su favor ese día, ya que nunca supo si fue por el miedo o instintivamente ya que el solo meneó levemente la cabeza en forma negativa, suficiente para que Sasuke se enojara aún más, si es que era posible.
Con la misma rapidez con la que le había tomado de los hombros le soltó y salió del vehículo, rodeándolo ante los atentos zafiros que seguía cada uno de sus movimientos. Vio cómo abrió la puerta del copiloto y con bestialidad lo sacó del auto arrastrándolo por todo el jardín hasta la mansión, gritando frases incomprensibles que eran acompañas de una risa siniestra que le helo la sangre.
—Suéltame… por favor Sasuke… —rogó mientras intentaba zafarse del agarre.
Pataleo con desespero y sus pequeñas manos se aferraban a las muñecas del azabache en un burdo intento por que le soltara pero nada daba resultado. ¿Cuántos metros lo arrastró? Se preguntó entre sollozos. Quizá demasiados, solo le soltó hasta que entraron a la mansión y estuvieron en la sala, donde Sasuke lo aventó al suelo logrando que se golpeara con el sillón, pero como si eso no importara Naruto se quiso poner de pie, ignorando su dolor, su miedo, sus nauseas, todo. Dispuesto a escapar por primera vez desde que todo comenzó. Quiso correr, huir directo a la puerta que se encontraba abierta, dando la encantadora vista de su enorme jardín, solo tenía que traspasarla, correr unos cuarenta metros hasta el enrejado de la entrada y sería libre, estaría bien, nada le pasaría, nada…
La realidad es que ni siquiera pudo pasar de Sasuke que se erguía imponente frente a él, letal y tan peligroso se congeló del miedo. Su esposo lo mataría, aquella persona que juró amarlo y protegerlo estaba a nada de terminar con su vida, de mancharse las manos con su sangre que se esparcirá en el suelo con decadencia, lo sabía al ver su mirada perdida y esa sonrisa sádica, y tan sanguinaria que surcó sus labios, dispuesta a quedarse. Entonces pasó, con fuerza sobrehumana sujetó su cabello, obligándolo a que se quedara ahí.
—¡Tu eres solo mío! —bramó con rabia volviendo a arrojar al doncel al suelo—. Nadie te podrá apartar de mi lado, porque si yo no te tengo nadie lo hará. ¡¿Me escuchaste?! —comenzó a reír a carcajadas cuán demente… como si disfrutara con tener a su asustado esposo de aquella forma
—Sasu… por favor reacciona… ¿qué te pasa?... ¡Tú no eres así!...
Dejó de reír, mientras su vista se dirigió al techo como si fuera lo más interesante del mundo, pero sin soltar el agarre que ejercía sobre el rubio. Su histeria sin fundamentos, su paranoia excesiva estaban a punto de hacer que realmente perdiera lo único que le ha importado en la vida. Le obligaban a destrozar con sadismo y fragmentar cada parte de ese ser amado…
—Tienes toda la razón… —lágrimas resbalaron por sus ojos, ajenas a su conducta salvaje y a sus actos bestiales que solo parecían regocijarlo, como si disfrutara de aquello, cuando no era así, cuando solo deseaba parar simplemente continuaba—. ¡¿Por qué me haces esto si yo te amo?! ¡¿Por qué Naruto?! ¡¿Por qué?!
—Sasuke… no te entiendo… no hice nada... por favor créeme —gimoteó con sus brazos al frente como si quisiera calmarlo para que lo soltara. Ni siquiera sabía que deseaba hacerle comprender exactamente a su esposo, tal vez que no había hecho nada o quizás que se estaba comportando como un completo demente—. Por favor…
Aturdimiento fue lo que sintió repentinamente, su mente se nubló y todo transcurrió en cámara lenta. ¿Qué había pasado? No lo entendía, todo fue tan rápido, en un momento estaba intentando calmar a Sasuke… y de repente… de repente estaba en el suelo y su mejilla le punzaba. Recibió una cachetada, una capaz de derribarlo, logrando que se golpeara la cabeza. Pese al golpe, podía escuchar a Sasuke gritar, pero no entendía nada, se escuchaba lejos a pesar de que estaba tan cerca. No tuvo tiempo de reaccionar, ni siquiera de defenderse ni protegerse cuando sintió una patada en uno de sus costados.
Uno, dos, tres, cuatro… nueve golpes, que ingenuo fue si creyó que todo acabaría ahí, cuando ese solo era el comienzo, el principio de su final. Alzó con dificultad su rostro, mientras su vista se tornaba borrosa, ya ni siquiera las lágrimas salían porque no servía de nada llorar. Naruto comenzó a toser sangre mientras escuchaba el vago sonido de Sasuke desabrochándose el cinturón, ¿acaso no le bastaba con golpearlo hasta casi matarlo? ¿Lo violaría?... ¡No! Quería matarlo…
—Ya no más… —soltó quedamente en un susurro suplicante, implorando por su vida, sintiendo sus fuerzas desvanecerse, sujetándose parte del cuerpo haciéndose ovillo a causa del inmenso dolor.
¿Por qué lo odiaba tanto cuando él solo le amaba? Sabía que se equivocó, lo sabía a la perfección… Sasuke nunca dijo nada, ni antes ni ahora. Hacía tiempo que se había quedado callado, inmerso en sus pensamientos y divagaciones. Solo se detuvo cuando su respiración agitada le impidió continuar, miraba a su esposo tendido en el piso, con una expresión neutral, intimidante y fiera; con toda la tranquilidad del mundo desabrocho su cinturón y se lo quito sujetándolo fuertemente con la mano derecha. Aquella sonrisa llena de sadismo se desvaneció, su rostro ya no mostraba expresión alguna cuando azotó unas cuantas veces la espalda de Naruto, quien dejó escapar un agudo grito de dolor aunado a un quejido lastimero que imploraba que se detuviera, que ya no más… pero no lo hizo, continuó ignorando aquella vocecilla implorando clemencia.
Lloraba, realmente lloraba mientras golpeaba brutalmente a Naruto, como si su mente le pidiera que se detuviera, que parara o acabaría con lo que más amaba en este mundo… mientras su cuerpo ignoraba toda razón, continuando, azotando con más fuerza el frágil cuerpo frente a él. ¿Cuánto tiempo estuvo así? Minutos… cinco, diez, tal vez quince… una eternidad, pero no precisamente para él, que lo único que hizo era maldecir mentalmente por no poder detener sus propias acciones. Cuando finalmente se detuvo ya era demasiado tarde, cayó de rodillas junto al lastimado cuerpo del rubio que yacía inmóvil, y como si un segundo de lucidez le iluminara contempló con horror el cuerpo de su esposo.
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—¿Cuál bebé? —se aventuró a preguntar Sasuke, incrédulo por la noticia a lo que la rubia alzó una ceja, a punto de golpear a aquel hombre que lucía como idiota haciendo esa pregunta en el momento menos indicado…
—Su esposo tenía casi tres meses de embarazo… lo siento mucho —prosiguió como si ignorara su reciente pregunta, lo cual fue así.
—¡Eso es imposible!
—Sasuke, cálmate —pidió Kakashi mientras colocaba a Itachi tras él sujetando al Uchiha del hombro—. Recuerda en dónde estamos.
—¡Me importa una mierda donde estemos! —golpeó con el puño cerrado una de las blancas paredes del hospital, logrando hacerse daño—. Naruto no podía estar embarazado ¡no podía! ¡¿Entienden?! ¡¿Cómo diablos se embaraza MI esposo si tiene más de cinco meses que no lo hacemos?! ¡¿Eh?!
Los presentes quedaron en silencio contemplando la furia del azabache, quien sin decir más se marchó del lugar dejando a Kakashi e Itachi ahí, con una rubia no tan sorprendida con esa noticia. Cuando ingreso Naruto al hospital lo hizo junto con un pelirrojo, que a pesar de las múltiples lesiones que tenía se mantenía consciente exclamando en un susurro «Mi Naru… no te puedes morir… resiste» y pidiendo a cuanto médico y enfermera que pasaba que hiciera algo por el rubio. Realmente no hacía falta ser un genio para deducir que el chico “Sabaku no Gaara, famoso escritor” era el amante de aquel hermoso doncel rubio –pero con un esposo tan temperamental como aquel cualquiera se buscaría uno– y verdadero padre de la criatura, quien probablemente no sabía nada al respecto, porque de ser así hubiera pedido que los salvaran a ambos.
La doctora suspiró exhausta, agradecía que ese asunto fuera única exclusivamente familiar, y que ella solo se tenía que dedicar a cuidar al lindo doncel. Deseaba decir lo mismo de Gaara, quien lamentablemente falleció en el quirófano a causa de una incontrolable hemorragia interna. Tomó aire y miró a los presentes antes de marcharse en completo silencio.
—Nunca creí que Naru fuera capaz de algo así —comentó Kakashi con algo de asombro en su voz—. Aunque tampoco me sorprende…
—Insinúas que Sasuke es el culpable —afirmó Itachi. Kakashi lo miró diciendo «¿después de saber cómo es tu hermano piensas encubrirlo?» No es que Kakashi aprobará su infidelidad, por el contrario, siempre miró con desaprobación a quienes se atrevían a engañar a sus parejas, porque si tienes a alguien que te ame ¿Por qué buscar aventuras? Itachi lo sabía, así que para que su esposo dijera eso, probablemente significaba que supiera algo o solo tenía la misma inquietud que él—. Tal vez… si trataba del mismo modo a Naru que a mí cuando quería hablar seriamente, no me sorprende.
●●●
Sasuke caminaba por las solitarias calles, realmente nunca se espero la noticia de que su esposo tuviera un amante y encima estuviera esperando un hijo suyo… eran un completo maldito por alegrarse de que perdiera al bebé debido al accidente, quien no tenía la culpa de nada. Estaba más que enojado y decepcionado, pero no solo hacía Naruto, sino también hacia él mismo, tal vez él tuvo “un poco” de culpa en todo eso, quizás no, solo sabía que amaba a Naruto, pero no le sería fácil perdonarlo… quizás no lo lograría, pero tampoco se podía alejar o desaparecer de su lado.
Era estúpido pensar de esa manera cuando en todo ese tiempo el paso por muchas camas en la compañía de varias mujeres y donceles. Sasuke se quería auto convencer de que todo ello fue por el bien de Naruto… si por su bien, ya que no quería lastimarlo al hacerlo, porque desde hace tiempo a la hora de intimar era salvaje y brusco, no lo podía evitar ni quería hacerlo, disfrutaba más de esa manera, pero no podía ser así con su dulce y frágil doncel a quien su madre siempre le dijo que debía tratar con delicadeza…
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—Por Dios Naru… ¡¿Qué hice?! —exclamó horrorizado. Cayó sentado al suelo, sintiendo como su cuerpo temblaba y una película de sudor frío le cubría el cuerpo por completo, una terrible sensación de vértigo se hizo presente.
Todo a su alrededor giraba y su respiración se tornaba más acelerada a cada segundo, con torpeza intentó moverse para acercarse a su esposo cuando una diminuta bolsita cayó de la bolsa de su pantalón quedando junto a su mano izquierda que usaba como soporte para no caerse, su vista tardó varios segundos en enfocar aquel paquetito blanco.
—¡Todo es por tu puta culpa! —bramó tomando la bolsilla y arrojándola lo más lejos que pudo. ¿Cuánto había consumido ese día para hacerle eso a la persona que más amaba?
¿Tres veces más de lo usual? Pensó que hubiera sido preferible tener una sobredosis de esa mierda que un ataque de histeria, paranoia y un arrebato de estupidez con Naruto. ¡No! Aquello no era solo estupidez… Un año atrás cuando se enteró que estaba hospitalizado pensó dejarla, alejarse para siempre de esa basura que solo llevó por la borda su matrimonio. Pero algo cambió y se arrepintió, volvió a sucumbir ante ella, volviéndose dependiente, necesitando cada vez más. No es que se haya arrepentido, no, simplemente en ese entonces después de tres años no era fácil dejarla. Si destruía su vida no importaba, no valía nada, a nadie le importaría pero ¿y Naruto? No solo fue él el afectado…
Su mente divagaba y sus pensamientos se arremolinaban comenzando a chocar en mil direcciones distintas. No lograba concentrarse, solo sabía que tenía que hacer algo pero ya… Naruto estaba inerte, inmóvil, destrozado, frágil… dañado, así lucía lo que un día juró proteger de todo. Con el dorso de la mano apartó unos mechoncitos rubios, sintiéndose la peor basura de la humanidad.
—Lo siento… —balbuceó con voz temblorosa.
—Ya no… —susurró con temor, entreabriendo uno de sus ojos mientras las lágrimas de Sasuke caían sobre su mejilla, acompañadas de disculpas. No dijo nada más, instintivamente su cuerpo se relajo cayendo finalmente en la inconsciencia, deseando no despertar jamás.
—Naru… perdón —gimoteó.
“Ni mil disculpas repararan todo el daño hecho” ya no habrá más rosas por cada infidelidad, ni peluches por cada golpe, cada maltrato o cada desplante. Ya no habría nada, ya nunca le gritaría, nunca le volvería a levantar la mano, ya nunca le miraría con desprecio, ni fríamente. «Ni una más»… ya era muy tarde.
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—Namikaze Naruto, ¿acepta en santo matrimonio a Uchiha Sasuke para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?
—Acepto —respondió con alegría y un hermoso brillo en los ojos.
Hubiera deseado tener a sus padres presenciando aquel mágico momento que tanto añoro por once años, pero él era fuerte y sabía que lo último que hubieran deseado es verlo deprimido en un día tan importante y que donde quiera que estén le deseaban toda la felicidad del mundo, porque se la merecía. Con eso en mente, miro a Sasuke por el rabillo del ojo y sonrió ampliamente… era el esposo del hombre más atractivo que conocía y no pudo evitar aquel sonrojo que surcó sus mejillas ni la enorme sonrisa.
—Uchiha Sasuke —volvió a hablar el cura, un hombre alto de cabello blanco, con un semblante serio—, ¿acepta en santo matrimonio a Namikaze Naruto para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?
—Acepto…
—Los declaro marido y doncel, puede besar al novio.
Sasuke se giró y tomando a Naru suavemente de la cadera lo acercó a su cuerpo, depositando un tierno beso sobre sus labios, solo era una ligera presión que logró que los corazones de ambos latieran con desenfreno, respirando el mismo aire y percibiendo la calidez del cuerpo contrario. Disfrutando el contacto con los ojos cerrados, cuando se separaron, Sasuke junto su frente con la de su amado esposo, le dedicó una radiante sonrisa solo por él y para él.
—Te amo tanto ttebayo.
—Yo también te amo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y prometo cuidarte y amarte siempre Naru… mi Naru.
—Sasu…
El menor se abrazo fuertemente a su ahora esposo, fue en ese momento que escucharon los múltiples aplausos, logrando que Naruto se sonrojara y escondiera el rostro en el pecho del varón, quien sonrió ante la ternura de su dulce doncel. Con gesto amable le separó un poco de su cuerpo para indicarle que era hora de salir de la iglesia, a lo que solo bajó la mirada asintiendo. «Aquel solo fue el comienzo de su final»
~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Continuará
Bueno, he de decirles que este era el final, pero como se me hizo muy tragico pues viene la parte fantasiosa 😉 (? Solo espero que les siga gustando y pues que quede claro que yo adverti que llorarian 😢 7u7r me despido y les deseo un lindo día/tarde/noche. 😄😍
Haruka Eastwood😉
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