Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1: Una historia más


“Fallar ante alguien, jamás ha significado que pueda humillarte” - H.E.

Cuando Sasuke entró a la habitación, rodeado de una furia letal, tan corrosiva que era casi palpable, lo primero que notó fue que Naruto estaba dormido en el centro de la cama, chasqueó la lengua y tomó las cobijas con un puño arrojandolas lejos, dejando al descubierto el menudo cuerpo de su doncel, logrando que este se sintiera indefenso frente a su “amado” esposo. Naruto era incapaz de articular una sola palabra y no era precisamente por el comportamiento del Uchiha, sino debido al shock por ver sus ojos ébano volverse de un tono rojizo.

—Sasuke… —susurró con dificultad—. ¿Qué pasa, c-cariño?

Quiso incorporarse, nunca lo había visto ebrio, al menos no así, no de esa manera tan intimidante, pero cuando consiguió por respuesta un gruñido, deseó huir pese a que su cuerpo parecía anclado a la cama. Sasuke solo se quitó la playera ante su atenta y asustada mirada, la arrojó y se subió a la cama con movimientos lentos, similares los de una pantera al acecho, que le hicieron temblar, cerrando los ojos cuando él levantó la mano para tocarlo. Instintivamente alzó el brazo para protegerse como si le fuera a pegar.

Sasuke no quería lastimarlo, no deseaba golpearlo, nunca lo deseo, amaba a Naruto e intentaba dejar el pasado atrás, porque ahí es donde debía estar. Pero su jodido orgullo, su instinto, aquella furia y decepción siempre se interponen como un maldito muro impenetrable que se negaba a derribar completamente. Tomo creyendo que estando ebrio le sería más fácil decir lo que sentía y hacer las paces con Naruto, pero la acción de protegerse lo molesto y todas sus buenas intenciones se fueron al carajo, sujetando con brusquedad el brazo del doncel y obligarlo a quedar recostado sobre su espalda, aprovechando la posición para subirse a horcajadas sobre él.

Seis meses habían pasado desde que lo besó por última vez, y trece desde que hicieron el amor, lo había rechazado deliberadamente y Naruto fingía entender. Repentinamente Sasuke asaltó sus labios con violencia, de forma hambrienta y desesperada, como si deseara robarle el alma en aquel férreo contacto que parecía ahogarlo en un mar de desespero, teniendo que cerrar los ojos y apretar sus manos en un puño, que fueron apresados con fuerza sobre su cabeza por el Uchiha, quien invadió su boca con su húmeda y caliente lengua, obligando a la de Naruto a entrar en un jugueteo brusco, separándose únicamente cuando el aire les impidió continuar.

Los turgentes labios del moreno se deformaron en una sonrisa sádica, presionando su fuerte cuerpo contra el del pequeño doncel impidiendo que se moviera, acorralandolo con una mueca de satisfacción al ver el miedo reflejado en sus magníficos ojos azules, curioso, al notar que Naruto quería decir algo, tal vez que se apartara o que se detuviera. Y sin importar lo que deseaba, no lo dejaría hablar, él tenía el control sobre aquella situación que a cada segundo le estaba excitando más y más. Ya no le importaba lo que su rubio sintiera, en ese momento solo importaba él y únicamente vería por su satisfacción y su placer. Con esa idea en mente, volvió a unir sus labios con los de Naruto en un beso tosco, apresando el labio inferior con sus dientes satisfecho hasta hacerlo sangrar.

—¿Qué? —cuestionó de forma prepotente, lleno de arrogancia al saber que su esposo jamás se atrevería a replicarle algo, simplemente no tenía el derecho.

Naruto era plenamente consciente de sus errores y una inmensa tristeza se alojó en su pecho, cubriéndolo con un manto siniestro. Sabía que no podía hacer otra cosa más que callar lo que sentía y  llorar, tenía mucho miedo, sus lágrimas resbalaban sutilmente por sus mejillas en una muda protesta; ni siquiera se atrevía a sollozar debido a que quería impedir a toda costa una bofetada capaz de voltear su rostro, dejando marcado aquellos cinco finos dedos que ahora le acariciaban con lasciva, recorriendo su cuerpo con descaro.

Comenzó a tiritar, a temblar presa del pánico cuando su pijama fue arrancado con brusquedad sus labios asaltados agresiva y salvajemente, rayando en un instinto animal incontrolable, salvaje, violento y tosco. Estaba siendo cazado...  devorado lentamente por la bestia de su esposo, siendo incapaz de hacer algo que no fuera claudicar con la sumisión que él esperaba. Se sentía impotente y frustrado mientras seguía creyendo firmemente que Sasuke aun le amaba, porque pese a todo él también lo amaba, tal vez demasiado.

Incluso ahora, en donde Sasuke se comportaba como un verdadero animal salvaje, incapaz de controlar sus instintos, sus deseos carnales, sobre todo la excesiva fuerza que aplicaba sobre el frágil cuerpo de Naruto, pese a que este no ponía resistencia. El cuerpo del moreno ejercía una presión abrumadora y sofocante sobre él, robándole el aliento con cada demandante beso con sabor a licor que le lastima el labio inferior, logrando que su sangre se mezclara con la saliva de ambos.

Algo dentro de él le exigía que peleará por liberarse, que lo volviera a intentar cuantas veces fuera necesario, que no se quedara quieto, mucho menos callado ante algo que no está bien, nada en su vida de mierda lo estaba. Quería hacerlo, quería escapar, huir y desaparecer para siempre, pero en esta ocasión gobernaba su razón, la cual le abofeteó con su patética realidad, dictaminando con severidad que si se resistía terminaría con varios moretones por todo el cuerpo.

Era consciente de su fuerza, sobre todo que era más débil que él Uchiha, quien si se lo proponía podría matarlo en cualquier momento guiado por un arranque de furia. No sabía si agradecer que hasta ahora nunca haya pasado de bofetadas y uno que otro golpe en un lugar que no se vería, un lugar que ocultaría fácilmente con la ropa. Aun así cerró sus ojos con fuerza tratando de autoconvencerse de que Sasuke aun le amaba, que ya le había perdonado y que pronto volverían a ser aquella pareja feliz.

—Duele —exclamó temeroso, cuando el moreno mordió con fuerza uno de sus rozados pezones, mientras que el otro lo pellizcaba con saña.

—¿Y? —Aquellos orbes negros se clavaron en los zafiros con recelo, antes de protestar—, tú eres solo mío, Naruto. ¡Entiéndelo! —su tono de voz dejaba entrever la frustración que se convirtió en ira.

Marcaría lo que desde siempre había considerado como de su propiedad. Dirigió sus labios al acanelado cuello mordiendo y succionando con ahínco, hasta dejar visibles marcas amoratadas en aquella tersa piel, recorriendo el pecho de Naruto con sus labios hasta su vientre, para después volver a subir sus besos.

Cada vez las lágrimas salían con más fluidez de esos enormes y tristes zafiros. Aquellas caricias ya no eran dulces, ya no transmitían ese infinito amor a su persona, las manos de Sasuke ya no le acariciaban con temor de que se fuera a romper por su tacto como si fuera el cristal más fino. Él tenía la culpa, lo sabía, sabía que le había hecho un infinito daño a su esposo… pero sus lamentos y disculpas fueron callados con brutalidad. Aquel dolor infinito por ser observado con decepción le hirió en el alma, fue entonces que decidió que tenía que recuperar su matrimonio y a Sasuke.

Concentró su mente en sus recuerdos, preguntándose si aún quedaba rastro de aquel inocente, orgulloso y amable azabache que conoció cuando apenas tenía seis años…

—Naru, ven hijo —la dulce voz de Minato le llamó para que se acercara, por lo que con pasos tímidos, cruzó el gran salón hasta pararse a un lado de su padre, contemplando las dos figuras que se paraban frente a él con aire orgulloso. Aquellos pares de ojos tan negros como la noche se clavaron en su pequeña figura, ya que con solo seis años de edad apenas y medía un metro de altura—. Amor, te quiero presentar a Fugaku Uchiha un gran amigo mío y a su único hijo varón: Sasuke Uchiha.

Como olvidar aquel primer encuentro. Vinieron a su mente los múltiples cuentos de hadas que su madre solía contarle todas las noches antes de dormir. Rápidamente relacionó la figura de Sasuke con aquellos gallardos príncipes que se enfrentan a monstruos y dragones con tal de proteger a su princesa del peligro. Su corazón se llenó de alegría y miedo, alegría porque tal vez él era su príncipe, aquel guapo y elegante azabache que con su presencia hacía que se sintiera un poco nervioso, y miedo con la sola idea de saber que podía estar en peligro y por eso el moreno estaba ahí, para rescatarlo del monstruo.

—Mucho gusto… soy Namikaze Naruto —reverenció con inocencia clavando sus enigmáticos ojos de un increíble azul adamantino en la mirada ébano de Sasuke, que parecía observarlo con curiosidad, sin saber porqué se sonrojo y escondió tras su padre, quien simplemente sonrió divertido por la actitud de su pequeño y único hijo.

—El gusto es nuestro Naruto —expresó Fugaku, mientras en sus labios se dibujaba una pequeña sonrisa. Volteó a ver a su hijo que había permanecido callado—. Sasuke ¿por qué no vas con Naruto al jardín para que puedan platicar mejor? Estoy seguro que a él le encantará y no creo que Minato se oponga ¿verdad? —Observo con detenimiento al rubio mayor que simplemente negó con la cabeza antes de contestar.

—Claro que no —acarició los rubios cabellos de su hijo, para indicarle que no había necesidad de que se escondiera—. Naru ¿Por qué no le enseñas a Sasuke tu jardín?

Al blondo se le iluminó el rostro y asintió efusivamente con la cabeza, dedicándole una zorruna sonrisa a los presentes, dejándolos con una sensación cálida, repleta de ternura. Salió de detrás de las piernas de Minato y con entusiasmo tomó una de las manos del moreno con las suyas. Irradiaba felicidad y eso era fácil notarlo.

—Sasu ven —le jaló con la impaciencia propia de cualquier infante para que le siguiera al jardín que tanto se esforzaba en cuidar.

Con cualquier otra persona se habría cabreado por llamarle de esa forma, tal vez les hubiera dicho una que otra palabra “fuerte” para que entendieran que a Sasuke Uchiha nadie, pero nadie le dice «Sasu», tenía catorce años, ¡catorce!, por lo que para él ese tipo de diminutivos le eran sumamente vergonzosos, innecesarios y hasta cierto punto estúpidos, aunque a la única persona que le permitía que le llamara así era a su querida madre y ahora tal vez a Naruto. Porque con el rubio era diferente, sintiendo una calidez extraña que se formaba en su pecho y le hacía sentirse feliz.

Él siempre se había caracterizado por ser una persona demasiado seria pese a su corta edad, eso implicaba que detestaba en sobremanera convivir con niños, porque él Sasuke Uchiha no era un niño, era un adolescente con la mentalidad de un adulto. En ocasiones acudía al parque para distraerse o salir de la monotonía, y las presencias de los infantes corriendo, jugando y su escandalosa voz siempre le había molestado en demasía, tornándose su estadía en aquellos lugares como insoportable por el simple hecho de haber niños que alteraban su pacífico y silencioso entorno.

Y contra todo pronóstico, se encontraba jugando a las atrapadas con un pequeño Naruto que corría cerca del enorme jardín de rosas blancas, gritaba y sonreía yendo de un lado para otro con esa admirable energía que encerraba en ese pequeño cuerpo.

—Que lento eres, Sasu. Si corres como viejito no me atraparas ttebayo —exclamaba divertido, corriendo dirección a un enorme árbol de cerezo.

Estaba por corresponder aquel infantil reto con una inmensa sonrisa, ya que ni en los sueños de ese dobe él correría tan lento como un viejito, porque él era uno de los mejores en la escuela, no solo académicamente hablando, era bastante ágil en toda clase de deportes y también el más rápido. Una sonrisa arrogante se dibujó en su rostro, le demostraría a Naruto que él no era lento, pero toda competitividad se esfumó al ver como el pequeño doncel tropezaba y caía de cara al suelo.

Una expresión de pánico total se apodero de su rostro mientras corría a toda velocidad hasta llegar al lado del blondo, ayudándolo con extrema delicadeza a levantarse, le sacudió la ropa con suavidad observando que se había raspado la nariz. Estaba a punto de hablar cuando el pequeño doncel rompió en llanto, logrando paralizar al azabache por segundos, a quien lo único que se le ocurrió hacer fue abrazar protectoramente aquella pequeña y frágil silueta para intentar que se calmara un poco.

Al rodear con sus brazos a Naruto lo sintió aún más pequeño, más frágil, acurrucándolo contra su pecho susurrando frases dulces, impresas de una ternura que ignoraba poseer. Comenzó a acariciar su espalda con delicadeza y a repartir mimos sobre su cabello. Sintiendo como una sensación protectora se formaba en él cuando pensaba en Naruto.

—Shh tranquilo, ya pasó, no llores —musitó con suavidad y de una manera tan dulce que incluso él mismo se sorprendió de poder ser así. Le separó un poco de su cuerpo; comenzó a limpiar las lágrimas de sus ojos con el pulgar, para después depositar un casto beso sobre su frente, regalandole una cálida sonrisa a Naruto antes de hablar—. Te prometo que yo siempre te cuidare…

—Siempre —repitió el menor—. ¿Entonces es una promesa?

—Claro que lo es —afirmó con seguridad—.Yo siempre te cuidare y protegeré Naruto…

«Yo siempre te cuidare» recordó Naruto con tristeza aquella lejana promesa, debido a que ya habían pasado quince años. Abrió y cerró los ojos de manera rápida. Apretó los labios al haber soltado un pequeño jadeo al sentir como Sasuke tomó su miembro con fuerza, comenzando a masturbarlo de manera ruda mientras mordisqueaba sus pezones.

Todo movimiento se detuvo y Naruto giró el rostro concentrando su mirada en un punto fijo de la pared mientras sus manos se aferraban con fuerza a las sabanas, sintiendo como Sasuke separaba sus piernas con brusquedad, posicionándose entre estas. Pese a que sabía lo que se avecinaba no pudo evitar reprimir el desgarrador grito de dolor que sintió al ser penetrado de una sola estocada.

—Ngh~ eres jodidamente estrecho —gruñó el azabache, sintiendo como las paredes del blondo lo apresaban de tal manera que incluso a él le resultaba doloroso, pese a eso comenzó un lento vaivén—. Te daré tan duro que nunca volverás a olvidar de quién eres.

—Sasuke… m-me lastimas, sácalo —rogó retorciéndose del dolor, posando sus manos en el pecho del moreno, en un vano intento por separarse de él—. Por favor, duele, sácalo.

Ignorando toda queja y súplica, Sasuke comenzó a arremeter contra su doncel de forma brusca, entrando y saliendo de él rápidamente, logrando que sus testículos chocaran contra las nalgas de Naruto provocando un vulgar sonido que solo lograba excitarlo más. Desvió su mirada a la entrada del blondo, observando aquel pequeño hilillo de sangre que resbalaba por entre sus nalgas, hasta manchar las blancas sábanas.

—Dime Naruto —embistió con ahínco—, ¿acaso te quejabas cuando ese cabrón malnacido te la metía hasta el fondo? —arremetió con más fuerza, clavando sus dedos en la cadera del Namikaze— ¡Responde maldita sea!

—Sasuke… ya no más, por favor… —comenzó a sollozar, pidiendo que se detuviera, pero solo lograba que el mayor levantara su cadera para clavarse con más fuerza en él, sintiendo que en cualquier momento se rompería.

Su cuerpo estaba completamente bañado en sudor, provocando que sus negros mechones se adhirieran a su frente. En determinado momento dejó de prestar atención a las súplicas de Naruto para que se detuviera, logrando  concentrarse únicamente en penetrarlo, había echado de menos la sensación de poseer a su esposo, no importaba con cuantos o cuantas se acostara, nunca lo satisfacían, nunca se sentía complacido.

Solo hicieron falta unas estocadas más para que se viniera dentro de Naruto, llenándolo por completo con su esencia, provocando que el blondo soltara un quejido de dolor que se convirtió en sollozo cuando salió de su cálido interior recostandose a su lado para jalar las sábanas y acercar a Naruto. Tenía la mirada perdida y su respiración que segundos antes era agitada comenzaba a estabilizarse logrando que cayera en un profundo sueño.

Era impensable el hecho de ir al baño y curar un poco sus heridas, ya que no se podía mover, sintiendo todo su cuerpo adolorido, como si le hubieran apaleado sin consideración, creyendo que en cualquier segundo se desmayaría a causa del dolor punzante de su entrada. Tan solo fue capaz de cubrir su boca con la mano para evitar que su llanto despertara a su esposo.

●●●

Como todas las mañanas Sakura llegaba a las nueve en punto a la mansión Uchiha para comenzar sus labores, que consistían en ayudar a Naruto a limpiar la casa y hacer diversos mandados. No podía negar que le había tomado mucho afecto al pequeño rubio, a pesar de que solamente llevaba trabajando para él tres meses. Se encariño de tal manera con el Namikaze que incluso lo veía como un hermano menor, debido a que era cinco años más chico que ella.

A sus veintiséis años Sakura era una mujer hermosa, de largo cabello rosado, el cual sujetaba con un listón rojo y expresivos ojos color jade, de piel blanca. Estaba felizmente casada con un moreno bastante enérgico, el cual era maestro de educación física de nombre Lee, y debido a que el sueldo de él no alcanzaba para mantener los gastos de la casa quiso contribuir y fue así como consiguió el empleo de sirvienta el mansión Uchiha.

Al ser un lugar tan grande creyó que la servidumbre seria era bastante numerosa, pero se sorprendió al descubrir que hasta ese momento Naruto era el único que se encargaba de limpiar. Curiosamente preguntó él por qué, enterándose que meses atrás, su esposo Sasuke había despedido a todos y que le había costado mucho convencerlo para contratar ayuda. Desde ese momento supo que el esposo de Naruto era alguien de temer, pese a que no lo conocía.

Sakura terminó conociendo al tal Sasuke un mes después de que empezó a trabajar ahí, al parecer ese día había olvidado algo por lo que se vio en la necesidad de regresar a la mansión, era un hombre bastante imponente, con porte altivo y orgulloso que poseía una escalofriante mirada que te erizaba la piel. En cuanto la vio, la miró con arrogancia y desprecio, y de manera déspota preguntó: «¿Quién eres?» su voz quería abandonarla debido al miedo que sintió al ser escaneada con esa gélida mirada. Con un esfuerzo sobrehumano hizo una reverencia y en un susurro respondió: «Sakura, la sirvienta. Mucho gusto Uchiha-sama», pero él no respondió, tan solo pasó de largo, hacia su estudio.

Sus inquietos ojos jade le siguieron cada movimiento, ya que a lo lejos observo que se acercaba Naruto. Había escuchado de personas como él, que eran frías con todo el mundo pero cuando estaban en presencia de su pareja eran amables e incluso su semblante cambiaba a uno lleno de amor. Grande fue su decepción, por lo que frunció el ceño con molestia al ver como Naruto se apartaba de su camino, agachando la cabeza con sumisión ante aquel maldito varón que parecía verle con desprecio. No lo podía creer, ¿Cómo era posible que alguien tan lindo y dulce como Naruto estuviera casado con una bestia antipática como esa?

Cuando Sasuke finalmente se fue, sintió como el ambiente tenso desapareció, por lo que se acercó a Naruto e instintivamente le abrazo.

—Sakura-chan —susurró el blondo impresionado por las acciones de la mujer.

—¿Estás bien Naru? —preguntó maternalmente soltando un bufido de indignación—. No sé cómo alguien tan lindo está casado con un insensible como él.

Escuchó la leve risilla del menor y apenada se separó de él agachando la mirada, ya que probablemente le despediría por haber ofendido a su esposo, pero su respuesta le desconcertó «Él no siempre fue así, antes era muy lindo». Eso jamás se lo espero, ansiaba preguntar, pero la melancólica mirada del rubio le indico que no debía hacerlo, por lo que simplemente le sonrió y regresó a sus deberes. Tal vez algún día Naru le tenga la confianza necesaria y si quisiera hablar ella estaría ahí para él, pero por ahora no era el momento de eso.

Haciendo a un lado aquel recuerdo, entro a la mansión tarareando una canción alegremente mientras se dirigía al cuarto de servicio para cambiarse la ropa y comenzar a limpiar, ya que ese día tendrían que lavar todas las ventanas del lugar. Al salir se le hizo extraño que el rubio no estuviera ya que siempre la recibía con una cálida sonrisa, pensó que quizás habría salido, idea que descartó al ver sus llaves con la pequeña ranita de adorno sobre el tazón ubicado en la entrada.

Entonces recordó que el día anterior lo había visto un poco pálido, incluso decaído, preocupada de que estuviese en cama enfermo se dirigió al cuarto del blondo, ya que sabía que a esas horas Sasuke ya no estaba. Tocó un par de veces pero no recibió respuesta, entreabrió la puerta analizando el lugar detenidamente, observando unos mechones rubios salir de entre las sábanas. Y con la preocupación haciendo mella en ella, se acercó hasta la cama, deslizando un poco la sábana para dejar al descubierto la cara de Naruto y comprobar si tenía fiebre, pero jamás se espero verlo así.

—Naruto… —susurró con pánico abriendo completamente sus ojos.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Continuará

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro