Capitulo 5.
31 de octubre del 2020.
Mañana.
Hace ocho años Anna llegaba al mundo de una manera aterradora, recuerdo que aquella noche de Halloween choqué con una verdadera historia de terror en la casa de Jenna, en el suelo había tanta sangre, por un momento pensé que había perdido a mi hermana, que Anna tampoco lo lograría. Recuerdo solo justo y necesario de esa noche, el único momento que tuve paz fue cuando logré cargar a Anna y esta apretó mi dedo índice con fuerza. Fue ahí, en aquella habitación de hospital que le juré protegerla ante todo mal.
Anna todavía dormía cuando Jenna llegó a mi apartamento con el pastel más ridículamente rosa que había visto en mi vida, el papel de arroz de la princesa Anna de Frozen me sonreía en señal de victoria. Puedo jurar que por un momento la cruel princesa bailó en su papel de arroz feliz porque ella había sido escogida.
Anna odiaría su pastel.
—Deja de verla así, siento tu crítica aun cuando no has dicho ni una palabra—regañó Jenna colocando una delgada vela en una esquina del papel de arroz, sin tocar a la princesa—. Es un pastel genial.
—Sí, es muy bonito, pero no para Anna.
—Le encantará—repitió tercamente.
Jenna caminaba a un lado al otro de su cocina, parecía nerviosa, su mandíbula temblaba un poco, sus manos también. Si no la conociera tan bien nunca lo habría detallado, pero después de todo Jenna era mi hermana mayor, conocía cada gesto de nerviosismo por parte de ella y uno de esos era el hacer prácticamente un agujero en el suelo.
Comprobando por enésima vez que la vela estuviera en su lugar me puse detrás de ella y la abracé. Fue cuando escuché el primer sollozo ser soltado de su parte.
Esa noche Jenna había perdido totalmente su luz, esta se había apagado poco a poco. La primera vez que vi un indicio de oscuridad en mi hermana fue en el primer empujón, yo no lo sabía, pensaba que solo estaba pasando un mal momento en su relación. Cuando llegó a mi casa con un moratón en su mejilla enloquecí, pero ella me pidió que no le hiciera daño, sin embargo no pude evitar darle una advertencia a Seth. Sirvió por unos meses, después volvió a golpearla y yo... Yo pensaba que las cosas ya se habían arreglado.
Una semana antes de aquel Halloween, Jenna lo denunció, pero la familia de Seth tenía conexiones, no fue a prisión, solo una orden de alejamiento que no sirvió para nada, porque él llegó a ella, no la mató, pero algo murió esa noche y fue el espíritu de Jenna.
Jenna se había convertido en algo que no reconocía, solo veía indicios de lo que alguna vez fue en cada aniversario de su golpiza, en el cumpleaños de Anna.
—¿Has ido a ver a la doctora Coleman?
La doctora Coleman ayudaba en los días más negros, pero Jenna no era muy constante. Siempre salía con una excusa, pero sabía que eran simplemente eso: excusas.
—Sí, no te preocupes, sabes que me pongo sentimental en esta fecha—Jenna limpió rápidamente sus mejillas con las mangas de su suéter y fingió una sonrisa—. Es el cumpleaños de Anna, no quiero arruinarlo todavía.
—No vas a arruinar nada, Anna estará feliz de que pases el día con ella—limpié las lágrimas restantes con mis dedos y luego besé su frente—, pero debo reconocer que ambos amaríamos si fueras a la casa embrujada esta noche con nosotros.
—No, tengo... planes—Jenna me esquivó y volvió a la sala para sentarse en el salón, concentrándose en su teléfono.
Suspiré derrotado. Algún día volverá mi hermana, estaba seguro.
A las diez de la mañana Anna despertó y sonrió feliz al ver a su madre en la sala, corrió hasta ella y la abrazó con fuerza, yo solo me limité a observar la escena. Anna pocas veces tenía este tipo de muestras de afecto por parte de su madre por lo que disfrutaba al máximo cuando las conseguía.
—Estás tan grande—Las lágrimas de Jenna volvieron, mientras Anna solo reía del comentario de su madre.
—Todavía faltan diez años más para la mayoría de edad, así que estoy bastante segura de que sigo siendo pequeña.
Jenna acarició la mejilla de su hija con cariño, luego la tomó de la mano y la llevó a la cocina, no sin antes Anna envolverme en un abrazo de oso que recordaré para toda la vida.
—Feliz cumpleaños, Anna.
—Gracias, tío Jer—se separó un poco de mí y susurró en mi oído—. ¿Crees que mamá acepte preparar la sangre falsa con nosotros?
Me tensé un poco, pero me obligué a sonreír, no sabía si era una buena idea.
—Tal vez deberías preguntarle, pero si dice que no es mejor no insistir, ¿de acuerdo? Lo haremos una vez que se vaya.
—De acuerdo.
—¿Que están cuchicheando ustedes dos? ¡Ven aquí, Anna! Ven a ver tu pastel—exclamó mi hermana emocionada.
Anna también lo estaba, su sonrisa tenía marcado sus límites de oreja a oreja, pero esta se hizo más pequeña cuando vio el papel de arroz de la princesa en su pastel, sin embargo, fingió. Anna más que nadie sabía que no siempre veía a su madre tan contenta y con el dolor en mi corazón estaba seguro de que Anna fingiría perfectamente.
—¡Es la princesa Anna! Tiene que ser una gran princesa para tener tu nombre—canturreó mi hermana, mi sobrina solo rio un poco.
—Estoy segura de que yo soy mucho más genial que la princesa Anna, mamá.
—Lo eres cariño—besó la coronilla de su cabeza y luego aplaudió—. Te va a encantar, está relleno de fresas y chocolate, sé que amas el chocolate.
Anna amaba el chocolate, por otro lado, odiaba las fresas.
La cara de Anna esta vez no pudo aguantar la sonrisa y cayó, Jenna se dio cuenta de eso.
—¿Qué sucede, cariño?
—Na-nada, mamá. Se escucha delicioso.
Jenna estaba feliz, hablaba rápidamente, soltó más palabras esa mañana más de lo que normalmente hacía.
Cantamos el feliz cumpleaños, Anna pidió su deseo y luego hizo el primer corte del pastel, Jenna luego le arrebató el cuchillo como si Anna no fuera perfectamente capaz de cortarlo, sé que la enojó un poco, pero de nuevo siguió fingiendo.
Anna solo comió el bizcocho e hizo lo posible de dejar las fresas a un lado de su plato. El silencio me estaba ahogando, no parecía una fiesta de cumpleaños, solo un momento incómodo familiar del que no me podía escapar.
Noté como Anna me hacía algunos gestos a escondidas de su madre, era extraño, pero descifré fácilmente lo que me estaba pidiendo.
—Anna quiere saber si ayudarías a preparar la sangre falsa para su disfraz de Halloween—Jenna dejo la cuchara de lado y me perforó con su mirada.
—¿Preparar sangre falsa?
—¡Si, mamá! Conseguí varias recetas en internet para mí calabaza diabólica—Anna dio saltos en su asiento, pero Jenna no estaba muy feliz.
Había aceptado a regañadientes el disfraz y estaba seguro de que ella no quería ser parte de la calabaza diabólica.
—Uhm no lo creo, Anna—revisó su reloj de pulsera y frunció el ceño—. Debería irme ya.
—Pero son apenas las once y media—Anna protestó —, siempre te quedas hasta las tres en mi cumpleaños.
Jenna le sonrió mientras acariciaba su mejilla, podía jurar que mi hermana estaba aguantándose las lágrimas, pero eso no me hizo sentir menos enojado. Aceptaba el hecho de no pasar el cumpleaños al lado de su hija, pero, ¿quedarse solo hora y media?
—Estoy segura de que tendrás mejores planes que pasar tu cumpleaños con tu madre—dijo encogiéndose de hombros, lo que hizo que los ojos de Anna se llenaran de lágrimas.
Se levantó de su asiento y corrió a su habitación, dejando a Jenna con su mano extendida mirando el banco en donde anteriormente estaba sentada.
—Lo siento—susurró.
—¿Por qué irte tan temprano? —pregunté bruscamente, Jenna me miró —. Anna solo quiere un cumpleaños normal, sin tus novios, fiestas o bebidas. Quiere a su mamá.
—No puedo darle eso, tú no sabes todo lo que pasa por mi cabeza todos los treinta y uno de octubre.
—Y tu pareces no saber todo el daño que le estás provocando a tu hija, Jenna.
—Deja. De. Juzgarme.
—¡Entonces compórtate como una adulta por una maldita vez!—exploté golpeando la isla con fuerza lo que hizo sobresaltar a mi hermana.
Me sentí enfermo al ver la mirada de miedo en sus ojos. Me levanté de mi banco y la abracé con fuerza, esta vez no lloraba, solo miraba hacia el infinito como si nada le importara.
—Lo siento—le dije—, no debí reaccionar de esa manera.
Jenna se alejó poco a poco de mí, se quedó de pie frente mirándome con esos ojos sin brillo... sin vida.
—Gracias por protegerla siempre de todo lo malo, incluso de mí. Por favor... Mantenla siempre a salvo.
Me dio un beso en la mejilla, agarró su bolsa y salió de mi apartamento. Estaba furioso, triste y avergonzado.
Sin embargo, haría todo lo que pudiese para que el día de Anna mejorara, eso era lo único que pasaba por mi cabeza, nunca lo hicieron las palabras que me dijo mi hermana esa mañana.
Bueno, les tengo una historia de terror: Ayer se me fue el internet y sigo igual :v Estando en Venezuela uno nunca sabe cuándo volverá:(
Así que estoy haciendo lo humanamente posible para actualizar ;) Luego les acomodo mis vectores y doy las respectivas dedicaciones <3
Un capítulo para que odien quizás un poquito más a Jenna jajajajaja
Nos estamos leyendo.
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