Capítulo 18.
ENERO.
El día que Astrid volvió a Toronto llegó un sobre a casa, lo descubrí en las manos de Anna, ella se veía confundida mientras leía, cuando me di cuenta de lo que era había sido muy tarde. No logré arrebatárselo a tiempo.
—¿Qué significa eso, tío Jer?—arrugó su nariz en confusión—. ¿Custodia compartida?
—Eso es algo de lo que no debes preocuparte.
—Explícamelo, tío Jer —exigió ella molesta.
Afortunadamente seguía siendo una autoridad para Anna, por lo que puse mi cara de tío serio que pocas veces usaba y volví a advertirle.
—Anna, no debes preocuparte por esto. Deja que los adultos se encarguen de las cosas de adultos. Ve a hacer tu tarea.
—Dice mi nombre, tío Jer y el de mamá, también el de una Parker, ¿es mi abuela?
Mis vellos ser erizaron, no quería que Anna viera esto. Anna podría tener pensamientos más avanzados que una niña de su edad, podía entender conversaciones complejas, incluso comprendió todo el asunto de su padre con facilidad, pero no dejaría que ella se adentrara demasiado en el tema de la custodia, solo lo que era necesario.
—Anna, por una vez, hazme caso. Ve a hacer tu tarea, una vez la termines podremos hablarlo, ¿de acuerdo?
No se veía demasiado convencida, pero finalmente asintió.
Dejándome a solas en la sala me senté en el sofá y me dispuse a leer el contenido del sobre. Provenía de aquel bufete de abogados, lo conocía bien, Delaware y Asociados, aquel vejestorio quería nuevamente tratar de destruir a mi hermana.
Primero de marzo, solo sería una reunión amistosa, podía escuchar la voz de Gutier Delaware al pronunciar aquellas palabras. No sería para nada amistoso, cargaría con todas sus pruebas inútiles y haría parecer débil a Jenna.
La noche en que regresé a casa luego de mi reunión con Anna Parker me dispuse a esperar a que mi sobrina durmiera, luego abrí la primera carpeta, por un momento sentí lástima por Seth, pero sin duda alguna me rompió saber lo que habían hecho con Anna.
Ella no tuvo que dejar una nota suicida, el contenido de esa carpeta era más que suficiente. Me enteré por casualidad que había muerto, estaba leyendo el periódico cuando vi su nombre, no había detalles de su muerte, pero llamé a su despacho y su asistente supo quién era yo, me dio los detalles que el periódico no iba a darme.
No le dije a Anna, mucho menos a Jenna, lo había guardado para mí al igual que la información que me había proporcionado Anna Parker.
Suspirando tomé el teléfono e hice la llamada de la única persona que podría ayudarme en estos momentos, al tercer tono contestó.
—¿Estás tan ansioso por verme, Jer? Estoy a dos cuadras de tu casa así que puedes esperar un poco más.
—No sabes las ganas que tengo de aburrirme un poco, siento que estoy un poco alterado, así que apresúrate, necesito de tu dosis de aburrimiento.
La escuché carcajearse antes de colgar.
A pesar de todo lo que estaba sucediendo y que mi mente principalmente solo pensaba en el problema con Anna, una parte de mi seguía pensando en Astrid. Había extrañado horrores nuestras charlas en la cafetería o ver su bonita sonrisa, hablábamos casi todos los días por teléfono, pero la experiencia no era igual.
Diez minutos después me encontré abriendo la puerta para encontrarme a la hermosa chica en el umbral, no resistí mis impulsos y la atraje a un abrazo. Me sentí un poco acosador cuando inhalé el perfume de su cuello, pero el olor a vainilla en su piel se había convertido en uno de mis olores favoritos.
—No sabes cuánto te he extrañado—mascullé todavía ocultando mi rostro en su cuello.
Sentí su cuerpo vibrar.
—Solo me fui por dos semanas.
—Dos semanas es mucho tiempo.
Una vez que dejé ir su cuello de igual manera quería sentirla cerca por lo que no la solté manteniéndola fuertemente unida a mi pecho. Nos quedamos en silencio, viendo el rostro del otro, sonriendo nos como tontos, por un momento me olvidé de todos los problemas.
De repente mi rostro se fue acercando lentamente al suyo, estaba tan cerca, tan jodidamente cerca.
Pero Anna gritó su nombre a mis espaldas y el momento se rompió. Astrid se alejó como un resorte de mi cuerpo entrando a mi apartamento para recibir a Anna en sus brazos.
Maldije en mi cabeza mientras mi frente se apoyaba en el umbral de la puerta.
—¿Estás bien, tío Jer?
Aquellos ojos manipuladores me sonrieron victoriosa, ella lo hizo a propósito.
—Sí, solo... me mareé un poco.
Ella no lo creyó, al igual que yo no creí en su inocencia. Astrid caminó hasta el sofá y Anna aprovecho el momento para hablarme en un tono muy bajo.
—Que el primer beso sea en el umbral de tu puerta es un nivel cien de anti romance, tío Jer. Hice lo que tenía que hacer.
Anna se quedó bastante tiempo junto Astrid no queriendo compartirla, le preguntó sobre su viaje, que había hecho, como era Los Ángeles, si había surfeado. Astrid rio con esa última pregunta.
Cuando revisé mi reloj y vi que habían pasado al menos treinta minutos de Anna hablar sin parar con Astrid asumí nuevamente mi papel de tío.
—Anna, ¿ya terminaste tu tarea?
Anna entrecerró los ojos en mi dirección, la imité. Astrid nos veía entretenida.
—Ya estoy por terminar, tío Jer.
—Entonces es mejor que vuelvas a tu habitación y termines tu tarea, Astrid va a acompañarnos en la cena, no quieres hacerla esperar, ¿no?
Anna se levantó balbuceando por lo bajo cualquier cosa, quizás alguna mala palabra. Estar alrededor de chicos más grandes estaba arruinando el vocabulario de mi sobrina.
Anna finalmente nos dejó a solas, por lo que me levanté del sofá y me senté en el lugar que Anna tenía previamente al lado de Astrid. Las pecas de la chica de acentuaron un poco más al arrugar su nariz, estaba preocupada.
—¿Aún no le has dicho lo de su tía?
—No lo vi necesario—admití sinceramente —. A penas hace unos días le hablé sobre ella. No creo que sea prudente abrumarla de esas cosas.
—Ella se escuchaba interesada cuando hablamos por teléfono esa noche, creo que era más la curiosidad de por qué su madre había escogido ese nombre para ella después de lo que pasó.
Fruncí el ceño, eso era algo de lo que Jenna nunca me había contado, pero como mi sobrina también me causaba curiosidad.
—¿Crees que deba a contarle a Jenna sobre Anna Parker?
—Tendrás que hacerlo tarde o temprano, en cualquier momento llegará la solicitud de la custodia—Astrid abrió los ojos cuando le extendí el sobre —. ¿Cuándo llegó?
—Hace unas horas, Anna lo leyó.
—Mierda. ¿Hizo preguntas?
—Afortunadamente hizo caso y volvió con sus tareas, pero le prometí que hablaría luego con ella—suspiré tomando mi cabeza entre mis manos—. No sé que hacer, Astrid.
Astrid acarició mi cabello con delicadeza, disfruté por un momento sus dedos entre las hebras, dejando mi mente en blanco.
—¿Tienes un abogado?
—¿Uhm?—me desperté de mi ensoñación, Astrid se dio cuenta de lo que había provocado.
—¿Tienes un abogado, Jer?
—Aun no, planeaba conseguir uno esta semana después de las fiestas, pero la solicitud llegó antes de los esperado. Necesito al mejor.
—Que bueno que conozco quien es el mekor—Astrid sacó su teléfono y marcó un número. La miré confundido —. ¿Hola? Sí, ya estoy en Toronto, estoy en casa de Jeremi.
Las mejillas de Astrid enrojecieron fuertemente, aclaró su garganta antes de volver a hablar.
—¡Makayla, compórtate! Ahora escúchame, necesito el favor más grande que podrías hacerle una amiga. No, Makayla, no se trata de conseguirme condones—Levanté mis cejas ante la conversación de Astrid con su mejor amiga, pero no me sorprendía, las pocas veces que había estado en contacto con Makayla me di cuenta de que era una chica bastante... peculiar—. ¡Tampoco necesito juguetes sex...! ¡Makayla, concéntrate! Necesito una reunión con tu padre.
¿Su padre? ¿Por qué su padre?
—Jeremi necesita un muy buen abogado. No, no está en problemas, no puedo darte detalles ahora, las paredes escuchan—Astrid me hizo señas con sus ojos, no tuve que darme la vuelta, sabía que Anna estaba escuchando a escondidas —. Sé que esto es difícil para ti. Gracias Makayla, te debo una muy grande. Oh sí, te compraré unos nuevos tacones para que John también los disfrute.
Las mujeres intercambiaron un par de palabras más y finalmente Astrid colgó.
—Hablarás con su padre, créeme, nadie es mejor para este trabajo que Jonas Fox.
Ojalá fuera así, porque la información que tenía en mi poder era importante, solo necesitaba un buen abogado que supiera utilizar muy bien las cartas a su favor.
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