— Reaper. Debemos hablar sobre ella no podemos seguir evitándolo. Sabes que esto iba a suceder en algún momento y no puedes enfadarte y esperar que por un simple berrinche infantil se vaya a evitar nuestro destino.

Las negras alas del Dios de la muerte se movían con ansiedad por cada paso que daba este, sintiendo ganas de volar del lugar y dejar una destrucción detrás de sus pasos. No podía creer que el final se acercara tan deprisa, que se aproximaba la catástrofe a tan agigantado paso. No ahora.

— Ink es muy joven para llevar esto aún, no está ni un poco preparado para lo que viene y sus fuerzas son necesarias, Señor. Toriel me prohibió empezar el entrenamiento hasta un mes más por temas que ella me asegura, son esenciales para su formación, pero no. ¡No, maldición! No nos queda tiempo, no tenemos más formas de entretener a la bestia. No puedo creer que tenga miedo.

Asgore se sentó en su trono y negó con desaprobación su cabeza intentando calmar a Reaper tocando su cabeza. Parecía sereno ante el tema, pero por dentro el temor era más grande.

— Mantendremos al margen a Ink de esto hasta que sea necesario, empezaremos los entrenamientos sin darle a conocer como va el tema de ella y no lo agobiaremos con nuestros problemas. Ink aún es inestable, es solo un niño que está descubriendo lo que lo hará más fuerte... Ganaremos tiempo, lo sé. Tengo fé en ustedes, en mis ciervos y en la fuerza que se me ha sido otorgada para mantener el control y la paz durante un tiempo más. Estoy viejo, lo sé, pero he logrado calmar a la bestia ya 2 veces, no dejaré que la tercera sea mi vencida.

Reaper parecía explotar. No entendía como podía ser tan optimista en estas condiciones.

La destrucción de la bestia había alcanzado uno que otro planeta deshabitado, buscando víctimas y dejando su ira caer sobre suelo inerte. Dejando hasta el diamante más duro, convertido en polvo.

— ¡Ink ya no es un niño, Asgore! Ink necesita ser consciente de lo que está sucediendo, no puedes pretender que de un día a otro su mundo se caiga en pedazos y saque fuerzas desde el vacío para pelear contra el dragón. No es un cuento se hadas, no es una leyenda o una fábula, es la realidad. Tenemos en juego todo un maldito universo que no hemos sabido proteger a la perfección, y un mundo consciente que espera nuestra protección. Ink debe ser entrenado ya, debe dejar estos jueguitos con los mortales y caer en cuenta de que toda su vida se irá, ¡Se irá a la mierda! si no empieza a ver la realidad como es y no como un dibujo que puede modificar a su antojo.

Gaster entró dejando caer su capa y mirando a Reaper con frialdad, quien calló de inmediato y bajó la cabeza con el temor que se le debe tener a un Dios.

— Aquí quienes tomamos la decisión de quien es entrenado y quien no somos nosotros, pero la decisión de dejarse entrenar y asumir el cargo que se ha sido otorgado no recae sobre nuestros hombros. Ink aún no es un hombre, es un niño, tu hermano también debe ser entrenado y no te veo afligido por esto, Death. Te crié, te vi crecer, te vi caer, te vi intentar renunciar y atentar contra tu inmortal vida, pero sigues aquí, fuerte, duro y decidido. Para llegar a ser quien eres debiste pasar por el mismo infierno, físico y psicológico, pero no fue un golpe de realidad; Todo va a su tiempo, y si prefieres acelerar las cosas para estar preparado y no llegar justo y decidido, flaquearas ante el adversario con duda sobre tu existencia y rol en este universo.

— Pero, padr-

— Silencio. —Asgore miraba algo tenso a Gaster, pensando, dudando, temiendo por su hijo, de la misma manera en la que Gaster temía porque el temor cegara a Reaper y lo debilitará.— Siempre has sido mi orgullo y te has caracterizado por pensar en frío. Los humanos se caracterizan por vivir hasta sus últimos días con preguntas. Dudando de su rol en la vida, de la utilidad de sus actos. De donde vienen, a donde van. Tienen años para responder sus preguntas, pero encuentran más en camino a las respuestas. Reaper, mi hijo. No dejaré que te dejes caer por tu debilidad, sé que temes, sé que no quieres perder a quien robó tu corazón, pero ¡Miráte! Débil, confundido, y dejandote llevar por la duda. Eres la parca, Death, eres la muerte. No puedes dudar de tu mano cuando alzas la Oz en el aire, y no dudarás de la palabra de tu padre cuando te dice que todo es a su tiempo. No te rebajes al nivel del mortal por amar a este. Protegelo, pero no olvides quien eres.

Reaper se arrodilló frente a Asgore y Gaster bajando su cabeza, acatando a sus ordenes.

Reaper temía, temía por ver su mundo destruido, ver a su amado marchar entre sus brazos, ver el mundo que lo acogió escapar y volverse polvo y ver a quienes lo han visto convertirse en quien es terminar derrotados.

La vida es frágil, pero más frágil es quien la maneja.