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🍎Parte 6

Little Canal Café

Esperanza y Sinclair estaban sentados en un rincón de la cafetería que daba a una esquina. El ambiente estaba con poca luz para crear una atmósfera más íntima y bonita. Ella fue la que primero comenzó la conversación.

—Siento curiosidad, ¿cuántas visas tienen ustedes? Porque me sorprendió cuando Marga me dijo sobre la ESTA, que es algo nuevo.

—Sí, nosotros tenemos varias visas dependiendo para lo que necesites al llegar acá —le dijo y cambió de tema—, me gusta mucho cómo te queda ese rojo en los labios.

—Gracias, me lo puse para la cena que íbamos a tener antes de que me llamaras para decirme que te tenías que volver a Estados Unidos.

—Perdón, Caramelo.

—No pasa nada, por lo menos me dijiste por qué te ibas y me alegro de que todo haya salido bien después del susto.

Un rato después, salieron de la cafetería para regresar al departamento de Sinclair.

—Bienvenida a mi humilde morada —la hizo pasar primero.

—Morada puede ser, pero de humilde no tiene nada —se rio cuando vio el lujo cálido que tenía alrededor—. Es muy lindo.

—Te lo agradezco, es un ático. Lo conseguí a través de un amigo y cuando lo vi me encantó y pensé que este era mi lugar.

—La verdad es que está precioso.

—Ven que te mostraré el cuarto donde dormirás.

—¿El tuyo?

—Sí, ya compartimos cama, ¿recuerdas?

—Me acuerdo bien y estuvo muy lindo también.

—Podemos repetir si quieres —le regaló una sonrisa.

—Me gusta la idea —le sonrió también.

Sinclair le dio una remera para dormir y cuando ella se puso cómoda y, como pudo se sacó el maquillaje, se metió en la cama.

De a poco se fueron quedando dormidos a medida que conversaban.

🍸

Edificio Clearence

Para la mañana siguiente, él la dejó en el departamento de Margarita luego de haber desayunado juntos. Tocó el timbre y ella le abrió.

—Buenos días, ¿cómo te fue? —le preguntó cerrando la puerta.

—Buenas, todo bien, ¿y a vos?

—Muy bien también, fuimos a un bar que nos gustó, así que, en algún momento podríamos ir los cuatro.

—Capaz.

—¿Desayunaste?

—Sí.

—Buenísimo, yo tengo que ir a trabajar dentro de un rato, ¿estarás bien sola?

—Sí, no te preocupes, ya lo hablamos, Marga. Vos tenés que hacer tus cosas, yo puedo estar acá.

—Me gustaría que salgas a conocer la ciudad y no que te quedés acá dentro, pero con un mensaje, todo se puede solucionar —le sonrió con picardía.

—Él tiene sus cosas, no va a estar tan pendiente de mí solo porque yo me voy a pasar un mes sin hacer nada acá.

—A Sinclair no le va a interesar que no hagas nada, ya lo sabemos —lo recalcó.

—Supongo que no le importa, pero tiene cosas más importantes que estar de niñero.

—Ese chabón está que se derrite por vos, no hace falta que te lo repita.

—No quiero ser un estorbo para él.

—No empecés con los prejuicios y las excusas. Viniste acá para pasarla bien y para que estemos todos juntos.

—Ok —intentó revolear los ojos y se mordió el labio inferior—, me voy a bañar y a cambiar de ropa.

—Te espero, tengo tiempo todavía.

—Bueno.

Diez minutos más tarde fue a la cocina y se encontró con Sinclair y un arreglo floral.

—Nos acabamos de ver, ¿qué pasó?

—Nada, vine a darte un obsequio —le dijo con una sonrisa y entregándole las flores.

—Gracias —se quedó cortada y se las aceptó—. Son muy lindas.

—Me voy sino se me va a hacer tarde —les contestó dándoles un beso a cada uno—, ahora que vino podés decirle del bar y que te lleve a pasear.

—Marga, se te hace tarde —le dio una indirecta su amiga mientras la miraba.

—Me fui —rio por lo bajo y salió del departamento.

—¿De qué hablaba Marga?

—De nada. Pavadas, nada más.

—Puedes decirme lo que quieras, ya lo sabes.

—Me contó que podíamos ir una noche al bar que tu hermano y ella fueron anoche porque les gustó.

—No me parece una mala idea, sería bueno para ti para que conozcas la ciudad y su vida nocturna también —sonrió con encanto.

—¿Me querés llevar por el pecado?

—Lo conoces en persona —se acercó a ella susurrando las palabras para darle un casto beso en los labios.

—Voy a ponerlas en la pieza que ocupo —se escabulló por debajo del brazo porque la tenía arrinconada entre la isla y él.

—De acuerdo —acotó con risitas.

En el interior del cuarto, Esperanza se calmó un poco y dejó el arreglo floral sobre la cómoda. Miró las flores que le parecieron preciosas, pensamientos y gipsófilas junto a una nota escrita a mano.

Siempre pienso en ti. Siempre. Tu Pecado

Decidida a darle un mejor agradecimiento, salió del dormitorio para regresar a la cocina y abrazarlo por la cintura.

—Es hermosa la dedicatoria —apoyó la barbilla contra el pecho del hombre.

—Es lo que siento, Esperanza.

—Y yo también, pero no sé lo que somos, tenemos algo que no se puede explicar, pero tengo miedo.

—Somos lo que los dos sabemos bien, aunque ninguno se atreve a decirlo.

—¿Novios? —Alzó las cejas de manera sorprendida.

—Me gusta la palabra.

—¿No te parece rápido?

—No, y menos si por mi parte fue flechazo a primera vista. ¿O acaso no te parece atractivo? —cuestionó en modo fanfarrón.

—Me pareces muy atractivo y bueno también, pero tampoco es para vivir de ilusiones porque los dos sabemos que no nos va a durar siempre.

—Si los dos tenemos en claro que lo que queremos es serio, entonces se verá luego lo que hay que hacer. Hay varias formas de poder quedarte en el país por un tiempo prolongado y más si tienes ventajas de gente que conoces que vive y es ciudadano aquí. Deberías pensar en el ahora, Esperanza, no pienses tanto.

—Pienso de más porque nunca me pasó algo genial.

—Pues ahora te pido que dejes de pensar en el después, vivamos el presente, cosas así se solucionan rápido.

—¿Cómo de rápido?

—La vía más rápida es casándote con un norteamericano y aunque no obtienes la residencia en un corto plazo, puedes vivir aquí.

Esperanza se carcajeó.

—Si la gente hiciera eso es por interés.

—Las personas que se casan tendrán sus razones, llegarán a un acuerdo, no sé, pero cada pareja es una situación diferente, nadie puede juzgarlos porque es la decisión que tomaron. Otras parejas se casan por amor también, no solo por interés.

—Bueno, como sea, la cosa es que yo no pienso casarme por algo así, no quiero casarme sin amor.

—No quieres casarte sin amor, pero no te molestaría casarte con un extranjero.

—Sinclair, me gustas mucho, si fuese cerrada de mente en ese sentido de no meterme con un extranjero, te aseguro que no te daba bola, por más bueno que estuvieras. Si la cosa fuera a la inversa, vos no te tendrías que fijar en mí, sin embargo, lo hiciste.

—Me pasaron muchas situaciones de mierda, como para pensar en no querer conocer a alguien con estrabismo y que encima fuese latina. Los dos tenemos pasados sombríos, ¿por qué tendríamos que dejar que nuestro presente y futuro se opaque también?

Esperanza se puso en puntas de pie, lo tomó de las mejillas y le dio un beso en los labios cuando terminó de escuchar la pregunta. Estaba decidida a disfrutar cada momento junto a él.

—Está bien, conozcámonos, seamos novios, lo que quieras —le sonrió y lo volvió a besar.

Sinclair la abrazó por la espalda para estrecharla contra su cuerpo y siguió besándola.

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