La vida es tan corta que quizás este diario siendo igual de breve también hable de ti.

Las personas como yo viajan encontrando el destino de otros sin tropezar con el suyo, sumergen su placer para germinar la satisfacción inédita de una piel que no es nuestra, siendo capaces de ver el fondo, estar en el abismo, y aun así permanecer en él. Continuamos creyendo en lo que nadie aún cree, mereciendo un diario diferente, que no imagine utopías o narre deyavús que no irán a suceder. Sobrevivimos idealizando personas para encender nuestras sombras, las cuales no llegan a tener un ínfimo parecido a como realmente son. Anhelamos tener una historia de verdad, una sin fracasos y decepciones, en la que vivamos sin pensar en el próximo sitio donde colocaremos otro punto final, en donde podamos sonreír sin sentir un sótano furtivo en nuestro pecho. Necesitamos aconsejar, aunque se vuelva más complicado si los consejos no podemos cumplir, divagar en los recuerdos de un pasado sin futuro que su presente concluyó, escoger a la persona menos indicada y ser sumisos esclavos del corazón, pero sobre todo necesitamos mucha fuerza, para cada instante en que nos sentimos solos y aun así fingimos no estarlo. La vida nos esboza un paisaje que a veces no muestra el cómo ser feliz, en el que nadie te llena, pero nada tampoco, en el que tendrás objetivos, pero escasos de ganas, en el que tienes la vida, mas no sientes tenerla. Al llegar a este punto, tal vez levites en un rincón de tu mente para de los pensamientos escapar, te aferres a adicciones que sometan tu cuerpo y desgarren tu moral o decidas cruzar el puente que separa lo efímero de la eternidad.

No soy de caer y levantarme tan pronto como fácilmente muchos suelen hablar, pero soy de sostener mi peso cuando mis piernas no pueden con más, por eso, escribo este breve diario para decirte que por más que sufras y pierdas jamás olvides quien eres y lo que tú deseas lograr.

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