Lunes, 27 de mayo de 2114

Javi no ha muerto. Vive en el bosque. Mi mejor amigo de expresivos ojos verdes. Una semana y no lo he vuelto a ver. Estoy segura de que se trataba de él. Le reconocería en cualquier parte, aunque no le recordaba así. Esa expresión risueña y soñadora en su cara ha desaparecido, ocupando su lugar una mirada seria y madura que trasmite seguridad, pero también puede ser dura, una mirada que no me ha reconocido. También ha crecido. Recuerdo que éramos igual de altos, casi le superaba. Ahora, como mínimo me lleva unas dos frentes. Por no hablar de su apariencia. Nunca fue feo pero ahora… ¡Menudo cuerpazo! Aunque quizás esta reacción se deba a que en Dreo no tenemos precisamente muchos chicos espectaculares, aparte de mi hermano y algún otro, de los más pequeños, a los que la pubertad les ha regalado un físico bastante bueno. 

No puedo olvidar ese momento, cuando mis ojos grises se cruzaron con los suyos, me miró sin verme y su instinto le dijo que se fuera corriendo, que escapase de una posible depredadora. El shock del momento y la estupidez han evitado que le siguiera y no he reaccionado a tiempo, como hubiera ocurrido en cualquier otro caso.

Le necesito conmigo. Él era mi puerta al mundo. Con él me volvía sociable y divertida. Con él reía y me lo pasaba como nunca. Recuerdo todas nuestras aventuras por el bosque como si las hubiese vivido hace unos minutos.

No he vuelto a salir fuera. Creo que Jake y sus influencias tienen algo que ver con eso… Confío lo suficiente en su criterio y en su discreción como para haberle contado todo sobre mi encuentro. Él ha estado atento esta última semana a las novedades por si había noticias de una persona, o una sombra, que pululara entre los árboles de la superficie. En todo Dreo, solamente él sabe que hay un superviviente en el congelado bosque, un superviviente que creía muerto y que, de alguna manera, ha resucitado. Muchas preguntas y pocas respuestas, interrogantes que no resolveré hasta que Javi esté a mi lado, conmigo.

No creo que se marche del bosque. Más allá, la tormenta de nieve debe ser mortal y las oportunidades de sobrevivir, nulas. Esto me crea más dudas que necesito resolver. ¿Cómo ha llegado aquí? ¿Le acompaña alguien? ¿Cuánto lleva fuera, a merced del duro invierno de la superficie? Entre ramas y hojas, y un buen refugio para las ventiscas más poderosas, es sencillo sobrevivir algún tiempo en la zona. Pero no demasiado. Aun así, Javi tendrá otros defectos, pero recursos e ideas oportunas no le faltan.

Mientras tanto, necesito el acceso a la salida. En mis clases de caza me enseñan posturas y técnicas. Me he acostumbrado a la discreción y a no llamar la atención durante todos estos años, de tal manera que puedo volverme sigilosa y prácticamente invisible. Eso juega muy a mi favor a la hora de la caza. Sin embargo, la elegancia y la puntería que han hecho de mi hermano semejante arquero, no me han rozado ni por casualidad. Aunque el blanco esté inmóvil, a dos metros de distancia, la flecha que yo dispare no acertará nunca. Pero tengo que conseguirlo. Sí o sí. Es lo que necesito para salir. Lo que necesito para peinar el bosque. Lo que necesito para encontrarle.

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Holaaaa!!

Esta entrada es un poco aburrida pero bueeeno.... 

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