Miércoles, 24 de diciembre de 2114

Esta ha sido la mejor Nochebuena de la historia. Hemos comido en familia (la señora Marta, la madre de Raúl, cocina súper bien), hemos cantado villancicos (yo obviamente no), Andy y Phil se han puesto contentillos (llevaban alguna copa de más, pero menos mal que el alcohol aquí no es nada fuerte) y nos han deleitado con una apasionada representación del villancico popular “Los peces en el río”, e incluso hemos tirado un par de cohetes después de cenar. No eran fuegos artificiales, pero era lo más parecido que hemos podido fabricar aquí. En resumen, ha sido una Nochebuena estándar, el tipo de velada que habríamos vivido hace ocho años, pero que no habíamos disfrutado desde que el Cambio tuvo lugar.

Feliz. Ahora mismo, antes de acostarme para dormir al lado de Adam esta noche, es lo que soy, y no encuentro otra palabra para describir cómo me siento. Feliz, porque nunca lo había sido tanto, y porque siempre que me he imaginado la palabra “feliz”, he soñado con la sensación que corre ahora por mis venas. Sí, definitivamente, soy feliz.