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tan amargo, tan insípido

tan amargo, tan insípido

—¿Acaso te cortaron la lengua los ratones?

El tono burlesco detrás de aquella voz rasposa es tan firme como Steve recuerda que es Billy. A pesar de que Billy Hargrove está en la camilla acostado con un hoyo en el pecho que moja las vendas de un tono carmesí, parece ser el mismo idiota que le dio una paliza hace casi dos años.

Y no es una queja en absoluto.

Billy lo observa directamente, sus grandes ojos azules, azules, azules parecen reflejar un extraño destello que ya había notado anteriormente en él, había sido aquel día en el que tuvieron su única pelea, los orbes de Billy brillaban y Steve estaba casi seguro que era furia o placer por darle justo su merecido, o un poco de ambas, decide.

—¿Y bien princesa? —un tono más profundo sale de los pálidos labios de Billy, lo sigue mirando directamente estudiando sus facciones una y otra vez.

—B-billy... —sus torpes vocablos salen de sus labios casi estupefacto, solo puede escuchar la gutural risa de Billy. ¿Cómo puede verse tan bien después de un coma? Maldito, Hargrove.

—Tranquilo chico bonito, no te haré nada, estoy en una jodida camilla ¿lo recuerdas?

Y no sabe exactamente el porqué pero no ha podido despegar su vista de Billy Hargrove, quizás porque el muy idiota tuvo que despertar justo en su visita o en el peor de los casos es la sangre que sale de su pecho. En cualquier caso no entiende porque sus pies han llegado frente a Billy.

No obstante, Billy no quita su expresiva mirada de él es como si lo estudiara cada gesto que hace o probablemente piensa que eso es un jodido sueño aun cuando la enfermera alarmada intenta cambiar el vendaje del chico. De todos modos, no es como si le importase, él sólo lo hace por buena causa ¿verdad?

Y una vez que la joven enfermera porqué es una herida profunda, necesitamos que estés estés observación un par de días y el doctor Lucas vendrá en unas horas a revisarte nuevamente, cualquier cosa podrás llamarme. Ella desapareció intentando llamar la atención de Billy, no sin dejar un bonita sonrisa a Robin junto a unas mejillas rosadas.

—¿Te vas a quedar ahí todo el maldito día?

Steve siente sus mejillas arder, Billy es un maldito imbécil que ama hacerlo sentir extraño y avergonzado. Lo ha estado observando por demasiados minutos.

—Despertaste —Steve aclara.

—Es obvio, chico listo —y detrás de aquel sarcasmo hay algo que Steve no puede dejar de lado— desperté hace cuatro horas.

—¿Cómo sucedió? Tú... —para su grata sorpresa Steve tartamudea un poco ante la bobalicona sonrisa de Billy.

—No sé una mierda Harrington, no soy médico.

Steve no puede creer que después del monstruo interdimensional y casi morir, Billy sea tan idiota como siempre.

Billy sonríe.

Steve está irritado.

—Creí... mos... que no ibas a despertar.

Ni Steve ni Billy lo mencionan o siquiera son capaces de verlo pero hay una extraña complicidad en ellos. Sin embargo más de uno lo sabe, y lo siente.

—¿Quién dijo eso, chico bonito? —Billy se muestra un poco serio, tiene preguntas que Steve no va a responder, no aún.

Steve no tiene palabras, probablemente porque todo había sido tan confuso cuando se enteró que Billy Hargrove aún estaba con vida, no le había dado tiempo de absolutamente nada; supone que Billy se siente exactamente igual.

—El doctor, se supone que tenías... —Steve pone las manos sobre su cadera y Billy se siente jodidamente divertido— muerte cerebral...

Billy sonríe abiertamente, pasando su lengua por sus labios. Steve despega su mirada de él porque es malditamente insoportable ver a a Billy siendo un idiota y coqueto.

—No es el caso, princesa —Billy está seguro— mierda ¿no tiene un cigarrillo aquí?

Steve bufa. Billy intenta buscar en uno de los cajones de aquella ostentosa habitación.

—¿Puedes ser más normal, idiota?

—Lo siento, chico bonito, pero he estado en esta mierda mucho tiempo, debo salir de aquí cuanto antes.

Y como si no tuviera poca vergüenza (porque no la tiene). Billy desconecta los aparatos de su cuerpo e intenta ponerse de pie, porque es una jodida mierda no sentir las piernas y sobre todo porque quiere arrancarle esa torpe sonrisa a Steve Harrington.

—¡Qué carajos!

—Yo que tú no haría eso. Tu cuerpo no se ha movido en casi un año y tus músculos deben estar tan atrofiados como el cerebro de Steve —la chica habla con sus movimientos tan exagerados como irónicos en su misma verborrea— y no quieres darte un buen golpe, galán.

Y es entonces que por primera vez en los minutos en los que ha estado observando al chico lindo de la habitación, puede visualizar a su acompañante. Vaya que es bonita, su cabello rubio ondulado y corto, su piel blanca y las pequeñas penas que adornan su rostro la hacen ver demasiado infantil, sus grandes ojos verdes azulados que abarcan la situación con escrutinio. Ahora la recuerda, ella es...

—Robin —la voz de Steve tiene un ligero tono de advertencia, porque se supone que ella entraría con él sin dar muchas explicaciones y sobre todo iba a callar su forma tan exageradamente extrovertida que tiene por boca.

Entonces, Billy le mira para después fruncir el ceño a Robin.

Billy está molesto.

—Robin Buckley —el nombre suena irritado. ¿Quién no recordaría a Robin Buckley? Una de las chicas más inteligentes de su generación casi destrozando a la perra de Nancy Wheeler.

—Billy Hargrove —Robin es sólo un poco fastidiosa.

—¿Qué mierda haces aquí?

Y sin pensarlo Billy le mira intentando buscar la respuesta.

—Es un gusto verte, Billy —Robin es sarcástica por naturaleza— me alegra que estés bien y claro que he venido a acompañar a Steve a ver a un gran amigo, ¿no es cierto, dingus?

Los ojos azules de Billy logran asfixiarlo únicamente al sentirlos. Robin en cambio está tranquila con esa sonrisa burlesca, y sus grandes ojos estudiando a Billy.

Oh, claro que lo ha notado.

Y ahora lo sabe.

—¿Dingus? ¿Qué clase de mierda es esa?

—Nada, solo un sobrenombre para tu princesa ¿verdad, Steve? —y sin saber cómo lo ha hecho pero Robim se ha acercado a él y ha quitado un pequeño mechón de su frente rozando sus cuerpo apropósito.

—Robin... —Steve se siente ligeramente incómodo.

—¿Qué tiene, dingus? Billy debe de saber que eres tan buen amigo que has pagado sus ocho meses de estancia aquí —Robin sonríe hipocritamente sin despegar la vista de Billy, oh, lo acaba de hacer.

No obstante, el momento es interrumpido por Billy quién intenta ponerse de pie, en un movimiento poco preciso y estúpido con la mandíbula marcada y sobre todo con la vista puesta en él.

Ni siquiera logra tocar el piso cuando, Steve (que no sabe cómo carajos pasó) toma entre su brazo el cuerpo de Billy para evitar que caiga, lo cierto es que Billy está siendo un completo idiota porque no ha caminado en ocho meses y decide hacerlo con nada de práctica.

—¿Acaso eres imbécil? —Steve se siente ansioso.

—¡Suéltame! —Billy ladra.

—¡Eres un idiota! Ibas a caerte.

—No estoy pidiendo tu ayuda.

—No puedes ni sostenerte en pie.

—¡No necesito tu mierda! ¡Quítate de encima de mí!

Con toda la fuerza —que no tiene—, Billy le empuja y es sólo entonces que Steve nota que está a unoscuantos centímetros de Billy, puede sentir su respiración aritmica y el cuerpo caliente tan cerca de él que le hace recordar hacia tan solo casi dos años en los que habían tenido su primera y única pelea.

—Steve —llama Robin comprendiendo la situación, Billy tiene mucho que asimilar y por lo que puede entender, ella siente empatia por él— creo que Billy necesita estar solo.

Steve suelta a Billy, quien no se digna si quiera a mirarlo, su largo cabello tapa su rostro y está seguro que si lo pudiera ver tendría aquellos orbes azules llenos de rabia como siempre solía mirarlo.

—Bi...

—Escucha a tu novia princesa —su voz está estática sin ninguna emoción— vete y procura no volver, no necesito tu miseria o lo que sea que hagas, niño rico. No necesito de ti.

No sabe exactamente el porqué pero de un momento a otro se ha sentido molesto y la presión presión su pecho se ejerce con fuerza, mira a Robin, ella le mira de regreso con una mueca completamente diferente, no está siendo sarcástica o burlona, únicamente jala de su brazo y es entonces que Steve lo sabe. Billy tiene mucho que pensar.

—Vamos Steve, llegaremos tarde al trabajo.

Robin como la buena amiga que es jala de su brazo, hay algo que ella ha visto detrás de él como si de una extraña forma supiera que le pasa a Billy o al menos como se siente. Steve camina intentando hacer contacto con Billy y ni siquiera le mira cuando está a punto de acercarse a la puerta.

—Billy... —pero su palabra no es escuchada, tampoco por él mismo.

Sale de la habitación y no sabe porqué sin embargo, siente que una parte de él se ha quedado en ella.



Cuando conduce de regreso el silencio reina en el auto, Robin no se digna a mirarlo y sus omentarios ácidos tampoco son dichos o pensados.

—¿Quieres que pasemos por la heladería esa? Por la que pasa Vickie, ya sabes para que hables con ella.

Steve intenta abrir conversación.

—Ya lo hemos hablado, ella no es como yo.

—Robin, no seas aguafiestas —Steve aprieta el volante entre sus dedos, está ansioso— solo es decirle hola, ¿quiere salir conmigo?

—No todos somos unos casanova, dingus, a veces solo somos así.

—¿Así? —Steve la mira por unos segundos—. Eso no tiene nada que ver. ¿Qué pasa contigo ahora?

—¿Qué pasa con Billy?

—¿Qué tiene que pasar? Solo quise ayudarlo, eso es todo —murmura Steve restandole importancia.

—¿Estás seguro de eso?

—¿Qué quieres decir? —Steve se siente acorralado sin explicación alguna.

—No le has dicho a Dustin sobre Billy, tampoco a alguno de los niños y supongo que no lo has hecho con Max.

—Era por seguridad de Billy.

—Él no está bien —afirma Robin con mucha seguridad, algo sentó de sus bonitos ojos le dice la verdad y sabe que no se refiere a los sucesos del año pasado, es algo más que no quiere discutir por ahora— Billy no está bien.

Robin lo sabe, puede sentirlo, tiene un mal presentimiento con esa situación y no es acerca de Nancy y Steve o cualquier cita que tenga. Y Steve Harringron lo sabe muy bien.

—¿Un helado? —pregunta nuevamente.

—Un helado —afirma Robin con una bonita sonrisa— solo ayuda a Billy como lo has estado haciendo.

Steve asiente con la cabeza, seguirá ayudando a Billy aún cuando él no quiera, como lo ha hecho todos los días desde hace casi un año, aun cuando Billy Hargrove sea tan amargo y tan insípido como él sólo puede serlo.

Solo espera que no sea un reto.

O al menos, no morir en el intento.

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