es solo un mal día
es solo un mal día
No se sorprende en absoluto cuando Billy con escrutinio lo mira de arriba a abajo, arqueado sus cejas y esperando la mínima acción para amedrentarlo, parece ser que esa es la única forma en la que Hargrove puede comunicarse. Siente la pesada marea azul sobre su cuerpo golpearlo una y otra vez, mientras acomoda las nuevas cosas que ha llevado, tampoco quiere tomarle mucha importancia; porque si de algo es consciente es que el joven tendido en la cama solo busca hacerlo molestar, es una presa ahogado en aquella furia.
Billy solo espera paciente para atacar. Sus cejas siguen frunciendo su ceño cada que aparece por la puerta blanca, los puños provocando los nudillos pálidos combinados con la respiración molesta, Hargrove sigue cuestionando las circunstancias, aunque sabe que por su bien es mejor no molestarnos, detrás formas no puede si quiera caminar, no está en condiciones.
No le dará el beneficio de hacerlo enojar, claro está.
—No esperaba que tu patética presencia estuviera presente hoy, princesa —Steve rueda los ojos irritado, es lo que Billy adora hacer: molestarlo con estúpidas palabras o en el peor de los casos mirarlo con furia de arriba a abajo, quiere darle una buena paliza, al menos eso cree– me honras —sarcasmo.
—Ja, ja, idiota —se siente fastidiado, molesto y quizá un poco abrumado con toda la forma tan fuerte que Billy agarra las sábanas casi destruyéndolas en el proceso— traje esto.
Dentro de las bolsas hay unas tijeras, crema para afeitar y un rastrillo, porque Billy realmente necesita rasurar su barba o la enfermera llamará por quinta vez en el día para que lo haga porque Hargrove es un dolor de cabeza y no permite que alguien más lo haga.
—¿Hoy serás mi trabajador personal? —no sabe porqué pero de un momento a otro ha comenzado a sentirse tembloroso gracias a la gran sonrisa divertida de Billy.
Bastardo.
—No tienes tanta suerte, idiota —murmura Steve tomando una pequeña bandeja con agua del baño interno de la habitación, ante la mirada atenta de Billy, quien no pretende despegar su mirada de él.
Billy ríe con sorna.
Steve da un par de pasos para llegar hasta la camilla, saca el rastrillo de su empaque e intenta abrir la crema una y otra vez, sus manos tiemblan, están húmedas lo que dificulta su acto y en el peor de los casos cae de sus manos. No lo ve, sin embargo, puede sentir la sonrisa de Billy a su espalda, en realidad, Hargrove no desea despegar su vista de él por cualquiera que sea la razón.
—¿Nervioso, Harrington? —cuestiona Billy como el maldito hijo de puta que es.
Hay algo —que ni siquiera puede darle nombre— en los oscuros orbes de Billy que logra llamar su atención, no son las cejas perfectas arqueadas como una digna invitación a admirarlas o esas largas pestañas brillantes y danzantes que lo acechan cada que los miran. Es un pequeño destello en ese par de océanos, profundos, profundos, profundos; Billy le mira provoando un pequeño ahogo en sí mismo.
—Cállate —farfulla una vez que sus miradas se han distanciado.
—Es como si fueras mi maldita perra, princesa —Billy siempre ha sido un vulgar de primera— espero tu novia no esté celosa.
Steve vuelve al contato visual. Sus piernas tiemblan.
—No tengo novia —asegura, porque aún no ha salido más de dos veces con Lilly, su conquista más reciente.
—¿Buckley? Imagine que saldrías con una perdedora como ella.
Billy quiere provocar a Steve, nuevamente, aún cuando ni siquiera cuestione con verdadero interés. Así es Billy Hargrove, comienza con comentarios verdaderamente molestos o que a cualquiera sacarían de sus casillas solo para molestarlo. Steve ya no cae tan fácil.
—Robin no es mi novia —Billy no deja de mirarlo, Steve ofrece la crema para que Hargrove la aplique por sí mismo, así lo hace— es mi amiga —quiere agregar "amor platónico con p mayúscula" pero esa información no es necesaria, decide— además, no creo ser su tipo.
Hay una especie de doble intención en sus palabras y Billy lo nota.
—¿Wheeler? ¿La mojigata de Wheeler? —Billy saborea las palabras sacando su lengua en son de burla—. Imagino que fue ella por la que haces toda esta mierda.
—No hables así de ella.
En algo tiene razón Billy, desde que Steve conoció a Nancy todo en su vida había cambiado y no era el upside down siempre queriendo regresar, había sido la forma en la que aprendió a valorar a las personas en su vida y también todo aquello que tenía o que le hacía falta, de una extraña manera, Nancy había deshecho todo lo que creyó que era importante para él. Steve Harrington es un antes y un después.
Steve extiende el rastrillo para que Billy lo pase por las zonas que él desee. Las manos de Billy tiemblan por un segundo, todavía carecen de fuerza para hacer el mínimo esfuerzo. Lo hace sentir un poco extraño verlo de esa forma.
—La perra que te dejó por Byers, —concluye Hargrove, una gran y rabiosa sonrisa aparece en sus labios, no entiende cómo su mirada se posa en estos— interesante.
No se necesita ser un genio para que entender que Billy sigue siendo aquel sexsimbol de la preparatoria Hawkins, con su cabello rubio cayendo por sus hombros, aquella desquiciada sonrisa, sus grandes ojos brillosos en placer y —aunque poco— músculo pegado a su cuerpo.
Steve despega la vista de los abdominales de Billy, sus mejillas enrojecen y la mirada lasciva del otro se amplia.
—No la-a llames así-í —Steve pasa el balde con agua a Billy.
—Según recuerdo, Tommy H me dijo que te dejó por el perdedor de Jonathan Byers —Billy pasa su mano por su abdomen inconscientemente— Carol siempre mencionó que ella era una mustia.
—No son los más sensatos para hablar mierda de las personas—Steve menciona y Billy lo observa directamente, hay burla combinado con enojo— Carol se embarazó de Tommy en Navidad y él la abandono por ir a Boston.
Steve devuelve el gesto a Billy, ahora que lo recuerda, nunca hablaron de las personas desde que despertó y pensó que sería lo más sensato, muchas cosas habían cambiado y Hargrove no estaba especialmente interesado en alguien en particular. Billy parece asombrado.
—No es de sorprenderse, Tommy siempre fue un holgazán que su padre le solucionaba la vida y Carol, bueno, Carol es ella... —Steve intenta no hablar de más.
Entonces Steve sabe que Billy no desea hablar de su padre o si quiera de Maxine. Si de algo puede estar seguro con Billy es la poca comunicación que ejerce y que sin embargo, dice mucho con tan poco, Hargrove no habla especialmente de las personas que lo rodean, no pretende hacerlo, es como si Billy no le interesara nadie más que él. Pero Steve no se deja engañar detrás de esa fachada, porque Billy está jodidamente desolado y sin compañía, recuerda vagamente el "funeral de Billy" había estado únicamente Susan, Neil, Max y los niños como Robin y Steve, ahí parados sin ninguna compañía de algún amigo del chico problema.
De un momento a otro, Steve se siente un poco desesperado porque sabe perfectamente como se siente estar completamente solo, incluso, cuando hay alguien a tu alrededor. Billy está solo.
¿Cómo lo sabe? Reconoce el vacío en aquellos ojos azules, opacos y a veces relucientes cuando parece divertirse.
—¿Sigues jugando con niños, Harrington? —pregunta Billy. Una de las tantas cosas que odia del chico lindo: perceptivo y vagamente entrometido. Probablemente lo ha descubierto.
Sin embargo, la atención de Billy cambia y ahora está en Steve o lo que pueda decir, está en sus manos que tiemblan repetidamente, está desesperado pero no se dejará embaucar por la extraña mirada de Steve y mucho menos por sus ojos marrones que pretenden acercarse a ayudarlo. Ha pasado demasiada mierda.
—Han crecido —murmura Steve, Billy lo mira de reojo apretando su puño fuertemente— no son unos niños.
—Entonces sigues con los perdedores —deduce Hargrove. Perdedores, les llama así a los otros como si Steve no formara parte de ellos, como si para Billy, Steve fuese alguien diferente en todos los sentidos.
—Nancy irá a la Universidad, Jonathan está en California y Dustin tiene nuevos amigos —Billy no menciona algo, Steve realmente se ve afligido— en especial Eddie Munson, con su estúpido juego...
—¿Munson? ¿El tipo raro que tiene una secta?
Billy poco recuerda a Eddie, un tipo raro con buenos gustos musicales y sobre todo un jodido nerd de los que osaba burlarse y hacerlos sentir como la misma mierda. Al parecer, ya no es tan divertido, Steve quizá está un tanto interesado en Eddie por la extraña forma en la que se entiende con Dustin.
—No es una secta —Steve bufa— es un juego de mesa.
Parece una cita de Dustin Henderson en labios del chico bonito. Steve es un jodido celoso.
—Mierda, princesa —menciona Billy con una sonrisa pero no es burlona o rebelde, tiene algo que hace que el estómago de Steve se revuelva con fuerza— solo en el maldito Hawkins hay una bola de inadaptados.
—Bienvenido a Hawkins.
Steve agrega antes de colocar sus manos en su cadera, Billy lo mira, tal parece que él también ahora forma parte de los inadaptados de Hawkins.
No puede culparlo, el brillo que durante tres años ha desaparecido, está presente nuevamente pero no tiene la valentía para acercarse. Jonathan realmente sabe qué sucede con Will desde hace unos meses, desde que no están en Hawkins, desde que él mismo se ha sumido en un mundo oscuro que no puede a veces recordar.
Will está feliz porque Mike ha llamado y casualmente ha contestado el teléfono y Once no se encontraba ahí. Habían estado charlando un momento, uno breve que a Will lo hizo sentir pleno y sumamente feliz.
Jonathan bromeó acerca de una conquista, Will sólo se sonrojó y nadie mencionó algo sobre quién era. Porque conoce a su hermano como la palma de su mano, lo ha visto convertirse de un débil niño en alguien que claramente se ha estado encontrando y que por mala suerte llegó al otro lado.
—Me gusta que hayas retomado el dibujo —Jonathan menciona con aquel aire solemne, se ha sentido distanciado de su alrededor, quizá debería dejar las drogas.
—Es por un trabajo —mentiroso, se lee en su frente. No puede ocultar lo terriblemente enamorado que está de Mike Wheeler.
—Seguro —no juzga a su hermano menor, claro que no— en unas semanas serán vacaciones y estaba pensando que quizás podríamos ir a un campamento, solo tú y yo.
Will sonríe con sus grandes ojos brillantes.
—¿Puede venir, Mike?
—Claro —responde, no muy seguro, no sabe porqué pero tiene el presentimiento de que Mike no siente exactamente lo mismo— solo chicos.
Su pequeño hermano está feliz por la idea y no es que odie a Once, porque en realidad la ama como si su hermana de sangre fuese, sin embargo, hace tiempo que se ha sentido distante con el mundo como si su nueva vida y la nueva vida de Once tuviesen más peso que su antiguo yo, como sino existiera, incluyendo a su madre.
Necesita espacio.
—Demasiadas chicas aquí —concluye Jonathan arrugando el ceño, Will ríe de acuerdo.
—¿Estás seguro? —de un momento momento otro Will está preocupado, alerta o triste—. Digo, Mike podría no querer y tú...
Pero Jonathan no se deja engañar fácilmente, aquel pensamiento viene acerca de Mike, de la pequeña posibilidad de que el chico no quiera pasar tiempo con él.
—¿Yo?
—Nancy.
Un golpe bajo pero certero. Lo cierto es que las cosas con Nancy no van del todo bien, ni siquiera ha llamado o él a ella como lo prometieron; es un asco la relación a distancia pero eso no es el problema o al menos desde la mente de Jonathan, porque Nancy Wheeler quiere estudiar periodismo en la Universidad de Nueva York y no hay ningún problema con que ella quiera seguir sus sueños —él de todos modos la ama y lo seguirá haciendo— sino el hecho de que ella quiera algo más de lo que él mismo pueda ofrecerle.
Porque Jonathan puede ser un idiota pero jamás un egoísta.
—Tendremos otros planes seguramente —intenta disimular su pesar— es tu momento Will, no lo olvides.
Y claro que lo es, Jonathan siempre estará parasu pequeño hermano, aun cuando Will sienta que es un bichos raro o que merece todo lo que quiera tener, aun cuando Mike Wheeler no tenga ni idea de sus sentimientos.
—Sí —es apenas un susurro.
Will observa su dibujo tanteando el relieve de la figura que será el corazón, Mike, piensa, quizás no es el corazón del grupo pero sin duda ha tenido el suyo por mucho pero mucho tiempo.
El golpeteo lo despierta de imprevisto, el sonido de los cables chocar contra el suelo y las maldiciones de Billy ayudan a que Steve pueda entender que sucede: Hargrove intenta caminar de forma más rápida y con ese estúpido andar que siempre tuvo.
—¡¿Qué carajos estás haciendo?! —y Steve no es particularmente buen actor, la sorpresa está en su rostro y su cuerpo como tuviera vida propia se acerca cuidadosamente a Billy.
—¿Qué parece que hago, Harrington? Intento recuperar mi fuerza para salir de este maldito lugar —Billy tiene el rostro rojizo pero no sabe exactamente si por el esfuerzo o por la ira que tiene al verlo.
—No creo que sea buena idea —y la mala idea que tiene es el que esté detrás de Billy como si fuera un niño pequeño, este último sosteniéndose de la pared casi arañando con su tacto— deberías...
—¿Acostarme? ¿Quedarme inmóvil? ¿Para qué? —Billy no lo mira, tiene la mirada puesta el blanca pared, Steve no lo admite o no lo hará pero el tono rabioso de Hargrove lo hace sentir inquieto y con un nudo en el estómago—. ¡Ya sé! ¡Para que traigas tu estúpido dinero y lo eches en cara! ¡Eso harás, princesa!
Steve está estupefacto, no se ha movido de su sitio, lo único que logra visualizar es el temblor de la espada de Billy, está enojado y frustrado. Intenta abrir los labios en busca de una palabra con la que pueda hablar o tratar tranquilizar a Hargrove sin embargo falla, no las encuentra.
—¿Qué pasa? ¿Dije algo que te hirió? —Billy es jodidamente sarcástico y no sabe porqué pero Steve no está molesto, solo quiere salir de ahí.
—Eres un maldito imbécil.
Steve se sorprende por su propio tono de voz, no contiene emociones que es todo lo contrario a como realmente se siente. Billy por fin lo mira, sus ojos están brillosos y su ceño fruncido expresa toda la ira que ha estado acumulando por meses (aún cuando no estaba despierto).
—Pareces una chica, Harrington —la lengua venenosa de Billy vuelve a atacar—no necesito nada de ti.
Steve no presta demasiada atención a Billy porque se pregunta ¿si alguna vez Billy Hargrove ha recibido atención sin dar algo a cambio? La respuesta nunca llega, lo sabe y parece entenderlo más con el tiempo. Francamente no pretende ignorar el hecho que el otro joven frente a él no sabe cómo reaccionar y Steve comienza a sentirse mal.
—No hagas esa jodida cara —Billy como puede se acerca a Steve, odia esa expresión del chico lindo, como si le preocupara, como si le importara— quita esa maldita cara antes de que te golpe justo aquí y ahora.
Steve ríe, pero no es una risa burlona solo quiere liberar tensión.
—En verdad eres no tienes la menor idea.
—Entonces deja de mirarme así.
—¿Así cómo?
Bily sonríe con un gesto bastante seductor, Steve lo recuerda, solía hacerlo con las chicas con las que quería acostarse. Es justo el momento cuando Steve nota lo terriblemente cerca que se encuentran el uno del otro, Billy toma su suéter amarillo por el cuello y ejerciendo presión para no despegarse de la pared, el cabello rubio golpea su rostro haciendo cosquillas en sus mejillas y el pecho del otro sube y baja lentamente sobre el suyo, siente la temperatura de Billy sobre pasar sus propias ropas, Billy está tan malditament4 cerca que siente su estómago flaquear y su pecho golpear una y otra vez. Steve pronto comienza a sentirse mareado y parece que Hargrove también.
Billy suelta aquel ridículo suéter como si quemara entre sus dedos, como si las mejillas rosadas de Harrington surtieran efectos tóxicos, como si el marrón y el azul no fuesen una pequeña implosión en ambos.
—No necesito tu caridad —murmura Billy tentado a acortar la distancia entre los dos.
—No es caridad.
—La mierda que sea.
—Maldita sea. —Steve jala de su cabello, frutado—. Escucha bien, Hargrove. No me importa lo que pienses en absoluto y tampoco me interesa lo que tu sucia boca tenga que decir, esto lo hago porque es lo correcto y me vale una mierda si estás teniendo un mal día o una vida, no te da el derecho de ser un maldito dolor en el trasero, así que guarda tus estúpidas palabras y déjate ayudar.
Billy tiene algo en la mirada, ni siquiera él mismo se ha dado cuenta que un pequeño brillo se asoma por esos inmensos mares, aumentando cuando Steve toca con su heladas manos su pecho.
—Extrañaba al Rey Steve, princesa —Billy se ve tranquilo, bueno, menos iracundo.
—Eres un idiota ¿acaso no escuchaste lo que dije?
—Sí, princesa —Billy avanza hasta quedar a unos centímetros de Steve— escuche lo que tú linda boca dijo. Sólo espero que no te enamores de mí, chico bonito.
—Oh, eso tenlo por seguro que no pasará.
Billy sonríe socoronamente y Steve con un pequeño gesto ladino, si iba a morir en el intento, al menos será divertido.
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