es costumbre
El ruido de las bolsas y las constantes frases sin sentido que suele experimentar en aquella patética y muy luminosa habitación. No hay día en el que no lo oiga y con ello, la estupidez combinado con unos brillantes pero muy brillantes ojos castaños. Se ha vuelto como un tipo de costumbre o probablemente un vicio asquerosamente vibrante. Porque cuando llega solo puede pensar en lo ruidoso que es Steve o en lo parlanchín que se ha vuelto desde que Robin es su amiga, deduce, es como conocer una parte del Rey Steve que no sabía que existía o que estaba profundamente escondida.
El sonido vuelve y Billy comienza a sentirse tenso.
Aquello se ha vuelto casi una costumbre.
—Traje un poco de pastel de pollo —Billy no puede evitar rodar los ojos cuando el muy estúpido de la princesa a penas y puede caminar con un par de bolsas que tapan su rostro— y un par de juegos de mesa, Dustin está obsesionado con ellos.
Billy lo mira fijamente sin parpadear y es que el muy idiota de Steve Harrington azota la puerta sin importar que está en un jodido hospital.
—No traje el estúpido juego de Dustin y... Eddie —en absoluto, le agrada Eddie, es un nerd, un tonto y parece querer llamar siempre la atención— es demasiado para una tarde.
Por supuesto, Steve habla por experiencia porque Dustin casi lo convence de jugar sino fuera porque es un maldito dolor en el trasero y bastante aburrido.
—Robin no pudo venir sinceramente, no sé que le pasa, las chicas pueden ser raras —Steve acomoda la comida y los juegos en una mesa cerca de la cama en la que ahora se encuentra Billy— tal vez por eso no he salido con ninguna otra chica... o tal vez es porque...
—No sabes tratar a una mujer o saber de ellas.
Pero Steve no termina la frase, sus mejillas se encienden sin que él lo note y no entiende porque repentinamente se siente un poco confundido. Los ojos azules lo terminan ahogando cuando Billy entrecierra sus ojos completamente colérico, está expectante a lo que sea que el rostro de Steve quiera decir.
—Te cortaste el cabello... —murmura Steve y jala su propio cabello con un poco de nerviosismo, Robin habría reído de lo patético que es, piensa— tú... te ves... diferente, sí, diferente...
—Princesa —Billy es juguetón— ¿es lo que hace un maldito corte de cabello? ¿Tenerte babeando y que guardaras silencio?
Steve está a punto de responder, el sarcasmo de Billy no lo hace enfadar y, por el contrario, está más que acostumbrado a aquello, no debería admitirlo pero escuchar a William Hargrove ser sarcástico de alguna forma lo hace sentir familiarizado.
Pero eso no es lo que lo hace sentir así tan... abochornado. Es aquel cabello tan refrescante está casi perfectamente acomodado hacia atrás y los pequeños rulos que se esconden entre ellos, no lo había notado, sin embargo, puede notar que el cabello de Billy en realidad no es tan rubio como recordaba, de hecho, es castaño y lo hace ver... no tan Billy.
—¿Tu estupidez ya te dejo mudo, Harrington? —Billy sonríe coqueto.
—¿Qué? —apenas y menciona Steve cuando reacciona:— ¡Oye!
—No sueles quedarte callado, princesa —advierte Billy con una extraña serenidad, pero Steve no se deja engañar porque Billy es muy observador y lo está aprendiendo a conocer y, Hargrove sabe que, si se quedó callado fue porque está un poco sorprendido, es todo.
—Me tomó por sorpresa este inminente cambio —Steve parlotea y siente que se le ha pegado un poco de Robin— dijiste que no querías un corte de cabello.
—No. —Responde Billy tajante—. Dije que no quería un corte que proviene de ti.
Steve lo mira indignado. ¿Qué tiene de malo su corte de cabello?
—Eres un imbécil, Hargrove.
Billy ríe pasando su lengua por sus labios, Steve se irrita con eso, siempre cae ante las provocaciones del otro, idiota.
—No quieres nada que proviene de mí, pero sí mi dinero —Steve no se quiere dejar incomodar por Billy y saca el pastel de pollo y dos platos bastante caros que trajo de su casa— interesante.
—¿Qué más puedo obtener de ti? —Responde Billy con una sonrisa bobalicona y sus penetrantes ojos azules mirar de arriba a abajo a Steve, solo lo hace sentir, extraño y que las rodillas flaqueen.
Steve sirve en parte iguales la comida y agrega un poco de agua de la jarra que obsequia (cobrado en el ticket de la factura de final de mes, gracias) el hospital y unos pequeños vasos.
—Compañía, una buena conversación y juegos entretenidos —Steve responde casi en automático como si aquella respuesta la hubiese memorizado para ese momento.
—¿Compañía y juegos entretenidos? —Steve ignora la acidez en la voz de Billy y la sonrisa retorcida que aparece en sus rojizos labios, el idiota de Hargrove cuando salga del hospital y se recupere del todo se está ganando una paliza.
—Los naipes son muy divertidos —expresa Steve casi de inmediato.
—¿Es lo que tu amigo niño dice? —Cuestiona Billy con la ceja alzada y de no ser porque se ha dejado crecer solo un poco la barba, Steve pensaría que eso lo hace ver mucho más maduro.
—Ya no son niños —aclara— ni Dustin, ni Mike, ni Once, ni Will y mucho menos Lucas o Maxine.
Y entonces, lo sabe, aquel silencio que ha comenzado, es un indicio que no debió de dar. Steve se golpea la cabeza internamente cuando ve a Billy... Se ve distante, ajeno y aquella sonrisa divertida que tiene cuando lo ve se ha convertido en una expresión sin emociones, le hace sentir el estómago revuelto, en un mal sentido.
El silencio reina y Steve se siente estúpidamente insensible.
—Yo-o...
Billy tampoco lo mira cuando intenta disculparse, está tan abstraído en sus propios pensamientos, pero Steve puede ser más observador de lo que el mismo Billy puede admitir. Hay algo en aquellos orbes azules que, lo hacen estremecer, no son sus cejas que perfectamente adornan sus bonitos ojos o aquel gesto en el que el otro arquea la ceja, es algo más que comprime el pecho de Steve.
Lo reconoce en seguida, es remordimiento.
Steve sabe que Billy no ha querido tocar el tema de Maxine o de lo que pasó en el centro comercial, es un tema casi prohibido y por eso ha cuidado sus palabras, pero el Rey Steve puede ser un típico tipo idiota.
—Billy —sin pensarlo, Steve toca el hombro casi desnudo del otro, su piel quema debajo de sus dedos y sabe que Billy lo siente porqué lo mira alarmado— yo...
—Cállate —regaña Hargrove con pesar, sin embargo, no se inmuta para que Steve lo suelte y, por el contrario, se ve bastante cómodo con la cercanía del castaño.
—Maxine... Ella —comienza a decir Steve.
—No te pregunte, chico lindo —aunque la voz de Billy es tosca hay un poco de tranquilidad, él en realidad no quiere saber sobre ella. Y Steve, es un jodido sentimental, tiene una respuesta justo en la punta de la lengua—. No lo hagas.
Lejos de ser una advertencia es algo más conciliador como un consejo.
—Ella debe saberlo —por fin expresa Steve, no es muy cercana a la chica, no obstante, por Dustin sabe que ella realmente la ha estado pasando muy mal—es su derecho, es tu hermana...
—¡No! No lo es —Billy se ve molesto pero no con la muy retenida ira que solía tener.
Steve lo sabe y aquella comodidad regresa cuando Billy evita mirarlo, es como si aquel chico estuviese avergonzado de algo o alguien.
—Billy —llama nuevamente Steve tomando el hombro del aludido como señal de apoyo— ella merece saberlo.
Hargrove busca la mirada de Steve pare reprocharle algo o para responder el gesto, sin embargo, el dichoso reclamo nunca llega y, es entonces, que Steve puede leer entre las facciones de Billy que, no planea gritarle o burlarse de él, en cambio, se muestra serio y tal vez solo tal vez, sin la ridícula forma en la que se quita de su agarre cuando él intenta mostrar algo de apoyo.
Dustin debe admitir que Robin es muy buena, que decir buena, es excelente. Ella lo mira sin parpadear y su respiración parsimoniosa demuestra que, en efecto, ella no dirá ni una sola palabra, es muy buena guardando secretos.
—No, me dirás —finaliza Dustin después de una riña de miradas sin emitir algún ruido de los últimos veinte minutos.
—Lo siento, no lo haré —responde Robin con una sonrisa de autosuficiencia— hice una promesa.
—¿Es tanto secreto saber dónde está Steve? —Dustin no se cree ese cuento—. Él no suele dejarme así.
Robin intenta no reír por el infantil reproche.
—Ya te lo dije, es un secreto —responde, no hizo una promesa, promesa, pero sabe que es peligrosos que los niños, sí, porqué siguen siendo niños, sepan que Billy está vivo.
—¿Qué podría ser más importante que lo miércoles de dos por uno en malteadas de fresa?—Dustin arquea una ceja.
Robin cierra la boca y asemeja un zipper con su mano.
—No me dirás nada —argumenta el chico, ciertamente, es divertido pero tanto secretismo es tonto por no decir absurdo.
—Nope —responde ella, quiere morir de la risa porque Dustin y Steve son tan celosos el uno con el otro que suele parecer tan infantil.
—Eso no quiere decir que pueda ahondar en el tema —Dustin asegura como si hubiese encontrado la respuesta a los enigmas del universo.
—Eres muy inteligente —alaba ella— no eres de por aquí —bromea.
—¿Está en el pueblo? —Dustin empieza casi de inmediato.
—Relativamente.
—¿Solo o acompañado?
—Muy bien acompañado —responde Robin bastante divertida.
—¿Hombre o mujer? —Dustin está realmente interesado.
—Un chico —Robin abre los ojos azules con un poco de verde brillan con intensidad.
Dustin sonríe y levanta las cejas, el juego, es un poco entretenido.
—¿Son amigos? —vuelve a preguntar el chico.
—Yo no diría eso.
—¿Se agradan? —Dustin se encuentra impaciente.
—Sí —Robin se acerca un poco a el chico y susurra:— pero no lo saben.
—Está relativamente cerca, acompañado de un chico, pero no son amigos y se gradan —enumera Dustin muy concentrado—. ¿Hacen algo intrépido o ilegal?
—No tanto, pero es secreto, muuuuuy secreto. —Robin intenta que Dustin adivine en su totalidad.
Y sinceramente, no está muy de acuerdo con que Max no sepa sobre Billy, eso podría cambiar todo en esos momentos y aunque, sabe que Steve lo considera, dingus respeta a Billy Hargrove aún cuando ni siquiera sea consciente de ello.
—Eso no deja en claro mucho —Dustin es muy intuitivo y puede sentir que Robin tal vez se burla un poco.
—Bien —responde a regañadientes— Steve está con alguien con quién tuvo algunos problemas, ambos se molestaban, ahora intentan hacer las pases y... lo están logrando excelente.
—¿En verdad? —Dustin tiene una gran sonrisa en los labios—. ¿Por qué fue el problema?
—Uno niños —no es mentira, la golpiza de Steve sí fue por los niños— o celos pero da igual.
Aunque cabe destacar, que Robin se refiere a la idea que ha estado surgiendo en su cabeza desde que vio a Steve y Billy interactuar.
—¿Celos? —Dustin sonríe mostrando su nueva dentadura.
—Unos muy grandes.
Robin sonríe satisfecha con su plan, es casi perfecto, si le preguntan: hacer que la curiosidad y la lealtad que siente Dustin hacia sus amigos le permita investigar a la persona sospechosa con la que Steve podría estar relacionado.
—¡Eso es!
Robín sabe que no es fácil, porqué hubo un sepelio al que ella asistió, sin embargo, sabe de ante mano que Dustin y los otros son realmente buenos cuando se trata de investigar y salvar a uno de ellos.
—¡Lo tengo! —Robin tiene una sonrisa en su rostro, es aquella con la que puede hacer sentir enjuiciado a dingus—¡Steve se está reconciliando con Eddie para que ya no estén celosos el uno del otro!
Espera...
¡¿Qué?!
Steve no quiere aceptarlo o por lo menos que cruce su cabeza, una idea surgió de su extraña cabeza, una muy estúpida o muy incoherente cualquiera de las dos es un rotundo no, de parte de Billy.
—No quiero escuchar tu estúpida boca chico bonito —Billy parece querer darle una paliza y agradece la estúpida cama que lo retiene.
—No he dicho nada.
Steve a veces olvida lo terriblemente irritante que puede ser Billy Hargrove aunque su mente definitivamente golpea porque si él agradece que no hablara Billy no estaría ahí sonriendo como si leyera sus jodidos pensamientos.
—Y espero no lo hagas —Billy sonríe abiertamente.
Steve disimula —poco— la cara de fastidio que el otro provoca solo con su existencia.
—Pensé, —la risa de Billy se oye por toda la habitación y jura que por el pasillo también. ¿Acaso piensas? pregunta Billy divertido—, cuando salgas del hospital, habrá muchas preguntas y...
—Princesa, quién dijo que te necesito —Billy responde con esa altanería tan natural que lo irrita de sobre manera.
—Billy, saldrás en una semana —Steve prefiere ignorarlo e ir directamente al grano— y... mi dinero no es suficiente así que pensaba que podrías, no sé, conseguir un trabajo... para pagar lo básico en mi casa y...
Steve se detiene cuando la sonrisa llena de sorna de Billy le revuelve el estómago nuevamente, pero esta vez, diferente.
—Vaya princesa, no pensé que quisieras que me fuera a vivir a tu casa tan pronto —Billy ríe— no sin antes una cena romántica como la mierda que te gusta.
—No quiero que vivas conmigo —Steve a penas y balbucea cuando jala de su cabello ya exasperado— al menos no de esa manera.
A Billy realmente le gusta hacerlo pasar vergüenza.
—¿De qué manera entonces?
Steve no puede dejar de ver a Billy, con sus grandes y brillantes ojos azules acompañados de una ceja alzada, hay una doble intención en la pregunta de Hargrove y es una bien disfrazada que quiere surgir de una vez por todas.
Hay un silencio que no sabe dónde inicia y dónde acaba. Billy parece no estar muy interesado en dejar de verlo con tanta profundidad y Steve, no sabe porqué tiene la inquietud en la boca del estómago.
Ninguno piensa dejar de ver al otro.
—Estás legalmente muerto —comienza Steve cuando tomó todo el valor que tiene dentro de sí, a pesar, de tener semanas visitando a Billy, aún lo hace sentir un poco cohibido— Hopper ya no está y no creo que sea buena idea que estés divagando por ahí.
—¿Hopper no está? —Cuestiona Billy porque todavía recuerda a la niña rara y su padre adoptivo.
—Muchas cosas han cambiado —relata Steve dando unos pasos y tomando asiento en la cama, Billy no está interesado en quitarlo con algún comentario— Once y Will se fueron, los otros se quedaron pero nada fue lo mismo, incluso Nan y Jonathan... Todo fue diferente...
Billy no menciona palabra alguna y entiende que lo que pasó el año pasado fue terriblemente traumático para todos. Aunque el nombre de Nancy lo hace tensarse. Steve sabe de lo mal que se caían el uno al otro, sin embargo, es cosa del pasado ¿no?
—Y...
—No sé mucho —admite Steve a penado, hay una extraña manera en la que ellos se comunican— lo lamento.
Tras unos segundos de silencio en el que el castaño y el azul chocan por décima vez durante esa hora.
—Bien, princesa —acepta Billy con una sonrisa retorcida en sus labios— viviré contigo.
Pero aquello tiene un doble sentido que hace revolver el estómago de Steve, pero esta vez, de buena manera.
—De acuerdo —Steve pone sus manos en la cadera y Billy desvía la vista de él un poco tenso— lo haremos, puede o no funcionar pero... ¡Hey! ¿Qué podría pasar?
—No te confíes, chico lindo —responde Billy para peinar su cabello con esa petulante sonrisa y el pecho a medio cubrir— puede haber sorpresas.
Ambos comienzan a discutir de una forma poco usual en ellos, no es la sangrienta pelea que tuvieron o las discusiones sin sentido que suelen tener en su mayoría cuando Billy desquicia a Steve. Ahora es diferente, ninguno lo sabe o nota lo familiarizados que están.
A excepción de ella.
—Dingus, —llama Robin desde la puerta con tres cubetas de helado de menta con chocolate, sin embargo, es ignorada por la acalorada pelea en aquella habitación de hospital—, idiotas...
Y Robin, lo sabe, ha comenzado a crecer una extraña complicidad entre Steve Harrington y Billy Hargrove. Está completamente segura que esa familiaridad con la que se tratan es el surgimiento de una amistad poco común.
—Es por costumbre —responderá Steve cuando niegue aquella salida por quinta vez en tres semanas para ver chicas cerca de su patético trabajo y pasar tiempo en la habitación de hospital de Billy— solo eso.
¡Ja! Mentiroso.
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