Un nuevo comienzo
Viajes en el Tiempo
Por: Asta
________________________________________________________
Introducción
Este documento sirve como un compendio de mis hallazgos, experimentos y teorías relacionadas con los viajes en el tiempo. Aquí se detallan los métodos, mecanismos y observaciones críticas obtenidas durante mis investigaciones y experiencias prácticas en el campo de los viajes temporales.
________________________________________________________
1. Mecanismo de Activación
1.1. Rocas Rúnicas Temporales: Los viajes en el tiempo son posibles gracias a la utilización de unas rocas rúnicas especiales, descubiertas en lo que quedaba del Reino de la Pica. Estas piedras poseen propiedades únicas capaces de distorsionar el tejido del espacio-tiempo.
1.2. Activación: Para activar las rocas rúnicas, es necesario cargarlas con antimagia y lanzarlas al cielo durante ciertos eventos astronómicos específicos. La activación durante una luna carmesí intensifica sus efectos, permitiendo la creación de un portal temporal.
________________________________________________________
2. Proceso de Viaje
2.1. Portal Temporal: Al activarse, las rocas generan una fisura en el espacio-tiempo, manifestándose como un portal. Este portal es la entrada al flujo temporal que permite el viaje entre diferentes épocas.
2.2. Navegación: La navegación a través del tiempo depende de la intención y el enfoque del usuario en el momento de la activación. La concentración en un momento o periodo específico es crucial para asegurar la precisión del destino temporal.
________________________________________________________
3. Limitaciones
3.1. Frecuencia de Uso: El uso de las rocas rúnicas está limitado a ciertas ventanas temporales, siendo la más potente durante la luna carmesí. Este fenómeno astronómico dicta la oportunidad de viaje, restringiendo los intentos a una vez por año.
3.2. Cantidad de Rocas: Existe un suministro limitado de rocas rúnicas capaces de soportar el proceso de carga y activación. Cada viaje consume parte de esta reserva, poniendo un límite natural al número de viajes posibles.
________________________________________________________
4. Observaciones Técnicas
4.1. Estabilidad Temporal: La teoría sugiere que los viajes en el tiempo pueden tener un impacto significativo en la línea temporal. La minimización de la interferencia con eventos históricos clave es crucial para evitar alteraciones drásticas en el tejido de la realidad. Estas son hipótesis basadas en el entendimiento teórico de las propiedades de las rocas rúnicas y la antimagia.
4.2. Reajustes Temporales: He teorizado que en caso de alteraciones significativas, podrían ocurrir reajustes temporales espontáneos. Estos actuarían como mecanismos de defensa del flujo temporal, buscando preservar una continuidad coherente, aunque esta hipótesis aún no ha sido comprobada en práctica.
________________________________________________________
5. Consideraciones Técnicas Adicionales
5.1. Interferencia de Antimagia: La antimagia es esencial en la activación y manipulación de las rocas rúnicas. Sin embargo, su naturaleza disruptiva podría introducir variables inesperadas en el flujo temporal. Estas interacciones son, por el momento, puramente teóricas y requieren verificación experimental.
5.2. Efectos Secundarios: Basándonos en teorías preliminares, los viajes en el tiempo podrían estar acompañados de efectos secundarios físicos y temporales, como la desorientación temporal y la fatiga mágica. Estos efectos son hipotéticos y se necesitan pruebas prácticas para su validación.
________________________________________________________
Conclusión
Este documento se presenta como una prueba fehaciente de la teoría detrás de los viajes en el tiempo, basada en el estudio de las rocas rúnicas y la interacción con la antimagia. Estas páginas contienen un compendio de hipótesis detalladas, observaciones teóricas y suposiciones científicas pendientes de validación experimental. Se espera que esta teoría, una vez puesta a prueba, ofrezca una nueva comprensión del tejido del tiempo y permita una manipulación segura y efectiva del mismo. La práctica de estas teorías está próxima a realizarse, y con ella, la esperanza de confirmar la viabilidad de viajar a través del tiempo. Este escrito se deja como testimonio de mis investigaciones y como punto de partida para futuras exploraciones en este campo inexplorado.
________________________________________________________
Mika, con la curiosidad típica de una niña de su edad, se encontraba explorando el ático de su casa, buscando tesoros escondidos entre los viejos baúles y cajas polvorientas. Entre los diversos objetos que llamaron su atención, un viejo cuaderno de notas destacó por su apariencia enigmática. Lo tomó con cuidado, sintiendo la aspereza del papel bajo sus dedos, y lo abrió con expectación.
Intrigada, Mika comenzó a leer el contenido, sumergiéndose en las teorías y observaciones detalladas que su padre había plasmado en esas páginas amarillentas.
A medida que avanzaba en su lectura, Mika se maravillaba ante los conceptos de rocas rúnicas, portales temporales y la misteriosa antimagia. Las palabras de su padre parecían cobrar vida en su imaginación, transportándola a un mundo donde el tiempo era un flujo maleable, sujeto a la voluntad de aquellos que poseían el conocimiento y los medios para manipularlo.
Sin embargo, también notó las advertencias que Asta había dejado plasmadas. Las limitaciones, los posibles efectos secundarios y la necesidad de minimizar la interferencia en eventos históricos clave. Mika frunció el ceño, tratando de comprender la magnitud de lo que estaba leyendo.
«Entonces, ¿esto es lo que papá ha estado haciendo? —pensó Mika, mientras pasaba las páginas con cuidado—. ¿Viajando en el tiempo para intentar cambiar el pasado?»
La niña se quedó absorta en sus pensamientos, tratando de imaginar las implicaciones de los viajes temporales. ¿Qué eventos había intentado cambiar su padre? ¿Qué consecuencias podrían tener esos cambios en su realidad actual?
Mika estaba tan inmersa en el cuaderno que no escuchó los pasos de su madre acercándose al ático.
— ¡Mika! —llamó Mimosa desde la base de las escaleras—. Ven a desayunar, ya va siendo hora de ir a la escuela, cariño.
Mika se sobresaltó, cerrando el cuaderno de golpe. Lo guardó cuidadosamente en su mochila, decidida a seguir investigando más tarde.
— ¡Ya voy, mamá! —respondió, mientras se apresuraba a bajar las escaleras.
Mimosa la recibió con una sonrisa, ajena a los descubrimientos que su hija acababa de hacer. Mika, por su parte, sentía que ahora poseía un secreto valioso, una pieza más del rompecabezas que era la misteriosa misión de su padre. Y estaba decidida a descubrir más...
Poco después, Mimosa guio a su hija, directo a la cocina.
Mientras Mika se acomodaba en la mesa de la cocina, Mimosa tarareaba una melodía suave frente a la estufa, preparando el desayuno. El aroma de los hot cakes recién hechos inundaba el ambiente, creando una atmósfera cálida y hogareña. Sin embargo, a pesar de la familiaridad reconfortante de la rutina matutina, Mimosa notó algo inusual en su hija.
Mika, normalmente una niña vivaz y parlanchina, estaba inusualmente callada esa mañana. Su mirada parecía perdida en pensamientos distantes mientras jugueteaba distraídamente con el tenedor. Mimosa frunció ligeramente el ceño, preguntándose qué podría estar pasando por la mente de su pequeña.
Con un movimiento fluido, Mimosa sirvió una pila de hot cakes humeantes frente a Mika. El aroma del sirope de arce y la mantequilla derretida se elevó en el aire, tentando los sentidos. La visión del desayuno apetitoso pareció sacar a la niña de su abstracción momentánea.
— ¿Qué sucede, cariño? —preguntó Mimosa con suavidad, sentándose frente a su hija—. Te noto un poco pensativa esta mañana.
Mika, sorprendida por la pregunta, agitó las manos delante de ella en un gesto de negación que a Mimosa le resultó... dolorosamente familiar. Era el mismo ademán que Asta solía hacer de joven cuando quería desviar la atención de algo.
— ¡No es nada, mamá! —aseguró Mika con una sonrisa que no llegó del todo a sus ojos—. Solo estaba pensando en... en la escuela, sí, en la escuela.
Mimosa no pudo evitar sonreír con nostalgia ante el gesto de su hija. Por un momento, fue como ver un destello del Asta adolescente en ella. Sin embargo, conocía lo suficiente a Mika como para saber que había algo más en su mente. Pero también sabía que presionar no sería la mejor manera de abordar el tema.
«Ya me lo contará cuando esté lista», pensó Mimosa, decidiendo darle espacio a su hija.
— Bueno, será mejor que te apresures a desayunar o llegaremos tarde —dijo en cambio, sonriéndole a su pequeña.
Mika asintió con entusiasmo y se lanzó sobre los hot cakes, comiendo con el entusiasmo de su padre. La conversación fluyo hacia temas más ligeros mientras terminaban de comer.
Poco después, madre e hija salían de la casa, tomadas de la mano, rumbo a la escuela. Mientras caminaban por las calles del pueblo, Mimosa no podía evitar preguntarse qué pensamientos ocupaban la mente de Mika.
Liebe se encontraba en el mismo lugar donde Asta había partido hacia el pasado, su último viaje a través del tiempo. El viento soplaba con fuerza, agitando su cabello blanco y la capa negra que llevaba puesta. Sus ojos, normalmente inexpresivos, ahora reflejaban una profunda preocupación.
Desde el momento en que Asta cruzó el portal, Liebe había sentido que algo no estaba bien. La conexión que compartía con su hermano, ese vínculo inquebrantable que siempre los había mantenido unidos, se había desvanecido por completo. Era como si Asta hubiera sido arrancado de la existencia misma.
Con un movimiento tembloroso, Liebe levantó su muñeca izquierda y la examinó de cerca. El tatuaje blanco que simbolizaba su unión con Asta, aquel que siempre había estado presente, ahora había desaparecido sin dejar rastro. Era como si nunca hubiera existido.
«Esto nunca había pasado antes —pensó Liebe, mientras un escalofrío recorría su cuerpo—. En todos los viajes anteriores, siempre pude sentir a Asta, sin importar en qué época se encontrara. Pero ahora...»
Un pensamiento aterrador cruzó por su mente, una posibilidad que se negaba a aceptar. ¿Y si algo le había sucedido a Asta? ¿Y si, de alguna manera, había sido eliminado de la línea temporal? Liebe sacudió la cabeza, tratando de alejar esas ideas sombrías.
Comenzó a buscar desesperadamente algo fuera de lo común, cualquier pista que pudiera explicar la desaparición de la conexión. Examinó el suelo donde Asta había estado parado, buscando algún residuo antimágico o anomalía. Pero no encontró nada.
Liebe se pasó una mano por el rostro, tratando de controlar la creciente sensación de pánico que lo invadía. Sabía que tenía que mantener la calma y pensar con claridad. Asta confiaba en él para cuidar de todos mientras estuviera ausente, y no podía fallarle.
Con un suspiro de frustración, Liebe dio un último vistazo al lugar antes de darse la vuelta y emprender el camino de regreso al poblado. Cada paso que daba se sentía pesado, como si llevara el peso del destino de Asta sobre sus hombros.
«Por favor, Asta —rogó Liebe en silencio—. Dondequiera que estés, por favor, regresa a salvo. No puedes desaparecer, no después de todo lo que hemos pasado juntos. Eres mi hermano, mi familia. Te necesitamos... Mika te necesita».
El padre Orsi y la hermana Lily se encontraban en la sala de la iglesia, observando a través de la ventana cómo unos niños jugaban en el jardín. El sol de la tarde bañaba el lugar con una luz cálida y reconfortante, pero sus rostros reflejaban una mezcla de preocupación y curiosidad.
— Yuno ya ha despertado su magia —comentó el padre Orsi, rompiendo el silencio—. Pero Asta aún no lo ha hecho.
La hermana Lily se volvió hacia él, con una sonrisa tranquilizadora en los labios.
— No te preocupes, padre. Estoy segura de que Asta despertará su magia pronto. Hay algo especial en ese niño —afirmó con convicción.
— ¿A qué te refieres? —preguntó el padre Orsi, intrigado.
— Nunca había visto a un niño tan inteligente —explicó la monja—. A sus cinco años, resuelve crucigramas en muy poco tiempo y lee libros que ni siquiera algunos adultos entenderían. Su forma de hablar es fluida y su vocabulario es impresionante para su edad.
El padre Orsi asintió, reconociendo las cualidades excepcionales de Asta.
— Es cierto, pero también es muy callado y reservado. A veces me pregunto qué pasa por su mente —reflexionó.
— Hablando de eso —intervino la hermana Lily—. ¿Por qué crees que siempre pregunta acerca de unas piedras?
El padre Orsi frunció el ceño, recordando las repetidas ocasiones en las que Asta había mencionado unas misteriosas piedras.
— No lo sé, hermana. Es uno de los pocos temas que parecen despertar su interés. Siempre está preguntando si hemos encontrado algo relacionado con esas piedras.
La hermana Lily se quedó pensativa por un momento antes de volver a hablar.
— Y luego está esa extraña capucha con la que llegó. ¿Quién lo habrá dejado aquí, envuelto en ella?
— Son misterios sin resolver, hermana —suspiró el padre Orsi—. Por ahora, solo podemos estar agradecidos de tener a Asta y Yuno con nosotros y darles todo el amor y cuidado que necesitan.
Mientras tanto, sin que ellos lo supieran, Asta estaba pegado al muro exterior de la sala, escuchando atentamente cada palabra de su conversación. Lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas mientras su mente divagaba hacia el futuro del que provenía.
«Espero arreglar todo —pensó Asta, con una mezcla de determinación y nostalgia—. Quiero que vivamos todos felices, como debió ser. Se los juro, espero que estén bien... Mika, Mimosa, Liebe, todos».
Asta se secó las lágrimas con el dorso de la mano y respiró hondo. Sabía que tenía una misión que cumplir, un destino que cambiar. Y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo, incluso si eso significaba crecer una vez más y enfrentar los desafíos que el tiempo le tenía preparados...
Entonces comenzó a pensar un camino fácil, para obtener lo que perdió y cumplir su misión.
Y la determinación comenzó a reflejarse en sus ojos, salió corriendo de la iglesia en dirección a la torre de los grimorios. A pesar de su corta edad, su mente albergaba recuerdos de una vida pasada, una en la que había luchado junto a su grimorio y su fiel compañero, Liebe. Sabía que necesitaba recuperarlos para cumplir su misión.
Sus pequeñas piernas se movían lo más rápido que podían, atravesando los campos verdes y los senderos polvorientos. El viento jugaba con su cabello cenizo mientras corría, su respiración se volvía cada vez más agitada. Pero Asta no se detenía, impulsado por la urgencia de llegar a su destino.
Lo que Asta no sabía era que Yuno, intrigado por su comportamiento inusual, había decidido seguirlo. Yuno mantenía una distancia prudente, ocultándose detrás de los árboles y los arbustos, tratando de no ser descubierto. Su curiosidad por las acciones de su hermano adoptivo era más fuerte que cualquier precaución.
Cuando Asta llegó a la torre de los grimorios, se detuvo un momento para recuperar el aliento. Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie lo hubiera visto. Había perdido todas sus habilidades, incluyendo la detección del Ki, y se sentía vulnerable sin ellas. Sabía la teoría detrás del Ki, pero sin práctica, era como un libro cerrado para él.
Con el corazón latiendo con fuerza, Asta se escabulló dentro de la torre, aprovechando cada sombra y cada rincón para ocultarse. Se movía con cautela, consciente de que un solo error podría delatar su presencia. Los pasillos de la torre eran oscuros y silenciosos, y cada paso que daba resonaba como un eco ominoso.
De repente, una voz familiar rompió el silencio.
— ¿Asta? —preguntó Yuno, emergiendo de las sombras.
Asta pegó un brinco del susto, su corazón casi se le sale del pecho. Se giró bruscamente para enfrentar a Yuno, con los ojos abiertos por la sorpresa y el miedo.
— ¡Yuno! ¿Qué haces aquí? —exclamó Asta, tratando de recuperar la compostura.
Yuno, con su mirada serena y su rostro inexpresivo, respondió con calma.
— Sentía curiosidad por ver a dónde te dirigías. Te vi salir de la iglesia y decidí seguirte.
Asta estaba a punto de responder, pero en ese momento, una imagen terrible asaltó su mente:
La visión de Yuno, desmembrado y sin vida, tal como lo había encontrado en su línea de tiempo original. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y tuvo que apartar la mirada para ocultar el dolor en sus ojos.
— Solo estoy explorando —respondió el cenizo, dándole la espalda a Yuno—. ¿Quieres unirte a mí?
Yuno, sin sospechar la angustia que atormentaba a su hermano, asintió con entusiasmo.
— Claro, vamos.
Los dos niños comenzaron a explorar en los pasillos de la torre, sus pasos reverberaban en los antiguos pasillos. Asta, con la determinación brillando en sus ojos, comenzó a buscar en cada rincón, examinando cuidadosamente cada estante polvoriento. Yuno, por su parte, miraba maravillado la inmensa cantidad de grimorios que los rodeaban.
— Oye, Asta —preguntó el pelinegro, con la voz cargada de curiosidad—, ¿para qué son todos estos libros?
El pelicenizo se detuvo por un momento, reflexionando sobre la pregunta de su hermano adoptivo.
— Cada persona está unida a un grimorio —explicó Asta, su voz se tiñó de un tono solemne—. Cada alma tiene asignado un grimorio, y cada persona es un reflejo de su grimorio. Si el dueño muere, el grimorio también lo hace.
Yuno escuchaba atentamente, fascinado por la información que Asta compartía.
— ¿Y cómo se obtiene un grimorio? —preguntó, ansioso por saber más.
— A los quince años, cuando la magia ya está más avanzada en el cuerpo, despierta su afinidad y llama a su grimorio —respondió Asta, recordando el conocimiento de su vida pasada—. Por eso, cada año, los chicos de 15 años se reúnen para recibir su grimorio.
Mientras hablaba, Asta no pudo evitar reflexionar sobre su propia situación.
«Entonces, yo tendré mi grimorio...», pensó, recordando que el grimorio que había tenido toda su vida en su línea de tiempo original había pertenecido a Licht, luego al demonio antiguo y, finalmente, a Liebe y a él.
Después de reflexionar unos instantes, continuó buscando, escudriñando cada rincón de la torre, pero a medida que pasaban las horas, su frustración crecía. No encontraba nada entre los cientos de miles de grimorios que llenaban los estantes.
Finalmente, el pelicenizo dejó escapar un suspiro de derrota.
— Vámonos, Yuno —dijo, dirigiéndose hacia la salida—. Aquí no hay nada de lo que estoy buscando. Regresemos mañana.
Yuno, aunque un poco decepcionado por no haber encontrado lo que Asta buscaba, asintió y siguió a su hermano fuera de la torre.
Mientras caminaban de regreso a la iglesia, Asta no podía dejar de pensar en su grimorio y en Liebe. Sabía que los necesitaba para cumplir su misión, pero también era consciente de que tendría que esperar hasta cumplir los quince años para obtenerlos.
«Tendré que ser paciente —se dijo a sí mismo, apretando los puños con determinación—. Pero no me rendiré. Encontraré la manera de arreglar las cosas y salvarlos a todos».
Con esa resolución ardiendo en su interior, Asta se prometió a sí mismo que haría todo lo necesario para cambiar el futuro, incluso si eso significaba crecer una vez más y enfrentar los desafíos que el destino le tenía preparado...
Al día siguiente.
Asta se encontraba sentado en la biblioteca de la iglesia, sumergido en la lectura de un libro antiguo. Sus ojos recorrían las páginas con avidez, absorbiendo cada palabra como si fuera un elixir de conocimiento. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, algo comenzó a cambiar en su interior.
Un calor abrasador se extendió por su cuerpo, como si una fiebre repentina lo hubiera atacado. Asta sintió que su piel ardía y su respiración se volvía pesada y entrecortada. Gotas de sudor empezaron a perlar su frente, deslizándose por su rostro y empapando su ropa.
La hermana Lily, que se encontraba cerca, notó de inmediato el malestar del niño. Se acercó a él con preocupación, colocando una mano en su frente para comprobar su temperatura.
— ¡Asta! ¿Qué sucede? —preguntó la monja, mientras su voz se teñía de alarma—. Estás ardiendo en fiebre.
Asta trató de responder, pero las palabras se atascaron en su garganta. El dolor se intensificó, extendiéndose por cada fibra de su ser. Se dobló sobre sí mismo, aferrándose al libro como si fuera un salvavidas en medio de una tormenta.
La hermana Lily, al ver el sufrimiento del niño, no perdió tiempo. Se puso de pie con determinación, decidida a buscar ayuda.
— Iré por el padre Orsi —anunció la monja, mientras se apresuraba hacia la puerta—. Quédate aquí, Asta. Volveré enseguida.
Asta asintió débilmente, incapaz de hacer otra cosa más que observar cómo la hermana Lily desaparecía por el pasillo. Se quedó allí, luchando contra el fuego que lo consumía desde dentro, rogando silenciosamente por algún tipo de alivio.
Los minutos parecieron estirarse eternamente hasta que la hermana Lily regresó junto al padre Orsi. Ambos entraron a la biblioteca con expresiones de preocupación grabadas en sus rostros. Sin embargo, cuando se acercaron a Asta, se detuvieron en seco, sus ojos se abrieron con asombro.
Asta ya no se retorcía de dolor. En cambio, se encontraba de pie, con el libro aún en sus manos, y una expresión de desconcierto en su rostro.
— ¿Qué? —exclamó el niño en voz alta, mientras sentía cómo su cuerpo se llenaba de una energía inexplicable.
Era como si una fuerza invisible hubiera invadido su ser, recorriendo cada vena y cada músculo con un poder electrizante. Asta miró sus manos, maravillado por la sensación que lo embargaba.
El padre Orsi y la hermana Lily intercambiaron miradas de asombro, comprendiendo lo que acababa de suceder.
— Asta... —murmuró el padre Orsi, con su voz cargada de emoción—. Has despertado tu magia.
Asta levantó la mirada hacia ellos, una sonrisa incrédula se dibujó en sus labios. Después de tantos años, después de haber vivido una vida entera sin magia, finalmente sin saber aun la razón, había despertado su poder interior.
Aunque...
Eso era... ¿algo bueno o algo terriblemente malo?
Hola, espero hayan disfrutado de este capítulo.
Las cosas se pondrán interesantes...
Nos vemos en el siguiente, un abrazo a todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro