El reencuentro
Sueño 8: El reencuentro
Sueño de: Anónimo
Estaba nerviosa, caminaba en círculos por el suelo lleno de azulejos blancos. Miré a mi papá y por milésima vez le pregunté:
—¿Por qué estamos en el aeropuerto?
—Ya te lo dije, esperamos a alguien.
—¿A quién papá?
—Deja de preguntar y espera un poco más.
Me senté a su lado y crucé los brazos, mientras miles de preguntas llenaron mi cabeza. No sabía a quién esperábamos y sinceramente, no podría pensar en alguien, tengo a varios tíos fuera del país.
Me adentré tanto a mi mente, que fui ajena a todo lo que me rodeaba. No prestaba atención a nadie, ni a nada.
Mi mente estaba intentando recordar una persona especial, alguien vino a mi cabeza...
Escuchaba su risa, la miraba correr lejos de mí, alejarse completamente. Al ver esa escena, mi corazón se aceleró y un dolor empezó a hacerse presente.
Mis ojos amenazaban con expresar toda aquella confusa, dolorosa y nostálgica situación.
Podía oírla reírse, verla escapar de mí, sentirla abrazarme... pero no la veía, ni recordaba su nombre.
El aire se volvió pesado y mis mejillas se iban mojando con cada lágrima. Estaba enojada conmigo misma por no recordar nada de ella.
Miré hacia mi alrededor, ya no era el aeropuerto, ahora era un lugar blanco sin nada que destacara en la paredes o en el piso. Era una habitación vacía, dónde mis pasos eran lo único que se escuchaba, junto a mi respiración pesada.
Comencé a jugar nerviosamente con mis dedos mientras caminaba sin rumbo alguno. Un vacío comenzó a llenar mi corazón, haciendo que las lágrimas solo aumentaran.
Todo era extraño y nostálgico.
Su risa nuevamente llegó a mi cabeza, a reproducirse una y otra vez. Sin parar, sin descanso, ¡sin nada!
Mi desesperación era notoria.
Decidí sentarme en aquel piso blanco y cerrar los ojos. Me dejé llevar por mis emociones y lloré sin cesar. Necesitaba liberarme de alguna manera, hasta que una voz familiar me dejó sin aliento.
—¡No puedo creerlo! —Escuché sus sollozos—. Ha pasado tanto tiempo...
Levanté mi mirada hacia aquella chica de mi edad, de ojos marrones y con cabello negro.
Me levanté lentamente sin poder creerlo. Era ella... la chica que me ayudó en los momentos más tristes, la que me sostuvo cuando todo mi mundo caía.
Era mi mejor amiga.
No dudé más y corrí hacia ella, a abrazarla después de tanto tiempo sin poder hacerlo. Al llegar a su lado, ambas lloramos en el hombro de la otra.
No íbamos a parar hasta cansarnos y quedar dormidas, o hasta que yo despertara.
FIN
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