Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3


Esteban

Esta es la primera vez que alguien realmente me hace mucha gracia.

Lorena, la mujer que envío Damián para resolver el problema de deficiencia en el Cedi, es realmente diferente a lo que esperé.

Cuando la vi en mi oficina la primera vez, se veía pérdida en sus pensamientos y tenía una sonrisa tan tranquila en su boca que la envidié por unos momentos. Yo no he podido sonreír así desde hace mucho, y todo por el trabajo hasta el culo que tengo; además, no encuentro una razón para sonreír así.

Sé que fui algo brusco durante nuestro primer intercambio, pero no tuve una buena noche, ni buena mañana. El dolor en mi cuello es un recuerdo de que no debo volver a quedarme dormido en mi sofá. Nunca, jamás. Esta mañana fui a buscar mi periódico, para encontrar pedazos del mismo esparcidos por todo mi antejardín cortesía del chihuahua del vecino.

Odio a ese condenado perro.

Y para rematar, el agua se fue por daños en la represa debido al torrencial aguacero de anoche, la tostadora quemó mis rodajas de pan y me pinché camino al trabajo.

No es mi mañana más brillante.

Pero Lorena me plantó cara, y de la manera más sutil y profesional, me envío a comer mierda. Eso me gustó. No ella, su actitud. Aunque ella no está tan mal, pero tampoco es una belleza despampanante ni detendrá todo el tráfico sólo por caminar en la calle.

Observo su cabello oscuro, es corto, hasta los hombros; me pregunto si es así de liso o usa algún producto. Tiene poco o casi nada de maquillaje, lo que me deja ver varios lunares pequeños sobre sus mejillas y su nariz. Hay dos diminutos puntos a un lado de su ojo derecho. Su nariz es pequeña pero delicada, tiene unos increíbles ojos verdes y una rellena y delicada boca. Sus labios son semejantes a los de Scarlett, lo sé, porque esa mujer es mi amor platónico. Su cuerpo es curvilíneo, no tanto como para ser una mujer de talla grande, pero sí lo suficiente como para hacer que un hombre mire una segunda vez, y lo disfrute.

Justo ahora, sus labios están fruncidos y su ceño contrariado. No le gusta lo que ve, y a mí tampoco.

—Tenemos mucho trabajo en nuestras manos.

—¿Mucho? —chilla—. Demasiado diría yo. No puedo creer que hayan permitido que estas bodegas llegaran a tal estado. El sistema está fallando, el inventario no concuerda con el stock en las góndolas ni en los cuartos de almacén, el personal no está completo, las máquinas no están operando al cien por ciento; hay mugre y suciedad, las oficinas se caen... ¿Quién carajos estaba a cargo? Si sigo con la lista de todo lo que he encontrado en estas cuatro horas, y sé que encontraré más en las siguientes, creo que me desmayaré.

—¿Te retiras entonces? —pregunto. Muerdo una sonrisa cuando se vuelve hacia mí con una mirada de muerte.

—Jamás. Le prometí a Damián que ayudaría, no prometo en vano. Además, un desastre como este no me detendrá.

—Bien. Repito mi pregunta de esta mañana ¿Qué tienes en mente? 

Mira de regreso al desastre y suspira—. Déjame término de revisar todo, esta noche iré a casa y diseñaré el plan de intervención y todos los cambios que debemos implementar. ¿Tengo libertad en esto o debo responder a usted?

—Damián sólo me recomendó apoyarte y acompañarte cuando tuvieras alguna duda. Cuentas con la confianza de Damián, por ende, debo confiar en tu criterio, hazlo y muéstrame que necesitamos cambiar.

—Perfecto. —Anota algo en el cuaderno que lleva diligenciando desde que llegó y sonríe—. Mañana a las nueve tendré todo preparado. Pero, algo que sí necesito desde ya es... un equipo de limpieza y varios muchachos para mover algunas cosas.

—Lo tienes —respondo.

—Gracias.

Me excuso y la dejo que siga señalando y descubriendo lo que está mal, para continuar con el trabajo por el que me contrataron y para el que estudié. Cerca de las seis de la tarde, la veo nuevamente supervisando y preguntando todo. Katerine le entregó su almuerzo hace unas horas, la mujer estaba tan concentrada en su trabajo, que olvidó comer.

En eso se parece a mí.

Para las ocho, ella ya se había ido a casa mientras yo aún continuaba terminando lo que se atrasó, por acompañarla esta mañana.

Arrojo el lapicero de mi mano cuando mis ojos tratan de cerrarse, froto mi dolorido cuello y apago todo cuando por fin me doy por vencido y decido ir a casa. Recojo los documentos esparcidos sobre el escritorio, y uno me llama la atención.

Es la carta de la niña.

Aquella que tiene un valioso deseo de navidad. Leo los últimos párrafos y cierro mis ojos...

Me gustaría cumplir su sueño, pero ¿cómo?, ni siquiera he podido cumplir los míos.


—¿Tienes un poco de tiempo?

Levanto mis ojos de las muestras publicitarias que me entregó Katerine esta mañana, y me concentro en Lorena. Mis cejas se elevan un poco cuando veo su atuendo de hoy.

Es un jean y una camisa que es obvio, no es nueva ni debe preocuparle si se ensucia. Mis ojos regresan a su rostro cuando la escucho reír.

—Lo sé, este no se supone que sea el atuendo para trabajar, pero hoy haré otra clase de trabajo y no quería dañar un traje.

—Hmm.

Me sonríe y camina hasta mi escritorio, se sienta y me entrega las carpetas que tenía en su mano.

—Esta son las medidas que se deben aplicar inmediatamente. Necesitamos cambiar el sistema, realizar un nuevo inventario para cargar la base de datos y hacer rotación de todos los productos que están pasados de fecha.

—Claro... —reviso los documentos y leo a detalle todo lo que propone y el diagnostico que empleó.

—Necesitamos cambiar los formatos de registro para los despachos de mercancía hacia los diferentes puntos de venta. Tenemos muchas quejas sobre entregas incompletas y productos en muy mal estado, especialmente los de consumo masivo.

—Ahora entiendo la demora en la entrega y distribución del producto. Yo aquí, vendiendo como loco y generando mejores estrategias comerciales para cumplir con el presupuesto del almacén y mira...

—Pero nos hemos dado cuenta y todavía tenemos tiempo de corregir antes de que la bola de nieve sea demasiado grande y arrase con todo.

—Eso espero —suspiro y froto mi frente. El dolor de cabeza que surgió anoche no se ha ido.

—¿Estás bien? —pregunta. Se acerca y me mira preocupada—. Te ves pálido y estás sudando mucho. Ayer no te veías así.

—Es migraña, demasiada presión.

—Oh. Lo entiendo. Revisa mis propuestas y proyectos mientras hago el primer cambio y luego, déjame todo a mí. Prometo que pondré esas bodegas al pelo.

—¿Sabes?, si Damián no me hubiera llamado hace una hora y me hubiera asegurado de que puedo confiar plenamente en ti, me reiría de lo que acabas de pedirme. —Sus ojos se estrechan un poco y se tensa. Me río de su respuesta y niego con la cabeza, eso hace que el dolor aumento—. Auch. No lo tomes a mal, no soy una persona que confía fácil, pero si de algo estoy seguro, es de la lucidez y el criterio de mi jefe y amigo. —Le entrego los documentos, los toma con un poco de cautela—, hazlo, todo. Estoy demasiado ocupado en este momento, tengo dos reuniones y varios clientes a los cuales darles la cara por las fallas de Blanca. Confiaré en tu trabajo y tu capacidad de volver a flote ese barco hundido.

—¿No vas a revisarlo?

—No.

Boquea, sorprendida por mi decisión. —Bueno, esto es realmente nuevo para mí. Te agradezco el voto de confianza. Iré a trabajar entonces.

—El personal de limpieza está en la bodega desde hace una hora. Los chicos ya saben que deben seguir tus ordenes, ayer fuiste presentada como su jefe así que... ve por ello.

—Vale.

Se levanta y, dudando todavía de mi arrebato, camina hasta la puerta. Me da una mirada antes de cerrar y alejarse hacia su área de trabajo. Unos minutos después, Katerine entra, hecha una furia, con dos pastillas para el dolor de cabeza y un vaso de agua.

—Será mejor que si vuelve a dolerte algo, actúes, no quiero tener que encontrar un día a mi jefe muerto sobre el escritorio.

—No seas exagerada, Katerine.

—Créeme, cuando exagere, lo sabrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro