Capítulo 16
Día once
Lorena
Trabajo todo el día en una nube de felicidad.
Anoche fue simplemente increíble, alucinante, descomunal.
El dolor en mis músculos y mi parte baja me hace sonreír. El sexo con Esteban fue espectacular. Al principio fue salvaje, luego un poco más tierno para rematar con sucio y crudo.
Quien diría que había ese tipo de chica en mí. Me gustó todo, lo sucio, lo tierno y lo salvaje.
—Hombre, alguien por fin tuvo un poco de jaleo ahí abajo.
—Clara —chillo ante el tono de voz tan alto de mi prima.
Algunos de mis subalternos se vuelven hacia nosotras y sonríen.
Genial, simplemente genial.
—¿Qué? ni que ellos fueran asexuales y no supieran que esa estúpida sonrisa que traes es una sonrisa de recién y bien follada.
—Oh por Dios —gimo y dejo caer mi cabeza en el escritorio- ¿Por qué señor, por qué me enviaste a esta bestia como prima?
—Ay no seas dramática. —Besa mi cabeza y se sienta a mi lado.
—¿Dónde está Majo?
—Con el responsable de esa sonrisa en tu cara.
—¿Esteban?
—Sí, llegó y de una fue a su oficina. Parece que tú no eres la única mujer encantada con ese hombre.
—Tonta. De todas formas, ¿a qué debemos tu visita?
—Bueno, quiero invitarlos a almorzar.
—Súper, me apunto.
—Vale, ¿qué es eso?
—Gomas —respondo y le entrego la caja que señaló—. Esteban me envía gomas y chocolates todos los días.
—Ah, el señor "pongo una sonrisa soñadora en las mujeres después de follarlas" es todo un romántico.
Ruedo los ojos y resoplo. —Tonta.
—Como sea. Damián nos espera en el restaurante de Toño.
—Vale, envío un correo y nos vamos.
—Perfecto. Iré por Esteban y Majo.
Termino lo pendiente y tomo mi bolso para salir con mi familia. Muerdo mi labio y trato de calmar a mi corazón, cuando veo a Esteban y a Majo caminando juntos, y de la mano.
Dios, como que empiezo a sentir más por ese hombre.
Majo se ríe de algo que le dice Esteban a Clara, mi prima lo golpea en el hombro y se sueltan a reír los tres. Clara me ve y le hace una seña a Esteban, me mira y juro que su expresión cambia, continua sonriendo, pero esa sonrisa está cargada de una suavidad y otra cosa que me confunde y emociona.
—Hola —Se acerca y me da un beso sin importar quién nos pueda ver—. Ya estamos listos para ir con Damián.
—Vamos. —Le sonrío y me vuelvo para abrazar y besar a mi hija—. ¿Cómo está mi princesa?
—Bien mami. Te extrañé anoche, aunque fue muy divertido. ¿Se divirtieron ustedes dos? —Su pregunta es realmente inocente, pero al evocar la diversión que Esteban y yo tuvimos anoche, me sonrojo.
—Sí —grazno ganándome un resoplido/risa de Clara y una sutil caricia de Esteban en mi mano.
—Qué bueno mami, estaba preocupada por ti. ¿Qué hicieron?
—Cenamos —Se apresura a decir Esteban cuando boqueo como un pez—, y luego vimos una película.
—¿Qué película? —pregunta Majo, realmente interesada. Clara rompe a reír y Esteban me mira en pánico.
—Esa de los autos rápidos —respondo. Majo me mira y frunce el ceño.
—Aburrido —dice y sigue caminando.
Esteban y yo suspiramos aliviados. Clara nos pasa sonriendo abiertamente y los dos nos miramos conteniendo una risa.
Nos salvamos por un pelo.
—Entonces, ¿Ya son novios?
—¿Qué? —pregunto confundida.
—Ustedes dos. —Majo señala a Esteban y luego a mí—. Se supone que si besas a alguien es porque están juntos.
—Así es —concuerda Damián, enviando una sonrisa cómplice hacia nosotros—. Uno besa a su querida, su novia, su amada.
—¿La amas? —pregunta de nuevo mi hija y casi escupo mi jugo. Esteban luce pálido y tenso.
—Oye, no nos apresuremos —grazno. Aclaro mi garganta y tomo la mano de mi hija, sobre la mesa del restaurante—. Para amar a una persona se requiere conocerla, compartir con ella, aceptar y muchas otras cosas más que requieren de tiempo.
—Pero, ustedes llevan mucho tiempo.
—Apenas un par de semanas —murmuro empezando a incomodarme. Esteban debe estarlo también, permanece callado.
—Pero igual y se quieren, leí que cuando uno ama no deja de pensar en esa persona, la extrañas y la necesitas —dice y nos mira confundida—.Vi tu teléfono mami, ustedes dos se dicen esas cosas. Que la extrañas, que tú a él igual, se piensan y no pueden esperar por estar juntos, de nuevo.
Oh madre santa, purísima.
—¿Leíste mi WhatsApp? Oh por Dios. ¡María José! —gruño. Esteban se vuelve hacía mí con el terror escrito en su cara. Sólo Dios sabe que alcanzó a leer mi hija. Él mismo todopoderoso es testigo de los mensajes que nos hemos enviado.
Mierda.
—Lo siento mami —se disculpa y me mira como un cachorrito—, es sólo que de verdad, me agrada Esteban y quería saber si ustedes ya...
—¿Ya qué? —pregunto entrando en pánico de nuevo.
—Ya se aman.
Noto que tanto Esteban como yo, dejamos escapar el aire de nuestros pulmones y relajamos nuestra postura tensa.
—Majo, cariño —empieza esteban—, tú mamá me gusta mucho, la respeto y sí, la extraño y esas cosas. Me preocupo por ella y deseo verla siempre, la pienso, la añoro, la busco, la necesito... —Muerdo mi labio pensando en esas cosas. Es verdad, yo también me preocupo y extraño a Esteban. Siento por él incluso más fuerte y más que por Javier o cualquier otro hombre en mi vida. Este corto tiempo con él ha sido especial, único y diferente... yo simplemente no puedo no pensar en él en mi vida y en la de mi hija ¿Eso es amor?—. Y sí eso es amor, entonces sí, amo a tu madre.
Oh mi... señor Jesús.
Clara jadea al igual que yo. Majo sonríe emocionada y Damián brinda en el aire. Me vuelvo, estupefacta, hacia Esteban. Me sonríe y se encoje de hombros.
—Es o no es —dice y acaricia mi rostro—. Así que es... te amo.
—Jesús yo...
—No tienes que decirlo, lo entiendo —dice, sus ojos me miran con tanto amor y devoción que mi corazón se encoje. Hace mucho que no me miraban de esa manera, e incluso, la mirada de Esteban en más fuerte, más pura, más real y sincera.
Muerdo mi mejilla y me doy cuenta de que yo también lo veo así. Desde que lo conocí él ha hecho de mi vida algo mejor. Me hace feliz, me hace rabiar, me ha aprendido a conocer, me consciente; siempre estoy primero para él, al igual que Majo, nos apoya, cuida, se preocupa por ambas... además, no puedo sacarlo de mi cabeza, extrañarlo, anhelarlo y anoche, cuando estábamos juntos y miraba a mis ojos mientras reclamaba mi cuerpo...
Fue algo más que sexo. Algo más que sólo un hombre disfrutando de una mujer.
Y también fue de esa manera para mí... él fue más que un hombre, más que un rostro, más que un cuerpo.
—Tengo que decirlo —susurro con el corazón acelerado—, porque es verdad Esteban... también te amo.
Su rostro se rompe en una sonrisa y se lanza por mi boca. Me besa como si no hubiera mañana alguno; escucho el vitoreo y aplausos de Clara, Damián y Majo, nos apartamos y me sonrojo al ver a mi hija y mi prima emocionadas, suspirando sobre sus asientos.
—Esto es mucho mejor que las novelas que lee mi mami.
—Majo, deja de leer mis libros a escondidas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro