Capítulo 13
Día ocho
Esteban
—Debo decirles que estoy realmente impresionado y satisfecho —dice Damián mirando a Lorena y a mí, con una sonrisa—. Los progresos que he encontrado tanto en el Cedi como en los reportes comerciales son estupendos. Lorena, te agradezco tu ayuda, de verdad, aunque hemos descubierto muchos otros inconvenientes que no fueron reportados; realmente ha mejorado. Buen trabajo, y tú, amigo... definitivamente eres en el mejor en lo que haces. Los socios estarán felices cuando vean estos indicadores.
—Gracias —decimos ambos a la vez. Nos sonreímos y Damián se aclara la garganta.
—De todas formas, ya que tenemos tan buenos resultados... ¿Cena para celebrar esta noche? Iremos a Ikus.
—Oh —jadea Lorena—. Majo ha querido ir ahí desde...
—Sí, lo sé —responde Damián—. Ella también está invitada.
—¿Qué dices? —pregunta Lorena dirigiéndome una mirada esperanzadora.
—Me apunto.
—Bien —Aplaude Damián—. Esteban, ¿podrías recoger a Lorena y Majo? Clara y yo estaremos antes de lo previsto, tenemos asuntos en la ciudad.
Lorena se ríe de la forma en la que Damián dice "asuntos". Le sonrío a mi amigo y acepto. Terminamos la reunión y nos disponemos a salir de la oficina. Esta semana de víspera, el horario de los administrativos es más corto, por lo que hoy estamos fuera de la oficina antes de las cuatro de la tarde. Me despido de Lorena y Damián, prometiendo a la primera, estar en su casa a las seis. La reserva es para las siete.
Llego a mi casa y encuentro al perro de mi vecino acurrucado en mi puerta, ha estado lloviendo y el pobre animal no deja de temblar. Mi vecino se ha ido de viaje, lo que no comprendo, es cómo logro salir de su casa y por qué razón está acurrucado en la mía.
—Chus, chus —Agito mi mano para espantarlo, pero el animal se levanta meneando la cola, corre hasta donde estoy y empieza a hacer una fiesta entre mis piernas—. Shhh, no ladres tanto.
No hace caso, sigue ladrando y saltando. Intento espantarlo nuevamente, pero regresa y se deja caer a mi lado como si estuviera esperando. Dejo escapar un suspiro y abro mi puerta, apenas y lo hago, la cosa con pelo entra disparada.
—Joder, ven aquí bestia. ¡Sal de mi casa!
Busco a la cosa con ojos y pelo pero no aparece, voy hasta la cocina, el estudio y el baño. Nada, gruño y voy hasta el cuarto para encontrar al estúpido perro sobre mi cama.
—¿Cómo demonios subiste ahí? —bramo y le arrojo una almohada para bajarlo—. Eres demasiado pequeño para alcanzar la cama.
El perro chilla pero no se baja, sigo enviándole mi dardo-almohadas, pero él se mantiene sobre mi cama. Extiendo mi mano para agarrarlo y me muerde.
—Mierda, bestia asquerosa... ¡Fuera de aquí, joder!
—Grrr
—Te atreves a morderme de nuevo y voy a hacer unos zapatos de ti. Odio los jodidos perros.
Me ducho rápidamente, ignorando el hecho de que hay un perro en mi cama. Salgo del baño y voy a la cocina para prepararme algo para comer. Iremos a cenar, pero faltan varias horas para ello, además, muero de hambre. Le envío un mensaje a Lorena con una foto que mi hermana me envío y recibo su respuesta en un audio donde se ríe hasta casi llorar.
Algo raspa mi pierna y bajo la mirada para ver al perro del infierno mirarme con sus enormes ojos y llorar.
—No te daré nada. Vete.
Me siento en la sala y enciendo la TV, como mi sándwich y disfruto de los mejores momentos deportivos de todo el año, un especial que pasan por el canal de deportes. El perro de sube a la mesa de centro y continua viéndome y llorando.
—No —gruño y trato de ignorarlo. Continúa llorando y eso rompe mi paciencia, le arrojo un trozo del segundo sándwich y se sienta feliz a comerlo—. ¿Dónde carajos estará tu dueño? Probablemente te dejó fuera por lo feo y llorón que eres —digo y las enormes orejas del perro apuntan hacia mí—. Además de orejón. —La cosa ladea su cabeza y saca su lengua dos veces, lo miro y frunzo el ceño—. No te atrevas a sacarme la lengua, no es mi culpa que seas así de horrendo.
Ladra y suspiro, lo ignoro de nuevo y llevo los platos sucios a la cocina. Regreso a mi cuarto y me dejo caer en mi cama, una siesta no estaría de más. Lorena me envía otra foto graciosa antes de dormirme, me río, le envío una rápida respuesta y dejo el teléfono en mi mesa. La cosa peluda y fea salta hasta que logra asustarme y subirse a la cama.
—Ah no amigo, abajo. No dormirás aquí.
El perro gimotea y da vueltas en un lugar específico en la cama, a mis pies. Lo empujo y cae al suelo, llora y me levanto sintiéndome mal por haberlo arrojado así, lo tomo del suelo y lame mi rostro. Rindiéndome ante su muestra de cariño, lo dejo acostarse en mi cama y me quedo dormido en un instante.
Estaba exhausto.
—¡Ya llegó! —grita Majo detrás de la puerta. Supongo que estuvo mirando por la mirilla hasta verme llegar. Sonrío por eso.
Toco la puerta y un segundo después es abierta por la criatura más dulce.
—Hola Majo —saludo y le entrego una margarita. Se sonroja y me sonríe.
—Esteban, ¿cómo estás?
—No tan impresionante como tú, pero bien.
—Ah —Descarta mi cumplido con la mano y salta en sus pies—, te ves muy bien. Podría decirte que sexy, pero mamá me dijo que no puedo decirle sexy a los hombres, pero te ves sexy.
Parpadeo hacia ella sin saber que responder a eso. Nunca, en mi vida, una niña me ha dicho que soy sexy.
—Majo, acabas de hacer lo que te dije que no hicieras —ríe Lorena viniendo hacia nosotros—. Hola —saluda y acomoda un mechón de su cabello.
—Tú sí que luces sexy —digo, repasando su cuerpo con ese hermoso vestido rojo.
—¿Verdad que sí? El vestido fue idea mía —exclama Majo orgullosa—, te dije que haría que babeara por ti mami.
—Majo.
—¿Qué? es verdad, mira sigue con la boca abierta —Se encoje de hombros y cierro mi boca, porque es cierto, la dejé abierta. Me río cuando Lorena suspira y le da una mirada a Majo.
—¿Están listas?
—Sí —responden ambas. Asiento y les doy una mano a cada una para llevarlas fuera.
—¿No vas a besarla? —pregunta Majo de forma acusadora.
—¿Qué?
—No has besado a mamá, se supone que debes hacerlo. Es una cita, siempre debes decirle a la chica que luce hermosa y luega besarla hasta dejarla sin aliento.
—No creo que besar a tu madre hasta el desmayo delante de ti sea apropiado.
—También lo creo yo —concuerda Lorena.
—Pero quiere hacerlo.
—Majo.
—Majo nada, mamá. Tú quieres que te bese, él quiere besarte y yo quiero que se besen. ¿Por qué no hacerlo?
Me rio por el rojo tono del rostro de Lorena, le guiño un ojo a Majo y tomo el rostro de Lorena en mis manos.
—Ella tiene razón, quiero besarte y no veo el problema en hacerlo.
Muerde su labio y esconde su sonrisa. —También quiero que me beses.
Sonrío y le la beso, tierna y suavemente. Majo hace un ruido exasperado y dejamos escapar una carcajada.
—Eso es un beso mediocre —protesta—, En la telenovela se ve mucho más emocionante.
—Majo —chilla Lorena—, no más telenovelas para ti.
La niña se sube al auto con el ceño fruncido, me rio para mí y ayudo a Lorena a subir. Conduzco hasta la ciudad y al restaurante donde Damián y Clara nos esperan. Antes de que entremos, halo a Majo hacia un lado y le susurro para que sólo ella escuche:
—Cuando regresemos a casa, asegúrate de entrar rápido, entonces, besaré a tu madre hasta dejarla sin aliento. ¿Te parece?
Me sonríe satisfecha y asiente. —Es un trato. No me decepciones.
—No lo haré.
Esa noche, después de regresar a casa, Majo entra corriendo dejándome a solas con Lorena. La cena fue muy bien y nos divertimos mucho con Majo y Damián, los dos hacen corto circuito juntos.
—Cada vez me gustas más —murmuro acariciando el rostro de Lorena.
—Y tú a mí.
—No dejo de pensar en ti, cuando no estás a mi lado, e incluso cuando estás cerca, sólo deseo tenerte a ti.
—¿Intentas ganar puntos, señor Velasco?
—Tal vez sí, tal vez sólo quiero que sepas lo que haces de mí. —Acerco mi rostro hacia su sonriente boca—. Necesito besarte, justo ahora.
—Y yo quiero que me beses, justo aquí.
—Concedido —respondo y tomo sus labios.
Esta vez no es sólo por la promesa que le hice a Majo, lo es también porque la deseo, la quiero y realmente me gusta. Toda la noche estuve tentado a acariciarla y tocarla. La mirada de los hombres hacia ella me puso loco y me di cuenta que realmente siento por ella. Su aliento e vuelve loco, la atraigo hacia mí y nos arrincono en la puerta, besando la mierda fuera de ella y fuera de mí. Mi cuerpo empieza a zumbar por las miles de sensaciones y siento como la sangre ruge en mis venas. Lorena jadea y muerdo su labios, sus manos se aferran a mi cabello y siento mi necesidad por ella crecer, al igual que la suya por mí.
Empujo mis caderas hacia las suyas y sé que nota lo duro que estoy por ella. Deseo desnudarla y hacerla mía como a nada más, pero recuerdo a la pequeña que está esperando adentro y me detengo de seguir con esto.
Ralentizo el beso y dejo de provocar y poseer su boca. Lorena jadea por aire, muerdo nuevamente su labio y sonrío cuando me alejo y ella continua con sus ojos cerrados.
—Esteban... —gimotea.
—Más tarde cariño, prometo que pasará, pero ahora hay una niña espiándonos tras las cortinas.
—Majo —susurra y abre sus ojos en pánico.
—No te preocupes —digo acariciando sus labios hinchados—, sólo vio mi espalda y tus manos clavadas en mi cuero cabelludo.
—Oh Dios —cubre su rostro avergonzada.
—No voy a mentir y decir que no me gustó. Y, considerando los deseos de Majo porque te besará hasta la inconsciencia, creo que los tres hemos quedado satisfechos.
—Eres un tonto —murmura divertida.
—Puede ser, pero este tonto está demasiado embrujado por ti. —La beso castamente y le guiño un ojo—. Buenas noches, hermosa.
—Buenas noches, Esteban.
Espero hasta que entre y sonrío cuando escucho a Majo decir:
—¡Eso sí que fue un beso de Novela!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro