17- Entre Sedas
~PDV NASTYA~
Para nada esperaba lo que había ocurrido. Era mágico, todo a su alrededor desprendía magia, amor y seguridad, todo era perfecto y eso me daba miedo, las palabras del doctor no abandonaron mi mente por lo que me mantenía en alerta.
—Creo que es hora de regresar, nos van a matar si nos descubren. —No quise usar esa palabra pero no había otra que describiera mejor nuestra situación en estos momentos.
—Pero no quiero. —Hizo un puchero dejándolo ver malditamente sexy, esa sensación de familiaridad volvió.
—Pero debemos. —Afirmé poniéndome de pie.
—Ni así se te va ese lado tan correcto que tienes. —Trató de murmurar entre dientes, sin embargo, logré escucharlo.
—¿Qué quieres decir con eso? —Me acerqué lo suficiente para que notara aún en la oscuridad mi curiosidad.
—Que eres aún más sexy cuando te pones en modo correcta. —Se que eso no es lo que quiso decir, esta vez se lo dejaré pasar porque me avergoncé con su comentario.
—¿Cómo haremos para regresar en esta oscuridad? —Recién caía en cuenta de lo lejos que nos hallábamos del hospital.
—Sólo sígueme. —Entrelazó su mano con la mía y encendió de la nada una linterna, ¿como no lo pensé?
El lugar completamente oscuro podría confundirse con una escalofriante escena de terror, sin embargo, para mi era mágico y misterioso, todos los caminos me conducían a sus brazos, un lugar que se había vuelto seguro para mi.
Tan perdida estaba entre mis pensamientos que no noté que ya estábamos en la puerta del hospital.
—Por hoy aquí termina nuestra aventura. —Clavó en mi sus profundos ojos y lentamente se acercaba a mis labios para besarme, qué más podía pedir.
—¡Suéltala maldito bastardo! —Creo que Gael, era como se llamaba, acababa de arruinar mi momento, y juro que lo mataré.
—¿Y si no quiero? —Elian me rodeó con sus brazos de una manera posesiva que estaba segura que no era la primera vez que experimentaba.
—Te vas a arrepentir toda tu puta vida por haberla secuestrado. —Escupió de una forma que denotaba rabia en cada una de sus palabras.
—¡Secuestro! —Me alejé alarmada de los brazos de Elian—. ¿Quién dijo que me habían secuestrado? —Crucé mis brazos y comencé a golpear repetidamente mi pie contra el suelo.
—Obviamente que fue un secuestro, sino de qué otra forma te irías con un extraño que a penas conoces. —Lo señaló de manera despectiva.
—Pues de la misma forma que estoy hablando con un extraño como tú. —No me importó si mi comentario le dolió—. Acá se están olvidando de algo importante, y es que soy mayor de edad. Pueda que no recuerde nada pero eso no quita de que hace rato cumplí la mayoría de edad.
—Tu actitud no se ha ido como tu memoria. —rió Elian.
—Luego hablaré de esos asuntos contigo, se nota que sabes más de lo que dices. —Me acerqué colocando mi dedo en su pecho—. Y en cuanto a ti —Volteé para ver a Gael—, no tengo nada más que decir. —Caminé enfurecida hasta la entrada del hospital donde una enfermera ya me estaba esperando junto al médico.
El día de hoy fue muy divertido.
~PDV ELIAN~
Fue realmente entretenido ver como Nastya ponía en su lugar al idiota de Gael, se que debió dolerle escuchar de boca de ella que tampoco se acordaba de él, pero que se joda por idiota.
Luego de bañarme me recosté y reviví todo mi día junto a ella.
“No olvidarte.”
Su deseo retumbaba fuerte y claro en mi corazón y en mis pensamientos.
No me olvidarás amor, aunque no me recuerdes, todos los días te haré experimentar todas las sensaciones que nos perdimos, todos los días serán nuevas aventuras, todos los días serán una nueva oportunidad para amarte con más fuerza.
Ya tengo planeado nuestro destino mañana, y nuevamente será algo a lo que no estabas acostumbradas, porque amo verte en cada una de tus facetas, ya que no eres ninguna de ellas y eres todas a la vez.
Qué injusto fue Dios con nuestro amor, y con ese pensamiento y tu sonrisa de por medio caí rendido a los brazos de morfeo.
(… más tarde…)
Todo ya estaba arreglado, era hora de pasar por Nastya.
—Pensé que no vendrías hoy. —Su rostro tenía mejor semblante.
—Tenía que asegurarme de que no estuviera Gael dando vueltas, tú sabes. —Entré y cerré la puerta detrás de mi.
—Estuvo toda la noche aquí y la mañana pensando que vendrías. Me cansó y lo mandé a dormir a su casa.
—¡Eres la mejor! —Me acerqué hasta sus labios y me estaba conteniendo lo más que podía.
—Ni sueñes que vas a besarme. —Se apartó de mi dejando ver una falsa modestia.
—¿Qué hice ahora? —Le seguí el juego mientras me sentaba en los pies de su cama.
—Ni creas que me he olvidado que tenemos una charla pendiente. —Sacó las sábanas de su cuerpo y me sorprendió al verla ya cambiada—. ¿A dónde vamos hoy? —No pude evitar sonreír.
—Es un secreto. —La tomé de la mano para salir.
—No me voy a acostumbrar nunca a lo secretos. —Se quejó pero no puso resistencia a seguirme.
Eran alrededor de las nueve de la noche cuando salimos del hospital, y nos encaminamos a una tienda de ropa cercana, en un acostumbrado y cómodo silencio.
La tienda estaba vacía, ya que me había tomado el trabajo de hablar anteriormente con el dueño.
—¿Qué hacemos aquí? —preguntó desconcertada—. ¿Y por qué rayos no hay nadie?
—Es que vamos a robarla. —Sonreí maliciosamente.
—¡¿Qué vamos a hacer qué?! —gritó asustada.
—No, si pues con ese grito estoy seguro que la policía ya sabe donde estamos. —No pude contener por mucho más tiempo la carcajada.
—Es tu culpa por ser un idiota. —Me dio la espalda en señal de que estaba enojada.
—¡Esta bien! —La abracé por detrás y por un segundo me permití perderme en su aroma—. Te extrañé. —susurré en su oído y noté cómo su piel se erizaba.
—Yo también. —Volteó rápido y me dio un corto beso—. De verdad ¿qué hacemos aquí?
—Una locura. —Le respondí luego de salir de mi aturdimiento preferido—. Elije algo con lo que pienses que nunca te lo pondrías porque llegarías a morir de la vergüenza.
—¿Cualquier cosa? —Sus ojos ya estaban divisando toda la tienda.
—No, tiene que ser ropa que sea sexy. Cuando te decidas te lo tienes que probar.
—Eres un morboso, sólo quieres verme desfilar con distintas prendas. —habló a la vez que se dirigía a la parte de los vestidos.
—En realidad, quiero verte sin ropa. —dije para mi.
Estuvo fácil, alrededor de una hora eligiendo qué sería lo que se probaría, y cuando finalmente salió del cambiador el alma ya me había abandonado.
Lucía un vestido largo con tajos hasta tres centímetros arriba de su cintura a cada lado de sus piernas. De su cintura salían dos tiras que subían hasta sus pechos para transformarse en un top que a penas le cubrían lo senos. El negro brillante de su vestido hacía relucir sus ojos y el tono de su piel.
—Definitivamente no me pondría esto. —dijo avergonzada.
—¡Perfecto! —exclamé luego de recuperar el aliento—. Ponte estas sandalias y nos vamos.
—Nunca dijiste que lo usaría.
—Te lo estoy diciendo ahora, nos vamos.
No le di tiempo a que reaccionara y la arrastré prácticamente hasta fuera donde nos esperaba un taxi para llevarnos a un restaurante.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó mientras trataba de cubrirse el cuerpo con las manos.
—Cenar ¿No es obvio? —Le sonreí.
—Pero no quiero que me vean así. Desgraciado, me las cobraré.
—Menos mal que reservé la parte privada. —Si hubiera sabido que se iba a ver tan malditamente sexy reservaba todo el lugar.
Al entrar un mozo nos condujo hacia donde teníamos la reservación. Todo el cuarto estaba iluminado por velas, la mesa tenía jazmines y rosas blancas en ella, sus flores preferidas. Tomamos asiento y dejamos que el momento siguiera su curso.
—Vamos. —Extendí mi mano hacia ella para que pudiera levantarse.
—¿Y ahora? —preguntó luego de tomarla.
—¿No te lo dije? Esta noche haremos algo que jamás harías.
—¿Y eso sería…?
—Salir a bailar.
Nos volvimos a subir al taxi, pero esta vez nos condujo hasta la única discoteca que había en el pueblo.
Entrar de su mano aferrada a mi brazo fue una de las mejores experiencias que pude tener.
Me dirigí a la barra en busca de unos tragos para que se soltara, sólo un poco.
Al voltear para ir hasta ella noté cómo los hombres la miraban con lujuria, la desvestían con la mirada. La atraje hasta mi y la besé posesivamente.
—¿Y eso a qué demonios se debe? —gritó para que pudiera escucharla.
—Se debe a que eres mía y no dejaré que ningunas otras manos te toquen, salvo que sean las mías, no dejaré que nadie te bese, salvo mis labios. —Y entre las distintas luces su sonrisa fue lo que más brilló.
—¡Hora de bailar! —Se aventuró a decir, y nunca pensé que lo haría de esa forma.
Creo que la música que sonaba en ese momento era de Jeason Derulo, y ella de una manera erótica comenzó a mover su cuerpo, dejándome nuevamente sin aliento.
Nuevamente los hombres la miraban lujuriosamente por lo que decidí seguirle los pasos de baile pegando mi cuerpo al suyo. Éramos uno sólo en la pista, éramos dos amantes viviendo el éxtasis antes de que si quiera éste existiera.
Toda la noche transcurrió de la misma forma, ella y yo bailando muy pegados, dejando mis hormonas al tope del derrumbe, dejando muy poco a la imaginación.
—No quiero que la noche termine conmigo en el hospital. —habló en mi oído haciendo que los bellos de mi piel se erizaran.
—De acuerdo. —afirmé—. ¿Nos vamos? —Ella asintió con su cabeza y nos dirigimos a la salida.
El hotel donde me hospedaba quedaba relativamente cerca, así que caminamos.
La caminata resultó ser amena, mientras hablábamos de las ocurrencias de Gael en el día, las charlas con las enfermeras y otras trivialidades, noté que su ritmo había disminuido. Giré para esperarla y me di cuenta de que su pies estaba algo hinchado debido a las sandalias, en realidad ella no estaba acostumbrada a usarlas.
—Vamos, sube. —dije arrodillándome para que pudiera subir a mi espalda.
—No, qué te pasa. —Retrocedió unos pasos.
—Por una vez en tu vida deja la terquedad de lado y sube, o tu pie podría empeorar y pasarías más tiempo en el hospital.
—Que quede claro que lo hago para no pasar tiempo demás en el hospital. —Y tímidamente se subió.
—Muy bien, niña buena. —Sonreí.
~PDV NASTYA~
Maldito pervertido, buscaría mi venganza contra Elian por hacerme vestir de esta manera. Estoy más que segura que jamás me hubiera puesto este atuendo. Sin embargo, no puedo negar que a su lado todo me parece divertido.
Su risa es melodiosa, sus ojos una mezcla entre el mar y el cielo, su voz sexy y su cuerpo hacían que mis sentimientos hacia él crecieran, como si estuviera cayendo por completo en su amor.
—Vamos, sube. —No entendí a que se refirió hasta que lo vi de rodillas ofreciéndome su espalda como mi medio de transporte personal.
Me negué obviamente, aún cuando mi pie derecho doliera como el infierno, pero para lo que sirvió negarse, se puso en modo testarudo y no me quedó de otra.
Al subirme y aferrarme a su cuello el dulzor de su perfume me embriagó, hizo más efecto que el alcohol que tomé en la disco, tanto fue el efecto que provocó en mi, que no noté que Elian estaba hablando.
—Puedo ver que te gustó. —Sonrió triunfante.
—No te confundas, lo he hecho solo para no pasar más tiempo en el hospital. —Mi orgullo me impedía enamorarme de alguien, y menos en la condición en la que me encontraba.
—Hora de bajar princesa. —Se inclinó para que pudiera descender—. Bienvenida a mi castillo. —Y abrió la puerta.
Iba a dar un paso cuando me sentí elevar, miré confundida a mi alrededor y noté que me había alzado como si fuéramos unos recién casados, estúpido hombre sensual.
—Pensé que vivías en el pueblo. — Afirmé luego de comprobar que era una habitación de hotel.
—En realidad vine en busca de alguien. —habló mientras sintonizaba su celular con el equipo de música, dejándome escuchar una canción con una melodía muy sexy, por el idioma deduje que no era en inglés ni en español, pero su ritmo sumado a la voz del cantante estaban haciendo palpitar mi corazón.
—Con que viniste a buscar a alguien, y yo acá haciéndote perder el tiempo. —Me puse de pie, no importaba que me internaran por el pie también, debía salir de allí ahora mismo—. Me iré.
—A ti te buscaba, por tres largos años es a ti a quien siempre he buscado. —Sus palabras me dejaron estática, y sin notarlo comencé a llorar.
Elian se acercó a mi y con sus manos, de una forma muy tierna, secó el surco que mis lágrimas estaban formando. Colocó un beso delicado en mi frente, luego otro en mi nariz y uno más en mi boca.
No pude más que simplemente amarlo, todas mis barreras se cayeron ante su magia, ante su amor y devoción.
Me sentó delicadamente en la cama y mirándome fijamente a los ojos susurró un te amo. Lo besé y él me correspondió para ir bajando de una manera suave por mi cuello y mis hombros.
No necesité decirle nada, mi cuerpo hablaba por si sólo, mi cuerpo reclamaba su cercanía.
—Yo te haré el amor por primera vez nuevamente. —Tantas veces había escuchado en estos días esa frase “primera vez nuevamente” que creo que estaba llegando a entender su significado.
—Yo me dejaré amar por ti. —Y no fue necesario nada más, ahí entre las sedas de su cama hicimos el amor.
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