~PDV NASTYA~

Me asusté al ver a aquél hombre aparecer tan cerca de donde yo estaba, sin embargo, había algo en él que me generaba una sensación de confianza.

Sus ojos resplandecían ante mi mirada ¿acaso yo lo conocía? Eso simplemente era imposible, estoy segura que recordaría la tristeza de esos ojos.

—¡Nastya! —Mi nombre no sonaba igual en sus labios que en los de él—. ¡Nastya! —Gael me tomaba por los brazos y me zarandeaba para que prestara atención.

—¡Qué! —grité mirando a sus ojos.

—¿Quién era ese hombre? ¿Por qué estaban mojados? ¿Te hizo algo? —No paraba de bombardearme con preguntas.

—No recuerdo su nombre. —Mentí—, y no me hizo nada, sólo nadamos un poco. —Volví a mentir, jamás le diría que casi beso a un extraño.

—De acuerdo, voy a creerte. —Se que me está mintiendo—. ¿Por qué no fuiste al orfanato? —Vuelve a mentir, sé que esa no es la pregunta que quiere hacer.

—Me perdí. —respondí mirando hacia a otro lado.

—No tienes de que avergonzarte. —Tomó mi mentón para poder dirigir mi mirada hacia la suya.

No es que esté totalmente avergonzada, pero si me da pena de que las personas me tengan que ayudar o estar al pendiente de mi porque hay días en los que no recuerdo ni cómo cambiarme.

Me he rehusado mucho tiempo a realizarme estudios y eso a conllevado a innumerables peleas con Gael, si él supiera que no puedo recordar cómo nos conocimos se que lastimaría sus sentimientos.

Mentir, no queda más que mentir.

—Vamos a casa a cambiarte y a descansar. —Puso su chaqueta sobre mis hombros y comenzó a guiar el paso.

No dije nada, no quería preocuparlo más, así que sin decir nada lo seguí.
En casa, luego de asegurarse de que estaba dentro de la ducha caliente y de haberme dejado la ropa sobre la cama se marchó con la promesa que más tarde volvería.

El agua fría realmente sentaba bien en cada poro de mi piel. Sus ojos azules perdidos en una mirada de tristeza llegaron a mis pensamientos. ¿Por qué será que siento que lo conozco?

Su tacto en mi piel con una simple caricia se grabó a fuego en mi sistema, el poder sentir su respiración golpear en mis labios y el retumbar de su corazón acelerado al acercarse a mis labios hicieron que el calor se concentrara en mi rostro, parecía toda una puberta enamorada por primera vez.

Luego de cambiarme estaba disponiendo mi hermoso cuerpo a tomar un refresco para despejar un poco mi cabeza y luego acostarme hasta que Gael aparezca, pero fui interrumpida inesperadamente por unos golpes en la puerta.

—¿Nastya? —Su voz erizó cada uno de los bellos de mi cuerpo.

—¿Elian? —Hice un esfuerzo por recordar su nombre al abrir la puerta.

—Quería saber si me acompañarías a cenar, no se me da bien eso de hacerlo solo. —Encontré un destello de mentira en sus ojos, pero su sonrisa era sincera.

—Pasa por favor. —dije abriendo la puerta de mi casa lo suficiente para que pasara—. Deja que me cambie.

Elian tardó unos segundos en entrar, y noté como en sus ojos se podía notar como si estuviera recordando algo.

—No se te quita esa costumbre de dejar entrar extraños. —susurró más para él mismo, pero yo logré escucharlo.

Una serie de imágenes llegaron a mi memoria, imágenes todas desordenadas: lluvia, un consultorio, su voz, una canción sexy, un rostro tapado con una toalla, dos cuerpos fundiéndose entre ellos. Era como si estuviera tratando de armar el rompecabezas de una película que no vi.

—Nastya. —Sus manos me sostuvieron justo a tiempo antes de que me desplomara—. ¿Estás bien? —Su preocupación era sincera.

—Si, no te preocupes. —Mentí para no hacerlo sentir mal—. Creo que lo de salir a cenar me va a hacer bien para tomar un poco de aire. —Esa parte si era verdad—. Espera aquí mientras me cambio. —Y le señalé el sofá.

No sabía qué ponerme, miré en mi armario qué podía encontrar, cuando salía con Gale jamás me había sucedido, no entendía cuál era la diferencia. Lo único que sabía era que quería verme linda para Elian.

Entre tanta ropa que no sabía que existía en mi armario, encontré una blusa sin mangas troqueladas de color blanco y una minifalda semi ancha negra con un decorado en la parte inferior blanca que acompañé con unas sandalias negras y un sombrero negro para acompañar. Sólo me maquillé de una forma muy ligera, no quería lucir como un mapache.

Al salir del cuarto me encontré con un Elian curioso dando vueltas por todo el lugar, inspeccionando todo.

—¿Ya terminaste? —preguntó mientras miraba uno de mis cuadros sin siquiera darse la vuelta.

—¿Cómo es que sabías? —Mi asombro era grande.

—Tu perfume inunda todo el lugar cuando estás en el. —Casi como un acto reflejo olí mi ropa.

—No lo digo en mal sentido. —Sonrió acercándose tanto que mi corazón se descontroló—. Vamos —Tomó de mi mano guiándome hacia la salida.

No sé cual es la verdad tras éste sentimiento que Elian me provoca, pero voy a arriesgarme a descubrirlo.