Un deseo
Aquella vez te rescaté sin ningún motivo.
O eso creí.
Fuiste una buena persona, por eso la justicia debía estar a tu lado.
Han pasado unas horas desde que tu cuerpo se congeló, desde que tu voz se apagó, aquella voz molesta que vine escuchando las últimas dos semanas.
Ya no volveré a ver esas miradas en ti. Tu luz no volverá a opacar a la oscuridad de la que me aprovecho y no puedo sino recordar aquella emoción a cuando mi papá desapareció, dejando a dos niños a su suerte, en una vida donde a duras penas nos conocíamos a nosotros mismo.
El afecto que llegué a tenerle, si es que alguna vez existió y él mismo se encargo de apagarlo, no puede ni siquiera compararse a lo que sentía por ti.
Aquí, en esta carta, es mi intención esconder en tinta lo que he callado, lo que he albergado desde que nos conocimos hasta el día de tu muerte. El día de ayer, hace tan solo unas horas atrás, que todavía tuve la suerte de hablar contigo.
Mis intenciones son tres; aclarar mi cabeza y con ella evitar que mis emociones formen algún mal entendido irreparable. Sincerarme conmigo mismo, y, por último, dejar el registro egoísta de tu único de deseo.
Años han pasado desde que sentí el abandono en carne propio y puedo asegurar que es lo mismo que ha sucedió contigo. Ninguno de los dos va a volver. Cabe aclarar que lo menos que deseo es saber de aquel hombre que se atrevió a llamarme Megumi, estoy muy seguro que no quiero volverlo a ver, pero si se trata de ti... no puedo llegar a esa respuesta.
Quiero volver a verte. Quiero que todo lo que sucedió el día de ayer sea un sueño, muero por cambiar todo, y a pesar de que tengo estas horas para dormir, solo pienso en ti.
A pesar de toda esta locura, la soledad me sobra entre los dedos. Estoy volviendo a caer en esa sensación en donde a sabiendas de tu muerte y la asimilación de mi mente, mi cuerpo y corazón todavía guardan una esperanza. Como si estuvieras de viaje con Gojo-sensei y dentro de unos días podría volver a verte.
Pero eso no va a pasar.
No volveremos a encontrarnos, al menos no hasta que yo vuelva contigo.
Te extraño, te deseo de nuevo... pero no puedo cometer ningún acto egoísta para poder entrelazar nuestros dedos. El tiempo y mi karma serán quienes se encarguen de ello, mientras tanto, he de cumplir tu deseo: Vivir una larga vida.
Dijiste eso.
Vive una larga vida.
Y luego te desplomaste con los ojos en blanco frente a mí.
¿Podrías entender, aunque sea un poco el shock que tuve que tragarme? ¡Lo que menos deseaba era vivir una vida larga, carajo!
Cuando salí de la prisión con Kugisaki y más tarda apareció tu figura, supe al segundo siguiente que no eras tú, sino Sukuna, y mis piernas temblaron. No era miedo infundado por el riesgo que yo corría, sino por el observar cómo tu corazón era arrancado sin piedad.
Fue una escena que ni si quiera siendo un chamán podría acostumbrarme.
Ver que tus oportunidades de vida eran arrancadas desde la raíz me secaron la garganta. Era como si me tomaran de los pies y un pozo profundo y oscuro intentase tragarme.
En seguida pensé en ti, que debía no matarte, sino convencer a Sukuna de devolverte el órgano para que así pudieras volver, pero sus palabras me hicieron dudar; ¿tú querrías volver?
Cualquiera que fuese tu respuesta, la comprendería, después de todo te quedaste solo, enfrentando a una maldición de grado especial. Solo y con escasos conocimientos... no podría sino estar sorprendido de tu valentía y vehemente deseo de salvar a los demás.
Sukuna estaba descontrolado, exasperado por hacer del todo suyo. Lo podía oler desde esa arrogante sonrisa hasta esa mirada que demostraba superioridad.
No eras tú, y eso me aterraba.
Pero me mantuve de pie, y sólo fue por ti, porque quería verte una vez más. No me importaba nada más.
Afirmó que me mataría. Temblé, porque todavía temo a mis habilidades y a superarme a mi mismo y sabría que no podría darle el frente necesario. Pero comenzamos un combate cuerpo a cuerpo, mientras la Quimera me brindaba apoyo.
Sin embargo, todo fue inútil.
Todo intento mío de traerte devuelta y contener a Sukuna fracasaron al lado de mi cuerpo, el cual había salido volando. Me percaté que había estrellado mi cuerpo contra un edificio dentro de la barrera; su fuerza, solo esta, estaba muy por encima de mí.
"Puedes tener miedo" había dicho.
Y lo tuve.
Nos encontramos cara a cara y en esos dos pares de ojos no te encontré. Pensé que tal vez estabas hecho un ovillo en algún pálido rincón, temía que fuera así, y con lo fuerte que eres me sorprendió. Más no puedo llegar a decirte que te entiendo, ya que yo no he perdido ni una mano ni mi propio corazón. O tal vez... este sí, sí.
Mi corazón lo perdí, pero sigue en su lugar, solo que con un dolor irreparable.
Hoy día estás muerto.
Observé cómo cubrían tu cuerpo y las gotas, casi nulas, de la lluvia te brindaban el escenario perfecto de despedida. Te alejaste y en ese momento mi corazón se apagó, porque te lo había entregado en el momento en que me había enamorado de ti.
Esta historia no se puede acercar a esas de amor, ni a las que donde la pareja termina en un final feliz y tampoco a las que son separadas por la muerte.
Esta historia ni siquiera existió. Esto puede ser tan frío como lo llegué a ser contigo, pero al final, eras tan hermoso que no podía decir nada y solo me limitaba a ocultar la verdad.
Para mi estaba bien, y todavía lo es.
De ser posible me gustaría evitar la cercanía a un amor correspondido. Si tan solo fuese posible.
Y no era la muerte la que estaba en contra de mis sentimientos. No lo era y de haber sido así, creo que hubiese sido el enemigo más débil del mundo.
Lo que realmente estaba en contra era el destino a muerte de estos sentimientos. Mientras yo te observaba a ti, tu veías a Nobara. La admirabas, la hacías reír y ella no parecía darse cuenta de nada.
Cada pequeño detalle que yo tenía contigo no esperaba ninguna vuelta, nada realmente, sino tu voz dirigiéndote a mi y llamando a mi nombre, al cual le pude haber tomado un poco de cariño por tu culpa.
Me gustaba ser molestado por ti.
Me gustaba que me preguntarás cosas.
E incluso verte en acción, era tan atractivo.
Porque me gustabas.
Por eso creo que tal vez, en el momento en que te salvé de todo lo que sucedió en la noche en que nos conocimos, no hubo una razón. Pero los días pasaron e hice caso a aquello que hacía enloquecer a mi corazón, y esa era tu mera presencia.
Si pudiera tomarme la libertad de ser exagerado y dramático, creo que podría afirmar que fue suficiente intercambiar unas palabras contigo, unas miradas y presenciar tu valentía para sentirme atraído a ti. Y de esta forma, pienso que inconscientemente pudo haber influido en mi decisión por salvarte.
Pasé tiempo negándolo, pero ahora con esta cobardía escrita en la frente, tomo lápiz y papel para redactar esta carta que no llegará a ti, pero que contiene la verdad de todo; tu deseo, su peso sobre mí y mis sentimientos.
Intentaré vivir como haz pedido. Cuidaré de Nobara y Gojou-sensei pero no puedo asegurar el apagar esto que siento por ti.
Habiendo terminado de escribir, con la noche deslizándose por la ventana, el azabache se limpió las lágrimas, como si con eso pudiera borrar el recuerdo que pinchaba a su corazón.
Tomó aire y suspiro, sentía caliente su cabeza además de un obvio dolor por todo lo ocurrido. Su cuerpo no estaba exento a este mismo y cada movimiento le hacía emitir un sutil quejido.
Hacía unas horas que una chamana le había asistido para curarlo y fue hasta ahora que pudo estar en su habitación a solas. Había pensado que escribir una carta para Itadori le ayudaría, aunque solo logró desahogarse un poco, observó en su reloj digital que tenía en su mesa de noche que ya era muy tarde.
Mañana tenía que reunirse con Nobara y con sus superiores para hablar eso del evento en conjunto con los estudiantes de la escuela de Kioto. Bostezó involuntariamente, Itadori todavía no se iba de su mente y no lo haría, porque el corazón le era bastante terco.
Llamó a su nombre en un susurro, casi vergonzoso y lastimero. Poco después Fushiguro se encaminó a su cama para recostarse y pensar en aquel hombre del que se había enamorado y al cual le había ocultado la verdad.
"Vivir una larga vida"
Se volvería fuerte. Tanto como para recordar a Itadori yuuji sin ningún ápice de vergüenza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro