—Ella no vendrá, ¿cierto? — preguntó Erick con tristeza, Liz estaba por fallarle por primera vez en su vida, al menos eso sentía.

—Claro que sí, o de seguro se sintió un poco enferma y por eso quizás se retrase, la llamaré en cuanto pueda — respondió Sophie, mientras le hacía el chequeo de rutina.

Sophie era una especie de mamá para todos, de hecho en el hospital, era la enfermera más querida, sus brazos eran un confort para los momentos de tristeza y alegría. Los niños, los ancianos y los más jóvenes la amaban porque era tan dulce que a veces terminaba exhausta de tanta atención que brindaba. No tiene hijos, quizás el montón de chiquillos a su alrededor suplen bien esa carencia en su vida. A pesar de sus rechonchas caderas, piel canela y su mirada profunda era un amor por dentro, y Litzy lo sabía muy bien.

De pronto una hermosa voz inundó la sala principal del hospital y las miradas se dirigieron a la chica de cabellos rojizos y pecas; nunca la versión All I want for christmas is you se había escuchado también, después de Mariah Carey, ella lo había hecho tan genial; el hada de los deseos había hecho suya aquella música.

De pronto todos estábamos cantando y bailando alrededor de la sala, desde los niños, las enfermeras, los doctores, los padres y hasta los ancianos, el ambiente era tan agradable y de mucha felicidad, esta era una navidad muy distinta. Litzy lo había conseguido.

—Pensé que no vendrías — dijo Erick cabizbajo, le preocupaba el hecho de que su amiga no llegara.

—Pediste un deseo y el hada jamás le fallaría a mis pequeños duendecillos — explicó Litzy, mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro de Erick.

Los pequeños de la sala se acercaron hasta la muchacha, la abrazaron tan fuertemente, que ese día lo guardó como uno de los mejores recuerdos de su vida.