Hay momentos en nuestras vidas que nos traen bonitos recuerdos, como hay otros que solo nos marcan y necesitan de mucho tiempo para ser sanados.

—¿Puedes tan solo escucharme?, ¿por favor Litzy déjame ayudarte? — esas fueron las últimas palabras de Dave antes de que le destrozara el corazón.

—Quiero que te alejes de mí, porque no puedo amarte, no después de esto, date cuenta de que me destrozaron la vida y yo no quiero hacer de la tuya una mierda — decirle esas palabras mirándolo a los ojos fue lo más difícil de mi vida, pero en el fondo era lo mejor para ambos, ya no podía amarlo, no después de lo que había pasado.

—Me importa una mierda lo que puedas hacer conmigo, me enamoré de ti, de tu sonrisa, de la forma en la que cantas y me robas el alma, me enamoré de la chica dulce que hace de lo imposible algo posible, y sé que vamos a poder sobrellevar esta situación juntos tu y yo — las lágrimas de sus ojos fueron la más clara evidencia de que muy en el fondo todo lo que decía era verdad.

De repente sus frías manos tocaron mi pálido rostro y nuestras miradas se cruzaron como si fuesen dos perfectos desconocidos que se miraban por primera vez, traté de contenerme, pero la frialdad de mi alma ganó la batalla.

—Pídeme que me vaya de tu vida, pero hazlo mirándome a los ojos y te prometo que me iré — sus palabras se convirtieron en dardos que atravesaban hasta la capa más dura de mi lacerado corazón.

En ese instante, solo en esa ración de momento hubiese deseado que no dijera esas palabras, pero el dolor que llevaba por dentro había ganado la batalla y sabía que sea cual sea la respuesta que le diera nada iba a volver a ser como antes, entonces recogí las pocas fuerzas que aún me quedaban y construí la primera coraza de mi alma.

—¡Dave, vete por favor!— mirarlo a los ojos fue la parte más difícil, nunca más olvidaría esa escena, verlo marcharse con sus ilusiones acuesta, ahora hechas polvo.