Una vez más estábamos ahí, la psicóloga y yo frente a frente, las heridas en mis brazos aún estaban sanando y las escenas del hospital aún se mantenían frescas en mi memoria. Recuerdo estar atada por más de doce horas a la cama, el médico lo recomendó por temor a que volviera a hacerme daño, o simplemente porque ya estaba perdiendo una batalla.

—¿Quieres hablar acerca de las heridas que tienes en tus brazos? —preguntó Katie, no sabía que responderle, no quería hablar de esto, me sentía mal y era todo.

—No quiero hacerlo, estoy bien así.

—¿Quieres compartir conmigo algún recuerdo? —ella volvió a preguntar y de manera inesperada regresó a mi memoria la escena en la que tuve que despedirme de Tiffany.

Estábamos en el aeropuerto, en una atestada sala de espera, la operadora anunciaba la salida de los vuelos, podía ver el pasar de la gente de un lado a otro acompasado con las tristes despedidas entre familiares, eran esas típicas escenas que envolvían el ambiente, parecía que el caos había gobernado aquel sitio.

—No quisiera dejarte ahora, no así en esta situación —dijo ella mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Vete, debes seguir tus sueños, yo estaré bien, te lo aseguro —respondí un poco triste, en el fondo sabía que estaba perdiendo a la única persona que me entendía.

—Prometo que voy a escribirte y enviaré muchas postales —me abrazó tan fuerte que ya comenzaba a sentir su ausencia— te quiero, se feliz y sonríe siempre Liz, siempre —cuando ya había dicho eso abandonaba la sala de espera y su rostro bañado en lágrimas anunciaba su adiós.

Ese fue uno de los día más triste de mi vida.

Flashback: (Liz, recuerdo a los 9 años)

—Cuando sea grande quiero cantar para mucha gente Tiny.

—Y yo estaré para verlo Liz.

Ese día contemplábamos el cielo nublado, el mismo que nos vio separar.