—— •۰⸼ ۫ ৎ୭ El Deseo Anónimo ৎ୭ ۫ ⸼۰• ——

SoYeong ajustó la correa de su mochila y salió apresurada de su pequeño apartamento. El reloj en la pared marcaba las 7:30 a.m., y si no se apresuraba, llegaría tarde a su primera clase. La vida de SoYeong estaba llena de rutina: clases, trabajo a medio tiempo en la cafetería y noches solitarias en su habitación. Pero hoy, algo inusual captó su atención.

En la esquina de la calle, junto al puesto de periódicos, había un stand colorido que anunciaba el Día de San Valentín. Un corazón gigante de papel rojo se alzaba sobre la mesa, y una chica sonriente repartía tarjetas en blanco.

— ¡Escribe tus deseos y deposítalos en la caja! — exclamó la chica con entusiasmo. La reconocía como una chica del club de teatro.

SoYeong no estaba interesada en el amor ni en las festividades. Sin embargo, una de las chicas del stand la detuvo.

— Vamos, SoYeong, solo toma una tarjeta. Es divertido — insistió. SoYeong rodó los ojos, pero finalmente cedió.

Tomó una tarjeta y un bolígrafo, y escribió su deseo en letras pequeñas y cuidadosas:

"Quiero encontrar un poco de alegría en este día solitario"

Miro la tarjeta con una pequrña y amargada sonrisa para luego animarse y escribir en broma su firma. Sin mirar atrás, depositó la tarjeta en la caja y siguió su camino hacia la universidad. Las clases transcurrieron como siempre, pero SoYeong no podía quitarse de la cabeza la idea de aquel deseo anónimo. ¿Quién más habría escrito algo similar?

『۰⸼ ۫ ৎ୭ ۫ ⸼۰』

El día siguiente llegó, y SoYeong regresó a casa luego de unas breves horas de clase. Se preparó una taza de té y se sentó junto a la ventana. Justo cuando estaba a punto de sumergirse en sus libros de texto, alguien tocó la puerta. Extrañada, se levantó y abrió. Allí, parado en el umbral, estaba un chico con cabello oscuro y una sonrisa tímida.

— ¿SoYeong? — preguntó.— Soy JungKook, me contactaron del stand y... vi tu deseo en la tarjeta entre otros tantos y... quería hacerte sonreír en este Día de San Valentín — dijo pareciendo haber aprendido un libreto. SoYeong no sabía qué decir. ¿Cómo podía ser que alguien hubiera leído su deseo y viniera a cumplirlo? ¿No se supone que era anónimo?

Bueno, quizas no era buena idea dejar su firma debajo del mensaje.

— ¿Te... dijeron que vinieras? — él sonrió tímidamente y se encogió de hombros con sus manos en los bolsillos. Ella permanecía aferrada a la puerta con timidez al igual que él.

— No. Yo te escogí. — murmuró algo avergonzado y ella le sonrió un poco más amable.

Parecía buen chico.

— ¿Qué... tienes pensado? — preguntó con suavidad saliendo un poco más de su escondite.

— ¿Te gustan los dulces, juegos y fuegos artificiales? — preguntó en un murmullo. Ella asintió sonriente, a lo cual él le dio una igual.

— ¿Me esperarías? — preguntó nuevamente y él asintió. Ella se hizo a un lado y le dejó pasar.

¿Se estaba arriesgando por no conocerlo? Sí. ¿Pero cuándo ella no se había arriesgado?