Epílogo
Bella.
La ola de gritos y vítores nos envuelven mientras los autos pasan a toda velocidad frente a nosotros, reconozco el auto de Alessio cruzar a más de doscientos kilómetros por hora, en realidad, solo puedo ver que se trata de él por la cámara que los sigue ya que para nosotros, los espectadores, solo son manchones de color que pasan demasiado rápido que apenas da tiempo de distinguirlos.
Hoy se celebra el último Gran Prix. Estamos en Abu Dhabi. Quien gane esta carrera, será coronado como el campeón del mundo.
Aunque el año pasado Al ocupó el segundo lugar en la pole, esta temporada su racha ganadora ha vuelto, solamente ocupó la segunda posición en dos ocasiones, los comentaristas y el público en general lo tenían como el favorito, y no es para menos.
Un choque en la pista nos sobresalta, los autos apenas tienen tiempo de esquivarlo mientras las cámaras enfocan el auto de Allan, quien sale y estrella el casco contra el asfalto. No debe ser lindo quedarse fuera del campeonato por haber perdido el control.
Conforme las vueltas avanzan, comienzo a entrar en tensión. Sostengo el termo en donde mi bebida fría se encuentra y le doy un largo sorbo por la pajilla.
—Noah va demasiado cerca de él —dice Molly con una sonrisa.
—Como siempre —la molesto.
Ella empuja levemente mi hombro mientras ambas reímos, a pesar de la rivalidad de ambos equipos, nuestra amistad se mantiene intacta, y podría decirse que ha sido más fuerte con los meses. Pasar tiempo juntas durante las temporadas ayuda, y mucho más cuando durante mi embarazo, ellas fueron un gran apoyo al estar lejos de casa por la temporada.
Sí, dije bien, embarazo.
—¡Oh, mira eso, Nicholas! —exclamo hacia mi bebé —Papi está a punto de ganar el campeonato.
Nicholas Vitale Lombardi, tres meses de edad, y un niño precioso con el cabello negro como el de su padre, y unos ojos tan grises como los míos. Me embaracé poco después de la boda, fue una verdadera sorpresa el enterarnos cuando no estábamos esperando un embarazo, pero pese a eso, esta vez fue una entera felicidad.
Nicholas nació a finales de agosto, con un clima caluroso y cuando estábamos lejos de Italia, toda mi familia y la de Alessio viajó para poder recibir al nuevo integrante. Y pese a que me encontraba muy lejos de casa, me sentí cobijada por todos.
El equipo de Al hizo una fiesta, Killian se autodenominó el tío de nuestro bebé e incluso Hamilton viajó para conocer a su ahijado. Aunque viajar con un bebé no es tan sencillo y Al dijo que si quería podría volver a casa, no quise apartarme de su lado.
Así que nos quedamos, y hoy nuestro precioso bebé tiene tres meses. Porta un enterizo diminuto con el logo y numero de su padre, y una gorra tan adorable, obsequió de Jaxon.
—Si el tío Noah no le arrebata el título —susurra Molly mientras observa a Nicholas —creo que es el bebé más envidiado del mundo.
Me río, mi hijo tiene como padre al hombre considerado el rey de la F1, y todos sus tíos son grandes competidores.
—No metas cizaña —reprendo con una sonrisa.
El grito de los aficionados capta nuestra atención, la tensión se dispara en mi cuerpo cuando miro a ambos autos entrar a una de las últimas curvas, el rugido de los motores se escucha, están emparejados y la ultima bandera se onde a unos metros.
Me incorporo del asiento, apegándome al cristal tanto como puedo, Molly también se incorpora, las personas de nuestro alrededor están atentas a los últimos segundos que separan a los dos hombres del campeonato, del título tan ansiado en estos ocho meses.
Reconozco a Jacob y a Marcella, mi cuñada se aferra al brazo de mi hermano y una sonrisa crispa mis labios, parece que nuestros hermanos habían desarrollado un interés el uno por el otro, pero que aún después de todos estos meses, se negaban a admitir.
Alessio decía que es seguro que mantengan una relación secreta, pero me hace gracia como Marce parece olvidarse de eso en momentos como este. Dejo de mirarlos, volviendo mi atención al auto que mi esposo conduce.
—Papi está tan cerca —susurro apegando a mi bebé a mi pecho, retengo la respiración mirando con atención como ambos autos luchan por adueñarse de la copa del mundo.
Al se ha esforzado tanto por este momento, mi corazón aumenta sus latidos de una forma exponencial mientras me mantengo absorta mirando la gran pantalla, esperando el segundo en el que suceda.
Todo parece ocurrir en cámara lenta, los centímetros adelantándose, las llantas quemando contra el asfalto...
El auto de Alessio cruzando la línea de meta en primer lugar.
Una ola de gritos estalla en el interior del balcón en el que nos encontramos, tanto que Nicholas pega un pequeño brinco. Retengo mis propios gritos de emoción porque no quiero asustar más a mi hijo así que me limito a sonreír como la esposa más orgullosa que soy.
—¡Ve a felicitar a tu esposo! —Chilla Marce mientras extiende los brazos hacia mí para poder tomar a Nicholas.
Le entrego a mi hijo con una sonrisa antes de correr fuera del balcón, me sorprende el no rodar por las escaleras con la prisa que traigo y llegar con mi integridad intacta. Observo por las grandes pantallas una imagen de Alessio sonriente, sosteniendo la copa entre sus manos. Noah está en segunda posición y Killian en la tercera.
Alessio eleva la copa con la sonrisa que poseía en todas las fotografías que decoran la casa, con ese gesto radiante, de felicidad pura. Mis ojos se llenan de lágrimas mientras lo observo conseguir aquello por lo cual ha dejado el alma y corazón.
Los tres tienen una sonrisa entusiasta, se abrazan mientras sonríen a las cámaras y cuando vuelven, cuando Al camina hacia la zona de boxes y sus ojos reparan en mí...su sonrisa se vuelve mucho más sincera, genuina. Reconozco el gesto porque es la sonrisa que me ha dedicado desde el día que nos conocimos, ese bonito gesto que parece ser solo para mí.
—¡Lo hiciste! —me lanzo hacia él sin importarme si está bañado entre el champan y sudor, me abrazo a su cuerpo y Al me rodea la cintura con uno de sus brazos.
—Lo hice —la emoción está palpable en su voz —debiste subir a la pole conmigo.
—Este es tu momento —le recuerdo —soy una esposa orgullosa esperándote aquí, en donde debo estar. Estoy muy feliz por ti, tesoro.
Soy consciente de como sus ojos destellan con emoción cuando digo la palabra "esposa", como su sonrisa se vuelve más cálida y las esquinas de sus ojos se estrechan. Su mano se afianza alrededor de mi cintura mientras me apega a su cuerpo, se inclina hacia mí, apoderándose de mis labios.
El contacto crea en mí una sensación tan maravillosa como la primera vez que lo besé. Sigue con la amenaza de hacerme perder la cabeza.
—¿Dónde está nuestro chiquitín? —inquiere apartándose lentamente.
—Justo aquí —volteamos cuando Marce habla, la sonrisa de Alessio se ensancha al reconocer a nuestro hijo.
Se aparta de mi cuerpo, acercándose a su hermana para conseguir tomar a nuestro bebé en brazos, una sensación de emoción me llena cuando noto la manera en la que lo carga, nuestro bebé parece tan diminuto entre los brazos de su padre.
—Tu papi es de nuevo el rey —dice Al haciéndome reír —¿viste lo que hice?
—Vio la mitad porque la otra mitad se la pasó durmiendo —lo molesto, Alessio eleva la vista, sus ojos brillan con emoción y son tan transparentes, me dejan ver al hombre en el que se ha convertido.
—Principessa, déjame tener una conversación con mi hijo, ¿podrías?
Una risa brota de mis labios, me acerco, Al extiende la mano hacia mí y cuando estoy lo suficientemente cerca, me rodea la cintura. Coloco la mano en su pecho, justo sobre su corazón.
Y en ese momento sé que hemos conseguido todo, tenemos un precioso bebé al que amamos, nuestro precioso bebé arcoíris que nos devolvió las ilusiones, y ahora nos hemos convertido en esa familia que imaginábamos a un futuro.
—Te amo, mi rey —susurro conectando la mirada con la suya.
—Y yo te amo a ti, mi dulce principessa.
Volvemos a casa dos días después. Hemos considerado mudarnos, pero lo cierto es que con las modificaciones que hicimos a nuestro hogar, habíamos conseguido crear nuestro propio espacio, y por ahora, somos completamente felices.
—Mi tío dijo que nos espera para almorzar —le informo a mi esposo entrando en la habitación, sonrío al mirar que está dormido, justo sobre su pecho, se encuentra nuestro hijo.
Me apoyo contra el marco de la puerta, mirándolos con adoración. El pecho de Al sube y baja con lentitud, con respiraciones suaves que se compaginan con la respiración de nuestro bebé.
Enterarnos de la llegada de Nicholas fue tan sorprendente, como una bomba que explota antes de que puedas tener el tiempo de entender que es lo que ocurre. Pero en el segundo en el que la prueba marcó positivo...la felicidad fue instantánea.
Lo amamos desde el primer momento, y nuestro amor solo se hace más grande con cada día que pasa.
Estoy por marcharme, dispuesta a dejarlos descansar cuando Al abre los ojos.
—Hola —dice en un susurro.
—Hola —sonrío acercándome —mi tío llamó para invitarnos a almorzar, pero puedo decirle que estás cansado.
Niega.
—No, nunca hay que decepcionar al señor Lombardi —dice con una sonrisa —dile que iremos, solo necesito conseguir que este chiquitín no despierte ante mis movimientos.
Acaricia levemente la espalda de Nicholas y luego desliza su atención hacia mí.
—Ven aquí —extiende la mano, cuando la tomo, tira de mí hasta conseguir que me coloque a su lado, me acomodo sobre el colchón, justo a un lado de los hombres de mi vida.
Al vuelve a cerrar los ojos, sonrío trazando caricias suaves entre los mechones de su cabello, la imagen que obtengo de ellos me llena el corazón de un sentimiento que no puedo describir, como si hubiésemos llegado al final del camino, con todo lo que debía ser.
Me quedo con ellos simplemente recostada, disfrutando de los pequeños momentos de calma que me proporcionan. Al final, cerca de una hora después, al fin decidimos alistarnos para ir a la casa familiar.
—¡Llegaron! —mi tía Daphne se acerca apenas nos ve —¿Dónde está mi amorcito?
Sonrío cuando su atención pasa de nosotros a mi hijo, Al retiene la sonrisa pero no pone objeción alguna en que lo tome en brazos, se aleja diciendo algo sobre lo adorable que es y la seguimos resignados a que hemos perdido la atención de nuestra familia.
Al carga con el porta bebés de Nicholas, y mientras avanzamos hasta la mesa que han colocado en el jardín, se acomoda las gafas oscuras, adelantándose un par de pasos.
Me permito admirar su espalda, la camisa blanca se le ajusta de una manera perfecta, como si estuviese confeccionada exclusivamente para él, porta unos pantalones de chandal y a pesar del aspecto relajado, luce tan sexi.
Alessio ha abandonado las camisas de manga larga, ahora...no tiene temor alguno de mostrarse con todo tipo de prendas. Al inicio, era algo renuente y solamente se permitía exponer la piel de su brazo con nuestra familia, pero poco a poco dejó la renuencia y ahora se muestra sin reparo alguno.
Y Dios, eso me hace sentir tan orgullosa. Los cuestionamientos de la prensa no se hicieron esperar, algunas revistas habían captado imágenes de Al hablando sobre las consecuencias de sus accidentes, pero él...lo enfrentó como todo un luchador.
—¿Bell?
Parpadeo, me encuentro con la mirada de mi esposo y una sonrisa de complicidad.
—¿Estás conmigo? —pregunta ladeando la cabeza.
—Sí —sonrío levemente —¿vamos con los demás?
Su mano se entrelaza con la mía mientras nos guía hasta la mesa en donde toda nuestra familia nos espera, incluso el Tio Franco y su esposa Jodi han llegado, parece que al fin han decidido acordarse de nosotros.
Hay risas, juegos, chistes y el ambiente familiar se siente tan ameno y cálido, que toda la preocupación se va.
Así que cuando mi celular suena y reconozco el número...estoy preparada.
Me excuso diciendo que iré al baño, me escabullo hasta uno de los rincones de la casa y tomo la llamada, con el corazón latiendo a mil por hora.
—¿Bella Lombardi? —reconozco la voz de la mujer al otro lado.
Guila Rizzo, directora de la Scala. Presenté mi audición hace algunas semanas, en secreto de todos. Lo cierto es que no tenía demasiada fe pero lo hice de cualquier forma, esperanzada en que aún existían sueños que cumplir.
—¿Sí?
—Soy Guila, te llamó para comunicarte que es un placer, y un honor, considerarte ahora parte de nuestro equipo de danza. Bella, has sido aceptada como bailarina principal en el cuerpo de Ballet de la Scala. Muchas felicidades.
La emoción explota, todo colisionando a mi alrededor mientras proceso las palabras, cuando volteo, presa de la emoción...lo encuentro mirándome.
Y sé que lo sabe, que lo ha sabido todo este tiempo.
Apenas puedo formular palabras de agradecimiento, y asegurar que estaré en el edificio del cuerpo de Ballet en la fecha indicada, cuando la llamada se cuelga...las lágrimas vienen a mí y él se acerca, rodeándome por completo.
—¿Hasta cuando pensabas decírmelo? —inquiere con suavidad.
—Justo ahora —sonrío entre lágrimas —me han aceptado, Al. Lo conseguí.
—Pero claro que si, ¿Quién podría ignorar el talento que tienes? Supe que te aceptarían desde que te vi ensayando en la sala, no me lo dijiste...pero lo sabía. Y confíe en ti desde ese instante.
Sus brazos se aferran a mi alrededor otra vez, me escondo en su pecho, cerrando los ojos y disfrutando de la sensación que me embarga, una que no deseo dejar de sentir jamás.
Y ahí, en ese preciso momento, sé que definitivamente...hay muchos sueños más que esperan por ser cumplidos.
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¡Nos falta un extra! ¡Estén pendientes!
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