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9.- Vuelve y quédate conmigo


Bella.

La suave música se cuela por mis oídos, las notas melódicas se filtran por mi mente sin absolutamente nada que se los impida. Mi concentración está en su nivel más alto mientras repito en mi memoria todo lo que tengo que hacer.

Hoy, dos semanas después de mi última revisión con el médico, he obtenido el alta para comenzar de nuevo con mis entrenamientos normales de Ballet. Pero a pesar de que he vuelto, de que poco a poco todo comienza a acomodarse otra vez, no dejo de sentir que permanezco en el mismo lugar.

—Sabía que el tiempo lejos no sería un problema —volteo cuando reconozco la voz masculina que se escucha a mis espaldas.

Pol, mi compañero de baile, me da la bienvenida con una sonrisa.

Hoy es mi primer día de vuelta oficialmente en el cuerpo de Ballet. Una parte de mí se siente feliz ante la oportunidad de recuperar mi vida, pero otra sigue repitiendo constantemente que solo es cuestión de tiempo antes de que algo vuelva a fallar.

—Hola, Pol. Ha pasado tiempo.

—Bueno, si alguien tomara mis llamadas sería un caso diferente —reprocha.

Sonrío, él también lo hace y un par de instantes después se acerca para envolverme en un abrazo.

—Es bueno ver que nuestra princesa volvió —dice con sinceridad —a todo el equipo le dará gusto verte.

—Bueno, no sé si a todos —corrijo —sé de alguien a quien tal vez no le haga demasiada gracia.

—Oh, Charlie no es un problema para ti —asegura haciendo referencia a la bailarina que fue designada en mi lugar para cubrir todos los recitales —Diane le dejó muy en claro que solo es la bailarina principal en lo que nuestra estrella se animaba a volver.

Eso aumenta mi confianza, Pol siempre ha poseído un particular sentido del humor y positivismo que contagia a cualquier persona que esté cerca de él. Somos pareja de baile desde hace años, prácticamente iniciamos en esto juntos.

—Debiste dejar que te visitara en el hospital —reprocha —todos estábamos preocupados por ti.

—Era complicado, aún es complicado porque no estoy recuperada del todo, pero creo que en ese entonces no necesitaba recordar aquello que no podía hacer, ¿sabes? Lo siento si fue egoísta.

—En lo absoluto —afirma con una sonrisa comprensiva —pero ahora que volviste, no planeas volver a dejarnos, ¿cierto?

—Dile eso a mi tobillo.

Pol se ríe, no tiene oportunidad de darme una respuesta porque las puertas del salón se abren y Diane, nuestra entrenadora, ingresa con un grupo de chicos siguiéndola.

—¡Nuestra princesa está de vuelta! —exclama con una sonrisa —Bella, he recibido tu informe médico, ¡es grandioso que puedas volver!

Me esfuerzo por darle una sonrisa sincera, pero no creo estarlo consiguiendo en lo absoluto. Lo sé por la mirada extraña que Pol me dedica.

—No del todo, ya sabes, aún no puedo hacer mis saltos y esas cosas.

—No importa eso, Bella, lo importante es que has vuelto. Y todos estamos felices de tenerte aquí, ¿cierto. chicos?

Recibo un coro de exclamaciones que parecen estar de acuerdo con ella y eso me hace sentir más cómoda de lo que pude considerar.

En el mundo del Ballet, estar lejos tanto tiempo del equipo puede resultar contraproducente. No puedes atrasarte, no puedes parar. Si lo haces, el resto del equipo marcha sin esperar, y si no eres lo suficientemente rápida, nunca podrás alcanzarlos.

Y yo estuve fuera casi cuatro meses, tiempo suficiente para que el equipo me dejara atrás.

—Bueno, ahora que le hemos dado la bienvenida a Bella... ¡A sus puestos! —indica Diane —Bell, ¿puedes venir un segundo?

Tan pronto como cuestiona eso, sé que no todo puede ir tan bien.

—¿Sí? —nos apartamos lo suficiente del grupo de baile como para tener algo de privacidad.

—Sé que el médico te dio el alta, pero esta presentación es importante —dice tratando de sonar amable pero fracasando en el intento —no puedo meterte al equipo ahora, es demasiado apresurado y no sé si estás lista. Así que... ¿tienes problema con esperar a la siguiente presentación?

La siguiente presentación será en tres meses, eso quiere decir que tendré que pasar otro tiempo considerablemente largo para poder bailar.

—Puedo estar con el resto de los bailarines, me acoplo rápido, lo sabes.

—No tengo duda, Bell. Pero eres mi estrella, no dejaré que estés con los bailarines, no privaré al público de tu encanto de esa manera.

Lo que dice debería sentarme como un halago, pero no se siente así en lo absoluto. Por el contrario, es como si usara una excusa barata para dejarme fuera.

Me obligo a sonreír como si no quisiera gritar de la frustración y simplemente asiento.

—Entiendo, no hay problema.

—La sala de ensayo es tuya —dice con una sonrisa tomándome por los hombros —creo que no necesitas más indicaciones.

Antes de que siquiera pueda atréveme a protestar, ella ya se ha marchado hacia el resto de los bailarines olvidándose de mi presencia. Pol me mira a la distancia, todos lo hacen en realidad. No sé que esperaban, pero es seguro que verme apartada del cuerpo de baile cuando estoy perfectamente para volver a incorporarme, no es precisamente lo que deseaban ver.

Pero a pesar de las miradas compasivas que recibo y de los cuchicheos que me arrebatan la paciencia, me quedo. Permanezco en la sala y ensayo, tratando de convencerme de que esto no es más que solo un escalón más antes de poder volver al sitio que me pertenece.

Vuelvo a casa sintiéndome de nuevo más frustrada y decepcionada que antes de salir. Tal vez deba buscar una nueva academia, tal vez debería olvidarme de mi equipo de Ballet y conseguirme uno nuevo.

Lanzo la mochila contra la cama y suelto un suspiro agotado. Me quito los zapatos con rapidez y camino hasta el baño para poder deshacerme del traje de Ballet.

Cuando vuelvo, Carina se encuentra en mi habitación observándome como si no entendiera mi comportamiento.

—No me digas que todo salió mal otra vez —dice con exasperación.

—Bien, no te diré entonces.

Cari sonríe, se acomoda el cabello hacia un lado y se acerca. Porta unos pantalones cortos de mezclilla y una blusa de tirantes amarilla, luciendo tan fresca como solo ella puede ser.

—Hablo en serio, ¿qué ocurrió?

—Diane cree que es demasiado pronto para meterme al equipo, dijo que puedo ensayar mientras tanto pero que no tendré participación en la presentación, sino hasta la siguiente.

—Oh, eres su mejor bailarina, eso es una mierda —espeta —tal vez deberías hablar con papá, sabes que él conseguiría que te metieran de nuevo a tu puesto de bailarina principal.

Sonrío levemente, sí, tal vez lo conseguiría pero siempre me he rehusado a sacar ventaja de nuestra vida acomodada. Quise que el publico me conociera por quien soy, por mi talento, no porque mi tío es uno de los hombres más ricos de Italia.

—Sabes lo que opino al respecto.

Carina rueda los ojos, apoya el codo contra el colchón y sostiene su cabeza con la mano hecha puño.

—Bueno, ¿por qué no hablamos de algo mejor? Como de ese cierto corredor de autos con el que sales.

Cuando la miro, tiene los ojos llenos de curiosidad y una sonrisa divertida en los labios.

—¿Qué? No me mires así —objeta riendo —Mateo dijo que Alessio Vitale estaba coqueteando contigo. Y saliste con él, ¿verdad? ¿Él te gusta?

—Deja de estar de chismosa —reprendo colocando la mano en su frente y empujando levemente su cabeza —las señoritas no se meten en chismes.

—Las señoritas aman el chisme —me corrige —además, soy una chica de casinos, el chisme es parte de mí.

Eso me roba una carcajada, Carina desde pequeña ha repetido que va a ser una mujer de casinos, tanto que a sus casi dieciséis años ha comenzado a acompañar al tío Ángelo a los casinos. Él ha comenzado a instruirla, con la esperanza de que ella si decida hacerse cargo del imperio familiar.

Cuando mi hermana Antonella rechazó hacerse cargo de los casinos de Italia, todos pensamos que Jacob sería quien asumiría la responsabilidad, pero él parecía tener otras aficiones, como la esgrima. Entonces todos nos fijamos en Cari, quien parecía que nació para ser dueña del imperio Lombardi.

—Sí, sí —entorno los ojos —pero eso no quiere decir que seas una entrometida con mi vida.

—¡Oh, vamos! Cuéntame un poco —exige —solo quiero saber si mi hermana está saliendo con un sexi piloto.

—No estamos saliendo, solo somos buenos amigos —confieso —apenas y nos conocemos.

—Bah, Rosella se sentirá bastante decepcionada —dice mencionando a nuestra prima —todos creímos que realmente estaban saliendo.

—¿Todos?

—Y por todos, quiero decir...TODOS.

Suelto un quejido y echo la cabeza hacia atrás.

—El tío Antoni incluso dijo que podía probar su nuevo software de ciberseguridad con Alessio Vitale —comenta divertida —le he dicho a Rosella que tendrá demasiados problemas cuando decida enamorarse, y ni que decir Giana.

Si nosotras creíamos que el tío Ángelo era sobreprotector con nosotras, realmente compadecía a nuestras primas porque al ser su padre un genio de tecnología y seguridad, pocas veces se podía mencionar a chicos a su alrededor.

—Son los hombres más sobreprotectores que he conocido en mi vida —resoplo —al menos mamá es nuestra aliada.

—Mamá es lo máximo —concuerda Carina —ahora...quiero salir. ¿Vienes conmigo?

—Paso, lleva a Giana, o a Rosella.

Me lanza una mirada de fastidio pero no insiste, así que lo que sea que planeaba hacer en su salida, no era indispensable mi presencia.

—¡Espero que la próxima vez tengas más información sobre Alessio! —exclama antes de salir de la habitación.

Aún con la sonrisa en mis labios, sacudo la cabeza y me dejo caer completamente contra el colchón.

No ha pasado demasiado tiempo cuando mi celular suena, extiendo la mano para alcanzarlo y cuando miro el mensaje en la pantalla, mi sonrisa vuelve.

Alessio: Hay una exposición de autos deportivos esta tarde, ¿te gustaría venir?

Bella: Parece divertido, ¿en dónde?

Alessio: En Brescia, podemos arreglar el viaje. Son apenas un par de horas de trayecto.

Me lo pienso por unos momentos, ¿un par de horas de trayecto? Recuerdo su renuencia a los autos, y pese a que tengo curiosidad por saber en realidad como es que viajaríamos, decido aceptar.

Bella: De acuerdo, ¿a qué hora y en donde te veo?

Apenas han pasado algunos segundos cuando me manda la ubicación de su departamento, dice que saldremos al medio día y probablemente volvamos al anochecer, así que sí el viaje se realizaría, debo de comenzar a preparar todo.

Mi tío Ángelo está en los casinos así que le envío un corto mensaje para informarle sobre mi salida, esperando que sea suficiente para él y luego voy en búsqueda de mi tía.

—Hola, Bell —me saluda cuando la encuentro en los jardines.

—Hola, ¿estás ocupada?

—Para mis niñas nunca —sonríe —¿qué ocurre?

—Saldré al medio día, Alessio me ha invitado a una exposición de autos en Brescia, volveremos al anochecer.

No me pasa desapercibida la sonrisa divertida que se filtra en sus labios, ni como sus ojos destellan con curiosidad.

Sin embargo, no hace preguntas y eso es algo que agradezco. Me dice que tenga cuidado y que la mantenga al tanto de mi ubicación y lo que hago, así que luego de asegurarle, me marcho para preparar todo.

Me doy una ducha rápida y elijo un sencillo vestido en color rojo que combino con una chaqueta de mezclilla. Me coloco mis habituales tenis blancos y decido que estoy lista. Me aseguro de tener todo lo necesario en mi bolso antes de salir, y a pesar de que no tengo la menor idea de como llevaríamos a cabo el viaje, decido conducir mi auto al menos hasta la casa de Alessio.

Me toma cerca de veinte minutos llegar, me detengo frente a un departamento lo suficientemente grande como para que viva en él una sola persona. La fachada es de estilo moderno, combinando colores oscuros y plantas decorativas al exterior.

En cuanto detengo el auto, Alessio sale. Le había avisado con anticipación de mi llegada así que no me sorprende encontrarlo en la puerta, y luce tan...apuesto.

Viste unos pantalones negros, combinados perfectamente con una camisa en color azul y sobre ella, una chaqueta de cuero negra que le da un aspecto más fuerte de chico malo. Sostiene sus gafas en una de sus manos y apenas me reconoce, una sonrisa se extiende por sus labios.

—Buen auto —dice acercándose —Porche, buena elección.

—Eso dicen todos —sonrío levemente —. ¿Has pensado como iremos?

—Bueno, lo más rápido sería ir en auto, pero estimé el tiempo en tren y...

—Puedo conducir —sugiero interrumpiéndolo —es decir, si estás de acuerdo.

Parece considerarlo, no olvido su temor a subir a los autos así que si para él viajar en tren es mucho más tranquilo, lo haremos.

—La velocidad y yo no estamos en buenos términos justo ahora —dice rascándose la parte trasera del cuello.

Sonrío.

—Tampoco somos las mejores amigas —confieso —¿qué dices?

Creo que va a negarse por la duda en sus ojos, pero tras algunos segundos, abre la puerta del auto y se desliza dentro.

—Solo no conduzcas muy rápido, por favor —hay un tono nervioso en su voz que me causa algo de ternura.

—Iré despacio, si sientes que estoy yendo muy a prisa, solo dime. ¿De acuerdo?

Me da un asentimiento, lo observo colocarse el cinturón y luego se aferra a los bordes del asiento. Considero decirle que podemos bajar y viajar en tren pero si se está atreviendo a hacer esto, no soy nadie para decirle que no puede conseguirlo.

Así que piso el acelerador, y tengo el viaje más lento que he hecho en mi vida, pero el cual sin duda alguna, resulta ser por completo el mejor.

Alessio.

Considerar subirme a un auto como copiloto no me aterraba tanto como considerar hacerlo como el conductor. Creí en serio sufriría un ataque de pánico y eso conseguía agobiarme más de lo necesario, tanto que Bella tuvo que detenerse algunas veces para permitirme bajar.

Y Dios, esto no se supone que resultara así.

Mi actitud hizo que nuestro viaje de una hora en auto, se duplicara, pero Bella fue tan paciente y tan comprensiva que solo me siento peor por obligarla a ir a una velocidad que nos hizo tardar una eternidad.

—Lo siento, sé que probablemente esto no es lo que tenías en mente cuando te invité a venir —me disculpo sintiéndome levemente avergonzado.

—No hay que pedir disculpas, fue un viaje agradable en carretera —admite con una sonrisa.

—Te prometo que voy a compensarlo —murmuro abriendo la puerta del auto para poder bajar.

Nuestro destino es una gran explanada que se encuentra entre los dos hoteles más famosos de la ciudad. A nuestra llegada, ya hay una gran cantidad de personas admirando cada auto que está siendo expuesto.

Me coloco las gafas de sol y espero a que Bella llegue a mi costado para comenzar a caminar. Nos abrimos paso entre las personas que se congregan en el centro y la conduzco hasta el inicio de la exposición.

—No sé mucho sobre autos —admite —así que tendrás que tolerarme haciendo preguntas de todo tipo.

Sonrío.

—No es una molestia para mí —le dedico un guiño —estás con el mejor.

Bella intenta retener la sonrisa pero no lo consigue muy bien, sus ojos adquieren un destello que no me pasa desapercibido y un par de instantes más tarde, una sonrisa crispa sus labios.

—Eres un egocéntrico.

—Oye, te aseguro que en un recital de Ballet, tu estuvieses encantada de explicarme cada cosa que sucede —objeto —y créeme, cuando me invites a uno, tendré muchas preguntas.

Se ríe, pero no contradice mis palabras.

—¿La exposición se celebra por algo en específico?

—Mostrar los autos más lujosos y específicos de cada marca —nos detenemos frente un modelo que apenas ha salido al mercado —este por ejemplo, es el nuevo modelo que ha lanzado Porche para las carreras de autos, puede correr arriba de los trescientos kilómetros, puede ir de cero a cien en un parpadeo. No todos los modelos de autos de carreras combinan el deporte y la elegancia, este lo hace a la perfección.

Admiramos el color rojo vivo del auto, me acerco algunos pasos para admirar cada parte del auto, hay una tentación en mi interior que me hace desear subir y probarlo, pisar el acelerador y solo escuchar el motor rugir. Es como si mi cuerpo lo echara de menos, pero al mismo tiempo no se atreviera a siquiera intentarlo.

—¿Cuál es el tipo de auto que corrías tú?

—Un Porche 911 GT3 RS —casi me causa gracia cuando digo el nombre y ella parece no entender —era un auto que podía ser usado para las carreras, pero también para la calle. Era mi mejor compañero, por más ridículo que eso pueda sonar. Lo usaba en las carreras, pero también en mi vida diaria.

—¿Un auto de carreras para tu día a día?

Sonrío—. Es una locura, pero no siempre fue así. Normalmente pilotaba el Mercedes-AMG GT3.

Recorro el lugar por la vista y lo encuentro a unos metros.

—Uno como ese —señalo —pero a veces cambiaba el auto por mi Porche, fue una mala decisión cambiarlo en la última carrera, pero era importante, se trataba del campeonato y pensé que lo haría mejor teniendo a mi auto de confianza.

—¿No lo puedes correr ahora?

—Quedó en cenizas —suspiro —el accidente ocasionó fuego en el motor, me sacaron antes de que explotara. No quedó nada, fue perdida total. Y sé que vas a decir que hay miles de modelos más pero ese...no lo sé...es como si se trata de tus primeras zapatillas para Ballet, ¿me entiendes?

—Claro —asiento —aún conservo las zapatillas que mi padre me obsequió a los cinco. Lo entiendo perfectamente.

—Bueno, eso es —sacudo la cabeza —así que ahora tampoco tengo un auto.

La bruma amenaza con volver y me reprendo porque se supone que esto es un momento agradable, no debería seguir con esta maldita tortura. Antes de que mis pensamientos pudieran arrastrarme de nuevo al fondo del abismo, Bella da un paso hacia mí y toma mi mano.

—Vuelve conmigo.

Mi cuerpo se relaja, inconscientemente afianzo el agarre que ejerce en mi mano, como si fuese una especie de lugar seguro.

—Estoy aquí —susurro. Sus comisuras se crispan en una sonrisa y asiente.

—¿Me enseñas el resto de los autos? —inquiere con suavidad.

—Será un placer.

No suelto su mano, mientras avanzamos, la sostengo cerca de mí deseando que, lo que sea que está entre nosotros, no se acabe nunca.

Pasamos varias horas recorriendo los autos, es una gran exposición y Bella parece realmente interesada en conocer todos los detalles de los autos, y poder explicarle, poder hablar con ella de lo que me apasiona...se siente como renacer.

Ella me escucha, realmente me presta atención. No ve como el rey de las carreras, no me presta atención por eso, es como si fuese más allá, como si me prestar tanta atención solo porque soy yo.

Y me siento bien, me siento de nuevo como solía sentirme antes de toda mi pesadilla.

—No es cierto —exclamo cuando reconozco el modelo de auto que está a unos metros —¿quieres ver el auto que conducía? Es exactamente igual a ese.

—Venga, echemos un vistazo —sugiere y prácticamente me arrastra.

Un dejo de emoción se apodera de mí cuando estamos cerca. No dudo en soltar la mano de Bella y aproximarme al auto, mi vista recorre cada detalle, cada parte, cada rincón.

Mis labios se curvan en una sonrisa cuando asecho y reconozco los asientos.

Es exactamente igual.

—¿Te tomo una fotografía?

Volteo hacia Bella sobresaltándome un poco.

—No...

—Oh, vamos, luces igual a un niño que acaba de ver su juguete favorito —dice pero no se burla —anda, sube y te tomo una foto.

Mi cuerpo se tensa ante la idea de introducirme al auto.

Esta apagado, Alessio.

No lo conducirás.

¿Alessio? ¿El gran Alessio Vitale? —mis pensamientos se interrumpen por la voz de un hombre —Dios, esto es grandioso.

Me aparto del auto y sonrío levemente.

—Hola, ¿es tu auto? —inquiero notando el gafete que indentifica a los propietarios.

—Sí, lo es —asiente con entusiasmo —¿lo has notado? Quise que fuese igual al tuyo, te admiro tanto que quise que mi auto fuese idéntico al que conducías.

—Sí, lo noté.

—Disculpe, señor. ¿Cree posible que Alessio pueda tomarse una fotografía?

Quiero decirle a Bella que no es necesario pero el hombre me interrumpe.

—¡Pero claro! ¡Adelante!

Ese es el empujón que necesito para animarme, el hombre abre la puerta para mí y me deslizo dentro. Las emociones se disparan en mi interior, las yemas de mis dedos tocan el material del volante y algo me recorre entero, una pequeña felicidad que hace mucho tiempo no sentía.

—Sonríe —volteo hacia Bella, ella me enfoca con la cámara de su celular. Esta vez el gesto es sincero, se cuela por mis labios con naturalidad y tras un par de segundos, ha capturado la fotografía.

Me tomo el tiempo para admirar el auto antes de bajar, y cuando lo hago, me siento mucho mejor. El hombre y yo intercambiamos algunas palabras, nos tomamos una foto y luego nos alejamos.

—Ha sido bueno, ¿no?

—Demasiado, creo que...

—¿Alessio?

Esta vez cuando volteo, no hay ningún sentimiento de bienestar.

Allan Romano, y Leona Conti.

El sentimiento de bienestar se va y la tensión vuelve. El rostro del idiota con el que me pelee en el bar se contrae con una sonrisa.

—Vaya, que bien que has salido de tu cueva —dice Allan con burla.

—Alessio, es bueno verte recuperado —Leona habla con amabilidad pero eso solo me provoca más desagrado.

—Hola —finjo educación —tu rostro se ve bien, Allan. Aunque los moretones te sentaban mejor.

Su mandíbula se tensa y sonrío de lado.

—Nos vemos —cuando tengo el ademán de marcharme, él vuelve a hablar.

—Max condujo bien, ¿no lo crees? —la tensión vuelve y me repito que solo quiere molestarme —una lástima que ya no seas más el rey. Creo que te han arrebatado el puesto.

—Ni siquiera sabes de lo que hablas —espeto mirándolo de nuevo.

—Claro que lo sé, tu equipo dice que no pudiste tolerar la victoria de Max —continúa burlándose y siento mi sangre hervir.

—Max en un buen piloto, merece las copas —respondo con tranquilidad. —Y ha demostrado ser mejor que tú. Incluso sin mí en las carreras, sigues perdiendo ante mi equipo.

Allan me observa con un destello de ira, pero de pronto su atención viaja a Bella.

—¿Las rubias te van ahora? —inquiere con una sonrisa burlona.

—No te metas con ella —advierto.

—¿Cómo te llamas, muñeca? —cuestiona ignorándome. —Creo que elegiste mal, había tantos pilotos que podían mostrarte los autos mejor que Alessio.

Doy un paso hacia adelante y Allan eleva el mentón, sé lo que quiere, y estoy a punto de dárselo.

—Bella Lombardi —su voz brota con firmeza —y creo que no hay nadie mejor que Alessio para mostrarme los autos, después de todo lo llaman el rey de las carreas, ¿no es cierto? ¿Cómo te llaman a ti?

Allan borra la sonrisa de su rostro.

—Deberías respetar a tu novia —continúa ella señalando a Leona —y dejar de ser un idiota petulante. Porque no impresionas a nadie.

—Créeme, no quiero impresionar a rubias tontas que van de cama en cama buscando a un hombre que pueda darles todos esos lujos. ¿Eso es lo que haces? ¿Cierto? ¿Alessio te dio ese bolso y tu le quitas la frustración con sexo?

Algo en mí deja de razonar, sé que estamos en medio de una exposición de autos, pero es imposible para mí escuchar que habla así de Bella. Allan no lo espera en lo absoluto, me lanzo contra el y mis nudillos chocan contra su mandíbula. Se tambalea hacia atrás y no permito que se recupere, mi puño se encuentra en la boca de su estómago, doblegándolo.

—¡No vuelvas a insultarla! —bramo cayendo sobre él.

—¡Alessio! —reconozco su grito mientras sujeto a Allan del cuello y elevo el puño. No lo pienso, mis nudillos se encuentran con su rostro y siento la ira abrirse paso en mi sistema.

Un golpe en mi costado me hace gemir y me desestabiliza. Allan aprovecha eso para devolver el golpe y el dolor explota en un costado de mi rostro. Siento mi espalda chocar contra el suelo cuando consigue empujarme y una nueva ola de dolor golpea contra mi mandíbula.

—¡Apártense! —no tiene oportunidad de golpearme de nuevo porque el cuerpo de seguridad llega apartándonos.

Los guardias me sujetan y a Allan también.

—¡Eres un jodido idiota! —exclama con furia —¡Deberías quedarte fuera de todo esto, Alessio! ¡Ni siquiera mereces el título de rey!

—¡Afuera los dos! —grita uno de los oficiales —llamen a las patrullas, hubo un altercado...

—No —Bella se escabulle entre los cuerpos de los oficiales —mi novio fue agredido...

—No importa eso, ahora señorita, apártese —ordena el guardia.

Había escuchado muchas veces la importancia de los apellidos, pero cuando bella dice...

—¿Sabe con quien trata? ¿Sabe usted quien es mi familia? —se planta con tanta firmeza que el guardia duda —Le aseguro que no quiere tratar con mi tío.

Sé que la chica que se le planta con firmeza al guardia es mucho más poderosa que cualquiera de este sitio.

—No entiendo...

—Ángelo Lombardi —dice con seguridad —o tal vez prefiera llamar a mi tío Antoni Lombardi, o creo que ha escuchado hablar del abogado Franco Rinaldi, ¿cierto? Llévese a mi novio y le aseguro que antes de llegar a la estación deberá soltarlo.

El guardia parece dudarlo, me mira, luego a Bella y finalmente dice:

—Suéltenlo.

Ella parece aliviada cuando el oficiar dice aquello, apenas me sueltan, se acerca a mí y me arrastra fuera del lugar.

—Bella...

—Silencio —ordena.

No sé a donde nos conduce en realidad, simplemente nos aleja de las personas y la atención, hasta que llegamos a una especie de callejón.

—Bella...

—No tenías que golpearlo —reprende —yo podía hacerlo perfectamente.

Sonrío, el movimiento ocasiona un dolor en la esquina de mis labios y cuando toco, la sangre mancha levemente mis dedos. Grandioso, un nuevo moretón, o tal vez dos.

—No iba a dejar que te insultara.

Ladea la cabeza con comprensión, da un par de pasos hacia adelante y extiende la mano hacia mi rostro.

—Agradezco que me defendieras, pero pudieron arrestarte, o no sé, ese idiota pudo hacerte daño.

—No lo creo —sacudo la cabeza —pero gracias por impedir que me arrestaran. Lamento haber arruinado nuestra salida.

—No se arruinó.

—Él tiene razón, ¿sabes? Podrías haber salido con cualquier otra persona —mi cuerpo se tensa y sacudo la cabeza sintiéndome de nuevo avergonzado.

—No quiero salir con otras personas.

—Pero podrías, con un chico que no le de pánico conducir un auto, que no te haga caminar, y por el cual no tengas que detenerte para permitirle bajar del auto antes de que entre en crisis.

Estoy hablando en serio, pero ella se ríe. Y su gesto me contagia.

—Estoy hablando en serio, Bell.

—No necesito a otro chico —asegura encogiéndose de hombros —me agradas, eso es suficiente.

Niego, no. No lo es. No lo es porque a pesar de todo, Allan tiene razón. Porque joder, ella es magnífica, y podría estar con cualquier otro chico que no tenga pesadillas encima, que no tenga torturas que soportar.

—Al —el diminutivo brota suavemente de sus labios —vuelve conmigo.

Los pensamientos se alejan, se esparcen y se esfuman con rapidez. Bella da un paso hacia adelante, acariciando mi rostro.

—Vuelve conmigo, y quédate.

—Estoy aquí —susurro fijándome en ella.

Dios, es hermosa, sus facciones de cerca son perfectas, bien definidas, como si fuese un ángel en la tierra. Es tan hermosa que me resulta casi imposible creer que realmente está conmigo, que me entiende, me resulta imposible imaginar que Bella Lombardi pueda sentir agrado hacia mí.

—No lo estás —susurra acercándose más.

Su aliento choca contra el mío, la siento cerca, tan cerca que puedo besarla...

Mis pensamientos se interrumpen, todo desaparece en el instante en el que Bella envuelve los brazos alrededor de mi cuello...

Y me besa. 

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¡AHHHH! ¿Quién más se ha emocionado?

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