7.- La paz que necesito.
Bella.
Mateo a mi costado parece particularmente emocionado. Como era de esperarse, cuando le dije sobre la invitación de Alessio para la carrera no dudó ni un segundo en apuntarse.
Lo cierto es que fue extraño que el primer mensaje que recibí de Alessio Vitale fuese una invitación para asistir a una carrera, pero, ¿Quién soy para cuestionarlo? Así que me tomó menos de diez minutos encontrar a mi hermano para informarle y evidentemente lo que obtuve fue una respuesta afirmativa.
—¿Cómo es que Alessio Vitale te invitó a la carrera? —dice cuando entramos al autódromo.
—Porque somos amigos —respondo ajustándome las gafas.
Mateo se detiene, gira hacia mí y se cruza de brazos. Dejo de caminar cuando noto que no avanza y me giro hacia él.
—¿Qué?
—¿Cómo es que te hiciste amiga tan pronto de Alessio? ¿Y cómo es que te da invitaciones privadas? Las invitaciones privadas solo se dan a los amigos más cercanos, y hace menos de dos semanas ni siquiera sabías quien era él.
Me quito las gafas para poder mirar al chico que parece repentinamente molesto. Mateo a sus casi quince años comenzaba a fortalecer su personalidad sobreprotectora, aunque eso no es nada extraño en mi familia. Y es tan perspicaz que es imposible mentirse.
Nuestro tío Franco decía que algún día sería un gran abogado. Aunque creo que Mateo quiere correr autos en vez de estudiar leyes.
—Las personas hacen esto, ¿Sabes Matt? —inquiero sonriéndole —dan invitaciones a las personas que les parecen agradables, ahora, si prefieres cuestionarme y no asistir...
—Nunca he dicho que no quiero asistir —objeta —pero espero que no estés coqueteando con él.
—¿O qué? —lo reto y el resopla. —Oh, es divertidísimo molestarte.
—Es divertidísimo molestarte —repite con una voz chillona que me roba una carcajada.
—Si coqueteo con él, imagina, el gran Alessio Vitale sería tu cuñado —eso, contrario a lo que me esperaba, lo hace sonreír.
—Cool —es todo lo que dice.
Continuamos caminando hacia la parte que da acceso a las gradas para poder mirar la pista, sin embargo, nos detenemos ahí porque Alessio dijo que ese sería el punto en donde nos encontraríamos.
Apenas aguardamos por un par de minutos, cuando lo reconozco.
Porta una chaqueta del equipo, junto con una gorra y trae dos más en las manos. Una sonrisa crispa mis labios cuando lo veo más de cerca, el moretón ha desaparecido de su rostro y tiene una entusiasmada sonrisa en los labios.
—Hola Bella, hola Mateo —saluda —me da mucho gusto verlos aquí. Que bueno que pudieron asistir.
—No nos perderíamos esto por nada —dice mi hermano —¿nos conseguiste buenos asientos?
—¡Mateo! —reprendo.
—No pasa nada —Alessio da un par de pasos para acercarse y extiende las gorras hacia nosotros. A pesar de que Mat ya traía la suya, se la cambia casi de manera inmediata cuando se la entrega.
Me acomodo el cabello y la ajusto un poco antes de ponérmela, tan pronto como queda, noto la ligera sonrisa en los labios de Alessio, pareciendo casi satisfecho.
—No tengo asientos para ustedes en las gradas, sino algo mucho mejor —informa —estarán conmigo en la estación del equipo.
—¡No es cierto! —ambos reímos ante la emoción de mi hermano —¿de verdad? ¿Dónde están los pilotos? ¿y Hamilton también?
—Hamilton estará encantado de saber que tiene un fanático —bromea Alessio —y sí, estaremos en esa misma. ¿Vamos? El equipo debe de estar listo.
Nos hace un ademán para que avancemos hacia el pasillo y ninguno duda en seguirlo, Mat va un poco adelantado, mirando todo a nuestro alrededor como un verdadero aficionado.
—Parece realmente entusiasmado —dice Alessio.
—Lo está —confieso —gracias por invitarnos.
—No, gracias a ustedes por venir —dice y percibo una sinceridad en su voz —esto hubiese sido mucho más complicado.
Permanezco en silencio, no sabiendo muy bien que es lo que tengo que responderle, tras varios segundos, él añade:
—Es mi primera vez estando en el equipo desde el accidente.
—Debe de ser complicado para ti —susurro con comprensión —ahora estoy más agradecida de que nos invitaras, gracias por confiar en nosotros para acompañarte.
Me da una sonrisa genuina y no necesito más respuesta que esa, nos toma algunos minutos llegar hasta el sitio en donde todo el equipo de Alessio se encuentra. Mateo se detiene, con una expresión de incredulidad que me causa gracia.
Debería tomar una foto para enseñársela a Taddeo y a Carina más tarde, amarían ver la expresión de su trillizo.
—Chicos, ellos son Bella y Mateo Lombardi, nos acompañarán el día de hoy.
—Oh, Al —un chico se acerca y tan pronto lo tengo cerca, lo reconozco. El idiota que iba conduciendo y casi nos arrolla —parece que no perdiste tiempo y retomaste tus conquistas a lo grande, ¿eh amigo? Encantado...
—Más vale que mantengas tus manos lejos de mí —advierto cuando tiene la intención de acercarse para lo que deduzco un saludo de beso —porque la próxima vez la que pase a arrollarte seré yo.
Una exclamación conjunta se deja oír en el resto de los chicos y solo en ese punto, el idiota que tengo enfrente parece recordarme.
—Carajo —maldice por lo bajo —lo siento, en serio, soy Max Ricci, espero que no tengas tanto resentimiento por mí.
—Mejor ve a prepararte para la carrera, Max—el hombre de mediana edad se acerca, y lo reconozco como el director de equipo de Alessio —señorita Lombardi, un gusto verla de nuevo.
—Solo Bella, por favor —pido —es un gusto y honor poder estar aquí, él es mi hermano Mateo.
—Pero claro que recuerdo a nuestro gran aficionado, ¿quieres ver los autos de cerca? —inquiere hacia Mat y él parece olvidarse que viene conmigo porque enseguida se aleja con Hamilton.
Cuando se han apartado lo suficiente, Alessio me presenta a cada uno de los integrantes de su equipo, hay una fila de asientos disponibles frente a unas grandes pantallas que dan directo a la pista de carreras.
—Estos serán nuestros lugares —dice con una pequeña sonrisa —lamento lo de Max.
—Me trae sin cuidado —confieso encogiéndome de hombros —aunque si pudiera, realmente le pasaría un auto por encima.
—Agradezco que lo que provoco en ti no sea que me quieras pasar un auto por encima —bromea.
—¿Cómo sabes? Tal vez solo quiero ganarme tu confianza y encontrar el mejor momento para tomar mi auto y arrollarte.
Se ríe, lo hace con fuerza tanto que las miradas de los otros compañeros, e incluso la de Hamilton, recae en nosotros. Eso me cohíbe un poco, pero parece que Alessio no le da la menor importancia.
—Me andaré con cuidado entonces —dice aún entre risas.
—Procura mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar —continúo y el ríe un poco más.
—Tu sentido del humor es realmente encantador —susurra inclinándose hacia mi cuerpo.
—¡Deja de coquetear con mi hermana! —el grito de Mateo me sobresalta y Alessio se aparta con rapidez de mi cuerpo. Luego, cuando ambos dirigimos la atención a él, se ríe junto con Hamilton.
—Parece que el pasatiempo es de familia, ¿cierto?
—Oh, y eso que aún no los conoces a todos —advierto.
Nuestra conversación se corta por el movimiento que comienza a haber en la estación, las personas comienzan a hablar por los micrófonos y a colocarse los audífonos, en ese punto, Mateo vuelve hacia nosotros y fija su atención en las pantallas en donde los autos comienzan a aparecer.
—Está por comenzar —dice Alessio —pónganse cómodos.
Es así que la carrera da inicio, si creí que se sentía emocionante ver las carreras por las gradas, es porque no había estado en la estación del equipo. Max Ricci es el piloto principal, según la poca información que Alessio nos compartió, cuando él no corría era Max quien se encargaba de liderar al equipo.
Hay gritos, palabrotas y expresiones eufóricas con cada minuto que transcurre de la carrera. Hamilton invita en cierto punto a Mateo para que pueda escuchar por los audífonos y forme parte de todas las indicaciones que los directores le daban a Max.
Gracias a las pantallas podemos ver a los autos de distintos ángulos, y tenemos una primera imagen de cuando, al final de las horas de la carrera, Max consigue el primer puesto.
Todos se levantan, gritas y celebran, excepto Alessio.
Se mantiene con una expresión en blanco mientras observa la pantalla en donde la imagen de Max sosteniendo el trofeo se muestra, sus manos se han formado en puños sobre la tela de su pantalón y sus ojos vuelven a ser de pronto de ese color frío y distante.
—¿Alessio? —extiendo la mano y la coloco sobre su puño, da un pequeño respingo antes de enfocarme, apenas me mira por un par de segundos, luego desliza su atención hacia el resto del equipo que festeja.
—No puedo —dice antes de incorporarse, y abandonar la estación.
Me quedo sentada sin saber como reaccionar, miro hacia el grupo de hombres que festeja y noto que Hamilton se ha dado cuenta de lo que pasó, su mirada encuentra la mía, y entiendo perfectamente lo que debo de hacer.
Me incorporo a prisa, salgo casi corriendo hacia el pasillo, hay mas gritos afuera, supongo que los de los aficionados y me pierdo por un segundo porque no sé a donde debo dirigirme.
Entonces lo veo al final del primer pasillo, corro para conseguir alcanzarlo porque vaya que camina a prisa, y aunque lo llamo, él no parece tener la intención de tenerse.
—¡Alessio! —dobla por el pasillo que conduce hacia una especie de estacionamiento, y solo ahí puedo alcanzarlo, pero con mi carrera y mis pasos apresurados, no preveo los escalones consiguiendo dar un paso inestable.
Un grito brota de mi garganta cuando siento un leve tirón en mi tobillo, prefiero caer al piso antes de intentar poner más fuerza en mi pie y es así que acabo contra las frías losas.
—Joder —los pasos apresurados llegan hasta mí, cierro los ojos por un par de segundos y algo en mí se alivia cuando noto que puedo mover el tobillo sin problema —Bella, ¿estás bien?
—Estoy bien —mascullo —solo fue un mal paso.
—Tu tobillo, ¿te hiciste daño? —Alessio se aparta para poder examinar mi extremidad, cuando parece asegurarse que nada se ha lesionado, vuelve a aproximarse para ayudarme a ponerme de pie.
—Solo fue un mal paso —repito tomando una corta inspiración —estoy bien.
Sus ojos se fijan en los míos y reconozco la mirada que me lanza, parece tan atormentado como en el parque, lo que sea que le ha pasado...está volviendo a él.
—¿Tú estás bien? —extiendo la mano y la coloco sobre uno de sus brazos.
Sacude la cabeza en una negativa, da un paso hacia atrás, negándose a mi toque y cierra los ojos.
—Yo debí correr esta carrera —dice y su voz suena más torturada de lo que esperé —yo era el líder del equipo, yo...
Su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea en los dientes, deja de mirarme y fija la mirada en un punto a la distancia.
—Ese era mi lugar.
—Alessio...
—Y es mi culpa —dice tan mortificado que mi corazón se estruja con fuerza —porque soy un puto cobarde que no puede superar lo que le pasó, porque no hice nada por impedir que mi carrera se destruyera... porque todos me quieren de vuelta pero yo no puedo, Bella, no puedo hacerlo.
—No eres un cobarde —susurro acercándome aún cuando parece que él no desea la proximidad de nadie —no lo eres.
Quedo a centímetros de él, sus ojos me miran, tiene la mirada tan mortificada que es como si me trasmitiera el dolor que siente. Parpadea y las lágrimas acuden a sus ojos, su pecho sube y baja con respiraciones irregulares, y entonces hago lo que todos hacen conmigo cuando siento que el mundo se cae a pedazos.
Lo abrazo.
Es mucho más alto que yo, así que tengo que colocarme en puntillas para envolver mis brazos alrededor de su cuello y apegarme a él. Su cuerpo se tensa por unos segundos pero luego sus músculos se relajan, siento sus manos deslizarse por mi cintura y envolverme, me siento pequeña entre sus brazos fuertes, me rodea con firmeza y me apega a él.
—No eres un cobarde —susurro —se requiere mucha valentía para enfrentar lo que has vivido.
No dice nada, es como si no quisiera romper el contacto, como si se rehusara a soltarme. Se aparta con lentitud, su cuerpo separándose del mío mientras mantiene la mirada baja. Cuando al fin me mira, la bruma en sus ojos parece mucho menor.
—Eres algo así como una dosis de paz —dice suavemente.
Sonrío, es la primera vez que alguien asocia la paz conmigo, para la mayoría de personas, soy algo así como un desastre, en el buen sentido.
—Me alegra ser la paz que necesitas —respondo y tomo una de sus manos —deja de creer que eres un cobarde y una causa perdida, no lo eres, Alessio. Estoy segura de que nunca lo has sido, nunca lo serás.
—Es bueno que tú lo creas —toma una inhalación y es como si la calma volviera a él —¿te quedas conmigo? Detestaría volver ahí solo.
—El tiempo que necesites.
Sonríe, ahora soy yo quien le hace el gesto para que podamos volver a la estación, lo hacemos en silencio, cuando llegamos, Hamilton se acerca a prisa.
—Estoy bien —es lo primero que dice cuando ve a su director —necesitaba un poco de aire, es todo.
—Entiendo, ¿te quedas a la premiación?
El cuerpo de Alessio se tensa a mi costado. Evidentemente no le hace gracia quedarse a la premiación.
—No te preocupes, no tienes que quedarte —dice Hamilton —me alegra que estuvieras aquí hoy.
Alessio no responde, le da un corto asentimiento y luego Mateo y Hamilton se marchan hacia el sitio de la premiación, le digo a mi hermano que lo estaré esperando aquí así que pronto, Alessio y yo somos los únicos en la estación.
—Si quieres ir, puedes hacerlo, no tienes que quedarte conmigo.
—En realidad no soy tan fanática de las carreras de autos —admito arrugando la nariz —estoy bien aquí.
—No eres fanática, pero aun así viniste.
—Porque me invitaste —me encojo de hombros —eso fue motivo suficiente.
Nos miramos por unos segundos, luego él me deja ver una pequeña sonrisa genuina. Llámenme loca, pero es como si fuese la única persona a la que le dirige esos pequeños gestos sinceros.
—Así que...si vuelvo a invitarte... ¿aceptarías?
—¿A las carreras?
—A una cita.
Parpadeo, se mantiene con una expresión neutra exceptuando el movimiento ligero de sus labios hacia arriba.
Su cuerpo está relajado mientras aguarda por una respuesta, no aparta sus ojos de los míos, no duda ni un instante.
—Sí —mis comisuras tiemblan y pronto una sonrisa se revela en mis labios —acepto.
Sus ojos se iluminan, el azul de sus ojos deja de parecerme tan frío y me resulta casi cálido.
Alessio Vitale parecía tan roto como yo, pero en estos momentos, es como si ninguno recordara la bruma del pasado. Y eso, eso se tiente tan bien...tanto como nunca pude imaginar.
El resto del día fue de lo mejor, nos despedimos de Alessio y él parecía más entusiasmado cuando me recordó nuestro "compromiso", lo llamó. Dijo que me llamaría para poner los detalles y yo no pude estar más satisfecha con la idea.
No recuerdo la última vez que tuve una cita, así que...ante mi emoción...recurro a llamar a Laurie, lo más cercano a una mejor amiga que tengo.
—¡Creí que te habías olvidado de mí! —reclama ingresando a la habitación —¿Cómo pudiste ignorarme tanto tiempo?
—Lo siento —frunzo los labios —espero puedas perdonarme, porque te tengo una buena noticia.
—Pasaré por alto tu desaparición de los últimos meses solo porque realmente quiero saber —dice con entusiasmo —¿y bien?
La miro, mi amiga me observa con prisa, como si no pudiese esperar más a saber la noticia. Este es el primer encuentro que tenemos desde el hospital, Laurie es tan buena respetando los espacios, hemos sido amigas desde el instituto, y sé que a pesar de sus palabras, ella sigue estando para mí de forma incondicional.
—Tengo una cita.
Arquea las cejas, parece incrédula y luego grita.
—¡Por Dios! ¿Cómo pasó? ¿Quién es el afortunado? ¿Lo conozco? ¡Cuéntame todo!
—¡Muchas preguntas! —exclamo entre risas.
—Es una historia curiosa, es un chico al que hace poco conocí así que no, no lo conoces.
—No, tienes que contarme todo —exige —¿Cuál es su nombre?
—Alessio Vitale.
—¿Va a la academia? ¿Es bailarín como tú?
—No, en realidad, es piloto de la fórmula GT3, algo así como la fórmula 1.
Laurie suelta una exclamación, la incredulidad aumentando en su rostro.
—¿Sales con un piloto? ¡Eso es casi como los romances que Mich lee! —dice mencionando a su hermana —No puedo creerlo, Bella, realmente tienes mucho que contarme.
Así que lo hago, omito los detalles personales como lo que ocurrió con Alessio, pero fuera de eso le cuento...todo.
Y me descubro a mi misma emocionada y tan entusiasmada con la idea. Cuando Laurie dice que debemos tener comida y botanas, aprovecho para tomar el celular, descubriendo el mensaje de Alessio.
Alessio: ¿Te parece bien el miércoles por la tarde?
Bella: Me parece genial. ¿Te veo en el lugar?
Alessio: Puedo pasar por ti, podemos caminar hacia un lugar cercano.
Sonrío levemente.
Bella: Eso suena mejor, supongo que... ¿hasta el miércoles?
Alessio: Hasta el miércoles :)
Cuando Laurie vuelve, le enseño los mensajes y es así como una nueva ola de gritos entusiastas envuelve mi habitación y me deja con una creciente necesidad de que los siguientes cuatro días, pasaran con una velocidad que resultaba imposible.
Tengo una cita con Alessio Vitale, ¿hay algo mejor que eso? La respuesta, estaba a punto de averiguarla.
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¡No se olviden de votar!
Nuestros niños han sufrido pero parece que se hacen bien el uno al otro, ¿qué opinan? ¡Déjenme leerlas en comentarios!
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