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43.- Un hogar


Bella.

Cuando pasas por tanto sufrimiento y de pronto comienzas a sentir de nuevo la felicidad, una parte de ti repite constantemente que pronto puede acabarse. Como si de pronto algo o alguien pudiese llegar para adueñarse de esos pequeños destellos de alegría que comienzan a surgir.

Pero, para nuestra fortuna, la vida parece considerar que ya hemos sufrido lo suficiente, porque durante los meses siguientes todo es...felicidad.

Alessio se ha recuperado, no al cien por ciento, pero cada día que pasa recupera la condición que poseía antes del accidente. Hemos vuelto a ser esa pareja feliz, esa pareja que ríe, que hace bromas, que se mira uno al otro con los ojos tan iluminados.

Y el mundo a nuestro alrededor continúa girando, cada vida sigue su curso, y es por eso que estamos aquí, en la sala de espera de un hospital esperando por noticias de mi hermana, y su bebé.

—Estoy tan nerviosa —admito hacia Al —¿por qué demoran tanto?

El sonido de su risa me hace mirarlo.

—Es un parto, Bell —dice como si no estuviese consciente —eso lleva horas.

Resoplo, él vuelve a reír antes de colocarse cómodamente sobre la silla de la sala de espera. Mis tíos están frente a nosotros, mis hermanos también están aquí, la familia de James y la abuela Beatrice quien parece considerar que el nacimiento de su segundo bisnieto, es suficiente para que abandone sus "vacaciones" y vuelva a Italia.

No hablamos después de nuestra corta conversación, me limito a quedarme ahí, de brazos cruzados y luchando contra el sueño que me obliga a cerrar los ojos y dormir por un rato, pero me niego a hacerlo porque no quiero estar adormilada cuando James salga a darnos la buena noticia.

Y al parecer, se compadecen de nuestra tortuosa espera porque aproximadamente una media hora después, James sale. Viene con una sonrisa en el rostro, con los ojos iluminados y sostiene un gorro azul entre sus manos antes de decirnos:

—Es una niña.

Los gritos de la sala seguramente despiertan a todo el hospital. Suelto un grito emocionado antes de lanzarme a los brazos de Alessio quien me recibe con los brazos abiertos y una sonrisa en el rostro.

James permanece un par de minutos con nosotros antes de desaparecer de nuevo por el pasillo, la organización para poder pasar a conocer al nuevo integrante de la familia Lombardi es todo un caos, nuestros hermanos menores se quejan porque son considerados de último, y luego de la siguiente media hora más larga de mi vida, al fin puedo pasar.

He crecido con muchos bebés a mi alrededor, cuando mis hermanos nacieron fue la sensación más increíble del planeta, pero ahora, mirando al pequeño bulto entre los brazos de mi hermana, la sensación es por mucho la más extraordinaria del mundo.

Nadie te prepara para los sentimientos que ser tía trae consigo. Recuerdo que cuando Massimo nació, creí que podría colapsar de la emoción, y justo ahora sospecho que puede ocurrir exactamente lo mismo, tanto que Al se ría con ternura al ver la expresión en mi rostro.

—Creo que necesita tiempo para procesarlo —bromea James —¿cierto, Bell?

Parpadeo sintiendo la emoción crecer cada vez más en mi interior, avanzo con pasos lentos hasta que me coloco justo enfrente y consigo inclinarme para apreciar a la preciosa bebé entre los brazos de mi hermana.

—Saluda a Camila —dice con una sonrisa.

—Es preciosa —ahogo un grito.

Extiendo los brazos, mi hermana me entrega a Camila con suavidad y cuando la tengo entre mis brazos, mi corazón sufre un vuelco furioso, mis ojos se aguan mientras formo un mohín y volteo hacia Alessio.

Y cuando lo miro...cuando lo hago...lo encuentro mirando en mi dirección con una sonrisa en los labios y la mirada iluminada. No tiene que hablar, sé exactamente lo que está pensando, lo sé por la forma en la que sus comisuras se elevan y parece mirarme con toda la adoración del universo.

Se acerca con lentitud, una de sus manos se coloca en mi espalda baja mientras su cuerpo se pega al mío, con la otra mano toma los bordes de la colcha y tira de ella lentamente hasta descubrir el pequeño rostro sonrosado de la Cami.

—Hola, Camila —el tono dulce que emplea al hablar me enternece el corazón, me deja un sabor agridulce porque...nosotros podríamos estar de esta forma.

La pérdida de nuestro bebé nos afectó pero supimos sobrellevarla, aunque en momentos como este, cuando tenemos el vistazo de lo que nosotros pudimos tener...el dolor vuelve.

Supongo que la pérdida de un hijo nunca se supera, solo aprendes a vivir con ella.

—Somos tus tíos —susurra Al —seremos los favoritos, ¿verdad?

Una risa brota de mis labios mientras miro a mi hermana y cuñado, y lo que veo en sus ojos, me enciende el corazón.

Nos miran casi con orgullo, mis comisuras se elevan antes de regresar la vista a la pequeña bebé entre nosotros, luego, mis ojos buscan los de Al, y obtengo en ellos la respuesta que necesito.

Nuestros planes no se han arruinado...simplemente...tomarían un poco más de tiempo.

Volvemos a casa con las energías renovadas.

Al está particularmente alegre, hablando de la visita que nuestros amigos nos harán este fin de semana.

—He pensado que podríamos remodelar la casa —dice de pronto.

—¿Remodelar?

—Sí —sonríe —¿no te parece una idea genial? Quiero decir, fue diseñada por Marce y por mí, pero...creo que tenga algo tuyo y mío...nuestro.

Llevábamos meses viviendo juntos, la casa de Al se había convertido en un hogar para mí. Él no falló a ninguna promesa que hizo desde el día que comenzamos a compartir una vida juntos, es atento, cariñoso, y dios...tan pero tan amoroso que cada día que paso con él, confirmo que lo quiero para el resto de mi vida.

—Ya es nuestro, cielo.

—Lo sé, pero...quiero que hagamos una pequeña remodelación —se encoje de hombros —creo que es algo que nos falta hacer como pareja.

Me rio, asiento levemente mientras me acomodo y él parece satisfecho.

—Hoy tengo una reunión con Hamilton —mi atención vuelve a él —han pasado meses, dice que la FIA está analizando mi condición para permitirme volver.

La FIA había intercedido para suspender momentáneamente la licencia de Alessio, contrario a muchas otras suspensiones, la Federación quería asegurarse que Al condujera de nuevo un auto de carreras cuando su condición médica fuese la óptima.

Con la operación cerebral y la cirugía de rodilla, los médicos dijeron que Al tendría que tener sesiones de rehabilitación para recuperar por completo la movilidad de sus músculos y articulaciones, fue un proceso lento, pero ahora es capaz de andar sin requerir el bastón que lo acompañó las primeras semanas y de conducir, aunque no a grandes velocidades.

Los estudios salieron bien, la recuperación era de un año y apenas habían pasado algunos meses, pero todo dejaba entrever que el resultado sería absolutamente favorable.

—Seguramente resulta bien —extiendo la mano para tomar la suya —lo peor que puede pasar, es que te digan que tienes que esperar el año completo.

—Eso sería una tortura —se queja —siento que estoy perdiendo demasiado tiempo. Tiempo que no volverá.

Estacionamos fuera de la casa, ninguno hace el ademán de bajar de inmediato, permanecemos en los asientos del auto, en un silencio cómodo.

—Tal vez sientes que estás perdiendo tiempo, pero como yo lo veo, Al, solo están asegurándose de que cuando vuelvas, lo hagas mejor que nunca. Yo también quiero asegurarme que cuando vuelvas a correr, sea sin ningún riesgo. Quiero saber que volverás conmigo.

Sonríe, su rostro se ilumina mientras extiende la mano y entrelaza nuestros dedos.

—Cuando se trate de ti, principessa, siempre voy a volver.

Y como siempre, cuando se trata de él, le creo. Porque Alessio Vitale, no ha fallado a ni una sola de sus promesas.

(...)

La remodelación de la casa fue un hecho, así que un par de días después estamos debatiéndonos sobre que color de pintura debería de llevar la habitación.

Al está más animado desde que la resolución de la junta de la FIA estableció que una vez que los diagnósticos salieran como favorables, su licencia le sería devuelta.

Simplemente tendría que seguir monitoreado por un médico, y terminar con las sesiones de rehabilitación. Todo comenzaba a pintarse de colores brillantes para nosotros.

—Rosa es demasiado...

—¿De chicas? —arqueo la ceja.

—No dije eso —objeta —pero creo que el beige es una muy buena opción. Podemos añadirle luego algunas decoraciones en tonos rosas.

Me lo pienso, mantengo mi atención en la pared blanca que está frente a nosotros. La habíamos destinado para un muro de fotografías familiares, queríamos crear nuestro propio espacio, uno en donde compartiéramos aquellos momentos más bonitos, que nos hicieran sentir felices con solo mirarlo otra vez.

—Bueno, creo que puedo aceptar eso, pero definitivamente la cocina tendrá que ser rosa —advierto.

El sonido de su risa se deja escuchar, asiente mientras se inclina para poder quitar la cubierta de los botes de pintura beige, me entrega uno de los rodillos mientras él se apodera de una de las brochas. Teníamos los espacios marcados en la pared para poder guiarnos, así que cada uno de coloca en un extremo, y comenzamos a pintar.

Yo soy la encargada de poner la música así que pronto la habitación se llena con la voz de Taylor cantando "Shake it off". Alessio se ríe ante los movimientos que hago mientras utilizo el rodillo como micrófono, a una distancia considerable para no mancharme el rostro, sin embargo, él no parece de acuerdo con eso porque en cierto momento mientras más inspirada me siento, empuja el rodillo hacia mi cara consiguiendo que la esponja golpee mi rostro y una mancha de pintura se impregne en mi piel.

—¡Al! —el sonido de sus carcajadas se combina con la música.

No pretendo quedarme de brazos cruzados así que mientras está demasiado entretenido riéndose de mí, paso el rodillo por su torso.

Las risas se detienen, baja la vista lentamente examinando lo que he hecho y una sonrisa maliciosa se apodera de sus labios.

Oh no, hora de correr.

No puedo llegar demasiado lejos, cuando intento correr para alejarme de él, sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura, grito cuando mis pies dejan de tocar el suelo y siento a Al elevarme.

—¡No! —esta vez la brocha de pintura crea una gran mancha por toda mi ropa —¡Me las pagarás!

Una batalla de pintura comienza entonces, nos olvidamos que estamos en medio de la sala, simplemente nos manchamos el uno al otro estallando en carcajadas hasta que el timbre suena.

—Oh...

—Podemos fingir que no hay nadie en casa —dice susurrando.

—La música no ayuda mucho —le recuerdo —saben que estamos aquí.

—¡Chicos, sabemos que están ahí!

—¿Esa es Marcella? —inquiero.

—¡Abran la puerta!

—¿Ese es Jacob? —pregunta él.

Compartimos una mirada, luego las carcajadas brotan de nuevo. Alessio es el primero en apartarse, se limpia el rostro lo más decente que puede antes de ir a la puerta. Apenas me percato que está en camiseta de manga corta, delante de mi familia el siempre porta camisetas de mangas largas o chaquetas, quiero decirle pero opto por quedarme callada.

—¿Pero qué...?

Nuestros hermanos se quedan boquiabiertos cuando nos miran.

—Creo que llegamos en mal momento —dice Marcella entre risas.

—De hecho, llegaron en el mejor —sonrío —tengo un par de brochas, necesitamos acabar cuanto antes.

Ellos sacuden la cabeza pero no ponen pretexto alguno. Al y yo compartimos una mirada mientras nuestros hermanos se acercan y comienzan a hablar sobre algo de siempre hacer desastres.

—¿Sabes, Bell? Esto es mejor que cualquier plan anterior —sonríe acariciando mi mejilla manchada de pintura —siempre y cuando estés conmigo, todo va a ser mejor.

Sus labios se encuentran con los míos, mi cuerpo reacciona ante él como siempre lo ha hecho, cuando se aparta, con una sonrisa y los ojos brillantes sé que definitivamente esto es lo que quiero.

—¿Qué tal si tomamos una brocha y empezamos con esto?

Sabe que no solo me refiero a la pintura, su sonrisa se ensancha y asiente. Al final...nos seguimos teniendo el uno al otro, seguimos siendo aquellos chicos que se encontraron en aquel parque, justo a la puesta del sol.

Seguimos brillando, enfrentando nuestros propios demonios, pero teniendo la certeza de que pase lo que pase, siempre volvemos al otro...siempre volveremos a casa. Porque al final, un hogar no es solo una construcción de cuatro paredes, hogar es donde te sientes seguro, protegido, donde sabes que puedes volver de un día agotador y recobrar energías en los brazos de la persona que aguarda por ti.

Hogar...es lo que Alessio Vitale significa y siempre significará para mí. 

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