42.- Lo real
Alessio
La recuperación no fue sencilla, en lo absoluto. Han pasado cinco semanas en donde he tenido que mostrar un lado tan fuerte de mí que no creí posible volver a mostrar, pero esta vez, esta vez tengo a toda mi familia para apoyarme.
Esta vez no me escondo, dejo que las personas que me quieren, y a las que quiero tanto estén cerca de mí, porque al final, las batallas se pelan más fáciles cuando sabes que tienes un ejercito atrás para respaldarte.
Bella ha sido un pilar fundamental, a pesar de nuestra perdida, encontramos en eso el valor suficiente para unirnos más. Ha estado a mi lado en todo momento, rehusándose a dejarme solo, y eso es algo que debo agradecerle tanto.
Ambos nos hemos separado de nuestras carreras, aunque ella lo hace por voluntad propia. Dijo que deseaba estar conmigo, tomarse el tiempo para estar con su familia, y reponerse de todo lo que el embarazo significó.
Y con tantas cosas por resolver, el mes de septiembre llegó y el cumpleaños de Bella se acercaba.
—Así que, ¿una fiesta sorpresa? —arqueo la ceja mirando a Jacob.
—Bella ama las sorpresas —dice con una sonrisa —creo que sería una buena idea luego de todo lo que ambos han pasado.
Asiento levemente.
—Bien, no puedo hacer mucho así —señalo la silla de ruedas en la que me encuentro —pero estoy seguro de que Marcella podrá ayudarte en cualquier cosa que requieras, ¿cierto Marce?
Mi hermana sonríe.
—Por supuesto, ¿Qué tenemos en mente?
Jacob nos explica entonces que desea hacer una fiesta de disfraces, dice que Bella siempre ha querido una pero que nunca ha tenido la oportunidad y que esta sería una muy buena forma de aprovecharlo.
Marcella, quien no ama las fiestas de disfraces, pronto salta con una idea tras otra tanto que tenemos que detenerla antes de que se emocione lo suficiente como para querer invitar a medio Milán.
—Pero, si es una fiesta de disfraces, tendríamos que avisarle antes —advierto —lo que ya no sería una fiesta sorpresa.
Jacob chasquea la lengua.
—Cierto, bueno...déjame pensar en algo, ¿bien?
Al final ellos se marchan antes de que Bella vuelva a casa, había salido a pasar la tarde con Laurie, a quien ya conocía y según sus palabras, se tardaría un poco antes de volver a casa, sin embargo, cuando la noche comienza a caer, la puerta se abre y reconozco su voz alegre.
—¿Al?
—En la cocina —hablo elevando la voz.
Sus pasos acercándose me hacen sonreír, y luego aparece. Una sonrisa se filtra en sus labios mientras se aproxima hasta donde me encuentro.
—Creí que estarías descansando.
—Es aburrido estar todo el día en cama —hago una mueca.
—Sí, sé que es eso —sonríe un poco más y se inclina hacia mí, posando con suavidad sus labios sobre los míos.
—¿Qué tal estuvo tu salida?
—Bien. Salir con Laurie siempre consigue relajarme, y quiero aprovechar el tiempo libre que tengo ahora para poder salir con ella. Siento que he descuidado mucho nuestra amistad.
—Bueno, tenías una carrera de la cual preocuparte, estoy seguro de que Laurie entiende eso, ¿cierto? —me dedica un corto asentimiento —eres una excelente amiga y estoy muy convencido de que ella lo sabe.
Soy consciente de como sus ojos se iluminan y sus mejillas adquieren un tono más rojizo, casi pasando desapercibido, pero no para mí.
Tengo que admitir que cuando volví del hospital, hubo muchas cosas que eché de menos. Y una de ellas era ver la mirada iluminada de Bell, sus sonrisas despreocupada y el sonido de su risa que se ha convertido en mi melodía favorita.
Pero ahora, mirándola parecer tan relajada y tranquila, sé que está volviendo de a poco, ambos lo estamos haciendo. Estar en la oscuridad te hace otra persona, pero siempre se encuentra la manera de volver a la luz, simplemente tienes que tener a alguien que te sujete de la mano para guiarte a través de las tinieblas.
Y nosotros nos teníamos el uno al otro.
—Es por eso que te amo tanto —admite inclinándose de nuevo, mi sonrisa se vuelve un poco más grande cuando se acerca con lentitud, y atrapa mis labios entre los suyos.
Mi cuerpo reacciona ante ella y maldigo ahora mismo el estar en una silla de ruedas porque si por mi fuera, le daría absolutamente todo, esperando recibirla a ella también por completo.
Cuando se aparta, me dedica un guiño que me roba una sonrisa y se aleja hasta la nevera.
—Tu cumpleaños es en dos semanas —voltea cuando me escucha hablar —¿tienes algún plan?
—Aún no —se encoje de hombros —no estoy particularmente emocionada por este, en realidad.
—¿Por qué?
Toma una inhalación, se detiene antes de abrir la nevera, girando de nuevo hacia mí.
—Con todo lo que ha pasado, creo que no tengo demasiados ánimos de un festejo, ¿me entiendes? Es decir, sé que muchos lo tomarían como una oportunidad para celebrar pero yo...—sacude la cabeza —quiero simplemente tener un momento de tranquilidad.
Anoto mentalmente el hablar con Jacob, parece que tendríamos que hacer algunas modificaciones, sin fiestas de disfraces ni muchos invitados.
—¿Ese momento de tranquilidad puede incluirme en la ecuación junto a un delicioso pastel?
Se ríe, lo hace tan natural, con el sonido brotando de sus labios.
—Más vale que estés dentro de la ecuación —advierte —solo quiero un momento con mis personas cercanas. No estás planeando nada, ¿cierto?
—¿Es una pregunta capciosa?
Vuelve a reír con más fuerza. Sacude la cabeza y sus ojos me miran alegres.
—Eres imposible —dice sacudiendo la cabeza en una negativa y rodando los ojos con fastidio.
Yo también me rio, compartimos una mirada y mi corazón sufre un vuelco emocionado al reconocer su sonrisa, y la manera en la que parece volver a ser ella de poco en poco.
Nuestro momento se rompe por el sonido del celular, meto la mano en el bolsillo tomando el artefacto, y deslizo la pantalla para poder responder cuando leo el nombre de Hamilton en la pantalla.
—Hola, Hamilton.
—Hola, Al. Espero que te encuentres bien.
—Así es, ¿Qué necesitas?
Hay un corto silencio en la línea, lo que me da una pequeña pista de lo que puede estar ocurriendo. Mi cuerpo se tensa, mi mano se cierra alrededor del teléfono mientras cierro los ojos.
—¿Ya tienen un veredicto?
—Sí —suspira —el jurado lo tiene.
La investigación de la FIA había durado semanas, luego de encontrarse distintos tipos de pruebas de la participación del señor Ricci en mis accidentes, se procedió a ir a juicio.
Con tantas cosas en la mente, no quise estar presente. En todo caso, era la FIA quien presentaba la demanda principal, tenia todo un equipo de abogados representándome. No necesitaba estar delante del hombre que había intentado acabar con mi carrera y mi vida en dos ocasiones.
—¿Y bien?
—El señor Ricci ha sido encontrado culpable —suelto al aire contenido —Max por otro lado...
Aprieto los párpados.
—No se pudo comprobar su participación en los accidentes, su padre no dijo nada que pudiera involucrarlo y ninguna prueba lo relaciona directamente, el equipo de abogados quiso acusarlo como cómplice pero ante la falta de pruebas...
—No ocurrió nada, ¿verdad?
Siento el cuerpo de Bella colocarse a mi lado, extiende la mano y acaricia uno de mis hombros. Su tacto me da la calma que necesito, me hace no perder los estribos.
—Ninguna consecuencia legal, pero la FIA ha decidido suspender su licencia, no podrá participar en las carreras, en ninguna de las distintas ramas, desde la F1 hasta NASCAR.
Una parte de mí se alegra por eso, porque Max no podía salir completamente inmune después de casi arruinar mi vida.
—Merecía más.
—Lo sé, Al. Pero...—Hamilton suspira —el resultado fue bueno. Ahora sabes la verdad, y los involucrados en esto van a pagarlo.
¿Eso tenía que ser suficiente? ¿Quién paga por todas las consecuencias emocionales que esos accidentes habían dejado en mí? ¿Quién paga por los efectos colaterales de las malditas decisiones?
Es tan injusto como alguien puede tomar una decisión, como si fuese una pieza de ajedrez y empujarla, haciendo que todo lo demás caiga por inercia. Es tan jodidamente injusto que alguien pueda destruir tu vida sin sentir ni una pizca de arrepentimiento.
—Gracias, Hamilton.
Cuelgo la llamada. Un suspiro pesado brota de mis labios y aprieto los párpados. Son buenas noticias, ¿por qué entonces me siento de esta manera?
—¿Qué pasó?
—El señor Ricci fue encontrado culpable, pasará un buen tiempo en la cárcel. Pero Max...no hubo manera de probar su culpabilidad así que lo único que obtuvo fue que la FIA suspendiera su licencia.
—Al...
—Y debería sentirme agradecido, pero...ellos merecían más, Bell. Intentaron asesinarme, y arruinaron todos nuestros planes. Ellos deberían...
—El mundo no es justo todo el tiempo —se inclina, quedando a la altura de mi rostro. Flexiona las rodillas consiguiendo que nuestros rostros queden justo al frente. —Pero debemos aceptar que tarde o temprano, la vida pondrá a cada uno en el lugar que le corresponde.
Permanezco en silencio.
—Lo importante, es que sigues aquí, conmigo. Y que nos tenemos el uno al otro, ¿cierto? Ellos pagarán, y es cierto, nos jodieron mucho pero...al final...estamos bien.
—¿Sabes algo? —sus ojos me observan curiosos —si tener ese primer accidente me llevó a ti, toleraría volver a pasarlo en cuantas vidas fuese necesario para poder encontrarte.
—Al...
—Porque eres lo bueno de mi vida, eres lo más bonito que el universo pudo darme. Y quiero darte todo de mí, quiero que tengas la vida que soñaste, y quiero estar a tu lado en esa vida.
—¿Quién más estaría sino?
Sus manos toman las mías, envolviéndolas en un agarre cálido.
—Eres el único hombre con el que me he permitido soñar una vida a futuro, en todos los sueños, siempre estás —aprieta mi mano —no dejarás de estarlo nunca.
—Eres mi paz, Bell. Eres el sueño más bonito que pude tener.
—Y tú eres la realidad por la que amo la vida.
Sus labios se encuentran una última vez con los míos, sellando nuestras palabras como una promesa imposible de romper.
Jacob y Marce realmente hacen un buen trabajo. Dos semanas después, tenemos la reservación de un exclusivo restaurante con una vista preciosa a la ciudad. Habíamos acordado que sería una fiesta sorpresa, pero solamente con personas cercanas a Bell. Su familia, y algunos amigos incluyendo a Jax, Noah, Molly y Mich.
El restaurante se encuentra decorado con muchísimos focos que brindan un aspecto cálido al establecimiento, hay una larga mesa en la cual se encuentran distribuidos los platos para cada invitado, junto a cada una de las copas.
—¿Cómo conseguiste una reservación en este sitio? —inquiere Bell cuando bajamos del auto.
Ahora no requiero tanto la silla de ruedas, soy bastante capaz de usar un par de muletas aunque no dejo de echar de menos mi completa libertad.
Bell viste un bonito vestido amarillo, es justo de la cintura, con los hombros completamente descubiertos y una corta falda. Luce preciosa, su cabello dorado cae sobre sus hombros como una cascada y lleva un maquillaje muchísimo más cargado de lo habitual.
—¿Necesitas ayuda? —dice cuando nos enfrentamos a los escalones.
—No, estoy bien —le sonrío —y respecto a tu pregunta, no es bueno revelar los secretos.
Se ríe. Una de las chicas del staff nos recibe, Bella no tiene idea de lo que le espera, yo había visto todos los avances por imágenes, así que cuando ingresamos, sonrío con satisfacción al notar que cada cosa luce exactamente igual que en las fotografías que mi hermana me envío por WhatsApp.
—Oh, wow —se ríe levemente —¿por qué está vacío? ¿A caso...?
Gira hacia mí, sonrío con inocencia.
—¿Lo rentaste para nosotros? —no me pasa desapercibido el tono emocionado con el que habla.
—No precisamente para nosotros, sino para todos.
Al pronunciar la última palabra, es la señal para que cada persona abandone su escondite.
—¡Sorpresa! —Bella pega un salto, ahoga un grito mientras lleva la mano a su pecho y luego...luego se ríe.
Su mirada brilla mientras reconoce a cada persona que se encuentra aquí, sus tíos, todos sus hermanos, mi madre y hermana, e incluso Diane había podido venir. Nuestros amigos también se encontraban sosteniendo pequeñas cornetas que hacen sonar y que revelan mucho más todo el entusiasmo que cada persona aquí tiene.
Cuando gira hacia mí, sus ojos brillan como nunca antes. Parpadea, sé que intenta alejar las lágrimas así que abro los brazos. No le importa que tengo las muletas, viene hacia mí abrazándose a mi torso.
—Feliz cumpleaños, principessa.
Sus ojos vuelven a mí, y entonces ella dice algo que me deja saber que ni todo lo que ocurrió, pudo destruirnos, me deja saber que aún nos queremos tanto, que seguimos siendo los mismos chicos que decidieron que valía la pena amarse a pesar de todo.
Junto a mi cuerpo, Bell susurra:
—El sol brilla de nuevo sobre nosotros, Al.
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¡Tres capítulos para el finaaaal! ¿Están preparadas?
Probablemente haga un maratón del último capítulo, el epílogo y el extra. Los tres en un fin de semana.
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