Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

37-. Los sueños futuros también son pesadillas.


Alessio.

Con el último Gran Prix tan cerca, no tuvimos oportunidad de volver a Milán, así que volamos directamente al GP de Abu Dhabi. La presión cada vez es mayor al acercarse a la final y eso no ayuda a la tensa relación que mantengo con Max desde entonces.

Hamilton se ha dado cuenta de que algo ocurre, pero no ha decidido intervenir, lo que en realidad es algo bueno teniendo en consideración lo que ocurrió en la última carrera.

El embarazo de Bella avanza, y con eso también se presentan infinidad de síntomas que no estaban ahí las primeras semanas. He intentado estar tan al pendiente de ella como puedo pero ciertamente me gustaría hacer mucho más, como lo es por ejemplo, no someterla a la tortura de volar tantas horas con las nauseas que no la dejan tranquila.

Se supone que visitaríamos al médico en unos días, sin embargo, al no estar en casa tuvimos que recurrir a una medida imprevista y eso fue tener que encontrar un médico en Abu Dhabi, Molly y Mich ayudaron mucho en nuestra búsqueda, así que aquí estamos.

El medico nos explica todo lo que necesitamos saber, le detalla a Bell los posibles síntomas que puede tener y me alivio al escuchar que la anemia que padecía ya está controlada. Con tantos pendientes en la cabeza me preocupaba que Bell no estuviese demasiado preocupada por su condición, sin embargo, saber que ahora está muchísimo mejor, es un peso menos sobre los hombros.

Salimos del consultorio tranquilos, me inquietaba un poco la posibilidad de que ella estuviese en algún tipo de riesgo, y me alegra saber que pese a las semanas intensas que hemos tenido, ella y el bebé se encuentran perfectamente.

—¿Quieres que sea niño o niña? —pregunta mientras nos acomodamos en la mesa del restaurante que hemos decidido visitar.

Reservo mi respuesta cuando el mesero llega, nos deja los menús y se marcha diciendo que volverá en unos minutos por nuestros pedidos.

—No es algo de querer, en realidad —confieso —yo seré feliz siempre y cuando tengamos a un bebé completamente sano.

Sonríe, apoya los codos en la mesa y se inclina levemente hacia adelante, apoyando su mentón sobre las palmas de sus manos. Su cabello cae sobre sus hombros, las comisuras de sus labios revelan una sonrisa genuina mientras sus ojos adquieren una chispa de emoción.

—Si fuese un niño, seguramente tendría tu cabello —dice entrecerrando los ojos levemente —aunque quisiera que tuviese mis ojos, y que no le gustaran los autos porque contigo tengo más que suficiente.

Eso me roba una carcajada, mis hombros se sacuden ante la risa mientras niego, inclinándome hacia adelante también.

—Si fuese niña, me gustaría que tuviese tus ojos, definitivamente —confieso —exactamente iguales a los tuyos, de ese gris tan precioso que hechizaría a cualquiera que los mirase por más de un segundo. Y tu cabello, aunque no me molestaría si tiene algo mío, la nariz, por ejemplo, me han dicho que la tengo bastante bien.

Se ríe. Asiente y extiende la mano para dejar un toque sobre la punta de mi nariz.

—Nada mal —dice para molestarme —aunque también podría tener tu sonrisa, es preciosa.

—¿Mi sonrisa es preciosa?

—Pero claro —echa el cuerpo para atrás —cuando te conocí apenas y sonreías, y las pocas veces que lo hacía siempre era hacia mí. Así que me di la suficiente importancia para pensar que ese gesto, era especialmente para mí.

Los recuerdos vuelven, sintiéndose como una eternidad. Apenas han pasado unos pocos meses pero parece que ha sido toda una vida. No estoy ni cerca de parecerme al hombre que fui. Y no se está danto la suficiente importancia, nunca será suficiente para reconocer la importancia que tuvo, y que sigue teniendo en mi vida. No es posible explicar con palabras lo que ella ha hecho conmigo, como me ha cambiado hasta convertirme en el hombre que soy ahora.

—Claro que son para ti —susurro tomando su mano —siempre son por ti.

Nunca imaginé que pudiera llegar tan rápido a esta etapa de mi vida, esta en donde estoy sosteniendo la mano de la mujer de mi vida, de la madre de mis hijos, esta en donde las pesadillas ahora se han acabado, y que todo lo malo que viví, en realidad vale la pena porque me han traído hasta ella.

—Aunque, ¿sabes algo?

Ella me mira interrogante.

—Me encantaría que ella se dedique al ballet —admito, soy consciente de como su mirada se ilumina —sea niño o niña, si desea seguir tus pasos, sé que serán extraordinarios, al igual que su madre.

Parpadea, la emoción destellando en sus ojos, suelto una risa enternecida al mirar como intenta alejar las lágrimas pero no lo consigue.

—Las hormonas —dice y asiento. Su mano se afianza alrededor de la mía, con ese gesto me deja saber todo, no tiene que hablar, porque lo sé.

Tendremos una familia maravillosa, y esto...esto solo es el comienzo.

Estoy más nervioso de lo que me gustaría, la carrera de Abu Dhabi se caracteriza por ser una de las más importantes, además de ser la última de los Grand Prix, el puntaje obtenida en esta es una gran ventaja, o desventaja, para empezar el campeonato del Gran Premio de Italia.

—¿Nervioso? —la voz de Bella se cuela por mis oídos, volteo encontrándola con una camiseta del equipo, con mi nombre impreso por delante y detrás —¿te gusta?

Es un nuevo diseño sin duda alguna, y es como si fuese confeccionado especialmente para ella porque la tela de amolda a su cuerpo de una manera perfecta, resaltando su cintura estrecha y la curva de sus pechos.

—Estás precisa —admito acercándome. Se coloca en puntillas para alcanzar mis labios y un carraspeo nos hace separarnos.

—Nada de distracciones ante de la carrera —bromea Hamilton.

—Es el beso de la buena suerte —objeto —creo que todo corredor necesita uno.

Hamilton sonríe. Sacude la cabeza en una negativa pero no dice nada más. Sé que el momento en el que tengo que ir al auto se acerca, y eso solo hace que una corriente nerviosa me recorra por completo.

Bella se da cuenta de eso, por mucho que me esfuerce en ocultarlo, ella lo sabe.

—Lo harás excelente —asegura —has recorrido un camino completo, y llevas muy buenos puntajes, tesoro.

Extiende la mano hasta acariciar mi rostro, sonríe y ese gesto me da la calma que necesito.

—No importa lo que pase, ya eres un ganador, sin importar el resultado. El campeonato está a la vuelta de la esquina y estoy segura de que lo conquistaras, como todos los demás.

—Tienes demasiada confianza en mí.

Tenemos —corrige —ve por esa victoria, mi rey.

Mi estómago se contrae con un sentimiento desconocido pero que sin duda me agrada sentir, el cosquilleo y la sensación de bienestar absoluto que se siente como una dosis de tranquilizante.

Me inclino hacia ella, alcanzando sus labios una última vez. El sabor del bálsamo labial se cuela por mis labios, el sabor a fresa me hace sonreír contra sus labios y querer más de ella.

Enrosco el brazo por su cintura, disfrutando de la sensación, volviéndome cada vez más adicto a ella.

—¡Al, es hora! —Hamilton llama con impaciencia y solo entonces me aparto.

—Te veré pronto —prometo —tal vez puedas venir a celebrar conmigo cuando gane.

—Por supuesto —responde —ve y conquístalos. Estaré sintonizando la radio.

Me enseña los cascos y sonrío satisfecho de que Hamilton le permita escuchar la radio del equipo por esta ocasión.

—Suerte, cuñado —Jacob aparece con una sonrisa, también nos había acompañado hoy —te echaremos muchos ánimos desde aquí.

—No tengo duda —les sonrío una última vez antes de alejarme.

Hago lo acostumbrado, me deslizo al interior del auto acomodándome los audífonos y el casco. Las indicaciones comienzan, asegurándose de que la comunicación no tiene problemas.

Escucho las indicaciones, preparándome como tantas veces lo he hecho. Tomo un par de inhalaciones para concentrarme antes de que tengamos que tomar lugares.

Los autos comienzan a moverse, me posiciono en el sitio en el que me corresponde mientras aguardo por que las luces dicten el inicio de la carrera. Mis manos enguantadas se envuelven alrededor del volante, sosteniéndolo con fuerza, el calor se siente dentro del auto, las temperaturas subiendo pero a pesar de eso, mi cuerpo parece estar en calma.

El inicio de la carrera se siente como una explosión, todos los pilotos están ansiosos por obtener un buen lugar en este Grand Prix, no importa tu desempeño en las carreras pasadas, un descuido en esta y eso significaría una gran desventaja para cualquiera.

Como suele ocurrir, los accidentes no están fuera de la pista, apenas hemos tenido un par de vueltas cuando uno de los pilotos choca contra la barrera en una de las curvas, los pilotos que vienen detrás de él apenas y tienen tiempo para esquivarlo y continuar con la carrera.

—Debes tener cuidado, Al —la voz de Hamilton suena segura —todos están especialmente ansiosos por la victoria hoy.

—Lo tengo —mi auto acelera con fuerza por la recta, trato de concentrarme en mantener mi posición, llevo la delantera y por mi bien, esto debe de continuar así.

La temperatura en el interior del auto comienza a subir y siento el calor golpearme con fuerza, el sudor resbala por mi rostro, agradezco la bebida que el equipo ha dejado en el interior de lo contrario estaría en un gran riesgo de deshidratación.

—Al, viene una curva cerrada, tienes a Allan detrás, cuidado —advierte Hamilton.

—Copiado.

Nuestros autos se emparejan en la entrada de la curva, piso el acelerador, presionando el auto para no darle ni siquiera un segundo de ventaja. Es la curva más rápida que he tomado, la velocidad el auto sobrepasa los trescientos kilómetros por hora mientras me aferro al volante y siento como si alguien me absorbiera en un túnel con la rapidez de un rayo.

—Por tu bien espero que no hagas eso de nuevo —reprende Hamilton —no tomes una jodida curva a esa velocidad.

Me rio ante su tono inquieto.

—¿Funcionó? —inquiero.

—Claro, idiota, pero fue riesgoso —dice.

—Fue jodidamente sensacional, ¿cierto, Bell?

Sonrío cuando al cabo de unos segundos ella me da una respuesta afirmativa, aunque el tono nervioso la delata.

—Al, Max está ganando velocidad, por favor, no se choquen, es lo último que necesitamos.

—Eso deberías advertírselo a él, no a mí —mascullo con molestia —no soy yo quien tiene el habito de chocar por detrás.

Piso el acelerador, manteniéndome a la defensiva, alejándome del auto de Max para no darle ni una sola oportunidad de que me choque.

—No dejes que te adelante, mantente así —pide —está detrás de ti por unos siete segundos.

—Más le vale mantenerse alejado de mí auto —espeto importándome poco que luego los fans puedas escuchar la radio del equipo.

—Solo concéntrate en mantener tu puesto.

Y eso es precisamente lo que hago, durante las siguientes vueltas me concentro en mantenerme a la delantera, con el auto de Max siguiéndome de cerca. Escucho los gritos de la multitud cuando pasamos con velocidad frente a las gradas, no miro nada más que la pista, distinguiendo las curvas que vienen por delante.

—Frena ahora —ordena Hamilton —es una curva cerrada y peligrosa, no puedes tomarla a esa velocidad.

Lo hago, o bueno, lo intento, porque en el segundo en el que mi pie pisa el freno, nada sucede. Mi cuerpo se pone alerta mientras repito la acción y el auto apenas disminuye su rapidez. Comienzo a ponerme nervioso, porque estoy cerca de los cuatrocientos kilómetros por hora, tomar la curva a esa velocidad, sería una locura.

—Joder

—¿Al, todo bien? Vas demasiado rápido, la curva te quitará el control a esa velocidad.

Quiero decirle que no, quiero decirle que jodidamente no tengo frenos, pero sé que ella está escuchando, sé que decir que me he quedado sin frenos con la posibilidad de que ella lo sepa sería una pesadilla.

—Quítale la comunicación —exijo.

Hamilton no reprocha, escucho las voces y la escucho claramente a ella preguntando que es lo que ocurre, mi cuerpo se tensa, trato de pisar el freno una vez más pero obtengo la misma respuesta del auto...nada sucede.

Los segundos pasan, me acerco peligrosamente a la curva, mis manos aferradas al volante mientras piso con fuerza el freno pero nada sucede.

—¿Al...que sucede?

—Hamilton...—mi voz brota temerosa mientras mantengo la atención fija en la pista, mi corazón bombea con fuerza, siento la adrenalina llenarme antes de pronunciar lo siguiente —me he quedado sin frenos.

—¿Qué mierda? —grita, escucho las discusiones al otro lado, las voces alarmadas mientras mi corazón palpita con una fuerza que nunca antes lo ha hecho —¿Al? ¿Estás seguro? ¡Joder! ¡Muéstrenme las malditas pantallas!

Es hora de entrar a la curva y espero jodidamente tomarla, es demasiado pronto como para quitar el pie del acelerador, mi cerebro trata de encontrar una maldita solución, voy a casi cuatrocientos kilómetros por hora, es imposible que en cuestión de segundos el auto pierda velocidad.

—Hamilton, asegúrate de que ella no colapse —pido.

—¿Al?

—¡Al! —su grito me sacude —¿Qué ocurre? ¿por qué...?

—Principessa...

No puedo seguir hablando, la curva viene, la tomo girando el volante, pero...cuatrocientos kilómetros por hora, una curva cerrada y sin frenos...

¿Qué es lo que esperaba?

BELLA.

—Bella necesito que te quites los cascos —Hamilton exige mientras me observa, reconozco un indicio alarmado en sus ojos —ahora.

—¿Qué? ¿Por qué? —Miro las pantallas, el auto de Al avanza con rapidez acercándose a una curva.

—Quítenselos ahora —quiero negarme pero de un segundo a otro uno de los chicos del equipo me arrebata los cascos lanzándolos a un lado.

—¿Qué está pasando? —inquiero.

—¿Qué mierda? —el grito de Hamilton me sobresalta—¿Al? ¿Estás seguro? ¡Joder! ¡Muéstrenme las malditas pantallas!

Todo en mi interior se alarma cuando las pantallas se abren delante de él, hay una advertencia en rojo.

Liquido de frenos.

Apenas leo lo que dice, mi pecho se contrae con violencia. No me importa la orden que Hamilton ha dado, recupero los cascos colocándomelos de nuevo en el momento exacto para escuchar la voz de Al.

—Hamilton, asegúrate de que ella no colapse.

—¡Al! —exclamo alarmada —¿qué ocurre? ¿Por qué...?

Principessa... —su voz se corta.

Un estallido, el sonido me hace explotar los tímpanos, un jadeo me arrebata el aliento mientras retrocedo y siento mi cuerpo estallar en pánico. Todo fue tan rápido que no sé como reaccionar, de un segundo a otro ha impactado, de un segundo a otro las imágenes que tengo son de un auto hecho pedazos. Con mi novio dentro.

Siento el pánico crecer, recorrerme por completo, lo siento en cada vena, en cada fibra de mi cuerpo. Mis pulmones tratan de obtener oxígeno pero soy incapaz de dárselo, no soy capaz.

El equipo es una locura, las lágrimas llegan para hacer mi visión totalmente borrosa, las pantallas muestran el choque, la manera en la que el auto de Alessio ha estampado contra el muro, está volcado, con el humo saliendo del motor.

Ha sido espantoso, como mirar una película de terror, ver como tu novio conduce a velocidad y luego...luego mirar las aterradoras imágenes del auto destrozado. Mi pecho se aprieta con dolor, mi respiración se vuelve irregular mientras que, inconscientemente, una de mis manos viaja hasta mi vientre.

—¿Al? ¿Al me copias? —Hamilton habla casi a gritos —¿Alessio? Necesito saber si me copias.

—Si...—un susurro apenas audible —yo...

Tose. Un gemido adolorido brota de sus labios, el sonido me parece una tortura, no suena cómo él, no lo suena en lo absoluto.

—¿Estás herido? ¿Lesiones?

—Si —dice del mismo modo —tengo...

Respira con pesadez, su voz es débil, como si hablar le costara todas sus fuerzas. Miro las pantallas con la esperanza de que salga, de que el equipo llegue y lo saque ileso, como en la carrera anterior.

—Tranquilo, la ayuda va en camino, llegarán pronto —Hamilton habla con calma pero por el movimiento de sus manos, sé que está tan cerca de entrar en pánico como yo.

—¿Bell? —No sé dónde reúno la valentía para hablar.

—Aquí estoy —pido tratando de no romper en llanto —van por ti, Al, resiste.

—Bell...si...si es niña...—cierro los ojos y no puedo evitar el sollozo que brota de mis labios —si es niña...me gusta...ría... que se...llamara...Sofía.

—Es un nombre precioso —mi voz está rota, y no puedo hacer nada para mostrarme fuerte —me gusta mucho. Si es niño, se llamará Leonas. ¿Qué te parece?

Se ríe, y eso me rompe más, mi pecho se estruja con fuerza, sintiendo un dolor que nunca he experimentado, me siento impotente, tan frustrada de solo estar aquí, sin poder hacer nada por él.

Leonas —repite. —Me...gusta.

—¿Al?

—¿Sí?

Vuelve conmigo —esta vez es una súplica, mientras miro la pantalla, mientras su voz se vuelve más débil, le suplico —Vuelve conmigo y quédate, por favor.

Su respiración es pesada, un quejido adolorido brota y eso me destroza, necesito escucharlo, necesito que responda.

—¿Al?

No tengo una respuesta, el silencio es una tortura, sollozo con fuerza, abrazándome a mi misma mientras todos en los boxes permanecen en silencio.

—¿Alessio? Por favor —me niego a obtener un silencio como respuesta —¡Al!

Todo colapsa a mi alrededor, el equipo de rescate llega y hablan dejándonos escuchar lo que pasa, mi respiración se corta, tengo las manos contra mi vientre mientras observo con horror como las maniobras de rescate comienzan.

Nada de esto debía resultar así, se supone que Al debía llevarse el Gran Prix, se supone que debería estar celebrando, que debíamos estar juntos celebrando una nueva victoria, esto no debería estar pasando.

—Bella...—unos brazos me rodean, sé que es Jacob, mi voz no sale, mi garganta se cierra mientras trato desesperadamente de no desmoronarme.

—¿Al? —presiono el casco contra mi oreja —Alessio por favor, respóndeme.

Hamilton gira, el pesar en su rostro, sus ojos llenos de pánico mientras se quita los casos y susurra:

—No lo hará, Bell, no lo hará.

Un grito brota de mis labios, un desgarrador, uno que me raspa las cuerdas vocales. Jacob me abraza con fuerza, me aferro a él mientras siento el dolor desgarrarme, atravesarme de una manera en la que no lo ha hecho nunca. No puedo respirar, Jacob me habla, sus manos me sujetan con tanta firmeza, sé que me habla, pero no puedo escucharlo, ¿Cómo hacerlo?

En mi mente se repiten una y otra vez las mismas tres palabras:

No lo hará.

Tres palabras que me destruyen, tres palabras que acaban conmigo y hacen que la jodida pesadilla comience. 

________________________________________________________________________

Hola, hola! 

No me odien por favoooor. No estoy segura de poder actualizar mañana, es posible que sea el domingo pero no es una certeza. 

¡Estén pendientes de las actualizaciones!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro