31.- Caída abrupta
Bella.
Abro los ojos de golpe, la luz me golpea de frente y tengo que obligarme a apretar los párpados ante lo cegador de la iluminación.
—¿Bell? Oh, dios, que bueno que has despertado —la voz de mi hermana Antonella es lo primero que escucho.
Mi mente está confundida mientras adecúo mis ojos a la luz y reconozco la habitación en la que me encuentro.
Un hospital.
—¿Qué pasó?
Los últimos recuerdos que tengo es estar ensayando con Diane y sentirme tan agotada, trato de entender porque ahora estoy en una cama de hospital con mi hermana mirándome con preocupación, pero no tengo respuestas.
—Hola, Bella, que bueno verte despierta —mi atención viaja al doctor que acaba de ingresar, detrás de él vienen mis tíos, mi tía Daphne se apresura a venir a mi lado y me siento reconfortada cuando siento su fuerte abrazo.
—¿Qué es lo que ha pasado?
—Bueno, parece que te desvaneciste en tu ensayo —dice el médico —llevas inconsciente cerca de treinta minutos, hemos enviado un par de análisis, para conocer la razón por la que te desmayaste.
Cierro los ojos, carajo. Enfermarme es lo que menos necesito ahora que estoy a menos de una semana de presentar mi audición para el cuerpo de Ballet de La Scala.
—Estoy segura de que solo fue esfuerzo excesivo —el médico me mira con comprensión.
—Según los registros médicos, estás por debajo de tu peso, entiendo que eres bailarina así que tal vez debemos revisar tu plan nutricional para saber si estás consumiendo la cantidad de nutrientes que tu cuerpo requiere para este estilo de vida.
Mi tío Ángelo maldice por lo bajo, opto por permanecer en silencio porque esa parece ser mi mejor opción ahora.
—Los resultados de tus análisis deben de llegar en unos minutos, así que pueden permanecer aquí mientras los esperamos.
Cuando parece que no tiene nada más que decir, se marcha. Solo entonces la mirada preocupada de mi tío se va para ser sustituido por una de molestia.
—Espero que no estés arriesgando tu salud por el Ballet —dice severamente —creí que ya habíamos tenido esta conversación.
—Te aseguro que estoy consumiendo lo que debo —afirmo —tal vez solo ensayé de más.
—¿Estás comiendo bien? —inquiere mi tía —¿tus tres comidas?
—¿Dónde está Alessio? —la voz de mi tío se vuelve más seria —si no está cuidando bien de ti...
—Le aseguro que Bella está bien cuidada a mi lado, señor Lombardi —la atención se desliza hacia Al.
Tomo una respiración aliviada de verlo, sus ojos destellan con preocupación mientras se acerca.
—Principessa, ¿te sientes bien? —Anto se aparta de mi cuerpo cuando Alessio se acerca, toma mi mano y luego se inclina para dejar un beso en mi frente. Cierro los ojos ante el contacto, ante la manera cálida y en como mi cuerpo se siente reconfortado con su cercanía.
—Estoy bien —sonrío levemente. —En serio, no tienen nada de que preocuparse.
Por la mirada que todos me dedican, sé que no será fácil convencerlos. Resoplo, acomodándome de nuevo sobre las almohadas.
—Alessio, quiero hablar contigo un segundo —el severo tono que emplea mi tío al hablar me hace abrir los ojos, Al no pone objeción alguna, sin embargo, yo me niego a que sigan tratándome como una maldita niña.
—No —ambos me miran —no vas a reprenderlo por algo que no es su culpa.
—Bella...
—Basta, deja de tratarme como si fuese una niña —me apoyo en las almohadas para incorporar mi espalda y poder mirarlo con mayor firmeza —nada fue su culpa, Alessio no tiene que cuidar de mí como si fuese un padre, así que no vas a regañar a mi novio porque sufrí un desmayo.
—Bell, está bien —Al sonríe con suavidad y eso solo me irrita más, porque desde que lo conozco ha tenido que soportar los comportamientos infantiles de mis hermanos y ahora ser cuestionado sobre mi salud como si yo no fuese capaz de cuidarme a mi misma. —Solo hablaremos por unos minutos.
—Entonces lo que tengas por decirle, creo que lo puedes hacer delante de mí —exijo.
El rostro de mi tío se endurece y todos lo notan, estrecha los ojos mientras me observa y le sostengo la mirada, porque si algo he aprendido de él, es no intimidarme ante nadie.
—Bien, entonces si ya no quieres ser tratada como una niña, espero que los resultados de tus análisis salgan bien —advierte —si tienes tan solo una afectación en tu salud, me veré obligado a tomar decisiones que no te gustarán, Bella. Si no eres una niña, debes de entender que tu salud es mucho más importante que cualquier maldita carrera o audición.
—Tu tío tiene razón —Alessio concede en un suspiro —has estado ensayando por horas en las últimas semanas, sé que pertenecer a La Scala es lo que más deseas, pero Bell, no puedes estar poniéndote en riesgo.
—Lo dice quien se sube a un auto y conduce a cientos de kilómetros por hora —reprocho.
Alessio resopla, se aparta de la cama y comparte una mirada con mi tío.
—Justo ahora parece que hablamos con una niña —dice él —ya te lo he dicho, si quieres que dejen de tratarte de esa manera, deberás comportante con la madurez de un adulto.
—Dios, ¿por qué todos se comportan de este modo? —inquiero sintiéndome sofocada —se los estoy diciendo, he comido bien, solo son las sesiones de entrenamiento las cuales reduciré a partir de hoy, ¿contentos?
Ninguno me da una respuesta afirmativa.
—Bell, entiende que solo nos preocupamos por ti —mi hermana se desliza a mi costado, su mano envuelve la mía y sonríe —queremos lo mejor para ti, ¿puedes tratar de entender eso? ¿por favor?
Me doy por vencida ante el tono que utiliza, una leve sonrisa lucha por aparecer en mis labios mientras asiento.
—Verán que el médico volverá, y dirá que no tienen nada de que preocuparse.
Evidentemente ninguno está convencido pero no siguen insistiendo en el tema. No hay mucho que se pueda hacer en una habitación de hospital mientras esperamos los resultados. Mis tíos permanecen en los sillones, Anto está a mi lado de la cama y Alessio se ha quedado en la silla que está pegada al colchón, sosteniendo mi mano.
Cuando el doctor ingresa cerca de media hora después, todos se incorporan.
—Lamento haberlos hecho esperar, pero ya tenemos los resultados. —informa.
—¿Ya saben la causa del desmayo? ¿Es algo por lo que debamos preocuparnos? —inquiere mi tío.
—Me gustaría hablar primero con la paciente a solas —pide el médico.
—Cualquier cosa que ocurra, pude decirlo delante de mi familia —concedo.
Cuando asiente, centra la mirada en las hojas que sostiene entre sus manos.
—Como lo sospechamos, tu cuerpo no tiene los nutrientes necesarios, estás en una etapa inicial de anemia, es posible que hubieses notado que tu resistencia al ejercicio es menor, la perdida de peso y la fatiga son consecuencia de eso.
Mi tío Ángelo maldice, Al tiene la mirada preocupada mientras observa al doctor, y mi tía y hermana parecen demasiado inquietas, aunque no lucen como si quisieran castigarme por el resto de mi vida como mi tío.
—Eso no es todo —continúa el médico —tengo que preguntarte algo, Bella. ¿Estabas consciente de tu embarazo?
La pregunta cae sobre mí, el aire abandona mis pulmones cuando escucho la última palabra. Mi boca se seca mientras proceso lo que el médico acaba de preguntar.
El silencio que se produce en la habitación es escalofriante, mi atención viaja hacia Al, su rostro está pálido, y tiene una mirada casi de alarma.
—¿Embarazo? —es el primero en reaccionar —¿ella está...?
—Necesitamos hacer un ultrasonido para poder determinar el tiempo de semanas exactas, pero es probable que tengas entre seis y ocho semanas de gestación.
Me siento mareada, incapaz de reaccionar.
—Bella, te pregunto esto porque es un milagro que con la cantidad de ejercicio que realizabas combinado con la anemia, no sufrieras un aborto espontaneo. Si no estabas consciente de tu condición es necesario que monitoreamos tu embarazo, por tu salud.
No obtiene una respuesta, mi tío Ángelo parece reaccionar. Suelto una exclamación cuando toma a Alessio de la camisa, y sin darle tiempo a reaccionar, lanza un puñetazo directo a su rostro.
—¡Ángelo! —mi tía Daphne interviene.
—¿Es eso lo que querías? —espeta —¡Jodidamente dejarla embarazada!
Cierro los ojos, la bilis sube por mi garganta y una arcada me invade mientras los gritos me envuelven, las enfermeras se acercan y Antonella es la única que parece verdaderamente preocupada por mí.
—¡Basta, señores, suficiente! —el médico habla con firmeza —¡Si no se tranquilizan los sacaré a todos de aquí!
No soy muy consciente de las respuestas que mi tío da porque devuelvo el contenido de mi estomago en la charola que las enfermeras me acercan.
Mi mente es un caos, ¿embarazada? No, no puedo estar embarazada. Tengo una audición en una semana, no puedo...
—Bell —Alessio se acerca tratando de tomar mi mano pero lo aparto. Me fijo en su rostro, una de las esquinas de su labio está empezando a sangrar, mi visión se nubla y retengo el sollozo —principessa...
—¿Cómo pudo pasar, Al? —sus brazos me envuelven, me rompo cuando reconozco la calidez de su cuerpo, los gritos cesan, todo se va mientras él me sostiene contra su pecho.
El latir de su corazón es rápido, acelerado. Afianza los brazos alrededor de mi cuerpo no permitiendo que me sienta sola, sin embargo, el pánico crece en mi interior, expandiéndose a prisa por cada centímetro de mi cuerpo.
¿Qué vamos a hacer ahora?
Alessio.
Me toma mucho tiempo tranquilizar a Bella, no ha dejado de llorar ni de decir que esto es un error. A pesar de que quiero estar ahí para ella, es como si de cierta manera no me quisiera cerca.
Un bebé. Ella está embarazada.
¿Cómo carajos si siempre nos cuidamos? No ha habido ni una sola noche, y sacando las conclusiones, debió ocurrir cuando se quedo en mi casa luego de su presentación.
Ángelo no habla con ella, todo es un maldito desastre y tuve que contener las ganas de gritarles tanto a él a él como a su hermano que lo último que Bella necesita, es que le estén reprochando y recriminando lo que acaba de suceder.
Milagrosamente, quien más razonable se ha portado, es Jacob. Ahora el se encuentra a lado de su hermana, abrazándola y siento un pinchazo de celos cuando ella le permite acercarse de la manera en la que a mí me rehúye.
No quiero presionarla, pero necesitamos hablar. Está embarazada, lleva a nuestro bebé y no puedo con la idea de que ella siga rehuyendo de mí.
—Bell...—apenas eleva la cabeza cuando escucha mi voz.
No necesito seguir hablando para que ella entienda, toma una inhalación y se aparta del cuerpo de su hermano.
—¿Puedes darnos un segundo?
—Claro —él se aparta por completo, sale de la cama y luego camina hacia mí —no la presiones —susurra con comprensión antes de salir de la habitación.
Un silencio cae sobre nosotros, me incorporo con lentitud, acercándome a ella y me siento jodidamente mal cuando sus ojos se enfocan con los míos.
—¿Cómo pudo pasar? —la pregunta brota de sus labios nuevamente.
—Nunca quise que esto pasara, lo que tu tío dijo...—cierra los ojos y sacude la cabeza —Bell...
—¿Cómo vamos a resolverlo? —pregunta.
—Voy a estar para ti, para ambos —tomo una de sus manos —esto no cambia nada entre nosotros, Bell. Encontraremos la manera de resolverlo, pero me tendrás, lo juro.
Sonrío, tratando de hacerle saber que esto no cambia absolutamente nada.
—Te amo tanto, y te juro que también voy a querer tanto a nuestro bebé aunque no tuviera la menor idea de su existencia hasta hace una hora.
No responde, su rostro está serio, impasible. Algo en mi se retuerce cuando sus ojos se encuentran con los míos y noto una frialdad que no he visto antes.
—Estás dando por hecho que quiero al bebé. —Echo la espalda hacia atrás, procesando sus palabras.
Mi respiración se corta mientras entiendo el significado, pero rehusándome a creer que ella realmente lo está sugiriendo.
—¿Qué...qué quieres decir?
—No quiero un bebé, Alessio —dice consiguiendo que el corazón se me caiga a los pies.
—Bell, escucha entiendo que no lo planeamos, que no estaba en la ecuación pero...pero es nuestro bebé.
—No, no es nuestro —la firmeza no abandona su voz —no puedo estar embarazada, Al.
Su voz se rompe, el miedo filtrándose en ella.
—Bell, joder sé que esto se sale por mucho de los planes pero...por favor.
No se inmuta, me enamoré de Bella por la firmeza con la que tomaba las situaciones complicadas, me enamoré de su determinación, de su fuerza, de su valentía. Pero ahora, ahora eso mismo está tomando mi corazón y lo está haciendo pedazos.
—Principessa...
—Llamaré a mi tío, ellos conseguirán a un médico que nos ayude a terminar con esto —se talla los ojos —lo he decidido, Alessio, no quiero un bebé.
Y con eso, mi corazón vuelve a caer al vacío, y yo lo hago junto con él, enfrentándonos a una caída a la que sin duda, ninguno sobrevivirá.
_______________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro