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29.- Una nueva vida

Bella.

Realmente nunca imaginé estar asistiendo a otras galas aparte de las de los casinos. Estaba acostumbrada a la atención, con mi carrera como primera bailarina y los exitosos casinos de mi familia, siempre estábamos bajo el foco de atención, sin embargo, nada se compara con el hecho de desfilar por una alfombra roja, del brazo de uno de los mejores pilotos.

Los flashes se disparan en nuestra dirección, me aferro al brazo de Alessio mientras avanzamos hacia la fila de cámaras que esperan ansiosos nuestra aparición.

Miles de preguntas son lanzadas en nuestra dirección, Al me lanza una mirada y le sonrío. Cuando nos detenemos frente a una periodista, ella no pierde el tiempo y comienza a lanzar una pregunta tras otra.

—Alessio, parece que tienes una muy buena racha esta temporada —dice la reportera con una sonrisa —¿crees que recuperarás tu racha ganadora?

—Espero que sí, confío en mis habilidades y en las del equipo —dice afianzando el agarre en nuestros brazos.

—Y veo que vienes con muy buena compañía, Bella Lombardi, creo que es un honor tenerte aquí también —el micrófono cambia hacia mi dirección así que sonrío un poco más.

—El honor es mío, poder estar aquí apoyando a Alessio es todo lo que deseo.

—Hacen una pareja maravillosa —añade la mujer —¿Los casinos Mia Regina han considerado un patrocinio?

El cuerpo de Al se tensa a mi costado ante la pregunta.

—Preferimos dejar nuestras carreras fuera de nuestra vida personal —Alessio responde por mí.

—No nos gusta mezclar los negocios con nuestra relación —añado —pero tal vez un patrocinio no es tan mala idea —concedo.

Al es el encargado de terminar la conversación, y guiarnos a través del camino que nos espera lleno de cámaras y flashes. Hablamos con un par de reporteros más antes de al fin ingresar al lujoso salón en el que se llevaría a cabo la gala.

Las cortinas rojas con bordados dorados parecen de la realeza, estuve acostumbrada a los lujos toda mi vida pero esto lo sobrepasa por mucho más. Hay un par de candelabros colgando del techo, la música es sutil, apenas con el volumen suficiente para ambientar pero no demasiado para impedir las conversaciones que tienen todos los presentes.

Hay meseros cruzando con charolas llenas de copas y bocadillos.

—Vaya, esto si que es lujo —bromeo —podría acostumbrarme.

—Y yo realmente podría acostumbrarme a tenerte como mi compañera —me dedica un guiño —aunque te robes la atención que debería ser mía.

Eso me roba una carcajada, Al mantiene la pequeña sonrisa en sus labios la cual se extiende un poco más cuando reconocemos a nuestros amigos.

—¡Luces espectacular! —Molly me envuelve en un abrazo —Es bueno verte, es bastante aburrido cuando estos chicos tienen que hacer negocios.

—Que por lo general suele suceder justo cuando la diversión comienza —dice Mich —¿aceptarán una ronda de Shots?

—Apenas comienza la fiesta, Michele —dice Al —no planees emborrachar a mi novia.

Envuelve un brazo alrededor de mi cintura, apegándome a su cuerpo.

—Puedo cuidarme sola, papá oso —palmeo su pecho.

Pasamos el resto de la velada disfrutando del ambiente, Alessio se desenvuelve con naturalidad alrededor de todas las personas que nos rodean, me presenta a algunos directores de los distintos equipos, y me siento algo cohibida cuando ellos reconocen el apellido, y comienzan a entablar conversaciones sobre los casinos.

Realmente creo que soy la única que no está interesada en el negocio familia, nunca fui fanática de las galas, apenas asistía a algunas, las necesarias. Así que no sé exactamente que responder cuando todos esos importantes hombres deciden que es buena idea hablarme sobre los casinos de mi familia.

Pero excluyendo eso, realmente disfruto pasar tiempo con Alessio. Jax y Noah se unen a nosotros en ocasiones, y cuando el tiempo avanza dándole espacio a la verdadera fiesta, la diversión escala a un nuevo nivel.

Descubro que bailar con Alessio es mi nueva cosa favorita, reímos mientras el mueve las caderas de una forma que no sabía que era capaz, nuestros cuerpos se balancean y se rosan mientras seguimos el ritmo de la música, la temperatura sube y ni lo escotado del vestido ayuda a refrescar.

¿Quién diría que las galas serían tan divertidas?

Salimos del lujoso salón cerca de las cuatro de la mañana, el alcohol ha hecho ciertos efectos en nosotros, estoy más risueña que de costumbre y gracias al cielo que vamos directo a la casa de Alessio porque no sé en realidad que es lo que diría mi tío de verme ebria.

Tengo veintitrés años pero hay ciertas costumbres que no se pierden.

—Voy a comprarte un vestido así en cada color —dice Al cuando ingresamos al dormitorio.

Una risa se me escapa.

—¿Te ha gustado?

—Principessa, realmente tuve que hacer un esfuerzo para controlarme en la gala—dice acercándose, sonrío cuando sus brazos se envuelven a mi alrededor, aprisionándome.

Alessio es guapísimo, pero, ¿en traje? En traje luce como un maldito y sexi dios del olimpo. La camisa blanca se le ajusta perfectamente al cuerpo, sus músculos relucen y los botones superiores abiertos le dan un aspecto mucho más relajado.

Elevo las manos, acariciando su pecho y tomando los bordes del saco para quitárselo, una risa ronca brota de su garganta cuando nota mis intenciones. No pierde tiempo, se desabrocha la camisa con un movimiento rápido, y mi cuerpo se enciende al recorrerlo con la mirada.

Sus manos me aprisionan otra vez, los siento acariciarme hasta llegar a la orilla del vestido, y no se le complica en lo absoluto el elevar la tela y apoderarse de mis bragas.

—Estamos borrachos —murmuro contra sus labios.

Sus manos se colocan en mi trasero, apretujándolo y sonrío. Retrocedemos hasta chocar con la cama y ahogo un grito cuando caigo hacia atrás. El vestido es demasiado revelador ahora, y no tiene problema alguno para deshacerse de él.

—El alcohol en nuestro sistema no es un problema, principessa.

Sus labios se apoderan de los míos, mi cuerpo reacciona ante cada toque, y ahí, Alessio Vitale me lleva al cielo, de la única manera en la que él sabe hacer.

El sonido de la alarma me hace maldecir. Siento la boca seca y unas terribles ganas de beber agua, supongo que el alcohol que ingerimos ayer fue más de lo que pensé.

Un gruñido ronco me roba la atención, Al se remueve en la cama. Sonrío cuando su brazo se envuelve alrededor de mi cintura, y él se acurruca contra mí como un bebé.

Nuestras pieles desnudas se tocan, trayéndome recuerdos de la noche anterior.

—Al —acaricio su cabello y apenas recibo un sonido como respuesta —Cielo...

—¿Humm?

—Tengo que hacer pipí —se queja, pero me libera. Me deslizo con suavidad fuera de la cama, echándole un vistazo.

Sigue prácticamente dormido, las sabanas se han corrido cubriéndole solo la parte inferior del cuerpo, no suelo mirarlo demasiado, pero ahora, con la luz del día, noto perfecta y claramente las cicatrices.

Parte de su espalda también está cubierta de líneas irregulares y de un tono más claro que tu color de piel, se entrelazan cubriéndole toda la parte izquierda del brazo, hasta antes de la muñeca.

El sentimiento que tengo por él se hace muchísimo más grande, nunca he admirado y querido tanto a una persona como lo hago con él. Saber todo por lo que tuvo que pasar, y que aún a pesar de eso consiga levantarse y recuperar su vida... me hace quererlo tanto, y sentirme tan orgullosa de amar a un hombre como Alessio Vitale.

Decido ir hasta el baño porque no quiero que me atrape mirándolo mientras duerme, hago mis necesidades y tomo una ducha, mi cuerpo parece revivir cuando el agua toca mi piel y me tomo el tiempo para sentirme con las energías suficientes para ir hasta la academia.

Cuando salgo, Alessio ya está despierto. Se mantiene mirando el celular y cuando me escucha salir, sonríe.

Buongiorno —el acento que se le escucha me hace sonreír.

—Buenos días —respondo —¿has dejado de ser un bebé gruñón?

Eso le roba una carcajada, sacude la cabeza y deja el celular a un lado para prestarme atención. Me cambio la ropa, bajo la atenta mirada del chico en la cama que no parece tener intención alguna de vestirse.

—Bell.

Su voz brota cautelosa, como si quisiera medir mi reacción sobre algo.

—¿Sí?

—Creo que deberíamos vivir juntos.

Mis movimientos se detienen, giro la cabeza hacia él con rapidez ocasionando un tirón en mi cuello que me hace quejarme. Alessio levanta la espalda del colchón y me mira con seriedad.

—¿Qué?

—Creo que deberíamos vivir juntos —repite —¿tú no lo crees?

—No, es decir, no lo he pensado —sacudo la cabeza —¿quieres que me mude contigo?

—Bueno, sé que mi casa está lejos de ser la mansión a la que estás acostumbrada —sonríe levemente —pero creo que tenemos el suficiente espacio, además, ya pasas varias noches a la semana aquí.

En eso no miente, desde mi presentación han pasado cerca de tres semanas, y en ese tiempo he pasado más tiempo aquí que en casa. Quiero excusarme con el hecho de que he querido celebrar con Al las dos victorias más que ha tenido, aumentándolo a su racha ganadora, pero la verdad es que me siento cómoda aquí. Tanto que ya no pienso si estoy lejos de casa o no, sorpresivamente mis tíos no han dicho nada al respecto, pero pensar en mudarme...

—Lo siento, si no quieres...

—No —sacudo la cabeza —es solo que...he crecido rodeada de mi familia, ¿sabes?

Termino de colocarme los leggins y voy hacia la cama, me deslizo hasta su costado y tomo una inhalación.

—He vivido en esa casa desde mis cinco años, crecí rodeada de mis hermanos, con las peleas, las risas, gritos...pensar en mudarme es algo de grandes ligas —le lanzo una mirada de disculpa —no quiero que pienses que no lo deseo, solo...

—¿Puedes considerarlo al menos? —pide tomando mi mano —me encantaría comenzar a compartir mi vida contigo.

Mi sonrisa vuelve, imagino como sería estar aquí con él las veinticuatro horas del día, despertar a su lado, ir juntos a la misma cama, compartir el desayuno, el almuerzo o la cena. Deslizo mi atención por la habitación, mi vista reconoce cada cosa que he comenzado a dejar, un par de medias, mis ligas de cabello, algunas brochas...es como si empezara ha hacer este espacio un poco mío sin darme cuenta.

—¿Realmente quieres que esté aquí?

—Bell —su mano se entrelaza con la mía —no hay nadie en el mundo con el que quiera compartir mi vida más que contigo. Tenerte es como la luz en el túnel que me muestra el camino, y quiero vivir tantas cosas contigo.

Su mano acuna mi rostro.

—No quiero que te sientas presionada, solo prométeme que lo pensaras.

Asiento, inclinándome para alcanzar sus labios. Él sonríe en medio del beso y me aparto.

—Lo prometo.

Una hora más tarde, estoy saliendo de la casa de Alessio para la academia. Él me lleva, y se ofrece a pasar por mí pero lo rechazo. Cuando llego, me encuentro con una Diane particularmente entusiasmada, aunque no revela sus motivos.

Sin embargo, es evidente que todos lo notan. Pol ha vuelto, aunque la fractura de su brazo no le permite ser mi pareja de baile por el riesgo de las cargadas, parece feliz de estar aquí otra vez.

Pasamos las horas de ensayo sin problema, memorizando las coreografías y tratando de hacerlo lo mejor posible.

Al final, cuando todos estamos agotados y Diane da por finalizado el ensayo, me llama a su oficina.

—Hay algo que quiero mostrarte —dice con una sonrisa cuando ingreso —siéntate.

Hago lo que pide, ella busca algo entre sus carpetas, y luego toma una hoja para entregármela.

—¿Qué es?

—Míralo por ti misma.

Cuando lo hago, un grito brota de mis labios. Diane ríe ante mi reacción, parece más entusiasmada que yo mientras leo la convocatoria para pertenecer a la compañía de Ballet más famosa de Italia: La Scala.

—Habrá audiciones pronto y hablé con un contacto dentro, te quieren con ellos —dice —no debería estar sugiriendo que mi mejor bailarina se marche de mi academia, pero creo que es lo que mereces, Bella.

—¿Crees que tengo una oportunidad? —inquiero —con las lesiones...

—No importan ahora — asegura —ellos buscan talento, buscan a las nuevas estrellas del Ballet, y estoy más que convencida de que querrán a la princesa de la danza.

Una sonrisa orgullosa se posa en sus labios, mi pecho rebosa con emoción mientras considero las posibilidades.

—Prepárate, no pierdes nada con intentarlo —asegura.

—Lo haré, muchas gracias, Diane.

Salgo extasiada de la academia, incluso el chofer que pasa por mi termina contagiado de mi entusiasmo, agradezco que estén todos en casa cuando llego, incluido a mi tío Antoni y su familia, porque cuando ingreso gritando las buenas noticias, todos consiguen escucharlo y no debo repetirlo.

—¡Eso es maravilloso, tesoro! —Mi tío Ángelo me envuelve en un abrazo —estoy seguro de que lo conseguirás. Si Diane lo dice, es porque es verdad.

—Y aunque ella no lo dijera —interviene mi tío Antoni —es algo que conseguirías eventualmente. Estamos orgullosos de ti.

—Todos nosotros —dice Jacob —¿Ya le has dicho a ese novio tuyo?

Sacudo la cabeza, le envíe un mensaje pero Al dijo que tendría sesiones de entrenamiento con lo que no es seguro que revise el celular pronto. Y cuando lo recuerdo, también me doy cuenta de que quiero compartir todo esto con él sin tener que esperar.

Siempre he creído que los Lombardi tenemos un poco de locura dentro, y creo que con mi sobrenombre, no puede esperarse mucho, es así que sin tomarme el tiempo para dejar que la emoción por mi noticia anterior se les pase, me armo de valor para decir:

—Y también quiero que sepan, que voy a mudarme con Alessio.

Y esta vez, no sé si van a explotar de felicidad, o Alessio tendrá que preocuparse por la ola de una familia enfurecida. 

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