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25.- Un favor


Alessio.

Bella luce realmente emocionada mientras nos acomodamos en el avión, le había tomado un par de días decidir que si me acompañaría a por lo menos los dos siguientes Gran Prix, luego podríamos debatir el de España. Pero por ahora, luce particularmente entusiasmada con el viaje, como si no le importase las horas que llevábamos aquí y las que todavía nos faltaban.

Tendríamos que tomar un vuelo de escala, con lo que nos faltarían aproximadamente unas siete u ocho horas de vuelo antes de poder al fin llegar, pero eso no parece importarle en lo más mínimo.

—Tal vez tengamos un par de días libres para recorrer las playas —informo —¿tienes en mente algo para hacer?

—Bueno, he decidido que esto serán como unas cortas vacaciones —sonríe —así que he hecho una lista de cosas que quiero hacer mientras viajamos.

Me rio porque no esperé eso en lo absoluto. Bella no luce como una chica que tiene una lista de cosas por hacer, pero parece hablar en serio porque saca de su cartera un trozo de papel y me lo enseña.

Lo tomo, tratando de retener la sonrisa en mis labios, pero me resulta imposible al leer los puntos que tiene escritos.

—¿Colarte en una fiesta? —arqueo la ceja —¿en Miami?

—He escuchado que hacen bodas en la playa —eleva uno de sus hombros —¿no crees que sería divertido?

—Puedes hacer esto en Milán.

Arruga la nariz y sacude la cabeza.

—No quiero que le llegue la noticia a mi tío de que su sobrina se está colando en las bodas —se ríe —es mejor cuando no se entera de las cosas que hago.

—Un, chica mala —empleo un tono juguetón y eso la hace reír más fuerte.

Sus intentos de replica quedan frenados cuando se informa por los altavoces que estamos por aterrizar. Preparamos las cosas, y pasamos el tiempo siguiente asegurándonos de tener todo y no olvidar nada en el avión.

Cuando bajamos, todo el equipo de Mercedes Benz ya se encuentra esperando por nosotros, un auto nos recoge y es el encargado de llevarnos hasta el hotel. Se nos había reservado una habitación especial, aquí también estaría Max, y un par de pilotos de otros equipos que venían con sus acompañantes.

—¿Has visto a Michelle y a Molly? —cuestiona cuando nos instalamos en la habitación.

—No suelo estar muy pendiente de las novias de otros pilotos —objeto —¿ya son buenas amigas?

—Algo así, me siguieron en Instagram e intercambiamos números, me dijeron que estarían en el mismo hotel y sugirieron que tal vez podríamos tomar algo en el bar del hotel.

—Supongo entonces que deben estar por aquí. ¿Quieres dar una vuelta para conocer el lugar? —me rio cuando aplaude un par de veces y parece entusiasmada ante la idea.

—Es una idea estupenda, solo permíteme cambiarme —señala su ropa y cuando recibe un asentimiento de mi parte, casi corre hasta el armario.

Veinte minutos después, estamos saliendo de la habitación. Bell ha optado por un vestido sencillo en color verde aguamarina que combina perfecto con su piel. Se ha recogido el cabello en una coleta alta y porta un sombrero y gafas lo que la hace lucir como una verdadera turista.

Aun porta el cabestrillo para su brazo, pero eso no le quita el aire de finura y elegancia que brota de ella.

Confirmo la agenda con Hamilton y cuando me aseguro que tengo el día libre, decido dedicárselo por completo a Bell.

Decidimos ir hasta la playa, Bella parece convencida de que puede cumplir las cosas de su lista, así que me sumo a ella para conseguir eliminar un par de puntos del papel.

Lo primero que hacemos es tachar el punto de "Darse un homenaje gastronómico con comida local".

Visitamos tantos puestos que para cuando decidimos acabar, creo que podemos estallar si comemos algo más, Miami es el mejor sitio para encontrar comida refrescante, bebemos de cocos, y disfrutamos del tradicional helado que nos libera del calor que hace justo a medio día.

Volvemos al hotel cuando el hombro de Bell comienza a molestarle, a pesar de que ella aseguró que se encuentra bien, no creo que sea una buena idea caminar por más horas teniendo en cuenta que apenas lleva una semana de recuperación.

Cuando ingresamos, Molly y Michelle se encuentran con bella en el Lobby, así que tengo que tolerar que se roben a mi chica, y volver solo a la habitación. No tengo mucho tiempo para disfrutar de mi soledad, porque Max viene con la idea de tomar un par de cervezas en el balcón de la habitación.

—¿Por qué elegiste el balcón en vez del bar? —inquiero con curiosidad.

—Porque podemos divertirnos sin tener que guardar la compostura —dice encogiéndose de hombros mientras destapa un par de cervezas y me entrega una —¿estás nervioso por mañana?

—No —admito —¿qué hay de ti?

—Mi padre vendrá a la ciudad.

Una mueca se posa en sus labios, el padre de Max era considerado uno de los empresarios influyentes en Estados Unidos, encontró en su hijo el mejor medio para poder asegurarse más prestigio y renombre, dando patrocinios bastante generosos con tal de ser alguien importante para los equipos en los que su hijo conducía.

Sin embargo, también era un cabrón de mierda. Lo descubrí cuando fui a ver a Max después de una carrera y escuché a su padre gritarle lo inútil que era para conducir. Luego, mi amigo me confesó que ese es el trato habitual entre ellos.

Su padre queriendo más, él siempre sintiendo que no es capaz de llegar.

—Max...

—Sé que no tengo derecho a pedirte esto, pero...—sacude la cabeza —me dijo que viene con un grupo de empresarios, quiere asegurarse de que yo gane este Prix y...

Entiendo lo que quiere decir, ahora comprendo porque no eligió un bar para mantener esta conversación.

—¿Me estás pidiendo que te deje ganar?

—Quiero pedirte que, si tienes la oportunidad de ganarme, la dejes pasar.

Mi cuerpo se tensa, lo consideraría de no ser que si lo hago, mi propio puntaje podría verse afectado. Aunque los puntos son compartidos, sé que los patrocinadores, sin contar a mi familia, esperan verme en el pódium en la primera posición.

—Solo por esta vez, Al —pide —te prometo que nunca más te pediré algo como esto.

Le doy un trago a mi cerveza, considerando las opciones. Al final, lo decido.

—Bien —asiento —solo esta vez.

Una sonrisa aliviada se posa en sus labios, se incorpora y extiende la mano hacia mí, tira de mi cuerpo para darme un abrazo y palmeo su espalda.

—Gracias, te debo una, amigo —sonríe —estoy en deuda contigo.

—Somos amigos, si puedo ayudarte lo haré. —aseguro —pero será la única ocasión.

Max asegura que será así, luego, simplemente pasamos el rato bebiendo un poco y conversando. Cuando mi amigo decide irse, es el momento en el que Bella ingresa también a la habitación.

Es evidente que Max no le agrada, y lo miro cuando no hace más que dedicarle una sonrisa cordial.

—No deberías beber, mañana tienes carrera de clasificación —me recuerda como si lo hubiese olvidado.

—Apenas fueron algunas botellas, no nos hará daño —me encojo de hombros —¿te divertiste?

Asiente con una sonrisa suave.

—He quedado con Molly y Mich para ver la carrera de mañana —sonrío cuando ya emplea un diminutivo de la novia de Jax. —Tuve que contener mis ganas de decirles que sé que acabarás en el primer puesto.

Mi sonrisa titubea.

—¿Estás nervioso?

—Apenas lo normal —vuelvo a encogerme de hombros —me he acostumbrado a esto. Solo suelo sentir nervios antes de los campeonatos.

Se acerca, cruza el brazo que tiene libre por mis hombros y se coloca en puntillas para alcanzar mis labios.

—Cuando ganes, ¿me dedicarás el triunfo?

Le rodeo la cintura, apegándola a mí.

—Por supuesto, principessa —y sin poder resistirlo, sello mis palabras con un beso.

La carrera de clasificación llegó, tenía que sumar la mayor cantidad de puntos para poder competir el día de mañana por el Grand Prix con una ventaja considerable. Los puntos compartidos con Max nos habían ayudado para tener cierta ventaja sobre los demás equipos, pero necesitamos más, no podíamos caer ante el conformismo.

—¿Me copias, Al? —escucho la voz de Hamilton por la radio —¿todo en orden? ¿Ves algo que te inquiete antes de comenzar?

—Todo parece estar en orden —respondo.

Me ajusto el casco, coloco el volante cuando me lo entregan y tomo una inhalación. Mis manos enfundadas en los guantes se cierran alrededor del volante mientras espero pacientemente porque la carrera inicie.

Tomo un par de inhalaciones más, no suelo sentirme nervioso ante de las carreras, aprendí que los nervios pueden ser tus aliados, o tus peores enemigos, así que prefería mantenerlos en el límite, sin darles oportunidad a jugar en mi contra.

Las luces del semáforo cambian y piso el acelerador a fondo, los rugidos de los motores se escuchan perforándome los oídos, me concentro en adelantar a los autos que tengo enfrente, esquivo con facilidad el auto de Noah, y me coloco en la tercera posición con demasiada rapidez.

—Bien, sigue así —Hamilton parece satisfecho —espera hasta la siguiente curva para rebasar a Allan, Max viene justo detrás de ti.

—Entendido.

Miro la curva, me preparo y piso el acelerador, emparejando el auto de Allan. Sonrío levemente cuando piso los frenos en el momento exacto para hacer las llantas chirriar contra el asfalto de la pista y mi cuerpo se proyecta hacia a un lado ante el giro abrupto.

—¡Así se hace! —sonrío cuando dejo atrás del auto de Allan, ahora solamente tengo que concentrarme en Jax.

El motor del auto ruge cuando aumento la velocidad, sostengo con fuerza el volante mientras siento mi cuerpo comenzar a experimentar las primeras señales de calor.

La temperatura dentro del auto puede ser demasiado alta, apenas y suelto el volante para permitirme tomar un poco del agua para hidratarme y no sufrir una descompensación en medio de la clasificación, nadie quiere eso.

Me acerco al alerón trasero del auto de Jax, piso el acelerador y me muevo a la izquierda, Jax intenta cerrarme el paso pero entonces me muevo al lado contrario, y quedamos emparejados.

Los metros corren, nuestros autos avanzan a la misma velocidad. Jax no es alguien que se deje vencer con facilidad, es tan feroz como yo en la pista, y no va a dejar ir la oportunidad de ganar un Prix o de perder ventaja en su puntaje.

Me aferro al volante cuando nuestros autos se rozan, las chispas salen y pierdo momentáneamente el control.

—No te apresures, Al —la voz de Hamilton se escucha tranquila —apenas son las primeras vueltas.

Cuando entramos a la curva, tengo que pisar el freno para no terminar estrellándome contra la valla de contención cuando Jax me cierra el paso. Suelto una maldición, esquivándolo y tratando de recuperar la velocidad.

—Alessio, toma la siguiente curva y rebasa al salir —indica —Allan te sigue de cerca, Max viene detrás de él.

Si tengo la oportunidad, déjame ganar.

La oportunidad de Max es colocarse en segunda posición una vez que yo suba a la primera. Tiene que correr mejor si quiere conseguirlo.

—Dile a Max que tiene que superar al idiota de Allan —mascullo.

—No te preocupes por Max, concéntrate en ti —reprende Hamilton —toma la curva.

Lo hago, no freno en el momento debido sino que lo hago segundos después de lo indicado, eso hace que el auto salga de la curva con una velocidad mayor y tenga que aferrarme al volante con mi vida.

Pero funciona, el auto de Jax queda atrás y retengo el grito de victoria cuando me coloco en la primera posición.

Ahora solo tengo que conservarla, me mantengo igual durante las siguientes vueltas, y no es hasta la penúltima, cuando Hamilton habla.

—Max viene detrás de ti —informa —muy bien hecho chicos, casi lo tienen.

Observo el retrovisor, el auto de Max se acerca peligrosamente al alerón. Piso el acelerador, el motor ruge y reconozco la última curva.

—Manténganse así —pide Hamilton —ya casi lo tienen. Alessio, no hagas nada tonto en la última curva, no pierdas tu carril y no dejes de acelerar.

Apenas escucho la indicación, porque mi mente se concentra en aquello que Max me pidió. Está cerca, un movimiento erróneo y podría quitarme la posición.

A la mierda.

Me muevo apenas unos centímetros a la izquierda, pero es suficiente para que Max haga un movimiento y su auto comience a alcanzarme, miro por una fracción de tiempo su auto, y me distraigo del frente.

—¡La maldita curva, Alessio! —el grito de Hamilton me sobresalta, piso el freno en el segundo exacto, giro el volante con fuerza y el auto se desestabiliza, el motor ruge y maldigo tratando de no salirme de la pista.

El movimiento es suficiente para que Max tome mi posición, salimos de la curva y unos segundos después, cruzamos la línea de meta.

Max en primera posición, yo en segunda, y Jax en la tercera.

Bajo del auto preparándome para el sermón de Hamilton, luego de la celebración, voy hacia los boxes y ahí está mi director.

—¿Qué mierda fue eso? —reprende —no puedes perder la concentración en la recta final, necesito que toda tu atención esté en la pista. Unos segundos más y hubieses impactado contra el muro de contención a más de doscientos kilómetros por hora.

—Fue un pequeño descuido, no volverá a suceder.

Recibo una dura mirada antes de que se marche, intento localizar a Bella pero no parece estar por ningún lado.

—Hey, amigo —Max se acerca y tira de mi cuerpo hacia un costado del pasillo, aún tiene champán en su traje y cabello, y tiene una sonrisa fácilmente comparable con el gato de Alicia en el país de las maravillas. —Gracias por eso.

—En realidad, mi distracción no fue mentira —mascullo —casi me estrello, joder, estuve cerca.

—Como sea, gracias —palmea mi hombro —te debo una.

No respondo, parece realmente feliz y eso es suficiente para mí. Cuando se marcha, volteo...y la veo.

No tengo que ser adivino para darme cuenta de que lo sabe, y parece... decepcionada.

—Bell...

—No me lo puedo creer, no de ti —dice acercándose —mucho menos que lo hagas por él.

—Mira, sé que no te agrada, ¿sí? Pero es mi amigo —se ríe y eso me irrita —por mucho que te desagrade, sigue siendo de mi equipo y si puedo ayudarle lo haré.

—¿Tu amigo? Le regalaste la carrera al idiota que hizo que te estrellaras la carrera pasada —espeta —lo tenías, el primer puesto sería tuyo.

Maldigo por lo bajo, lo último que quiero ahora es discutir con ella.

—Bell, escucha, no quiero pelear contigo, ¿sí? Gané el segundo puesto...

—Porque le regalaste tu puesto a Max —reclama —espero que tengas en consideración que él no hará lo mismo por ti.

—Por favor, ni siquiera lo conoces —me cruzo de brazos —no tienes idea de lo que ocurrió, mi distracción no fue mentira...

—No, pero si no hubiese ocurrido, de igual manera lo hubieses dejado ganar —dice con molestia —a veces tenemos que ser egoístas, Alessio. Porque lo dejaste ganar, pero te apuesto que cuando lo necesites, Max no dudará en no corresponder tu favor.

—Eso no lo sabes.

—Sé reconocer cuando alguien es un mentiroso —dice con frialdad —y ese idiota al que llamas amigo, sin duda lo es.

Y sin decir nada más, se da la vuelta y se aleja de mí. 

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