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11.-Salvarse a si mismo.

Alessio

Me detengo frente a casa de mi madre, observo la construcción por algunos segundos antes de atreverme a caminar hacia la entrada. Me repito que no es tan difícil, se trata de mi madre, ¿por qué entonces me siento tan ansioso?

Tal vez porque no la he visitado desde que salí del hospital, y también me he negado a que fuera a la casa. Marcella fue la única persona que toleré cerca luego de mi casi muerte.

Me detengo frente a la entrada, tomo un par de inhalaciones y me atrevo a tocar. El timbre resuena y cierro los ojos rogando porque mi madre no esté lo suficientemente enojada conmigo como para cerrarme la puerta en la cara.

Reconozco su voz pidiendo que aguarde, y un minuto después, la puerta se abre.

—Hola, mamá.

Ella parece un tanto sorprendida al verme, eleva las cejas mientras me lanza una mirada que me recorre entero antes de dar un paso hacia afuera, y darme un abrazo que me toma desprevenido.

—¡Cariño! —sonrío cuando se aferra a mí —que sorpresa verte, ¿por qué no me avisaste que vendrías? Pude haber cocinado algo para ti.

—Quería que fuese sorpresa —admito sintiendo como la tensión desaparece de mi cuerpo.

—Oh, pasa, pasa —casi me arrastra al interior de la casa y me siento reconfortado por la calidez de mi hogar —¿Cómo has estado? Tu hermana me ha dicho algo, pero ya sabes, dice que quieres tener tu propia privacidad.

Camino hasta el sillón, mi madre se coloca justo en el frente para poder observarme, mantiene los ojos en mí y me siento cohibido, como si fuese capaz de ver todo aquello que quiero esconder.

—He estado bien —me obligo a darle una sonrisa lo más sincera que puedo porque no quiero preocuparla más de lo que seguramente ya ha estado.

—¿De verdad?

—Sí, ¿acaso Marce no te ha mantenido informada? —una sonrisa tira de mis labios cuando ella resopla.

Por más que diga que mi hermana quiere mantener mi privacidad, sé que le informa de todo lo que pasa en mi vida.

—Dijo algunas cosas, pero quiero escucharlas de ti —expresa con suavidad.

—Estoy yendo con el terapeuta que recomendaste, y va bien. Me ha ayudado a no sentirme tan miserable...—me callo cuando me percato de mis últimas palabras —lo que quiero decir, es que me siento mejor.

—¿Has vuelto al equipo?

—Lo intento, eso aún son ligas mayores —sacudo la cabeza —hace unas semanas pude subirme a un auto sin colapsar —casi parezco orgulloso de mis palabras —y también estuve un rato en la pista. Hamilton dice que para él es suficiente por ahora.

—Y ahora estás aquí —dice con suavidad —me alegra verte, cielo.

—Lamento no haber venido, ni haber accedido a tus visitas —me siento avergonzado, ¿Qué clase de hijo se esconde de su propia madre?

Se incorpora, mantengo la mirada en ella mientras avanza hasta donde me encuentro y se acomoda a mi costado.

—Lo que viviste fue algo tan duro que no imagino el dolor que sientes, soy tu madre, respetaré cada espacio y silencio que necesites —su mano envuelve la mía y siento las lágrimas quemar en mis ojos. —No importa el tiempo que te tome, siempre estaré aquí para cuando decidas volver.

—Estoy volviendo, de a poco, pero...estoy volviendo a ser yo.

Extiende la mano hasta acariciar un costado de mi rostro, me sonríe con tanta genuinidad y confianza que me reprendo el no haber venido antes.

—Lo sé, cielo. Puedo verlo.

Se inclina hasta posar sus labios contra mi frente y palmea el dorso de mi mano.

—¿Te quedas a comer? Puedo preparar tu comida favorita.

—Sí, tengo el día libre —afirmo.

Parece satisfecha y aliviada con mi respuesta, y yo me siento del mismo modo. Tal vez debí de haber venido antes, pero ahora quiero recuperar mi vida, mis relaciones, quiero ser el mismo chico que fui antes de conducir ese campeonato.

Pasar el día con mi madre resultó mucho mejor de lo que pude prever. Había decidido pasar todo el día con ella pero una llamada de Hamilton me lo impidió. Tendrían una conferencia de prensa para anunciar los pilotos que correrían en el siguiente campeonato y los patrocinadores me querían presente.

Eso fue una sorpresa, desde mi accidente, y debido a mi renuencia para volver a las carreras, la mayor parte de mis patrocinadores decidieron darle su apoyo a otros pilotos, como Max. Así que saber que ahora las marcas pedían mi presencia, es una noticia que no puedo ignorar.

Mi madre se ofrece a llevarme, no puedo negarme ante eso, así que conduce hacia mi casa para que pueda tomar una ducha y un cambio de ropa, y luego me lleva hasta el autódromo.

Durante el camino, le envío un mensaje a Bella para informarle, es curioso que sienta la necesidad de comunicarle todo cuanto ocurre en mi vida. Ella me responde con su habitual entusiasmo y positivismo, tanto que me lo contagia.

—Es una chica, ¿cierto? —volteo hacia mi madre cuando nos detenemos fuera del autódromo.

—¿Qué?

—La que te tiene sonriendo de esa manera, lo he notado desde que salimos de casa.

—No, es decir, sí. Pero...—suelto una risa nerviosa ante la manera en la que mi madre me observa —es agradable, y estamos...conociéndonos.

—¿Conociéndose?

—Ni siquiera sé que es lo que hay entre nosotros —admito pero ella es agradable, mucho. Ella me hace sentir bien.

Sonríe, tiene ese gesto casi complacido que la caracteriza cuando está satisfecha con algo. No me responde de inmediato, se toma varios segundos antes de poder darme una respuesta.

—Sí te hace sonreír así, quiere decir que es la indicada —su voz brota llena de firmeza y seguridad —me alegra ver que mi niño está volviendo.

Se acerca para darme un abrazo y luego bajo del auto. Me ajusto la chaqueta y trato de repetirme que he hecho esto muchísimas veces antes, esta no debe de ser la excepción.

Hamilton me recibe con una sonrisa en la entrada.

—Hola, me alegra que hayas confirmado tu asistencia, pensé que no querrías estar aquí pero Mercedes Benz insistió.

—¿La marca insistió?

—El director dice que siempre han asociado la marca contigo, le he explicado tu situación y dice que solo quiere que estés ahí.

—No me harán subir a un auto y conducirlo, ¿verdad?

Hamilton niega, en ocasiones, cuando los nuevos pilotos son presentados junto con los autos que conducirán, se les pedía correr un par de vueltas. Nunca fue problema para mí pero considerar que ahora puede ser una posibilidad...me aterra.

—No te preocupes por eso, solo necesitamos tu presencia.

—Bien —asiento.

Hamilton parece satisfecho y me hace un gesto con la cabeza para que lo siga hasta la sección en donde está todo el equipo. Los nervios se incrementan y en cuanto veo a todas las personas reunidas, me detengo.

—¿Al?

—No estoy seguro de que pueda hacer esto —mascullo y aprieto los puños — es una mala idea.

—Alessio, tienes que continuar —dice con firmeza —tienes que superar esto, fue jodido, ¿sí? Pero no puedes estancarte, esa gente está esperando, quieren ver al gran Alessio Vitale, ¿crees que no saben de tu accidente? ¡Claro que lo saben! Pero aún así han decidido venir hasta aquí, por ti.

—Hamilton...

—No dejaré que te suban a un auto si eso es lo que temes, no dejaré que te obliguen a correr. Pero necesito que vayas ahí, Al, necesito a mi mejor piloto.

Sus palabras se sienten como una sacudida fuerte, como algo que me golpea con crudeza y me hace abrir los ojos.

—Ahora, si no quieres volver, si realmente has decidido abandonar esto, tampoco voy a obligarte.

Mi pecho se contrae ante su sugerencia. Su rostro es serio, determinado.

—No te obligaré pero tampoco esperaré a un chico que no está seguro de lo que realmente quiere para su futuro.

Claro que sé lo que quiero para mi futuro, quiero correr, quiero volver a las carreras, estoy tan jodidamente ansioso por ser de nuevo el hombre que fui. Quiero volver a lo que era antes...y solo hay una forma de conseguirlo.

—De acuerdo, lo haré.

Las comisuras de sus labios se alzan en una sonrisa orgullosa, asiente y se acerca hasta conseguir palmear mi hombro.

—Este es el Alessio que conozco. Ahora, vamos y sorpréndelos como tú sabes hacer.

Le devuelvo la sonrisa, continuamos avanzando y antes de llegar, tomo una inhalación convenciéndome de que este es el camino que tengo que seguir para dejar atrás mi tortuoso pasado.

Estuve nervioso gran parte del evento, el director de la marca que nos patrocinaba se mostró realmente entusiasmado de verme. Parece que, aún con sus peticiones, nadie esperaba en realidad verme ahí.

Conversé con alguno de ellos y me sentí un tanto incomodo cuando algunos de ellos mencionaron el tema del accidente, pero fuera de eso, todo estuvo bien.

Había prensa y la presentación de Max como el piloto principal de todo el equipo fue un éxito. Por primera vez desde el accidente no sentí esa tensión en el cuerpo cuando Max subió y habló por todo el equipo, ni cuando hablaba sobre las carreras y la posibilidad de coronarse de nuevo campeón.

Lo que si no esperé, fue la repentina atención de la prensa, y aunque Hamilton dijo que no me obligaría a subir a un auto, no parecía como si fuese a detener a la invitación de los directores de subirme al pódium y hablar.

Esto se salía por mucho del protocolo, pero ante la presión, no encontré el valor para echarme hacia atrás. Los flashes se disparan apenas tomo el lugar frente al micrófono, me repito que esto es como todas las veces anteriores, que soy casi un experto en esto.

—Alessio, ¿tu presencia aquí significa que has vuelto a las carreras? —enfoco mi atención en uno de los reporteros.

—Apenas estoy en recuperación, no creo que mi presencia como piloto ayude mucho al equipo, así que probablemente puedan verme correr en el siguiente campeonato.

—¿Qué opinas de que Max haya tomado tu lugar?

—Max en un buen piloto —observo de reojo a mi amigo —merece el reconocimiento que está teniendo, somos un equipo increíble y él está demostrando de lo que es capaz.

—¿Te veremos entonces en el siguiente campeonato?

—Espero que sí —sonrío levemente enfocando mi atención en las cámaras —mi carrera no se ha acabado como muchos llegaron a suponer, voy a volver.

Una ola de aplausos me recibe y el nerviosismo junto con la ansiedad desaparecen. Permanezco unos cuantos segundos sobre el pódium antes de bajar y dirigirme a mi equipo. Max me observa con una sonrisa, Hamilton a su lado asiente con orgullo.

—Así que el rey ha vuelto —mi atención viaja hasta Cameron Daun, el director de la compañía de Mercedes Benz.

—Señor Daun, es un gusto verlo de nuevo.

—El placer y gusto es de nosotros, Alessio —confiesa con una sonrisa —nos alegra tanto ver que has venido, y lo que dijiste ahí arriba, espero que sea verdad.

—Lo es, puedo prometérselos.

—Excelente —asiente complacido —¿Te molestaría que te fotografiáramos con el auto? Estoy seguro de que al público le encantará saber que pronto podrán verte de nuevo en las pistas.

Quiero decirle que en realidad no sé si sea buena idea, poner a un piloto que no correrá para promocionar el siguiente campeonato, no parece algo muy lógico. Sin embargo, cuando estoy por negarme, reconozco la dura mirada de Hamilton.

—En lo absoluto —finjo una sonrisa —me encantaría.

Un chico del Staff se acerca con una chaqueta y gorra de la marca, junto con el logo de mismo. Entiendo perfectamente que quieren que me la coloque pero recuerdo la camisa de manga corta que tengo debajo de la chaqueta que porto. Así que me excuso y me escabullo con rapidez al baño.

No me demoro nada, sin embargo, cuando me quito la chaqueta...el reflejo me devuelve la imagen de las cicatrices que me cubren el brazo. Cicatrices que nadie conoce, que nadie ha visto.

La respiración se me corta y cierro los ojos, me repito una y otra vez que esto es parte del proceso, que tengo que hacerlo. Así que aún con el nudo en la garganta y la tensión en mi cuerpo, me coloco las prendas que me han dado y salgo.

Alguien me toma del brazo con brusquedad deteniéndome, Max tira de mi brazo y nos mete de nuevo en los baños.

—¿Qué ocurre contigo? —cuestiono librándome de su agarre.

—Este es mi momento, Al —dice y encuentro la decepción en sus ojos —¿tienes que robártelo?

—¿Robármelo? Ellos me lo pidieron, Max —le recuerdo —no puedo negarme ante eso, mi carrera está hecha mierda, lo sabes.

—Claro que no, aún te consideran el rey, no lo necesitas.

—¿Eso es lo que crees? No puedo conducir un maldito auto, Max. ¿Qué pasa con un piloto que no puede conducir? ¡Está arruinado! No estoy robando tu momento, estoy intentando salvar mi carrera.

—Este era mi puto momento, Alessio —espeta empujándome —nada te da el derecho de robrártelo.

Sale y el portazo que se escucha solo evidencia su enojo. Me tomo unos momentos para recobrar la compostura.

Cuando salgo, Max no está ahí. Hamilton tampoco, así que solo me acerco al resto del equipo que me espera con sonrisas entusiastas mientras me repito:

No estoy robando nada, solo estoy salvándome a mi mismo. 

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