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¿Y tu papá?
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Amy.
Mi celular suena, Sager está jugando en el campo. Me levanto de ahí y voy a contestar.
Es mi mamá.
Me pregunta por mi hijo y como van las cosas en casa. Y por el ave, claro.
Le digo que todo en orden.
Aun me sigo sientiendome mal por no haberle dicho lo de Sonic. Y lo de las citas; ellos solo tienen en mente que es un trabajo de becarios sencillo, y con nada de pruebas a los que hay que estar sometidos.
Me siento realmente mal, al estarles mintiendo.
Muy mal.
Sonic.
— Toma tus clorets. — llego junto a Antoine y le lanzo la caja de chicles al aire.
— Gracias. Por cierto. — destapa la caja y e inmediatamente se los hecha a la boca, masticando me dice, y señala por encima de su hombro con su pulgar — El niño de ahí es nuevo, se acaba de integrar.
— ¿Cuál?
— Ese. El más pequeño, de color azul.
Volteo un poco la cabeza para buscar el niño cuyo color es azul. Mis ojos se detienen cuando logro captarlo.
Me parece conocido.
— ¿Cómo se llama?
— Creo que Sergio. Ya se me olvidó. Pero a qué no adivinas de quién es sobrino.
Antoine estira sus brazos. Estamos parados en una esquina de la cancha. Los niños están jugando, mientras que el más chico está moviéndoce de un lado a otro. Pero parece inexperto.
— Ah, ¿Que decías? — sacudí la cabeza.
— ¡Entrenador! — exclamó uno de mis alumnos del otro lado de la cancha.
— Ya, vuelvo. — dije, y corrí a el.
Amy.
— ¿El ave? Está perfectamente....Si,si lo alimento bien. Y Sager lo cuida perfectamente, nada de que preocuparse...¿Eh? ¡Ah, no, ya no quiero mascotas en casa, ni lo pienses papá! — dije al teléfono.
Reí, y entonces después de un rato colgué la llamada.
— ¿Con quién peleas? — cuestionó alguien a mis espaldas.
— Oh, — me dí media vuelta — Hola Sal, solo que hablaba con mi papá. Trajo un pájaro a casa, me recuerda que debo de darle de comer.
— Ah, ya veo. ¿Y que haces aquí?
— Vine a dar una vuelta con Sager aqui, pero el está ocupado jugando. Aprovechando que estás aquí, ¿Te lo puedo encargar unos segundos? Se me antojo un elote.
— Ah, claro. Ve a comprarlo. Vine a leer, ya veo que está en la cancha. De paso tráeme uno a mi también.
— Perfecto. — le lanzé un beso al aire y me marché.
Sally sonrió, y se encamino a sentarce en la banca, así me sentía más segura de dejarlo.
Sonic.
— Hey, hola amiguito. — me acerqué al niño más pequeño recién llegado. — ¿También te quieres unir? Siento que ya te había visto.
Me agaché para que pudiera verme bien.
Abrió bien sus ojos como aquella vez.
— ¡Hola! — sonrió de lado a lado. Y estiró su mano hacia mi — Me llamo Sager.
— Yo Sonic. Tu nuevo entrenador....¿Vas a quedarte cierto? — ladié la cabeza.
Asintió sin dejar de sonreír.
— Yo te había visto. — giró también su cabeza, y soltó una risilla. —....Tu color azul es igual al mío.
Sonreí, la verdad era que si.
Aunque había notado que el color azul en erizos cada vez había más.
Aunque este niño tenía algo más curioso, que destacaba de varios.
— Bien. Sargento. ¿Ya tienes equipo?
— Me llamo Sager. — defendió.
Que nombre tan raro y peculiar tiene.
Me será más difícil acordarme.
— Ah, si. Sei-yer — me pusé de pie y rasgueo mi naríz. — ¿Ya tienes equipo?
— Estoy con los de este lado. — señaló la portería de la derecha.
El balón se aproximaba a nosotros.
— Okey. ¡Corre, ahí viene el balón! — caminé rápido hacia atrás y soné el silvato. — ¡Eh, Tony, que no le metas el pie a tus compañeros!
— ¡Que me llamo Toby! — protestó pasando corriendo a mi lado.
Amy.
— ¿Sal y limón?
— Si seño. — me cruzé de brazos tintineando mis brazos con mis dedos.
— ¿Te le pongo queso, chile, crema, tostadas?
— Eh, si. Un poco de chile.
— ¿Del que pica o del que no?
— Del que pica.
— ¿Vaso, plato o en palo?
— Vaso.
— ¿Amarillo o blanco?
Este hombre tiene una fila larga, llevo más de 15 minutos aquí y de embalde se tarda un montón.
Sonic.
Miré el reloj en mi muñeca.
Oh, por cierto.
Si, es el de Shadow y no se lo eh regresado.
Me sorprende que no se haya dado cuenta de eso. Y también en el hecho de que se haya escrito en una cita con Rose.
— Tiempo. — alzé la voz para que me escucharan. — Mañana continuamos. Por hoy es todo. Ya se acabó la hora.
— ¿Tan pronto? — inquirió un niño soltandoce de brazos y haciendo un puchero.
— Entrenador, Hoy casi no nos dió la hora exacta. — comentó otro.
— Me duelen las rodillas, el entrenamiento de Anto no nos gusta. — terció otro cruzandoce de brazos.
— ¿Que dijo? — Antoine se acerca a los niños y pone las manos en jarra.
— Está bien, Gobby, descuida. Mañana tendremos otro metodo de rendimiento.
— Vayan a casa niños. ¿Su madre está cerca?
Alzé la cabeza un grupo de mujeres estaban a varios metros de mi lugar.
— Bien. Nos vemos mañana.
Los niños se despiden y se van haciendo carreras para ver quien llega primero.
Me doy media vuelta para recoger mis cosas.
— Disculpe...— llamó una voz tierna detrás de mi.
Me volteo, y miro hacia abajo.
Oh, el niño más pequeño.
— ¿Si? — me pongo de rodillas. — ¿Pasa algo?
El niño se quedó vacilando, un rato. Viendo mis ojos.
Nuestros ojos son verdes y nuestro color el mismo tono de azul cobalto.
— Nada. — finalizó sonriendo y dandoce media vuelta. — ¡Hasta mañana!
Empezó a correr, en dirección a los demás. Un grupo de mujeres se retiran con sus hijos. Aunque desde aquí puedo ver una ardilla.
La que me topé la otra vez. Debe de ser su madre.
Entonces sonreí y me encamine con Antoine para tomar mis cosas que dejé en la grada.
Lunes.
Junio Inicios.
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Sager.
Otro día más en la guardería.
Empezaba aburrirce, y sin embargo pese a que ya llevaba bastante ahi, no conseguía hacer amigos.
Tal vez por si falta de empatía y timidez.
Ayer estuvo llorando casi todo el día, Amy no lo dejó volver a ir a jugar
Se había divertido.
Y había intercambiado palabras con algunos niños, había sido algo corto, pero significó mucho para el.
A Sager le asombraba Sonic.
Desde el día que lo vió, no pudo evitar pensar en el parecido tan grande que tenía.
— Oye, Sager. — una conejita castaña se acercó a el, era la hora del almuerzo.
Pero el no quería amigos de lonchera.
— ¿Qué? — contestó a secas, esa niña tenía algo que no le caía bien.
— ¿Que le vas a regalar a tu papá?
Se sobresaltó un poco. Pero miró a otro lado y no contestó.
— Yo le regalaré muchas cosas. Mi papá me quiere mucho. Y se lo voy a compensar. Ya faltan pocos días para el día del padre.
A Sager le molestaba esa niña, porque siempre tenía las respuestas de preguntas que nadie le hacía.
— Que bien. — soltó con desgana y dió una mordida a su mini-emparedado.
— ¿Sabes? — la niña ladeó la cabeza buscando la mirada de Sager — Nunca veo que tú mamá o tu papá vengan a recogerte. ¿No tienes mamá ni papá?
— Si tengo. — dijo bruscamente, no quería seguir hablando con esa niña intrometida, tomó su bandeja y caminó a otra parte.
—¿Y porqué nunca vienen a recogerte? — la niña le siguió el paso detrás de él. — ¿Dónde están?
— Mi mamá trabaja. — Sager caminó a otro lado. Quería descarce de ella.
Dos niños más se sumaron a junto a la Coneja, de nombre Aza.
El pequeño peli-azul empezaba a ponerce nervioso.
— ¿Y entonces porqué tu papá no viene por ti?
— Aza tiene razón. — dijo Cory, otro de los niños, era un oso blanco y el otro café. — Nunca vemos que tú mamá venga a recogerte. ¿Y tú papá?
Sager bufó, se detuvo y se dió media vuelta para verlos. Estaba enojado.
— Mi... Papá. — su voz se cortó. Frució los labios — Mi papá también trabaja. Me voy con la señorita Sally todos los días.
Dispuesto a terminar está conversación.
Se encaminó de nuevo.
Pero Aza lo toma del hombro.
— No tienes papá, Sager. — espetó — Mi mamá me dijo. No seas mentiroso.
Ambos niños al costado de Aza soltaron una risotada. Llamando la atención de todos los niños, mirando a Sager.
Sintió sus ojos llenarce le lagrimas.
Tenían razón. No tenía papá y no sabía dónde estaba.
Esto fué suficiente para el.
Sager seguía siendo un bebé.
Un bebé muy sensible.
Soltó la bandeja con su almuerzo y salió corriendo, era muy vulnerable, no podía soportar eso.
Martes.
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Sonic.
— Toby, por favor. Acomodate bien. —señale, la fila de niños estaba frente a mi. Era tarde, hora de entramiento..
— Hasta que se aprende mi nombre. — rodó los ojos.
— Shhh. — silencié. — haz lo que te digo. ¿Somos todos?
Conté, desde el sábado el niño peli-azul ya no se había protestado en las clases.
Y hasta el momento yo no tenía eventos de citas, por lo que hoy era uno de esos días de descanso.
— ¡Falto yo! — bramó una voz conocida a mis espaldas.
Vi a aquel niño de nuevo.
Sonreí ante su llegada, a unos metros de ahí estaba la ardilla café, su madre.
— En hora buena. Hasta que te manifiestas pequeño. — se acerca a mi y le revuelvo las púas de la cabeza. El suelta una risa. — Ya saben con que empezamos niños. Y descuiden, que Antoine ya no vendrá. — giñe un ojo.
El azulito sonrió y se acopló. Los demás le sonrieron. Lo que tenían mis alumnos era que eran amistosos, bastante competitivos, aunque les encanta meterles el pié a los demás, pero al final es juego.
Soné el silvato.
— Empezaremos por estiramiento. ¡Venga!
Sager.
Gracias a Sally, pudo venir. Amy tenia mucho que hacer.
Algo curioso, es que Sonic y su nuevo equipo le caían bastante bien. Pudo pasar el percánce del otro dia, aferrándose a la idea de volver a ver a sus nuevos amigos y entrenador.
Aunque en el entrenador Sonic; comenzó a ver en el una figura paternal.
De una forma retorcida.
Su similitud seguía facinandolo.
......
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esta historia me deprime-
Y no sé si es por lo que le tengo pensado, o por el hecho de que ya perdí muchos lectores
:(.
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